¡Ah! Esto sí es amor, ¿eh? Dos de los fundadores de Talamasca se unieron siempre por amor.
Lestat de Lincourt
“Recuerdo el sol incidiendo sobre mi
cuerpo una y otra vez, sin refugio ni dirección cierta. Todo se
nublaba a mi alrededor y sentía que me dolían incluso las pestañas.
Cada músculo estaba lacerado por una fuerte quemazón que no se
podía marchar. Sentía como mi piel se caía a jirones. El sonido de
la hojarasca, el olor a musgo y el tacto rugoso de los troncos donde
me apoyaba, pues necesitaba retomar aliento, se han quedado en mi
memoria grabados a fuego.
Recuerdo su rostro. A mí me pareció
el de un ángel, pero para otros era un monstruo. Pude ver su dulce
belleza tras esa nariz horrible, esas arrugas que no pertenecían a
su edad y esa boca torcida. Muchos la señalaban como un ser deforme,
sin embargo deformes estaban ellos que creían que podían señalar a
otro ser humano como monstruo.
Me enamoré de ella perdidamente y sigo
amándola. Ya ni es una bruja, ni un vampiro. Sólo es un fantasma,
pero es el vivo reflejo de su alma.”
No sé cuántas veces he leído estos
párrafos. Ni sé por qué lo hago. Se supone que son cartas
manuscritas por mi creador hacia la nada. Sólo es un desahogo. Las
emociones me envuelven y dan mayor vida a mis células de luz. He
logrado volver de entre los muertos sólo por él y me mantengo aquí
porque sé que la tristeza, la culpa y el horror lo hundirían.
Es un hombre noble, sabio y poderoso.
Sin embargo, tiene la fragilidad de un candil en mitad de una
tormenta. Es demasiado bueno. Por eso me quedo a su lado iluminando
sus noches, calmando sus lágrimas y besando sus labios con una
promesa de amor verdadero.
Él me salvó dos veces, la tercera ya
no pudo ser. La primera era cuando unos hombres, por no llamarlos
bestias y compararlos así con la nobleza del mundo animal, exigían
de mí algo de conocimiento y brujería. La segunda al darme la vida
para que pudiese vivir a su lado. Pero entonces, de la nada,
aparecieron las hoces y martillos, los gritos de “quemen a la
bruja” y nada pude hacer. Fui demasiado confiada.
Gremt me ayudó a mantenerme firme en
la tierra y lograr el poder suficiente para ser vista. Me llevó ante
él y me dijo: sigue amándolo, pues él te sigue recordando.
¡Amándolo! Como si sólo fuese amor
lo que sintiese por él. Es un cúmulo de tantos sentimientos bellos
como hipnóticos...
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