Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 31 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 14 - Carmín rojo satén



Dedicado a todas esas mujeres que admiro.
A todas y cada una de las chicas con las que me he cruzado en mi vida.



Capitulo 14


Carmín rojo satén.

La vida recuperó su ritmo tras las festividades de Halloween, desde las más celtas hasta las más cristianas. Los cementerios se llenaron de flores, los niños tuvieron visitas al dentista y pesadillas por tanto dulce, los adultos nos envenenamos con películas de terror y los más sobrios dieron gracias a la hora de ver finalizado todo de una buena vez.

Tuve que hacer infinidad de papeleos para que Anne no perdiera ni un día de clases, ella no fue muy convencida porque deseaba quedarse en su nueva habitación. Había conseguido crear un cuarto hermoso y a la vez muy seguro. Era como un país de fantasía, donde no podía existir la tristeza entre sus paredes, mientras que la ventana gigantesca tenía doble cristal y era anti-balas. Por supuesto tenía cámaras estratégicamente colocadas en supuestos peluches.

Era un jueves sufrido. Me había quedado en casa organizando y ordenando la contabilidad de la empresa, además de las cuentas ocultas, mientras mi esposo iba y venía con los dossier que necesitaba de la oficina. Me sentía agotado y hasta el cuello de trabajo. El estrés llama a mi puerta. Sin embargo, podía poner música y relajarme cinco minutos tomando un refresco.

Era pasado el medio día, Kurou acababa de salir de nuevo rumbo a por unos documentos que necesitaba revisar. Conecté mi equipo de sonido y coloqué una vieja cinta de cassette. Hacía años que esas joyas estaban desaparecida, pero yo tenía algunas en mi poder en las cuales podía encontrar la música más pura de los 80. Al pulsar el botón comencé a chillar como adolescente desatado. Mötley Crüe sonaba con la misma rabia que años atrás, uno de sus temas más reconocidos explotaba en el aire “Girls, Girls, Girls”.

Me movía divertido, eso era lo que necesitaba para sacar todo lo que contenía, y al girarme lo vi de pie frente a mí. No dudé en sonrojarme y echarme a reír como un maniaco. Sebastian era como mi padre, me hacía sentir pequeño cuando me veía de ese modo. A veces, podía notar su desaprobación, pero al ser mi empleado no se metía en mis asuntos salvo si le daba la palabra.

-¿Sucede algo?-pregunté acercándome al reproductor, para apagar el maravilloso estruendo que tan bien me hacía sentir.-Dime, Sebastian.-comenté sentándome tras mi escritorio intentando acomodar mis cabellos completamente revueltos.

-Tiene visita.-dijo mirándome de forma severa.

-¿Paulo? Nos teníamos que ver mañana, no tengo tiempo para él hoy.-respondí.-¡Dios este hombre!

-No, no es él.-respondió.-Es una mujer.

-¿Ha dicho su nombre?-pregunté alzando una de mis cejas.-Dime.

-Me dijo que no debía decírselo, sólo que fuera tan amable de ir al salón para conversar.-dijo tomando el pomo de la puerta.-¿Le digo que está sumamente ocupado? Aunque habrá escuchado la música, por lo tanto esa excusa no le valdrá.

-Iré, iré.-fue lo único que respondí antes de sentir su acusadora mirada otra vez.-Cinco minutos.

Una vez a solas me dediqué a meditar sobre como librarme de la visita inesperada, tenía que hacerlo antes que regresara mi esposo y terminara explotando porque cortaba el ritmo de trabajo. Me levanté decidido a explicarle que la música me servía para incrementar mi productividad, omitiría el show a lo chica de barra o adolescente con las hormonas sobrecargando el cerebro. Me miré las uñas justo a mitad de camino, había vuelto a mordisquearlas por culpa de mi nerviosismo. Odiaba hacerme la manicura para nada, pero el estrés me tentaba demasiado. Deseaba que ese detalle no lo notara mi visita, detestaba parecer un crío frente a las visitas fuera quien fuera.

Nada más entrar en el salón me quedé impactado. Aquel traje rojo ajustado, marcando una silueta tan erótica y femenina, junto a esas largas piernas, acabadas en unos altos tacones, no podía ser de alguien más que de ella. Helena estaba allí, parada acariciando mi piano con una de mis rosas decorando sus azabaches rizos.

Hacía más de dos años que no la veía. Una mujer que fue tan importante en mi vida, que forjó parte de mi carácter. De esas mujeres que son capaces de todo, a pesar de su aspecto frágil. Sin embargo, poseía pasión y arrojo. Era puro fuego, un fuego que te quemaba con sólo contemplarlo. Su fragancia era atractiva, muy dulce pero sin pecar en extremismos.

“Ojos de gato salvaje,
elegancia y aroma de mujer.
Seducción, eso es todo.
Mi amante de otros tiempos,
rosa de fuego indestructible.
Vieja fotografía en tono pasión,
que es movida por cien mil vientos.
Poder, lujuria y corazón.
Diosa de Troya. ”

-¡Helena!-grité con la misma ilusión que la de un niño.-¡Helena! ¡Helena!

Ella se giró expandiendo sus brazos, para aceptarme estrechándome contra ella. Me sentía tan feliz de verla, una sensación deliciosa que no quería que acabara. Aquella mujer había sido importante en mi vida, tanto como Kamijo, y era la culpable que supiera disparar con tanta puntería.

Helena era una vieja amiga. Solía recorrer el mundo con las misiones que le otorgaba mi hermano. Era una de esas mujeres seductoras de armas tomar. Me gustaba su personalidad refrescante, alocada y sobretodo cariñosa. Durante un tiempo fuimos pareja. Teníamos un gusto similar en todo, incluso en hombres. Lo único en lo cual no coincidíamos era en Kurou.

-Hola amor.-dijo acariciando mi rostro.-Sigues igual de sexy.-murmuró antes de besar mi frente.-Dime, ¿el soseras de tu esposo está por aquí? Porque es un bicho de los cuales se les echa de comer a parte.-comentó apartándome para verme.-Estás precioso, divino. Te dije que nunca dejaras de ser rubio, es tu color.

-No llames soseras a Kurou.-respondí.-Es muy lindo.-dije antes de sonreír de forma pícara.-Y bueno en la cama.

-Para mí será peor que la señora de rojo, para él yo seré su hemorroide.-comentó acomodando uno de mis mechones.-Vengo para visitarte y traerte información de primera mano, vi esta mañana a Kamijo y me comentó que lo hablara contigo.

-¿Información?-interrogué.-¿De qué tipo?

-Juka.-respondió.-Esa rata se esconde en el país, no tiene dinero para poder salir sin ser capturado y aniquilado por vosotros.-sacó su pitillera colocándose uno de sus cigarrillos entre sus labios rojos, tan seductores y atractivos como siempre.-Nene ¿tienes fuego?-preguntó hurgando por su pequeño bolso.-No encuentro mi encendedor, no sé donde demonios lo habré metido. Seguro que está en la casa del tipo con el que salí anoche.-alzó la vista y sonrió limpiando el carmín de mi frente.-Nene, por favor.

-Sí.-saqué de mi bolsillo un mechero barato, siempre usaba zippos pero estaban vacíos.-Quédatelo.-dije al notar que lo tomaba.

-Gracias amor, como siempre eres un hermoso caballero.-me tocó la nariz antes de encender su cigarrillo y soltar una enorme calada.

-Helena.-murmuré caminando hacia el piano.-¿Me has perdonado de verdad?

-¿El qué?-preguntó apoyada en el piano, mirándome con una sonrisa muy seductora.

-El haberte dejado después de cuatro meses de novios, sé que fue cruel por mi parte hacerlo como lo hice. No tenía mucho coraje en aquellos días, era un niñato de poco más de veinte años.-susurré antes de comenzar a tocar.

-Eres feliz con esa muralla que carece de sentido del humor, así que no tengo porque no perdonar. Soy feliz al verte así, tan elegante como siempre y con ese brillo en la mirada. Además, me ha dicho Kamijo que estuviste asombroso en su fiesta de la otra noche.-comentó antes de acariciar mis cabellos con el mismo cuidado que haría una amante, pero seguía apoyada de esa forma erótica de gata salvaje dando caladas a su cigarro.

-Ya.-murmuré suspirando.-¿Sigues con aquel tipo?

-No, por eso me desahogué anoche.-dijo mirándome con esos enormes ojos de gata.-Él quería hijos, una casa con una valla blanca y a mí de criada. Tener hijos es tentador, pero lo otro no.-se sentó junto a mí apoyando su cabeza en mi hombro y rió.-Soy demasiado salvaje para ser domada, recuerda como te llenaba de arañazos.-murmuró.-Aunque recuerdo más lo cachondo que te ponías.-me dijo aquello antes de soltarme un beso en la mejilla.-Mi niño, tú has sido el único hombre con el cual me he sentido plena. No sólo en la cama, sino también como amiga.

-Sigues siéndolo.-dije sin dejar de tocar, aunque algo nervioso.-¿Verdad?

-Ya te gustaría a ti haberte librado de mí, porque soy de esas que no dejan escapar con facilidad a nadie de su vida. Salvo a esos cretinos que creen conquistarme con un “mira que grande la tengo”-eso me hizo reír, en realidad ambos reíamos por culpa de ese comentario. Aunque sabía que ella tenía ganas de llorar.-El día que encuentres un chico especial, hazme el favor de mandármelo y no quedártelo.

-¿Has llamado a Kurou especial?-pregunté sin dar crédito.

-Lo es, lo es.-comentó levantándose para aplastar la colilla en uno de los ceniceros que tenía regados por la habitación.-Aunque no me gusta darte la razón, sin embargo Kurou es dulce y atento. No sabe sonreír, pero es alguien muy imponente. Estoy segura que ese algo sombrío, misterioso, es lo que provoca atracción de cualquiera hacia él. Debes tener cuidado con las lagartas que se acerquen a él, incluso deberías tenerlo conmigo.-hizo un guiño al girarse para luego reír a carcajadas.-Anda dime, dime... que no eres capaz de soltar prenda.-dijo caminando hacia mí, con esos andares tan elegantes que me sedujeron hacía años.-¿Qué esa noticia bomba que tienes que darme? Tu hermano dijo que me caería de espaldas.

-Ahora soy padre.-eso produjo en ella que abriera la boca y desorbitara los ojos.

-¡¿A quién preñaste?! ¿Vientre de alquiler? ¿Una de esas ex te plantó el regalo en la puerta? ¡¿Por qué demonios no me lo dijiste en el último e-mail que me enviaste?! ¡Yoshiki!

2 comentarios:

MuTrA dijo...

Jajajajajaja... Me gusta la "tita" Helena... Intuyo (aunque quizás erróneamente) a una muy buena mujer bajo su fachada de gata salvaje... Me gusta el personaje. A primera vista es carismático, con una fuerte y definida personalidad y con las cosas claras. :)

¡Besotes guapo! :****

haku dijo...

Bueno, con que capitulo 14, eh?! jajaja, creo que todavia estoy a tiempo de engullirme su nueva novela, apenas llegue hasta el episodio donde "el show debe continuar" y debo decirle que me diverti mucho leyendo lo que escribio con los personajes de Anne Rice, Nunca lo hubiera imaginado jaja,mencion aparte sus otros escritos, tuve muchas cosas para reflexionar con todo ello, pero bueno, creo que lo ire leyendo con mas calma un poco mas adelante,.
Mi sobrino, no fue como todos esperabamos, pues relsulto ser "sobrina", una niña muy hermosa y sonriente a pesar de sus escasos 23 dias de nacida...
Sinceramente, no diga usted que no cree que llegara a ser padre. Uno nunca sabe lo que nos acontecera despues, puenden pasar miles de cosas, buenas o malas, y de alguna u otra forma, lo que creemos imposible, de pronto se hace realidad.
Pero bueno,ahora mismo voy deprisa, asi que ya otro dia espero proseguir con el capitulo que yo deje pendiente...
Buen dia!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt