Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 8 de marzo de 2008

Yukito y Touya [Te Deseo]




Me encontraba solo en casa. Mi padre había salido de improvisto por una llamada de su superior, mi hermana había ido a casa de Tomoyo y yo me encontraba en el salón triado en el sofá. La verdad veía la televisión sin mucha atención, cada cierto tiempo cambiaba el canal y el aburrimiento iba creciendo con las tertulias de media tarde. Al final acabé por apagarla y dedicarme a leer una revista. Buceaba en una de las noticias sobre una convención de anime cuando alguien tocó a la puerta.

-¡Sakura! ¡¿Por qué demonios no te llevas las llaves?!-dije algo molesto, pues en ese mismo instante había encontrado algo distraer mi mente.-¡La próxima vez…!-al abrir la puerta ahí estaba él, con aquella sonrisa imperecedera y dos bolsas de lo que parecía comida.

-¡Hola!-dijo colocándose las gafas.-¡Te traje la cena!-comentó agarrándome del cuello con su brazo.-Me encontré con tu hermana cuando iba hacia la casa de su amiga, entonces decidí traer algo de comer y pasar la noche contigo.-entró hacia la cocina y comenzó a sacar varias bandejas de bocadillos, dulces, pescado, verduras y refrescos.-¿Crees que habrá suficiente?-dijo quedándose pensativo, como si aún hubiera alguna duda.

-Yukito.-mascullé cerrando la puerta, al fin, mientras le observaba ir y venir de un lado a otro de la cocina.-Yukito.-repetí algo más firme, con la voz más templada.-Creo que no hacía falta, mi padre seguramente volverá a casa temprano y yo…-sin embargo dijera lo que dijera él hacía caso omiso, comenzó a preparar pequeños platos con los fiambres y demás alimentos.

-¿Qué?-dijo preparando unas bandejas con las viandas.

-No tengo hambre aún.-comenté mirando el reloj, todavía faltaban dos horas para la cena.

-¿No?-preguntó sorprendido.-Yo sí.-dijo con una sonrisa rascándose la nuca.-¿No te importa acompañarme?-preguntó levantando una de las bandejas. Llevaba más de tres platos mal colocados, dos latas de refresco y varios cuencos para pasta.

-No, claro.-suspiré y tomé la que me había preparado.-Vayamos al salón, podríamos poner alguna película.-comenté caminando delante de él.

-¡Sí!-aquella energía me desbordaba. Uno de sus misterios era ese, jamás parecía soñoliento y siempre aparentaba estar bien descansado, como si acabara de despertar. El otro era cómo podía meter en su estómago tanta comida y no engordar ni un centímetro.

Nos acomodamos en el sofá, colocamos las bateas en la mesa auxiliar, y prendimos el televisor. Al encender el reproductor dvd le miré un segundo, él tan sólo engullía sin cesar y mezclando alimentos. Recordé cómo nos conocimos, en una máquina de refrescos y aquel día me pareció asombroso aquel modo de devorar. Sin embargo, ya estaba acostumbrado.

-¿Te apetece algo de anime?-pregunté dirigiéndome hacia el mueble para escoger alguna carátula.

-Estaría bien.-dijo tras un largo sobro a una de las latas.

-¿Trinity Blood?-dije girándome hacia donde se encontraba.-¿Ranma?-murmuré arqueando una ceja.

-Trinity.-respondió dando un gran bocado a una bola de arroz.

Puse el cd en su respectivo lugar y pulsé el play. Cuando me dirigía hacia mi asiento en el sofá llamaron al móvil. Era mi padre y no podría volver a casa en toda la noche, tenían que terminar unos informes y seguramente si llegaba sería de madrugada.

-¿Quién era?-preguntó golpeándose el pecho, se había atragantado y sus ojos parecían salirse de sus órbitas. Si bien respiré aliviado al ver que volvió a sonreír como si nada.

-Mi padre, tiene que preparar unos informes para la empresa y no volverá hasta bien entrada la madrugada.-comenté sentándome al fin, junto a él y un paquete de patatas.

-Entonces hice bien en traer comida.-clavó sus ojos en los míos y algo en mí emergió. Hacía años que ocultaba mis sentimientos hacia él, me parecía demasiado imposible y prefería no darme vanas esperanzas. Estaba enamorado y deseaba besar sus labios, probar de ellos el sabor dulce y amargo de la felicidad.

-Sí.-dije recostándome en el sofá. Mientras que Abel destrozaba a uno de los enemigos del Vaticano, mi hermana llamó. Nuestro padre la había llamado para avisarla, entonces ella decidió quedarse con su amiga a dormir. Me di cuenta de la oportunidad de oro que se presentaba.

Él ya había terminado de comer y estaba atento a los movimientos de los vampiros. Sin pensármelo una vez más lo atrapé entre mis brazos y besé levemente su cuello.

-Quizás dejes hoy de ser mi amigo, pero ya no puedo callarme más.-cerré los ojos para tomar un poco de aire.-Te amo.-susurré deslizando mis manos por su espalda.

-Creí que nunca lo dirías.-murmuró haciéndome pensar que estaba soñando. Esa situación no podía estar pasando y todo era muy extraño, aunque real. Mis labios se posaron en los suyos y lentamente me recosté sobre él. Lo tumbé con delicadeza en el sofá y le abracé como si se fuera a escapar de mis brazos. Su lengua reaccionó y profundizó el beso, la mía simplemente se volvía loca con el contacto de su boca.

-Me preguntaba cómo sería besarte, ahora que lo sé no quiero dejar de hacerlo.-susurré acomodando sus piernas enlazándolas con las mías.

-Yo pienso lo mismo.-respondió con una sonrisa, entonces le quité las gafas y volví a besarle.

-Vayamos a mi habitación.-dije con una sonrisa imaginándome su cuerpo desnudo bajo el mío. Me levanté y tiré de él para que también lo hiciera.

-Yo…-balbuceó sonrojándose mientras desviaba su mirada.

-No te avergüences, es algo que ambos deseamos.-le agarré entonces por la cintura y le hice caminar junto a mí hasta las escaleras. Quería poseer aquella figura perfecta y esas nalgas prietas que me enloquecían.

-Touya.-susurró girándose al llegar al segundo piso.-Yo jamás.-se ruborizó aún más y comenzó a reír de forma nerviosa.-¡Soy virgen!-dijo en carcajadas dándome cuenta de lo que suponía para él. Entonces lo aplasté contra la pared y la serenidad volvió a su rostro. Una de mis manos acarició su sexo y la otra su rostro. Mi pecho se pegaba al suyo, su respiración era agitada por el nerviosismo y podía percibir los latidos de su corazón.

-Lo sé.-murmuré besando su cuello con lentitud, deleitándome con su suave piel.-Yo seré el primero.-dije con una mueca de perversión e inmediatamente atrapé su boca con la mía. Volvimos a besarnos intensamente y sus manos se agarraron a mis brazos. Después me aparté y le miré a sus ojos, tan grises y sin dejar de mostrar millones de pequeños matices de luz.

-Sí.-murmuró tras unos segundos.

La puerta de mi habitación estaba junto a nosotros, dejé la mano que se encontraba acariciando su rostro para hacer que cediera. Los besos no cesaban, en su cuello y sobre sus labios, pues me había vuelto adicto al roce de mi boca sobre él. Comencé a desnudarle desabotonando su camisa, mientras le hacía sentarse sobre mi cama.

-Intentaré ser delicado.-le dije en un susurro leve, quería tranquilizarlo.

-Touya.-susurró captando mi atención en su boca.

-¿Sí?-pregunté acariciando su torso, ya al descubierto, para empezar a morder sus pezones.

-¿Tienes experiencia?-dijo acariciando mis cabellos enredando sus dedos en ellos.

-Sí.-respondí secamente, no me agradaba hablar de ello.-Pero no deseo hablar de esto ahora.-comenté tumbándolo sobre el colchón.

-De acuerdo.-dijo dejándose hacer.

Empecé a desabotonar sus pantalones e intentó incorporarse, sin embargo entendió que yo quería jugar a desnudarlo como si fuera un muñeco. Pronto lo tuve tan sólo con la ropa interior y eso me hizo sentirme complacido. Siempre me imaginé su cuerpo sin nada de ropa, dejándome observar cada rasgo de su físico, si bien hasta ese preciso instante no había gozado de ello. Aún quedaba la ropa íntima, pero no deseaba ir tan rápido. Me incorporé y me desnudé quitándome el jersey, los vaqueros y calcetines, para luego recostarme junto a él.

-No quiero que te tenses, entonces te dolerá y no disfrutaras.-susurré comenzando a acariciar su entrepierna. En ella empezaba a nacer el deseo y con ello la necesidad. Nuestros labios no cesaban de proclamarse la guerra con roces demasiado ardientes. Su cuello era mío, su torso, sus nalgas y todo él era mío; eso me hacía perder la cabeza con facilidad. Lo recosté de lado y me pegué a su espalda. Aún con los boxers puestos comencé a moverme tras él. Mi miembro se endurecía al palpar su trasero.

-Touya.-dijo tomando mi mano para guiarla entre su ropa interior. Su virilidad demostraba su excitación y su sensibilidad.

-Tranquilo, te voy a dar el placer y el amor que esperas.-respondí bajando aquella tela que separaba su cuerpo de la completa desnudez. Yo también me quité la ropa interior y le hice cambiar la posición. Ahora estaba con la boca hacia arriba y sonreí al ver su mirada llena de lujuria.-Ven, siéntate a mi lado.-dije tomando su mano para que se posicionara junto a mí en el borde de la cama, después lo recosté entre mis piernas.-¿Sabes qué quiero que hagas?-pregunté acariciando su rostro y dar un suave beso en su boca.

-Sí, pero…-balbuceó tomando mi miembro entre sus manos.

-Se hace por inercia, tan sólo ten cuidado con tus dientes y procura que entre toda.-dije dejando una de mis manos en su nuca y otra sobre sus cabellos.

Su lenta empezó a rozar mi hombría, lentamente y con curiosidad, pronto tomó ritmo y comenzó a introducirla con un ritmo rápido. Abrí bien mis piernas y tiré de su cabeza hacia mí. Durante un par de minutos le permití jugar con mi miembro, después me tocaría a mí hacerlo.

-Para.-susurré alzándolo.-Ahora me toca a mí.-dije agarrando el suyo con firmeza mientras le observaba. La introduje con rapidez en mi boca, humedeciéndola y masturbándola por completo. Entonces noté que él debido a los nervios, a ser primerizo y a otros factores liberó su esencia entre mis labios. No le recriminé aquel acto, simplemente no dejé rastro de ello y lo arrojé a la cama.

-Lo siento…yo…-estaba nervioso e iba a comenzar a reírse como una hiena, sin embargo yo lo impedí con un cálido beso.

Mis manos entonces se anclaron a sus nalgas y comencé a introducir un dedo en ellas. Giraba mi apéndice lentamente, en círculos y con constancia; después fue un segundo y cuando este se hubo acomodado un tercero. Cuando creí conveniente me sumergí en su trasero e inicié un ritmo lento. Su rostro lo decía todo, estaba complacido, sin embargo lo que más me deleitaba eran sus gemidos. Aquellas notas de placer eran fuertes, desgarradoras y únicas. Sus piernas se enroscaban en mi cintura mientras sentía como arañaba sus uñas mi espalda. Mi lengua recorría su cuello e intentaba conquistar el reino de su boca.

-Yukito.-mis movimientos iban cada vez más acelerados, su miembro rozaba mi vientre y el suyo. Cuando empecé a eyacular mi esencia gemí en su oído, su respuesta no se hizo esperar “jamás dejes de amarme”.

Después de esta jornada de sexo le dejé descansar y yo tomé algunas de las viandas que Yukito había traído. Comí junto a él, contemplándolo, y sonreí encantado con la fortuna de la que era ahora rico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la dedicatoria del escrito original. La verdad es que no se encuentran buenos fics de ésta pareja, al menos yo no los encontré XD Por eso gracias por cumplir mis caprichos. Qué quieres, es la serie de turno. Eso y haber mencionado Trinity Blood.

Te amo.

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt