Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 11 de agosto de 2007

Cuando los ángeles pierden el vuelo

caputa death note

Capítulo Tercero





Pobre niño rico




















Nada más llegar a la oficina teníamos a todos los chicos empleando las fuerzas necesarias para encontrar respuesta al crimen de esta apocalíptica ciudad. Hoy era día de hablar seriamente con todos los que rodeaban al muchacho, sobretodo con sus amigos. Eran cinco jóvenes los más cercanos a él y uno a uno fuimos tomándoles declaración.

El primero de todos era una muchacha de cabellos rubios, ojos de tigresa y ropas caras, lo que se suele llamar barbie o niña de papá. Me resultó curioso que un joven como aquel, con aquellos gustos y con sin duda un coeficiente alto fuera amigo de una chica de apariencia tan vacía.

-Sofía, no es así.-Dije cuando estuve a solas con ella.

-Sí.-Respondió en un susurro casi inaudible.

-¿De qué conocías a Samuel Ejido?-Interrogué poyando mis codos sobre la mesa que nos separaba.

-Es el hijo de los amigos de mis padres, es algo distinto a mí pero siempre me escucha.-Respondió serena.

-Es decir, os conocisteis por la amistad de vuestros padres y os hicisteis amigos.-Comenté.

-No amigos del alma, sin embargo lo éramos. Sé lo que ha pensado al verme, que no encajo con él. Yo le quería muchísimo porque era distinto a lo que me habían enseñado a ser, eso me agradaba y él me mostraba mundos desconocidos. Normalmente le lloraba en el hombro y él quedaba en silencio para decir las palabras apropiadas. Echo de menos sus susurros, sus palabras de consuelo y sobretodo sus consejos. Yo era una inmadura cuando lo conocí pero he ido haciéndome una mujer a su lado. Lo conozco de hace un año y he cambiado, aunque no físicamente por miedo a mis progenitores. Ellos no verían bien que su hija vistiera como una chica gótica o metal, lo odiarían y me apartarían de él por mala influencia.-Su mirada era un huracán, esa muñeca perfecta tenía vida y parecía ser un calvario. Samuel, sin duda, era su medicación para no caer en la histeria.

-Los buenos amigos hacen eso.-Dije buscando el formulario que había rellenado con sus datos. Les pedimos a todos que lo hicieran para conocer a fondo su entorno.

-No salía con él, no creo que saliera con los demás por las noches. Éramos sus amigos durante el día, por la noche era otro ser distinto.-Masculló jugueteando con una pulsera.

-¿Distinto?-Pregunté intrigado.

-Sí, iba a los bares donde van los demás chicos góticos. Él no era un chico normal de clase alta, odiaba serlo, además iba a un instituto público porque así se lo rogó a su padre. No le gustaba el formalismo y la dictadura que nuestra clase conlleva. Samuel era libre.-Comentó dejando escapar unas lágrimas.-Espero que siga siéndolo.-Su labio tembló y yo decidí dar por concluida la conversación.

-Puede marcharse y decirle al siguiente joven que pase, por favor.-Mientras yo hacía esto mis compañeros intentaban hacer retrato robot del joven que vio la mujer de la panadería, otros rondaban las calles y el resto procesaba información de otros medios. El siguiente era un chico de cabellos oscuros, mirada clara y rostro aniñado.-Buenas tardes, siéntate.-Dije al verlo cruzar la puerta.-Ciérrala, si no te importa.-Añadí.-Observé como se sentó ante mí, tras la mesa.-¿De qué conocías a Samuel?-Pregunté.

-Somos socios de la misma piscina privada, allí van chicos de nuestra posición y él solía tener la taquilla a mi lado.-

-¿Teníais mucha relación Alfonso?-Pregunté.

-Sí, desde que se quedó atorada mi taquilla y él me ayudó a abrirla. Habla poco, pero es inteligente. A mi me encanta la literatura y jamás habría leído libros como los que él me prestaba o hablaba.-Susurró.-Luego nuestras charlas dejaron de ser de literatura para ser más cercanas.-Dijo sonriendo levemente.

-Espero que esto no te importe hijo, pero debo de hacer una pregunta.-Interrumpí.

-De acuerdo.-Asintió.

-¿Eres homosexual?-Interrogué.

-No, yo no.-Mentía como un bellaco, aunque no importaba.

-¿Y él?-Pregunté.

-No puedo decir eso.-Titubeó.

-Me lo has confirmado.-Dije anotando sobre la hoja unas líneas sobre lo aclarado.

-Era un secreto.-Masculló

-Entonces eres homosexual.-Respondí.

-No, es aún peor si se enteran mis padres.-Dijo preocupado, mordiéndose el labio.

-¿Qué es? No lo sabrán.-Le aseguré la verdad, era un documento privado que pocos verían.

-Me siento mujer, soy una mujer y él solía tratarme en femenino. Es mi único amigo aunque nos veamos poco.-Comentó.

-Lo entiendo. Puedes marcharte y decirle al siguiente que pase, creo que contigo tengo una pieza del puzzle.-Dije contemplando como se levantaba tiritando aquella mujer atrapada en un cuerpo de hombre, aunque su rostro demostraba lo que era sin duda alguna. El siguiente era un muchacho bastante delgado y de una mirada melancólica bastante atrayente.-Siéntate y cierra.-Dije indicándole la silla.

-Buenas tardes.-Comentó sereno.

-Buenas tardes, dime, ¿de qué conocías a Samuel?-Pregunté de nuevo a otro rostro, si bien la frase era la misma.

-Somos vecinos.-Respondió.

-Vivís en el mismo bloque de pisos, no es así.-

-Sí es una zona ajardinada, bastante cara y tranquila. Los apartamentos son muy amplios y suelen ir a vivir personas con alto nivel adquisitivo, como nuestros padres. Aunque él tenía más suerte, podía escaparse de esa jaula de oro por las noches o en el instituto público.-Comentó gesticulando.

-¿Cuál era vuestra relación?-Interrogué intentando saber cuanto se conocían.

-Solíamos charlar cuando mis padres se marchaban, le hacía una llamada perdida y él bajaba a hablar conmigo. Le echo de menos en ese aspecto.-Parecía ser bueno aconsejando y que sus amistades coincidían en conversar o ayudar.

-¿Tienes muchos problemas?-Pregunté intrigado.

-Yo mismo.-Respondió con una sonrisa amarga.

-¿Tú mismo?-Cuestioné arqueando las cejas.

-Soy anoréxico, mis padres lo saben, y es porque me piden tal grado de perfección que me hacen volverme loco. Él solía venir a ayudarme a comer.-Dijo cerrando los puños.

-Entiendo.-Dije, sin embargo no podía comprender del todo su situación.

-No, no lo entiende. Me agradaba su compañía aunque escuchara esa música y se quedara en silencio jugueteando con su pelo. Lo importante es que él no era como el resto.- Ese chico se llamaba Eduardo, según su ficha tenía veinte años y su apariencia era el de un joven de dieciséis. Estaba escuálido, había más ropa que cuerpo ante mí.

-De acuerdo, puedes marcharte y avisar al que te siga.-Respondí viendo como se tambaleaba hasta la puerta, no tenía fuerzas y parecía que la desaparición de Samuel le afectaba demasiado. El siguiente, mejor dicho, la siguiente era una muchacha de catorce años muy parecida a Sofía aunque de cabellos oscuros y rizados.-De ¿qué conocías a Samuel?-Dije viendo como cerraba la puerta y se encaminaba al asiento.

-Soy la hermana de Sofía, lo conocía por ella.-Respondió.

-¿Teníais mucha relación?-Pregunté.

-Sí, algo pero no como mi hermana. Él venía a jugar conmigo a algunos juegos de ordenador y me ayudaba con problemas técnicos.-Comentó.-Aunque alguna que otra vez conversamos durante horas cuando Sofi no esta en casa.-Concluyó.

-Ellos eran muy amigos, ¿verdad?-Interrogué.

-Él venía tres o cuatro veces por semana.-Respondió jugueteando con sus cabellos.

-¿Te dijo si se llevaba bien con sus padres?-Interrogué de nuevo, una pregunta nueva que no había hecho al resto.

-Él para sus padres no existía, creo que era lo mejor.-Dijo segura de sus palabras.

-Gracias, puedes marcharte y decirle al último que entre.-Comenté y se levantó dejando paso a un muchacho de veinticinco años, moreno y de nombre Antonio.-Buenas, tome asiento.-Dije y acto seguido lo hizo cerrando la puerta.-¿De qué os conocíais Samuel y tú?.-Pregunté.

-¿Tengo que decir toda la verdad o me puedo callar algo?-Respondió con otra cuestión.

-Sería instrucción de la justicia y es delito.-Fui directo y bastante serio con el asunto, no podíamos permitirnos mentiras y falsos cauces de investigación.

-Él y yo nos acostábamos de vez en cuando, pero últimamente había otro chico en su vida.-Comentó acto seguido.

-¿Quién? ¿Sabe su nombre?-Interrogué ansioso de corroborar nuestros datos.

-Marcus.-Ese nombre, ese maldito nombre de nuevo.

-¿De qué lo conocía?-Pregunté.

-De un Chat de homosexuales, ese asqueroso le había comido el cerebro con compromiso y amor eterno.-Dijo algo enfurecido.

-Veo que no le cae muy bien.-Comenté la evidencia.

-Yo amo a Samuel, él a mí no. Solo soy un pasatiempo. Se lleva bien con todo el mundo, incluso aparenta una heterosexualidad deslumbrante. No entiendo a este chico, en serio. Conmigo lo tendría todo, pero solo quería que le follara bien y ya.-Masculló.

-¿Sabe si se reuniría con Marcus el día de su desaparición?-Interrogué.

-Sí, me dijo que habían quedado y apenas se conocían físicamente.-Comentó.

-¿Conoce el Messenger de ese Marcus?-Pregunté intentando atajar camino.

-Sé que se llama a si mismo Krow.-Dijo interrogándose a si mismo.

-Gracias por la información, intentaremos encontrar a Samuel.-Respondí.

-Mejor encuentren a ese tipejo, él y yo tenemos que hablar seriamente para romperle las pelotas.-Comentó alzándose del asiento y apoyando las palmas de sus manos sobre la mesa.

-Puede irse.-Tras mis palabras se marchó dando un portazo.

Si mis datos no fallaban Samuel era un chico que sabía consolar a todos menos a él mismo, que no tenía tan buena relación con sus padres y que estos no sabían realmente quien era. Además le añadimos que es homosexual y que tenía dos amantes, uno de ellos era con quien se iba a reunir ese día y del que apenas sabemos nada. Cordero estaba tras el espejo, había visto mi actuación y el diálogo que tuve con los chicos. Más tarde nos reuniríamos con el resto de los compañeros para exponer la nueva información.

1 comentario:

Lary dijo...

Me gusta tu historia como las otras, es entretenida y me deja atrapada con lo que dice. Me pregunto donde estara Samuel, ojala pueda ver mas pronto..

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt