Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 26 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XXIX)


Caminábamos con tranquilidad, como si el tiempo nos perteneciera, y subimos a su coche. Siempre admiré el buen gusto de Kamijo, no sólo tenía un excelente gusto al vestir o en los vinos, pues era el dueño de un mercedes roadster en negro. Era un coche que pocas veces sacaba a pasear a la vista de todos, usualmente iba con un mercedes bien distinto. Eso sí, amaba los mercedes y debo reconocer que yo también.

-Has traído al pequeño.-dije sentándome mientras me abrochaba el cinturón.

-He decidido darle un paseo lejos de las pistas habituales.-sonrió de lado acariciando el volante.-Es un capricho que no sé cuando se lo mostraré a Jasmine.

-¿Crees que te gritará por imprudente?-esa pregunta le hizo reír a carcajadas.

-¡No!-dijo girando la llave para encender el motor.-Pediría conducirlo y sé que terminaríamos estrellados.

-Entonces mejor que no vea esta belleza.-susurré acariciando la tapicería.

Él conectó la radio en la emisora clásica. De inmediato reconocí la voz de Ivan Rebroff, esa voz increíble que generaba una presencia especial en el escenario. Había fallecido hacía poco tiempo, aún los escenarios tenía el eco de su voz de tono profundo y embriagador. Aspecto ruso, aunque alemán, con barba espesa y rojiza, como sus cabellos, que contrastaban con aquellos dos enormes océanos azules, que eran sus ojos de felino imponente. My Yiddishe Mama resonaba en aquel sonido de alta definición que parecía engatusar a Kamijo. Una triste canción de un hijo a su madre pero también se podía notar dulzura en cada palabra.

El coche atravesaba la carretera y salía a un camino rural, de tierra, que daba a la autovía y esta se enlazaba con otra carretera fundiéndose con el centro de la ciudad. Acabado Ivan empezaba Paul Mauriat con Love is Blue. En los labios de mi amigo se formuló una sonrisa y yo simplemente cerré los ojos para dejarme llevar, al igual que el vehículo que él llevaba entre sus finas manos. Después del dulce recuerdo que dejó, el también fallecido, Paul los dedos diestros de Raul Di Blasio entonaron su mejor composición. La melodía que endulzó aquel momento entre rascacielos, de hierro y cristales infinitos, era corazón de niño.

Noté entonces que tomaba dirección hacia la otra autopista, la cual llevaba directa al aeropuerto, y que sus dedos golpeaban suavemente el volante. Su sonrisa se volvió aún más expresiva y dulce. Él era quien manejaba y yo simplemente me quedé en silencio, a pesar de no entender porqué íbamos hacia allí.

-Estas canciones me recuerdan a mi infancia y juventud.-comentó con una sonrisa.-Y creo que estoy algo sensible en ese aspecto, supongo porque vamos a recoger a Mario.

-¿Mario?-interrogué.

-Sí, adelantó su visita y cuando me llamaste estaba atareado arreglando todos los papales de su llegada.-respondió observando los paneles de la entrada al aeropuerto.

-Llamé en mal momento, aunque lo único que debía preguntarte era...-me quedé en silencio.-bueno nada, creo que puedo tomar yo sólo esa decisión.

-Si lo deseas, mientras esperamos en la cafetería, podríamos hablar.-dijo sin apartar la mirada a los aparcamientos libres.-Además yo deseo hablar contigo de algo importante.

-De acuerdo.-fue lo último que dije hasta llegar a la cafetería.

Aquel lugar estaba muy transitado, personas que iban y venían de cualquier lugar del mundo. Teníamos el tercer aeropuerto más grande y con mayor tráfico del país, era un lugar donde podías tropezar con infinidad de personas diferentes a lo largo del día. No pensaba que fuera el propicio para hablar en privado, pero encontramos una mesa apartada. Pedimos un par de cafés y un par de bollos de crema.

-¿Qué tenías que decirme?-preguntó con una sonrisa.

-¿Crees que sería factible que volviera a los escenarios?-di un sorbo de mi café.

-Sí, pero deberás extremar la seguridad.-respondió.-Y tener en cuenta que el trabajo agota, deberás poner bien en claro tus prioridades y el tiempo que tienes para ti.-era un sabio consejo, pero tenía tiempo de sobra.

-Lo que me preocupa es la seguridad, el resto lo tengo más o menos bajo control.-dije dejando mis manos pegadas a la taza, calentándolas.

-La seguridad déjamela a mí, tengo nuevos hombres y puedo ayudarte.-sonrió de forma afable.-Yo tenía que decirte que estoy por adquirir el teatro, creo que me siento realizado al lado de Jasmine y quiero tomar parte más activa de mis sueños. Tengo a alguien a mi lado que me ama, ahora sólo falta la guinda del pastel. ¿Crees que hago una buena inversión?

-Teniendo en cuenta que cada vez las personas van menos al cine, pero el teatro sigue llamando la atención porque cada función es única y que en él se pueden dar pequeños conciertos.-no acabé la frase, simplemente pensé los pro y los contra.-Es una buena inversión, pero tienes que tener en cuenta que debes llegar a todo tipo de público y eso es complicado.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt