Apología a la lucha
La verdad.
Hace justamente un año que conocí lo que es el nuevo mundo de la tecnología, sí un año. Normalmente me conectaba en los cafés de Internet y rara vez deseaba marcharme. Me encanta entrar en foros, participar con mi opinión y mostrar como soy aunque me intenten destruir. Sé que en este minúsculo lugar que se hace enorme es fácil la mentira, pero yo la odio y pido autenticidad en cada palabra. Siempre he escrito, soy un novelista nato y de literatura decente. No me creo un mago de la pluma, mucho menos alguien de renombre, pero sí un enamorado de las musas. Así que fue todo un gran acontecimiento. Estuve casi todo el día conectado, mirando mis lugares de descanso y decidí hacer mi página personal. Iluso de mí traté más a ciertas personas en la mensajería, no sabía lo que podía deparar, sin embargo ese es otro tema.
Por aquel entonces comenzaba la facultad. Quería aparentar seriedad y que así pocos se aproximaran a mí. Desde el primer momento fui el extraño. Me enclaustré en mi mismo y no me importó. Soy alguien que sabe vivir sin nadie a su alrededor. He sobrevivido mil holocaustos y sin embargo sigo con mi cabeza alta. Los primeros días fueron apocalípticos y me refugié en Internet cuando llegaba a casa. Tras la pantalla se encontraba parte de mi vida, era mi espejo en un mundo irreal e inventado por todos. Normalmente me adentraba por páginas conocidas dirigidas a un público en concreto, si bien me dejé llevar por un lugar que jamás visité.
La página era sobre vampiros, hablaban de temas relacionados con sus leyendas junto a las películas o libros existentes sobre el género. Siempre me habían confundido con un noctámbulo chupador de sangre, un nosferatu. Ocupé un nombre que solía usar cuando niño y me incorporé a sus filas. El nombre era Lestat; sí el vampiro que se burla de la muerte en su propia cara y danza ante los demonios, mientras cientos quieren arrebatarle sus hermosos ojos azules. Lo primero que hice fue hacer una presentación que fuera interesante, llamativa y a la vez humilde. Me sentía inquieto porque desde hacía más de un año no creaba una cuenta nueva, siempre iba a pocos lugares y a sitios concretos. Sin duda tener aquella información a mi alcance me hacía ser aventurero. Por mi forma de ser me retraía a conocer a otras personas, ya que había tenido varios desencuentros con ciertas personas.
Aquella tarde me dediqué a leer antiguos mensajes, relatos y opiniones de los usuarios, quedándome eclipsado por la personalidad de uno de ellos. Era un chico, tenía el nombre del maestro de Lestat y me sentí sumamente atraído. Le envié un correo a su cuenta, le rogaba que me añadiera. Días más tardes éramos como compañeros de toda la vida. Amaba estar hablando con él horas. Al cabo de meses me hice su hermano, su camarada, y le llamé Romanus. En ese mismo tiempo conocí a varias personas, algunas de las cuales dañaron cruelmente mi corazón. Jeannette, o mi querida Maharet, vino a mí en un foro de música. Jamás pensé que una mujer fuera tan hermosa y tan cruelmente encantadora. No pude resistirme en cogerle un cariño inmenso. Ahora se podría decir que es parte de mi pequeña gran familia. Sin embargo conocí el dolor. Varias personas a las que les di todo, incluso mi confianza más embarazosa, me trataron con desprecio e incluso se burlaron de mí.
¿Todo por qué? Por lo que soy, homosexual, y deseoso de encontrar a alguien que me abrace dulcemente esperando que le proteja. Actualmente estoy enamorado de un imposible, de alguien que jamás me corresponderá y tras una situación difícil veo que me hundo de nuevo. He dejado una relación porque no me convenía y ahora entro en otra. Mis pocos apoyos me dicen que me olvide, el resto no saben nada y yo sigo esperando sus correos.
He tenido una vida dura. Mi madre jamás me ha dado amor, sí comprensión, porque pensaba que así no me debilitaría. Ha trabajado duro para sacarme adelante, muy duro. Sé que sus dolores de huesos, sus gritos de dolor a media noche y todo lo que padece es porque me ha sabido cuidar. Mi padre fue un estúpido que no supo apreciar lo que tenía, sobretodo entre copa y copa junto con las tragaperras. He buscado en cada rincón el amor, me he ilusionado y he perdido siempre. No he logrado que me amen, que me quieran realmente, más allá de una amistad.
En estos momentos lloro frente al ordenador al ver uno de sus mensajes, sí, de ese hombre con el que sueño tener entre mis brazos. Me emociono como un quinceañero a pesar de mi experiencia y finjo ser fuerte. Realmente ante él soy débil y desearía morir en sus labios. Me he reprimido algunas semanas, casi un mes, ante su indudable atracción, sin embargo ahora ya no dudo en hacerlo. Sé que es una relación imposible, que no me amará jamás y que yo quedaré como un auténtico inútil; pero le deseo y él no lo nota, aunque también necesito esconderlo para no perderlo. Se puede decir que encontré a un perfecto Louis y sin embargo no puede ser mío.
Fin
La verdad.
Hace justamente un año que conocí lo que es el nuevo mundo de la tecnología, sí un año. Normalmente me conectaba en los cafés de Internet y rara vez deseaba marcharme. Me encanta entrar en foros, participar con mi opinión y mostrar como soy aunque me intenten destruir. Sé que en este minúsculo lugar que se hace enorme es fácil la mentira, pero yo la odio y pido autenticidad en cada palabra. Siempre he escrito, soy un novelista nato y de literatura decente. No me creo un mago de la pluma, mucho menos alguien de renombre, pero sí un enamorado de las musas. Así que fue todo un gran acontecimiento. Estuve casi todo el día conectado, mirando mis lugares de descanso y decidí hacer mi página personal. Iluso de mí traté más a ciertas personas en la mensajería, no sabía lo que podía deparar, sin embargo ese es otro tema.
Por aquel entonces comenzaba la facultad. Quería aparentar seriedad y que así pocos se aproximaran a mí. Desde el primer momento fui el extraño. Me enclaustré en mi mismo y no me importó. Soy alguien que sabe vivir sin nadie a su alrededor. He sobrevivido mil holocaustos y sin embargo sigo con mi cabeza alta. Los primeros días fueron apocalípticos y me refugié en Internet cuando llegaba a casa. Tras la pantalla se encontraba parte de mi vida, era mi espejo en un mundo irreal e inventado por todos. Normalmente me adentraba por páginas conocidas dirigidas a un público en concreto, si bien me dejé llevar por un lugar que jamás visité.
La página era sobre vampiros, hablaban de temas relacionados con sus leyendas junto a las películas o libros existentes sobre el género. Siempre me habían confundido con un noctámbulo chupador de sangre, un nosferatu. Ocupé un nombre que solía usar cuando niño y me incorporé a sus filas. El nombre era Lestat; sí el vampiro que se burla de la muerte en su propia cara y danza ante los demonios, mientras cientos quieren arrebatarle sus hermosos ojos azules. Lo primero que hice fue hacer una presentación que fuera interesante, llamativa y a la vez humilde. Me sentía inquieto porque desde hacía más de un año no creaba una cuenta nueva, siempre iba a pocos lugares y a sitios concretos. Sin duda tener aquella información a mi alcance me hacía ser aventurero. Por mi forma de ser me retraía a conocer a otras personas, ya que había tenido varios desencuentros con ciertas personas.
Aquella tarde me dediqué a leer antiguos mensajes, relatos y opiniones de los usuarios, quedándome eclipsado por la personalidad de uno de ellos. Era un chico, tenía el nombre del maestro de Lestat y me sentí sumamente atraído. Le envié un correo a su cuenta, le rogaba que me añadiera. Días más tardes éramos como compañeros de toda la vida. Amaba estar hablando con él horas. Al cabo de meses me hice su hermano, su camarada, y le llamé Romanus. En ese mismo tiempo conocí a varias personas, algunas de las cuales dañaron cruelmente mi corazón. Jeannette, o mi querida Maharet, vino a mí en un foro de música. Jamás pensé que una mujer fuera tan hermosa y tan cruelmente encantadora. No pude resistirme en cogerle un cariño inmenso. Ahora se podría decir que es parte de mi pequeña gran familia. Sin embargo conocí el dolor. Varias personas a las que les di todo, incluso mi confianza más embarazosa, me trataron con desprecio e incluso se burlaron de mí.
¿Todo por qué? Por lo que soy, homosexual, y deseoso de encontrar a alguien que me abrace dulcemente esperando que le proteja. Actualmente estoy enamorado de un imposible, de alguien que jamás me corresponderá y tras una situación difícil veo que me hundo de nuevo. He dejado una relación porque no me convenía y ahora entro en otra. Mis pocos apoyos me dicen que me olvide, el resto no saben nada y yo sigo esperando sus correos.
He tenido una vida dura. Mi madre jamás me ha dado amor, sí comprensión, porque pensaba que así no me debilitaría. Ha trabajado duro para sacarme adelante, muy duro. Sé que sus dolores de huesos, sus gritos de dolor a media noche y todo lo que padece es porque me ha sabido cuidar. Mi padre fue un estúpido que no supo apreciar lo que tenía, sobretodo entre copa y copa junto con las tragaperras. He buscado en cada rincón el amor, me he ilusionado y he perdido siempre. No he logrado que me amen, que me quieran realmente, más allá de una amistad.
En estos momentos lloro frente al ordenador al ver uno de sus mensajes, sí, de ese hombre con el que sueño tener entre mis brazos. Me emociono como un quinceañero a pesar de mi experiencia y finjo ser fuerte. Realmente ante él soy débil y desearía morir en sus labios. Me he reprimido algunas semanas, casi un mes, ante su indudable atracción, sin embargo ahora ya no dudo en hacerlo. Sé que es una relación imposible, que no me amará jamás y que yo quedaré como un auténtico inútil; pero le deseo y él no lo nota, aunque también necesito esconderlo para no perderlo. Se puede decir que encontré a un perfecto Louis y sin embargo no puede ser mío.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario