Jyrki69...silencio por favor.
Capítulo cuarto: La clave.
Durante días, más bien semanas, tuve interrogatorios a más de cinco docenas de vampiros. Los tres clanes estaban de mutuo acuerdo en contar todo lo que sabían sobre el asesinato y lo que le rodeaba. Poca información fiable, pocas pistas hasta el sospechoso y demasiadas incoherencias entre ellos. Perdí la noción del tiempo. Por el día paseaba por los jardines de la mansión, devoraba los libros y pergaminos de la biblioteca, reposaba frente a la fuente y dormitaba en mi habitación. En la noche llamaba a mis victimas, por así decirlo, sediento de arduas preguntas y respuestas. Matius iba a ser el último en declarar frente a mí, así lo deseaba y así sucedió. Era mí noche número veinticinco en aquel lugar y aquel pelirrojo se posó ante mí con parsimonia llena de desden.
-Buenas lunas.-Masculló con ese tono de voz tan característico en él.
-Buenas noches tenga usted Lord Matius.-Carraspeé tomando mis apuntes, allí tenía las preguntas y respuestas de otros. Había hecho una pequeña historia con piezas desordenadas de un puzzle inmenso.-Dígame que relación tenían usted y el señor León.-Fui directo sin dilaciones, había aprendido esa actitud de todos ellos.
-Éramos amigos.-Sonrió melancólico.-Muy buenos amigos, íntimos.-Susurró dejando que una lágrima bordeara uno de sus hermosos ojos.
-Tan amigos como para besarse, profesarse amor eterno y sentirse en total comunión de almas. En definitivas cuentas, ¿eran amantes?-Dije tomando un folio con cuestiones realizadas expresamente para él.
-Sí; se lo comentó mi hermano, él me lo dijo.-Respondió.
-¿Estuvo aquella noche jugando a las damas y luego subieron a los aposentos de León- Interrogué.
-Más bien fuimos a la habitación preparada para su llegada.-Podía notar su leve rubor, parecía revivir aquellos momentos.
-¿Qué sucedió?-Comenté anotando la respuesta anterior.
-Comenzamos a besarnos, jamás habíamos llegado tan lejos, y él pidió que me entregara en mi totalidad a él. Me sentía el hombre más dichoso del universo.-Dijo con media sonrisa en sus labios y tristeza en su mirada.
-¿No habían llegado más allá?- Esa pregunta no estaba en el cuestionario.
-No más de besos, caricias y palabras de amor. Yo no me sentía preparado. La copulación esta solo destinada a la procreación. Son ideas que están impresas en nuestro código moral. Pero él deseaba hacer el amor, durante siglos pospuse nuestro encuentro por ello.-Respondió tímido y jugueteando con el cordón de plata que colgaba de su cuello.-Esto me lo regaló aquella noche.- Entonces tiró de la cadena y mostró una cruz con una rosa, en la parte trasera sus nombres grabados.-Era un hermoso regalo, fue lo único que porte en el acto.-Masculló secándose sus lágrimas con una de sus delicadas manos.
-¿Después que sucedió?- Susurré.
-Me quedé dormido y desperté en mis aposentos por el ruido. Los alaridos de Arthur por la muerte de su único hijo, los de mi padre espetando de que yo no podía haber sido, mi hermano discutiendo con el clan de las sombras y el resto buscándome por toda la casa.-Narró intentando tener las fuerzas suficientes
-Eso de que te buscaban ya lo sé; entonces no lo mataste sino que alguien te posó en tu cama.-Mascullé.
-Normalmente el acto sexual nos devora toda la energía, incluso la consciencia.-Comentó.
-¿No sabes quién te llevó?-Interrogué.
-No, él tampoco pudo ser y eso que creí que fue así durante un tiempo.-Dijo dubitativo.
-Esta bien por hoy, mañana repasaré todas las conversaciones que he tenido y examinaré la habitación que esta tal y como aquel día.-Comenté guardando los folios.
-Me marcho entonces.-Dijo alzándose de la silla al mismo tiempo que yo lo hacía.
-Espera.-Mascullé.
-¿Sí? Ya habíamos terminado, ¿no?-Susurró.
-Así es, pero quiero saber una cosa más.-Dije caminando junto a él hasta la puerta.
-Dígame.-Comentó parándose en seco.
-Solo te tiene una pareja, no es así, un vampiro solo entrega una vez su corazón.-Interrogué clavando mis ojos en los suyos.
-Sí.-Asintió.
-De acuerdo, puedes marcharte.-Dije tomando el pomo y tirando de este.
-Gracias.-Susurró y se alejó por el pasillo.
Debía reflexionar todo delicadamente y concentrarme en que la vida de un hombre pendía de un hilo. Me senté en mi cama contemplando el dosel, las ventanas opacas y selladas con maderas, el pequeño escritorio y mis bártulos. Habían dio a mi casa y tomado algunos libros, también a mi oficina y de mi armario trajeron ropa para cambiarme. Vladimir parecía entusiasmado con la idea de que su hijo se librara de la muerte y yo no sabía como hacerlo en realidad. Entonces tocaron a mi celda, porque así sentía aquella alcoba, y entró un hombre de mediana altura y ojos de rapaz.
-Soy del clan de la oscuridad.-Su voz era aguda y envolvió un profundo temor en mí.
-El tercer clan en discordia.-Comenté dejándole pasar.
-Tengo información que le conviene.-Dijo apartándome de la puerta y cerrándola con sus propias manos.
-Vaya, estaría gustoso con tomarle declaración.-Tartamudeé nervioso.
-Verá, lo que le voy a decir puede que le cause gracia o asombro.-Comentó apoyando su espalda en la puerta.
-No tema, he escuchado de todo a estas alturas.-Dije calmándome.
-León no murió, todo fue una estratagema entre mi clan y el de su padre.-Aquello no solo me asombró, sino que me llenó de dudas y preguntas.
-¿Para qué?-Interrogué ansioso de saber.
-Para derrumbar a Vladimir. Su hijo Matius es igual que su esposa Magda, si muere el joven moriría todos los recuerdos felices de Vladimir y este se inmolaría. No creo que estuviera dispuesto a perder a un hijo tan preciado y querido, antes moriría él.-
-Entiendo, pero como ha podido sobrevivir sin que nadie lo sospechara.-
-El cortejo que llevó León para conquistar al joven Rosa Negra fue sencillo. Matius siempre fue algo afeminado, buscaba protección en Dimitri y este se la otorgaba sin rechistar. Arthur estaba seguro que si su hijo, tan apuesto y arrogante, mucho mayor que el joven Matius le convencía de un amor puro podrían hacer grandes planes para dominar mejor la noche. Mire, Vladimir está anclado en el pasado y busca igualdad entre hombres y vampiros, no quiere dañar a un buen hombre solo porque desee su coche o mayores riquezas. Mi padre y Arthur están deseosos de poder, ansiosos de dinero y lujos.-Parecía odiar no solo al clan de las sombras, sino también al clan de que su padre regentaba como fundador.
-Comprendo.-Interrumpí.
-León fue llevado con su verdadera prometida a Londres, donde han tenido un hijo en las sombras y aún tiene forma de bebé a pesar de sus cinco años. Los vampiros somos indefensos hasta los primeros cien años, somos balbuceantes hijos de las sombras. Los siguientes cien años nos desarrollamos más rápidamente y luego comienza una cuenta lenta.-Lo que me narraba parecía increíble, aunque tenía sus puntos de cordura y razonamientos.
-¿Cómo puedo creerle?-Cuestioné pensativo.
-Las cenizas no pertenecían a León, sino a un procreado que hicieron para ese sacrificio.-Respondió alzando mi mentón para profundizar en mis pupilas.
-¿Quién llevó lejos del cuarto a Matius?-Dije apartando su mano de mí.
-Fue el propio León, estaba acostumbrado a aquel acto tanto o más que a la guerra. Pero el hijo de Vladimir, no.-Comentó dándome la espalda.
-Entiendo, sin embargo no sé porqué me cuenta esto.-Respondí.
-Amo a Matius, sé que él ya entregó su corazón si bien no puedo ver como lo destrozaran.-
-¡Por qué no dijo esto antes!- Elevé por un momento mi tono de voz.
-Miedo y desconocimiento, lo supe tan sólo hace unos meses y después me aterré por lo que sabía.-Respondió.
-¿Declarará esto ante el consejo?-Interrogué.
-Sí, pero necesita la prueba de que León vive y es engañándolo, eso lo haré yo.-Estaba seguro de si mismo y de que esa información era correcta.
-Entendido, lo haremos mañana mismo en la reconstrucción del crimen.-Dije hurgando por mi camisa, buscaba un pitillo. Entonces salió de la habitación sin decir más.
Durante días, más bien semanas, tuve interrogatorios a más de cinco docenas de vampiros. Los tres clanes estaban de mutuo acuerdo en contar todo lo que sabían sobre el asesinato y lo que le rodeaba. Poca información fiable, pocas pistas hasta el sospechoso y demasiadas incoherencias entre ellos. Perdí la noción del tiempo. Por el día paseaba por los jardines de la mansión, devoraba los libros y pergaminos de la biblioteca, reposaba frente a la fuente y dormitaba en mi habitación. En la noche llamaba a mis victimas, por así decirlo, sediento de arduas preguntas y respuestas. Matius iba a ser el último en declarar frente a mí, así lo deseaba y así sucedió. Era mí noche número veinticinco en aquel lugar y aquel pelirrojo se posó ante mí con parsimonia llena de desden.
-Buenas lunas.-Masculló con ese tono de voz tan característico en él.
-Buenas noches tenga usted Lord Matius.-Carraspeé tomando mis apuntes, allí tenía las preguntas y respuestas de otros. Había hecho una pequeña historia con piezas desordenadas de un puzzle inmenso.-Dígame que relación tenían usted y el señor León.-Fui directo sin dilaciones, había aprendido esa actitud de todos ellos.
-Éramos amigos.-Sonrió melancólico.-Muy buenos amigos, íntimos.-Susurró dejando que una lágrima bordeara uno de sus hermosos ojos.
-Tan amigos como para besarse, profesarse amor eterno y sentirse en total comunión de almas. En definitivas cuentas, ¿eran amantes?-Dije tomando un folio con cuestiones realizadas expresamente para él.
-Sí; se lo comentó mi hermano, él me lo dijo.-Respondió.
-¿Estuvo aquella noche jugando a las damas y luego subieron a los aposentos de León- Interrogué.
-Más bien fuimos a la habitación preparada para su llegada.-Podía notar su leve rubor, parecía revivir aquellos momentos.
-¿Qué sucedió?-Comenté anotando la respuesta anterior.
-Comenzamos a besarnos, jamás habíamos llegado tan lejos, y él pidió que me entregara en mi totalidad a él. Me sentía el hombre más dichoso del universo.-Dijo con media sonrisa en sus labios y tristeza en su mirada.
-¿No habían llegado más allá?- Esa pregunta no estaba en el cuestionario.
-No más de besos, caricias y palabras de amor. Yo no me sentía preparado. La copulación esta solo destinada a la procreación. Son ideas que están impresas en nuestro código moral. Pero él deseaba hacer el amor, durante siglos pospuse nuestro encuentro por ello.-Respondió tímido y jugueteando con el cordón de plata que colgaba de su cuello.-Esto me lo regaló aquella noche.- Entonces tiró de la cadena y mostró una cruz con una rosa, en la parte trasera sus nombres grabados.-Era un hermoso regalo, fue lo único que porte en el acto.-Masculló secándose sus lágrimas con una de sus delicadas manos.
-¿Después que sucedió?- Susurré.
-Me quedé dormido y desperté en mis aposentos por el ruido. Los alaridos de Arthur por la muerte de su único hijo, los de mi padre espetando de que yo no podía haber sido, mi hermano discutiendo con el clan de las sombras y el resto buscándome por toda la casa.-Narró intentando tener las fuerzas suficientes
-Eso de que te buscaban ya lo sé; entonces no lo mataste sino que alguien te posó en tu cama.-Mascullé.
-Normalmente el acto sexual nos devora toda la energía, incluso la consciencia.-Comentó.
-¿No sabes quién te llevó?-Interrogué.
-No, él tampoco pudo ser y eso que creí que fue así durante un tiempo.-Dijo dubitativo.
-Esta bien por hoy, mañana repasaré todas las conversaciones que he tenido y examinaré la habitación que esta tal y como aquel día.-Comenté guardando los folios.
-Me marcho entonces.-Dijo alzándose de la silla al mismo tiempo que yo lo hacía.
-Espera.-Mascullé.
-¿Sí? Ya habíamos terminado, ¿no?-Susurró.
-Así es, pero quiero saber una cosa más.-Dije caminando junto a él hasta la puerta.
-Dígame.-Comentó parándose en seco.
-Solo te tiene una pareja, no es así, un vampiro solo entrega una vez su corazón.-Interrogué clavando mis ojos en los suyos.
-Sí.-Asintió.
-De acuerdo, puedes marcharte.-Dije tomando el pomo y tirando de este.
-Gracias.-Susurró y se alejó por el pasillo.
Debía reflexionar todo delicadamente y concentrarme en que la vida de un hombre pendía de un hilo. Me senté en mi cama contemplando el dosel, las ventanas opacas y selladas con maderas, el pequeño escritorio y mis bártulos. Habían dio a mi casa y tomado algunos libros, también a mi oficina y de mi armario trajeron ropa para cambiarme. Vladimir parecía entusiasmado con la idea de que su hijo se librara de la muerte y yo no sabía como hacerlo en realidad. Entonces tocaron a mi celda, porque así sentía aquella alcoba, y entró un hombre de mediana altura y ojos de rapaz.
-Soy del clan de la oscuridad.-Su voz era aguda y envolvió un profundo temor en mí.
-El tercer clan en discordia.-Comenté dejándole pasar.
-Tengo información que le conviene.-Dijo apartándome de la puerta y cerrándola con sus propias manos.
-Vaya, estaría gustoso con tomarle declaración.-Tartamudeé nervioso.
-Verá, lo que le voy a decir puede que le cause gracia o asombro.-Comentó apoyando su espalda en la puerta.
-No tema, he escuchado de todo a estas alturas.-Dije calmándome.
-León no murió, todo fue una estratagema entre mi clan y el de su padre.-Aquello no solo me asombró, sino que me llenó de dudas y preguntas.
-¿Para qué?-Interrogué ansioso de saber.
-Para derrumbar a Vladimir. Su hijo Matius es igual que su esposa Magda, si muere el joven moriría todos los recuerdos felices de Vladimir y este se inmolaría. No creo que estuviera dispuesto a perder a un hijo tan preciado y querido, antes moriría él.-
-Entiendo, pero como ha podido sobrevivir sin que nadie lo sospechara.-
-El cortejo que llevó León para conquistar al joven Rosa Negra fue sencillo. Matius siempre fue algo afeminado, buscaba protección en Dimitri y este se la otorgaba sin rechistar. Arthur estaba seguro que si su hijo, tan apuesto y arrogante, mucho mayor que el joven Matius le convencía de un amor puro podrían hacer grandes planes para dominar mejor la noche. Mire, Vladimir está anclado en el pasado y busca igualdad entre hombres y vampiros, no quiere dañar a un buen hombre solo porque desee su coche o mayores riquezas. Mi padre y Arthur están deseosos de poder, ansiosos de dinero y lujos.-Parecía odiar no solo al clan de las sombras, sino también al clan de que su padre regentaba como fundador.
-Comprendo.-Interrumpí.
-León fue llevado con su verdadera prometida a Londres, donde han tenido un hijo en las sombras y aún tiene forma de bebé a pesar de sus cinco años. Los vampiros somos indefensos hasta los primeros cien años, somos balbuceantes hijos de las sombras. Los siguientes cien años nos desarrollamos más rápidamente y luego comienza una cuenta lenta.-Lo que me narraba parecía increíble, aunque tenía sus puntos de cordura y razonamientos.
-¿Cómo puedo creerle?-Cuestioné pensativo.
-Las cenizas no pertenecían a León, sino a un procreado que hicieron para ese sacrificio.-Respondió alzando mi mentón para profundizar en mis pupilas.
-¿Quién llevó lejos del cuarto a Matius?-Dije apartando su mano de mí.
-Fue el propio León, estaba acostumbrado a aquel acto tanto o más que a la guerra. Pero el hijo de Vladimir, no.-Comentó dándome la espalda.
-Entiendo, sin embargo no sé porqué me cuenta esto.-Respondí.
-Amo a Matius, sé que él ya entregó su corazón si bien no puedo ver como lo destrozaran.-
-¡Por qué no dijo esto antes!- Elevé por un momento mi tono de voz.
-Miedo y desconocimiento, lo supe tan sólo hace unos meses y después me aterré por lo que sabía.-Respondió.
-¿Declarará esto ante el consejo?-Interrogué.
-Sí, pero necesita la prueba de que León vive y es engañándolo, eso lo haré yo.-Estaba seguro de si mismo y de que esa información era correcta.
-Entendido, lo haremos mañana mismo en la reconstrucción del crimen.-Dije hurgando por mi camisa, buscaba un pitillo. Entonces salió de la habitación sin decir más.
1 comentario:
Esto se pone muy interesante *___*
Publicar un comentario