Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 31 de julio de 2008

Para mi Hija y mi Amante eterno




Claudia



Te echo de menos desde que no estás. Aún recuerdo el perfume de tus cabellos, la sonrisa en tu rostro de porcelana y la fingida inocencia. Recuperé el traje amarillo de la última vez, lo usé para un conjuro y esperé. Lo guardé en el fondo de mi armario en una caja del color de tus ojos, la tapé con cientos de libros releídos durante los años que nos han separado.

Eras nuestra hija, mi princesa y su muñeca. ¿Cuántas veces vi sonreír a Louis mientras te cepillaba el cabello y tú recitabas poesías? En ocasiones cierro los ojos y por arte de magia vuelvo a estar en ese edificio de Nueva Orleáns. Allí donde fuimos tan felices, donde tuvimos ese sueño de setenta y cinco años. Puedo observarte en el piano tocando conmigo, tus frágiles dedos pulsando cada tecla y yo asintiendo. Louis, mi amado Louis, recostado en el sofá sonriendo mientras nos contempla. Parecíamos padre e hija, más allá de nuestro vínculo en las tinieblas. Eras de cabellos dorados, ojos azules y piel delicada. Si Gabrielle te hubiera conocido pensaría que te tuve con alguna mujer y te oculté de ella.

Te oculté tantas cosas, mentí tantas veces y todo mientras te trataba como a una niña. Nuestro juego favorito, el de Louis y mío, era comprarte muñecas. Nos ilusionaba verte como a nuestro maniquí. Sin embargo, eras una mujer y deseabas que te miráramos como tal. Nos amabas como ama una mujer y yo te dañaba. Te hice mil crueldades, te grité a la cara que jamás serías como las chicas que veías pasar. Pero es que, tú nunca lo serás. No por tu cuerpo, no por tu inmortalidad, sino porque eras nuestra pequeña. Por mucho que un hijo crezca para un padre siempre será un niño, y tú eras nuestra niña. Jamás dejarás de ser mi pequeña, mi dulce niña eterna. Aunque te haya hecho volver, aunque estés viva, no dejaré de tratarte como a mi hija e intentaré protegerte de mí.



Louis



-Te quiero.-susurraste sin más. Era como si en tu inconsciencia pudieras encontrar palabras que removieran los cimientos de mi alma.

-Y yo más.-murmuré inclinándome mientras cerraba el ataúd.

Era casi el alba, sí el alba. La mañana ya estaba comenzando y nosotros en la cripta. Te había arrastrado conmigo por todo el país. No querías estar a mi lado y sin embargo estabas. Es algo extraño. Alguna fuerza te impulsaba para permanecer a mi lado y eso me hacía feliz. Sí, irónicamente me agradaba poseerte contra tu voluntad. ¿Por qué no fuiste jamás capaz de decirlo despierto? Eso me enfurecía, quería indagar en tus sueños y no podía. Era frustrante. Me dolía. Nunca sospechaste cuanto anhelaba que lo hicieras y cuando decías que parte de ti se sentía atado a mí sonreía, pues tenía la ligera idea que era un sentimiento de afecto. Yo sí te lo dije, yo sí fui sincero…¿y tú? ¿Alguna vez me quisiste como dijiste?


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt