Bueno esto lo escribió Julien y lo dejó por ahí...
Lestat de Lioncourt
Hacía mucho tiempo que no lo veía.
Habían pasado algunas décadas, por no decir que más de medio
siglo. Fue impactante comprobar como el tiempo pasó por su cuerpo,
arrugó su rostro, colocó manchas en sus manos, hizo que ganara peso
y el rostro se transformara en el de un hombre achacado por la edad y
diversas enfermedades. Pero sus ojos seguían siendo igual de ilusos.
Había amor en esa mirada. Un amor incondicional hacia mí y lo que
hacía. Todavía se sonrojaba cuando pronunciaba mi nombre. Era tan
extraño que sentí lástima por ambos.
Que la verdad brote de tus labios,
que esa sonrisa marchita regrese
como regresan los hombres sabios
a la cordura en su lecho de muerte.
Coincido en que fui un egoísta nato,
como dicen mucho, pero a él le di todo. Di mis últimos años, mi
mejor cara y un amor intenso. Recuerdo que su cuerpo era muy joven,
casi el de un niño, cuando se entregó a mí después de conocernos
en uno de los tugurios cercanos al muelle. Nueva Orleans ha cambiado
mucho desde entonces, y supongo que seguirá haciéndolo, pero
aquella zona eran los suburbios más pobres y desdichados. Allí
habían putas, juegos de azar, alcohol incluso durante la ley seca y
conversaciones intensas que nadie debía conocer.
He sido la sombra que abrigaba tu
cuerpo,
el alma en pena que mecía las ramas
de un árbol de raíz amarga y muerto.
Pero deseo ser la de tu alma.
Ahora todo es distinto. Yo no puedo
ofrecerle mis brazos como consuelo, él no puede ofrecerme sus
piernas como refugio. Ni siquiera me ve. Sé que su muerte será en
breve. Ansío el momento que ocurra. Quiero que me vea cuando caiga
el telón en el último acto y poder hacer de ese modo mi mejor
aparición. Necesito que Richard sepa que siempre le he amado y que
desde hace un tiempo rondo su vivienda, su negocio y sus momentos de
ocio.
Soy un cretino con demasiada fortuna
porque pudimos amarnos con pasión.
Soy un hombre que impuso su religión
en tu respiración y latidos.
Nunca volvió a tener pareja estable
porque me amaba. Jamás tuvo una vida feliz por ese motivo. Él
merece que yo venga a buscarlo en último minuto para que se quede a
mi lado, siendo lo que yo soy y disfrutando de conversaciones
intensas, miradas llenas de cariño y el sonido de mi vitrola.
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