Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 20 de julio de 2008

Los orígenes del placer


Pues una imagen de Feimus que según muchos es el "Marius" joven que todos imaginamos.


Los orígenes del Placer


Concretamente no recuerdo si eran dieciséis o diecisiete años, pero sé que fue el día en el que me convertí en un hombre por completo. Quizás para algunos es todo lo contrario, para otros simplemente fue una experiencia y para unos pocos algo que me marcó por siempre.

Mi madre había sido esclava, una esclava celta a las órdenes de un romano. Era un hombre poderoso y de los más bélicos que jamás he conocido. Él se enamoró de ella y la convirtió en su amante. Tuvieron un hijo, yo, y años más tarde esta murió y él contrajo matrimonio con una mujer más joven. Yo tenía apenas unos cinco años cuando tuve un hermano, el cual era exactamente a mi padre. Este nos dio la misma educación a ambos, la misma formación. Para que estudiáramos como cualquier patronio. Hizo traer a un hombre de origen griego. Había estudiado la filosofía, la historia y todas las artes inimaginables. Él sería nuestro ayo, se llamaba Arsenio.

Tenía veinticinco años cuando llegó. Era joven y a la vez un gran tutor. Yo apenas tenía seis años. Recuerdo como me miraba, lo hacía de una forma un tanto cruel y solía decir que era demasiado débil. Mi formación en la caza y las armas también fue cosa suya, junto a los sueños de mi padre. Yo sería más alto que él, con un mejor cuerpo para la guerra. Deseaba un hijo varón que pudiera eclipsar a antiguos mitos tanto de nuestro pueblo como de otros. Pero yo no nací para tomar una espada, sino para ser un aventurero y dictar a los pergaminos mis experiencias. Arsenio lo supo cuando apenas contaba catorce años. Lo recuerdo bien, era mi cumpleaños y él me regaló enseres para la escritura. Insistió en que mi imaginación volara y redactara lo que se me pasara por la mente.

Años más tarde me convertí en un hombre fuerte, orgulloso de mis conocimientos y de mi mismo. Era tenaz, además de alocado y amante de la belleza. No sé si eran mis dieciséis o ya tenía diecisiete, pero Arsenio y yo estábamos a solas aquel día. Mi padre había ido a enfrentarse a unos rebeldes al norte de nuestras tierras. La que era mi madrastra estaba en la ciudad vecina visitando a unos parientes cercanos con mi hermano. El servicio simplemente descansaba. Nosotros conversábamos en medio del patio interno de la casa.

-Es hora que te de otro tipo de lecciones.-acarició mis cabellos, los cuales según él tenía el color de la cebada.

-¿Cuáles?-pregunté desesperado por la necesidad de conocimiento continuo. Era como una droga, quería saber más del mundo para conocerme mejor a mi mismo.

-Tan sólo apoya tu cabeza en mi hombro.-cosa que hice sin entender aún bien lo que pedía.-Abre tus piernas y alza un poco tu toga.-nada más hacer aquello su mano se deslizó por debajo de mi ropa y acarició mi sexo.-¿Lo notas?-preguntó besando mi frente.-Sólo déjate guiar.-susurró y yo aún estaba sin saber qué hacer, sin embargo, hice lo que me pedía.

Sus dedos se deslizaban por toda la extensión de mi miembro. Eran caricias tan sólo, hasta que lo agarró y empezó a tirar con un ritmo desquiciante para mí. Abrí mis labios y mis jadeos aparecieron. Mis cabellos comenzaron a pegarse sobre mi frente mientras él la besaba. Sus susurros me hacían perderme en un laberinto desconocido por completo. El placer me llamaba y yo caía, como un marinero cae ante la tentación del canto de una sirena.

-Maestro.-logré decir tras varios minutos agarrándome a su toga.-Arsenio.-murmuré ahogado y terminé por bajar mis manos hasta el suyo.

-No, no pequeño.-murmuró.-Eso lo debes tomar con tu boca.-subió su túnica y me mostró su sexo erguido esperando a que yo hiciera algo. Me agachó hasta él tirándome de la nuca y mi boca recibió aquello. Llegaba hasta la base y sentía que el mundo se difuminaba. Él continuaba con su masaje en mi entrepierna y yo hacía otro de sumisión. Él era mi amo y yo era su criado, su esclavo. Pronto brotó mis deseos en forma de semen. No era la primera vez que lo veía, ya estaba acostumbrado a tocarme, pero sí la primera vez que lo hacía entre las manos de otro hombre. Él hizo lo mismo mostrándome que yo apenas era un aprendiz.

Minutos después de esos juegos, de que yo hiciera que su garganta se quebrara por la lujuria y la desesperación del placer, él me besó en la frente y me susurró que pronto sería llevado al límite de la consciencia. Sin embargo, yo la había rebosado, y con creces, simplemente con el tacto de las yemas de sus dedos.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt