Aqui tenemos a los vampiros de Helsinky. Soy fan de ellos desde hace años, se puede decir que babeo por la voz de Jyrki
Capítulo quinto: Solución al Enigma.
Me recosté en aquel mullido colchón, el dosel echado y mi vista clavada en la tela oscura de las cortinas que cubrían mi pequeño espacio. Eran más de las cuatro de la mañana y no conseguía conciliar el sueño, la historia se había vuelto retorcida y llena de engaños. No me gustaba inmiscuirme en estos asuntos, lo mío era la investigación en un campo menos enrarecido y lleno de pruebas fiables. Todo lo que tenía construido con mis informaciones estaba sustentado en el aire al igual que mi informador, por cierto no sabía ni su nombre y mucho menos si su identidad era cierta. Recuerdo que grité en susurros varias veces mierda y aplasté mis manos contra mi rostro, odiaba esa sensación de fracaso inminente. La vida no me había dado oportunidades de conseguir lo que deseaba y siempre me había dado golpes contra obstáculos, en esos instantes yo me veía no solo ante un obstáculo sino frente al monstruo Minotauro. No sabía la reacción que causaría ante los súbditos de ambos bandos y sopesaba que probablemente lo que tramaban tan sólo lo sabían el círculo más cercano.
Cuando me desperté sería media tarde, busqué por la casa la cocina y tomé la poca comida que me habían conseguido. Odiaba la vida que tenía, quería que todo sucediera lo más rápido e indoloro posible. Mientras mordisqueaba una manzana leía mis anotaciones, en una papel puse en resumen lo que recordaba de la charla de la noche. Hice un pequeño croquis sobre las tres familias y el asunto. Durante horas di vueltas a como pasaría aquel trance, se me hacía demasiado tremebundo e imposible. Francamente parecía más una novela de ciencia ficción que un caso real.
Se hizo de noche, para mi desgracia, y tomé un café bien cargado mientras esperaba a que bajaran uno a uno todos los vampiros. Estaba sentado en la biblioteca a media luz, repasando mi discurso y rezando con que ese tipejo volviera con León de la mano. Los primeros fueron los del clan de Las Sombras, luego los de La Oscuridad y por último La Rosa Negra. Procreados, puros y descendientes directos del primer demonio humano se sentaron en la sala. Eran más de cincuenta en las instalaciones y en ninguna parte pude ver al joven de la noche pasada. Expliqué la información, a veces contradictoria, que había tenido, y las pruebas falsas o no, que poesía. Luego tras mi breve exposición de más de seis hipótesis los subí al cuarto, por las escaleras maldecía al chiflado que decía que ese maldito bastardo vivía. Entonces al girar el pomo de la habitación nos encontramos a un hombre de cabellos azabaches y ojos azul profundo. Matius en ese instante se desmayó y el joven que había hablado conmigo como último testigo exclamó que León vivía. Supuestamente ese muchacho de aspecto frágil y a la vez aguerrido era León, el hijo de Arthur. Vladimir sorprendido comenzó a llorar aferrado a su hijo, Dimitri no cabía en el asombro y sus ojos eran parecidos a platos, el resto se dirigían miradas de profundo odio y resentimiento.
-¿Se puede decir que demonios ocurre?- Masculló uno de los procreados que me trajeron a esta guarida infestadas de Príncipes de las Tinieblas.
-León no murió, simplemente fingió su muerte porque el amor que sentía hacia Matius era una estratagema de él y su padre para hacer que este o muriera o enloqueciera. Tan sólo querían quitar del poder al clan de Las Rosas.- Respondí y todos se miraron desafiantes.
-Nosotros, los guerreros más curtidos del clan de las Sombras no sabíamos estos planes.- Dijo un joven de cabellos castaños y ojos miel apretando los dientes llenos de ira.
-Nosotros tampoco.- Respondió un hombre maduro de aspecto calmado y mirada de fuego que llevaba el medallón de la Oscuridad.
-Se cree que muy pocos sabían esta trama, por ello no debéis fustigaros.-Comenté sentándome en la cama junto a los jóvenes primogénitos de los clanes rivales a Vladimir y sus hijos.
-Yo lo supe hace poco, no sabía que hacer.-Susurró el muchacho hijo de Belmet, rey entre comillas de la Oscuridad.
-Desata a León.-Dije alzándome del colchón hasta donde se encontraba Vladimir atado a su hijo mayor.-No se preocupe, es un desmayo por la impresión, son inmortales recuerde.-Susurré clavando mis ojos en otra persona, un hombre que vendió a su hijo por un capricho, en Arthur.
-¡Desgraciado!- Espetó al fin León al ser desatado.-Es mentira, mi padre no tiene nada que ver, es el clan de la Oscuridad quien desea el poder. Yo he sido raptado durante años por este ser tan nefasto.-Comentó con voz quebrada.
-¿Cómo creerte?-Mascullé.
-Amo a Matius.-Dijo sin fuerza alguna.
-Tienes mujer, un hijo y poca vergüenza.- Respondió el hijo de Belmet.- Padre, dígalo usted con el poco honor que le quede.-Concluyó.
-Benjamín estas condenándonos a varios de nosotros.-Repuso.-Pero es así, es así, como bien sabes.-Comentó cerrando los ojos mientras apretaba sus manos blancas.
-Vladimir mi padre, Arthur, León y Helio hicieron un pacto para derrocarle. Primeramente sería llevar a su mujer a la locura, después a su primogénito y más tarde que su hijo Dimitri muriera en un terrible suicidio. Como no, usted se despojaría de lo único que le queda, poder y eternidad. Sabemos todos que su mujer es idéntica a su hijo Matius, lo sabemos, pero usted no sabía de su homosexualidad y de que era más ingenuo que ella. Siempre le ha protegido, siempre ha estado a su lado si flaqueaba pero si cometía un asesinato debía entregarlo. Mi padre ambicionaba más dominios y Arthur también, hicieron un pacto y yo no sabía nada. No tenía conocimiento de esto por el amor hacia su hijo. Me lo confesaron tras ver a León en las mazmorras junto a su mujer y su hijo, protegidos y bien arreglados para una fiesta. Estos habían venido a visitar a su padre para que conocieran a su nieto.-No hizo ninguna pausa, pero quedó en silencio al ver que Matius recobraba la conciencia.
-León.-Susurró el joven pelirrojo, miró a su alrededor y se levantó con ayuda de su padre. Con un gesto lleno de tristeza se tambaleó hasta la cama donde estaba su amado villano. Este estaba tumbado, casi sin fuerza por las ataduras irrompibles con las que había sido atado. Se veía que hacía días que no había gozado de alimento y esto empeoraba su estado.-¿Quién te ha hecho esto? ¿Quién nos separó amor mío?-Se abrazó a él mientras el otro joven luchaba por respirar.
-Se lo hice yo por no amarte, por mentir a todos, por fingir su muerte para acusarte y sobretodo por ser un maldito cobarde.-Respondió el joven, que por lo que supe se llama Benjamín.
-No entiendo nada, sin embargo soy feliz.-Sonería, sin duda era hermosa su sonrisa y no pura leyenda. Me hablaron durante mi investigación que Matius era capaz de alegar corazones tan sólo con una muestra de su dicha. Pobre y patético chico centenario, sin embargo un joven más que creía alcanzar la paz al fin.
-No seas idiota.-Farfulló Benjamín.
-¿Por qué dices eso? Siempre interponiéndote, siempre machacándome y me aburres. Te inventas cualquier cosa, seguro que lo has tenido secuestrado todo este tiempo para que te hiciera caso. ¿A caso no sabes que un vampiro solo entrega su corazón una vez?-Su rostro era una marabunta de lágrimas, sus dedos se aferraban a las escasas ropas de su añorado amante mientras este mordía su cuello levemente para retomar fuerzas.-Bebe mi amor, bebe.-Susurró acariciando el rostro de aquel infame.
-¡Idiota!-Espetó Dimitri apartándolo de León.-Fingió su propia muerte, todo lo hicieron para dañarte a ti y a padre.-Dijo zarandeándolo.-Eres patético.-Susurró mientras su hermano caía en sus brazos.-Lo llevaré a sus aposentos.-
-Pido ante todos un juicio, juzgaremos a estos hombres y concluiremos que hacer. No se sabe si serán apartados de todos en jaulas seguras o expuestos al sol; pero pagarán lo que han hecho a mí, a mi hijo y a toda mi estirpe.-Dijo Vladimir aún visiblemente consternado. El resto tan sólo hicieron un leve asentimiento tomando entre varios a los deshonrados patanes.
No supe mucho más, después de aquello dejé mis anotaciones a un lado y retomé mi vida. Nada fue igual, miraba las aceras de una forma distinta y el mundo ya no tenía un aroma tan desagradable. Volví a creer en la magia como cuando era un mocoso de apenas unos palmos en el suelo. Me llegó un telegrama hace unas horas, era de Vladimir, decía que su hijo tan sólo sollozaba en su habitación y apenas cazaba. León había sido ajusticiado junto a los maliciosos y ambiciosos rufianes que le ayudaron a todo aquello. Sobre el resto no decía nada, tan sólo que Dimitri estaba pensando en contraer matrimonio con una joven aristócrata y que gracias por mis servicios prestados. No solo conseguí protección en las calles, sino también un hermoso apartamento en la zona más cara de la ciudad como regalo de mis buenos amigos de La Rosa Negra. En él me encuentro tomando un güisqui y releyendo mis viejas anotaciones. Es curioso como cambia tu visión del mundo algo que nadie creerá, pero así es la vida.
FIN.
Me recosté en aquel mullido colchón, el dosel echado y mi vista clavada en la tela oscura de las cortinas que cubrían mi pequeño espacio. Eran más de las cuatro de la mañana y no conseguía conciliar el sueño, la historia se había vuelto retorcida y llena de engaños. No me gustaba inmiscuirme en estos asuntos, lo mío era la investigación en un campo menos enrarecido y lleno de pruebas fiables. Todo lo que tenía construido con mis informaciones estaba sustentado en el aire al igual que mi informador, por cierto no sabía ni su nombre y mucho menos si su identidad era cierta. Recuerdo que grité en susurros varias veces mierda y aplasté mis manos contra mi rostro, odiaba esa sensación de fracaso inminente. La vida no me había dado oportunidades de conseguir lo que deseaba y siempre me había dado golpes contra obstáculos, en esos instantes yo me veía no solo ante un obstáculo sino frente al monstruo Minotauro. No sabía la reacción que causaría ante los súbditos de ambos bandos y sopesaba que probablemente lo que tramaban tan sólo lo sabían el círculo más cercano.
Cuando me desperté sería media tarde, busqué por la casa la cocina y tomé la poca comida que me habían conseguido. Odiaba la vida que tenía, quería que todo sucediera lo más rápido e indoloro posible. Mientras mordisqueaba una manzana leía mis anotaciones, en una papel puse en resumen lo que recordaba de la charla de la noche. Hice un pequeño croquis sobre las tres familias y el asunto. Durante horas di vueltas a como pasaría aquel trance, se me hacía demasiado tremebundo e imposible. Francamente parecía más una novela de ciencia ficción que un caso real.
Se hizo de noche, para mi desgracia, y tomé un café bien cargado mientras esperaba a que bajaran uno a uno todos los vampiros. Estaba sentado en la biblioteca a media luz, repasando mi discurso y rezando con que ese tipejo volviera con León de la mano. Los primeros fueron los del clan de Las Sombras, luego los de La Oscuridad y por último La Rosa Negra. Procreados, puros y descendientes directos del primer demonio humano se sentaron en la sala. Eran más de cincuenta en las instalaciones y en ninguna parte pude ver al joven de la noche pasada. Expliqué la información, a veces contradictoria, que había tenido, y las pruebas falsas o no, que poesía. Luego tras mi breve exposición de más de seis hipótesis los subí al cuarto, por las escaleras maldecía al chiflado que decía que ese maldito bastardo vivía. Entonces al girar el pomo de la habitación nos encontramos a un hombre de cabellos azabaches y ojos azul profundo. Matius en ese instante se desmayó y el joven que había hablado conmigo como último testigo exclamó que León vivía. Supuestamente ese muchacho de aspecto frágil y a la vez aguerrido era León, el hijo de Arthur. Vladimir sorprendido comenzó a llorar aferrado a su hijo, Dimitri no cabía en el asombro y sus ojos eran parecidos a platos, el resto se dirigían miradas de profundo odio y resentimiento.
-¿Se puede decir que demonios ocurre?- Masculló uno de los procreados que me trajeron a esta guarida infestadas de Príncipes de las Tinieblas.
-León no murió, simplemente fingió su muerte porque el amor que sentía hacia Matius era una estratagema de él y su padre para hacer que este o muriera o enloqueciera. Tan sólo querían quitar del poder al clan de Las Rosas.- Respondí y todos se miraron desafiantes.
-Nosotros, los guerreros más curtidos del clan de las Sombras no sabíamos estos planes.- Dijo un joven de cabellos castaños y ojos miel apretando los dientes llenos de ira.
-Nosotros tampoco.- Respondió un hombre maduro de aspecto calmado y mirada de fuego que llevaba el medallón de la Oscuridad.
-Se cree que muy pocos sabían esta trama, por ello no debéis fustigaros.-Comenté sentándome en la cama junto a los jóvenes primogénitos de los clanes rivales a Vladimir y sus hijos.
-Yo lo supe hace poco, no sabía que hacer.-Susurró el muchacho hijo de Belmet, rey entre comillas de la Oscuridad.
-Desata a León.-Dije alzándome del colchón hasta donde se encontraba Vladimir atado a su hijo mayor.-No se preocupe, es un desmayo por la impresión, son inmortales recuerde.-Susurré clavando mis ojos en otra persona, un hombre que vendió a su hijo por un capricho, en Arthur.
-¡Desgraciado!- Espetó al fin León al ser desatado.-Es mentira, mi padre no tiene nada que ver, es el clan de la Oscuridad quien desea el poder. Yo he sido raptado durante años por este ser tan nefasto.-Comentó con voz quebrada.
-¿Cómo creerte?-Mascullé.
-Amo a Matius.-Dijo sin fuerza alguna.
-Tienes mujer, un hijo y poca vergüenza.- Respondió el hijo de Belmet.- Padre, dígalo usted con el poco honor que le quede.-Concluyó.
-Benjamín estas condenándonos a varios de nosotros.-Repuso.-Pero es así, es así, como bien sabes.-Comentó cerrando los ojos mientras apretaba sus manos blancas.
-Vladimir mi padre, Arthur, León y Helio hicieron un pacto para derrocarle. Primeramente sería llevar a su mujer a la locura, después a su primogénito y más tarde que su hijo Dimitri muriera en un terrible suicidio. Como no, usted se despojaría de lo único que le queda, poder y eternidad. Sabemos todos que su mujer es idéntica a su hijo Matius, lo sabemos, pero usted no sabía de su homosexualidad y de que era más ingenuo que ella. Siempre le ha protegido, siempre ha estado a su lado si flaqueaba pero si cometía un asesinato debía entregarlo. Mi padre ambicionaba más dominios y Arthur también, hicieron un pacto y yo no sabía nada. No tenía conocimiento de esto por el amor hacia su hijo. Me lo confesaron tras ver a León en las mazmorras junto a su mujer y su hijo, protegidos y bien arreglados para una fiesta. Estos habían venido a visitar a su padre para que conocieran a su nieto.-No hizo ninguna pausa, pero quedó en silencio al ver que Matius recobraba la conciencia.
-León.-Susurró el joven pelirrojo, miró a su alrededor y se levantó con ayuda de su padre. Con un gesto lleno de tristeza se tambaleó hasta la cama donde estaba su amado villano. Este estaba tumbado, casi sin fuerza por las ataduras irrompibles con las que había sido atado. Se veía que hacía días que no había gozado de alimento y esto empeoraba su estado.-¿Quién te ha hecho esto? ¿Quién nos separó amor mío?-Se abrazó a él mientras el otro joven luchaba por respirar.
-Se lo hice yo por no amarte, por mentir a todos, por fingir su muerte para acusarte y sobretodo por ser un maldito cobarde.-Respondió el joven, que por lo que supe se llama Benjamín.
-No entiendo nada, sin embargo soy feliz.-Sonería, sin duda era hermosa su sonrisa y no pura leyenda. Me hablaron durante mi investigación que Matius era capaz de alegar corazones tan sólo con una muestra de su dicha. Pobre y patético chico centenario, sin embargo un joven más que creía alcanzar la paz al fin.
-No seas idiota.-Farfulló Benjamín.
-¿Por qué dices eso? Siempre interponiéndote, siempre machacándome y me aburres. Te inventas cualquier cosa, seguro que lo has tenido secuestrado todo este tiempo para que te hiciera caso. ¿A caso no sabes que un vampiro solo entrega su corazón una vez?-Su rostro era una marabunta de lágrimas, sus dedos se aferraban a las escasas ropas de su añorado amante mientras este mordía su cuello levemente para retomar fuerzas.-Bebe mi amor, bebe.-Susurró acariciando el rostro de aquel infame.
-¡Idiota!-Espetó Dimitri apartándolo de León.-Fingió su propia muerte, todo lo hicieron para dañarte a ti y a padre.-Dijo zarandeándolo.-Eres patético.-Susurró mientras su hermano caía en sus brazos.-Lo llevaré a sus aposentos.-
-Pido ante todos un juicio, juzgaremos a estos hombres y concluiremos que hacer. No se sabe si serán apartados de todos en jaulas seguras o expuestos al sol; pero pagarán lo que han hecho a mí, a mi hijo y a toda mi estirpe.-Dijo Vladimir aún visiblemente consternado. El resto tan sólo hicieron un leve asentimiento tomando entre varios a los deshonrados patanes.
No supe mucho más, después de aquello dejé mis anotaciones a un lado y retomé mi vida. Nada fue igual, miraba las aceras de una forma distinta y el mundo ya no tenía un aroma tan desagradable. Volví a creer en la magia como cuando era un mocoso de apenas unos palmos en el suelo. Me llegó un telegrama hace unas horas, era de Vladimir, decía que su hijo tan sólo sollozaba en su habitación y apenas cazaba. León había sido ajusticiado junto a los maliciosos y ambiciosos rufianes que le ayudaron a todo aquello. Sobre el resto no decía nada, tan sólo que Dimitri estaba pensando en contraer matrimonio con una joven aristócrata y que gracias por mis servicios prestados. No solo conseguí protección en las calles, sino también un hermoso apartamento en la zona más cara de la ciudad como regalo de mis buenos amigos de La Rosa Negra. En él me encuentro tomando un güisqui y releyendo mis viejas anotaciones. Es curioso como cambia tu visión del mundo algo que nadie creerá, pero así es la vida.
FIN.
1 comentario:
Me ha gustado mucho el final ^^
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