Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 24 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XXVI)


-Buenos días María.-respondí de forma cortés bajando del todo las escaleras atándome bien mi bata.-Haré café ¿quiere una taza?-pregunté y ella negó.-Vamos, seguro que aún no has desayunado.-dije con una sonrisa amable.-No me importa calentar un par de tostadas más. Además, no soy el único que tomará café.

-Está bien, espero que no sea un incordio.-murmuró siguiéndome hacia la cocina.-Pero déjeme que yo le ayude.

-¿Cuando vas a dejar de llamarme de usted? Me siento viejo.-dije tomando el bote donde guardábamos el café.-¿Podrías hacerle la leche a Jun?

-Sí, claro.-respondió con una sonrisa y un tono de voz más relajado.

-¿Cómo está tu pequeño?-pregunté sacando las tazas y la cafetera.

-Divino, aunque a veces siento que está creciendo demasiado rápido y con poco tiempo a mi lado. Pero ya no es por el trabajo aquí, ya sabe que también trabajo en otras casas a media tarde pero sin asegurar. Una debe sacar adelante a un niño que crece y crece, como todos, pero con mi suelto únicamente y sin apoyo de nadie más excepto alguna vecina.-la observaba, tan delgada que parecía romperse en cada movimiento, pero ella parecía no percatarse del sentimiento paternal que despertaba en mí. Quería ayudarla, pero no aceptaba mis ayudas monetarias porque decía que eso le hacía sentir una ladrona.

-¿Me permitirías entregarte un regalo para tu hijo?-pregunté deseando que dijera que sí, pero sabía de sobra su respuesta.

-No, yo trabajo aquí y no tiene porqué ser considerado con mi hijo.-respondió mientras el aroma del café se hacía presente en la cocina.

-Tan sólo será un juguete, además siempre suelo entregar algún regalo a mis empleados.-sonreí de forma afable.-Y por supuesto tú tendrás tu paga extra y un obsequio, como cualquier trabajador de mis empresas.

-No, por favor.-murmuró.-No debe meterse en nada, además no podría pagarle todo lo que ya ha hecho.-comentó tomando una de mis manos.-Señor Sakurai sin el sueldo que consigo aquí, sin todo el movimiento de papeles que hizo para que yo pudiera trabajar y sin su ayuda moral, yo no estaría viviendo donde vivo ni tendría a mi pequeño.

-Eso no es cierto.-dije tomando sus manos entre las mías, acariciándolas y notando que estaban algo agrietadas por todo lo que trabajaba. Era una mujer fuerte, tan fuerte como mi madre y tan fuerte como cientos de millones de mujeres.-Escúchame deseo ayudarte porque eres alguien válida, eres trabajadora y honrada.-mi tono de voz sonó cercano, bastante cálido, y era el efecto que quería generar en mis palabras.-Todos mis trabajadores tienen sus obsequios en las fechas que se aproximan, tú no serás menos.

-Está bien.-una tímida sonrisa se formuló en sus labios.

-Cuando vayan aproximándose las fiestas por favor ayuda a Phoenix a decorar, al menos tenlo vigilado por si sufre algún desmayo.-ella asintió tras mis palabras y yo me aparté de ella para calentar un poco de leche en el microondas.

-Sí, eso está hecho.-comentó con una sonrisa.

Preparé bandejas individuales, ella me ayudaba en silencio. Era demasiado evidente que algo sucedía en su vida, pero que yo no era nadie para sonsacar nada. Tenía que ayudarla pero sin que ella lo supiera, no me agradaba ver que las personas que conocía tenían problemas.

-Buenos días.-dijo entrando Phoenix en la cocina.

Estaba desarreglado, con el cabello revuelto, y el bebé en brazos. De esa forma era como más me gustaba, contemplarlo de forma íntima de la única forma que podía verlo yo. Me fui hacia él dándole un beso en la mejilla al pequeño y otro a él.

-Tome.-comentó ella ofreciéndole el biberón.

-Arigato María.-respondió sentándose en una de los taburetes de la cocina. El pequeño agarró el biberón comenzando a tomarlo de forma rápida.

Yo me dediqué a tomar mi café con la mente puesta en María, su hijo, mi carrera y en cómo se encontraría Hizaki. Tenía ciertos agobios, pero no eran nada para los que había vivido meses atrás. El café daba un sabor distinto a mis pensamientos y al periódico. María siempre me traía varios periódicos, todos de distinta ideología con distintas opiniones y artículos. No me agradaba leer únicamente una opinión, porque estaban contaminadas. Pero ninguna noticia me quitaba las preocupaciones, no lograba centrarme en los escandalosos titulares y sus escalofriantes noticias. Cada vez cargaban más y más los periódicos con noticias inverosímiles, pero reales, y cuanto más morbo despertaran mejor. Yo creo que me insensibilicé aquella mañana a todo, tan sólo tenía ciertos temas en mi cabeza y así estuve durante todo el día.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt