Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 9 de septiembre de 2011

Tears for you - Capítulo 2 - Ese viernes (Parte I)

Kamijo Yuuji, Mr Yuuji, es uno de mis personajes más preciados. Él es mi parte romántica, así que es una parte importante para mí. Creí que cierta estúpida lo había apagado, pero sigue vivo. Este hermoso ser tiene la apariencia y el nombre del gran Kamijo Yuuji. No quise cambiarle el nombre, creo que lo admiro y respeto tanto que no me atreví a realizar cambio alguno.

Para aquellos que no conocen mi anterior novela será nuevo en la lectura, para otros será como reencontrarse con un viejo amigo.

Algunos recordaran a Kamijo en mi blog como la imagen del perpétuo joven francés que se convirtió en vampiro, sí... de Lestat de Lioncourt. Anne Rice debería conocer al mayor admirador de Lestat, como es Kamijo... ya que luce y tiene una forma de ver el mundo muy parecida la de su creación.





Capítulo 2
Ese viernes.


Los días que guardé cama fueron extremadamente aburridos. Kurou no dejó ni un instante que el trabajo se acumulara en las oficinas, así como también los otros negocios menos amables. En las mañanas leía revistas, escuchaba música e intentaba matar mis neuronas, así como mi exceso de tiempo libre, con la maldita televisión. Era increíble que en todos los canales emitieran la misma porquería, como si no existiera otra cosa en el mundo que noticias del corazón y telenovelas absurdas. Jamás había caído en lo insoportable que era la televisión, sobretodo la local, y los pocos canales decentes eran a horas imposibles de seguir si no se es vampiro.

No me sentía tan agotado y aturdido como el primer día, pero los músculos seguían algo entumidos. Prácticamente no salía de la cama. Kurou se sentía tranquilo si reposaba, tomaba los medicamentos y no me exponía a las corrientes. Yo estaba empezando a odiar el caldo, el sabor del jarabe y el no poder estirar las piernas hasta mi preciado piano. Mi nariz estaba taponada, aún, y mi voz era algo cómica.

Cuando llegó el viernes recordé mi cita. Paulo tendría que verme en mi cama, rodeado de pañuelos de papel usados y revistas de recopilación de tiras cómicas. Mi esposo se fue la noche antes, tenía asuntos pendientes lejos de la ciudad, justo en la otra punta del país, y yo me quedé agobiado pensando en anular la cita.

-Te pudrirás la mente.-escuché decir de la nada.

Era la voz dulce de mi mejor amigo, aquel que consideraba como un hermano, entrando en mi habitación con un enorme ramo de flores silvestres. Sonreí estirando los brazos para tomarlas. Eran hermosas, aunque no podía apreciar su perfume. Creo que si me hubiera entregado unas de plástico las habría confundido con naturales.

Lejos de la belleza que siempre trasmitía podía leerse en su mirada el dolor. No hacía más de dos meses que su esposa murió en sus brazos. Parecía que su mundo se había desmoronado por completo, como si de un castillo de naipes se tratara. Su mirada suplicaba consuelo para su alma herida. Sin embargo, sonreía de aquella forma dulce.

-No si tú me das compañía.-respondí apagando la televisión mientras aún apretaba contra mí aquel ramo.-¿Qué te trae por aquí?

-Deseaba ver como seguías, no me creo mucho tus palabras por el teléfono. Sé que sabes mentir, lo sé muy bien, y por eso he decidido venir y asegurarme que ibas progresando.-tomó asiento en los pies de mi cama sin dejar de observarme.-No tienes tan pésimo aspecto como creí.

-Me tratas como si fuera un niño, un niño pequeño que no sabe comportarse.

Rió de esa forma suave y agradable, aunque ni siquiera podía compararse con aquellas carcajadas del día de su boda. Era un príncipe sin princesa, un verdadero caballero. Pocos hombres me habían hecho sentir un idiota y él lo hacía continuamente. Era el espejo en el cual muchos se reflejaban, lo envidiaban y lo amaban a la vez. Un hombre elegante, perfecto a los ojos de cualquiera y sobretodo a los míos. Adoraba a Kamijo, le adoraba.

-Eso serás siempre a mis ojos, no te quepa duda.-dijo estirando uno de sus brazos para tomar mis manos entre la suya.-No debí aceptar que Wilde y tú conversaran, fui un insensato.

-Tal vez me viene bien recordar y soltarlo todo.-dije no muy convencido.-¿A eso has venido?

-¿Estás seguro?-susurró apartando su mano de las mías tras un suave apretón.

-Todo está perfecto así.-respondí.-Necesito que alguien sepa mi historia y si así él piensa que puede ver empequeñecido sus problemas, está bien. Quiere verme como un héroe, yo haré que me vea como un idiota. Se sentirá mejor y yo también, es lo que pretendo. Creo que si me libero con alguien lejos de ti, de Kurou y de todos los que me amáis, tal vez deje que mi alma descanse. Quiero llorar como no he llorado en mucho tiempo, porque no lo hice en su momento y me quise ver fuerte. He llevado una máscara muchos años, deja que por unos días la aparte de mi rostro y muestre mi verdad.-susurré antes de apartar el ramo a un lado en la cama.-No es tu culpa, no es culpa de nadie, salvo mía. Yo marqué mi camino y yo debo seguir marcándolo.

-Eres un estúpido, pero algo de razón tienes.-murmuró.-Tu vida ha sido muy dura como para callarla. Necesitas contarla, como bien dices.-se puso de pie mientras hablaba, para contemplarme desde aquella posición.-Te liberará, o eso espero.-acarició mi cabeza y revolvió leve mis cabellos, ya de por sí revueltos.-Ya le di la dirección al señor Wilde para que te visite.

-Gracias, fue algo que se me olvidó y pensaba decírselo cuando llamara para preguntar la dirección.-dije algo aturdido.-Lo lamento.-chisté antes de sentir que mi cabeza se hacía hacia los lados.-Tomé el medicamento hace un rato y empieza el efecto.

-Te dejaré descansar.-susurró inclinándose para besar mi frente.-Cuídate mi querido hermano.-su voz era tan cálida como su cariño.

Escuché sus pasos por la habitación hasta el crujir de la puerta. Yo me quedé con los ojos cerrados, disfrutando de ese momento. Él era lo más parecido a un familiar, aunque sólo fuera un viejo y buen amigo. El tiempo que había pasado a su cuidado me había hecho amarlo y respetarlo como si de mí mismo se tratara. Le envidiaba, pero mi envidia era inferior al deseo de ser como él y seguir sus pasos. Un hombre extraño, caminando entre dos mundos muy complejos y radicalmente distintos.

-Siempre me haces sentir pequeño.-balbuceé permitiendo que el sopor me venciera.

1 comentario:

Athenea dijo...

A ver si se recupera pronto y deja de estar encerrado en su habitación. Debe ser desesperante pasarte todo el día en cama, sin poder salir, viendo programas basura tipo Belén Esteban. Como no leí la anterior novela, no conocía a Kamijo, pero me da penilla por lo de su esposa. Me estoy dando cuenta de que los personajes de tus historias sufren mucho, ¿encontrarán la paz? ¡Un saludo!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt