Paseo por medio de la ciudad divagando, quizás, mi mirada está perdida, eclipsada en un punto alejado de la realidad. Mis pasos no hacen ruido, soy una sombra entre el tumulto y el tráfico no me importa pues en mi cabeza la música fluye. Mis labios se mueven al son de un tarareo desafinado, es la canción que tanto me recuerda a ti e inconscientemente se ha convertido en nuestra melodía. La belleza no existe, todo es oscuridad y polvo gris. No importa cuantos empujones me den, si la mochila pesa demasiado o si hace demasiado calor. Sé que quizás no estoy aquí y es todo un seño, probablemente esté muerto y esto sea un recuerdo de un día melancólico. Tú no estas ahí, al doblar la esquina, y me desespero comenzando a correr mientras comienza a diluviar. El sol ya no existe, tan sólo frialdad. Mi pecho oscila por la respiración entrecortada y mi corazón cree salir de mi caja torácica.
No soporto esta distancia, no puedo imaginar mi futuro sin los trazos de tu sonrisa. Estoy demasiado loco para que alguien me quiera, soy deforme en apariencia y como la bestia del cuento te espero con una rosa con su último pétalo. Dicen que los vagabundos como yo tenemos un espíritu indomable, ¿entonces por qué una palabra tuya me calma? ¿por qué un contoneo de tus caderas en mi imaginación me desboca? También dicen que los gatos somos traicioneros y tú sabes mi amor de mi fidelidad, soy un felino convertido en humano de casualidad. Cada vez que me adentro como tal en la ciudad y en el aire hay un mágico aroma a gardenias, paro en seco mi recorrido y deseo llorar. Sin embargo no importa, nada importa, sé que donde quiera que esté la imagen de tu rostro está conmigo. Llevo en mi pecho tatuado tu nombre con una tinta invisible que tan sólo se ve en la luna llena, cuando mi parte de caballero oscuro lucha con el hombre lobo, ese que representa el dolor fiero que me muerde las entrañas.
Sé que otros han llevado el peso del mundo entero en sus espaldas, como Atlas, pero para mí el mundo es una canica y yo una pulga intentando alzarlo. Estoy harto que cada vez nos construyan un nuevo muro e intenten separarnos. No es justo, ¿no lo crees amor mío? Hoy he creído verte, aunque sé que es absurdo, cuando de repente creí escuchar tu voz en la distancia y me giré, no había nadie tan sólo una paloma alzando el vuelo. Sin embargo no me puedo rendir, no puedo dejar de luchar, sé que es imposible que deje de hacerlo y aunque pase años para besar tus labios yo seguiré aquí. Permaneceré en esta posición de filósofo sin un céntimo, sin un futuro cierto y con mil sueños por cumplir a tu lado. Otros pueden darte abrazos, una vida plena, pero yo puedo darte mi complicidad y amor sin barreras.
Sigo paseando por la ciudad, el recorrido se hace intenso y mis pies me duelen. Siento el sol ahora bajo mi cabeza, pero las nubes siguen nublando mis ojos…seguiré recorriéndola todo el día hasta que caiga la noche y vuelva a amanecer.
Te amo, espérame porque quiero envejecer a tu lado.
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