Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 15 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 16 - Mentes diáfanas. (Parte IV)



Puse música, un disco de canciones de rock con temas cargados de humor. Ella reía y yo también, mientras Kurou intentaba mantenerse serio en su mundo. Sin embargo, terminó cediendo al encanto de algunos temas. Aquello no lo tenía desde mi más tierna infancia, canciones en largas colas de automóviles para llegar al campo y allí poder sentir la naturaleza. Si bien, ahora nosotros íbamos hacia el centro comercial, el cual apareció rápido por culpa de aquellos juegos en el coche.

Me fascinaba aquellos lugares, podía sentirme en un universo paralelo donde todo era perfecto. Compraba lo justo y necesario, salvo algún capricho, pero mirar era gratis y a veces me pasaba horas mirando ropa para sólo comprar una prenda. Kurou detestaba no encontrar aquello que ya tenía en mente, así que lo suyo era una búsqueda a veces infructuosa. Ya había alguna decoración navideña, así que aquel día nos dedicaríamos a mirar las posibles compras y a ver qué juguetes deseaba nuestra pequeña. No compraría muchos, no quería mimarla demasiado, pero sí los que más ilusión tuviera.

Primero compramos sus botas, estuve más de una hora mirando en varias zapaterías. Ella quería todas, pero sólo necesitaba una. Miramos todos los modelos, absolutamente todos, y terminó comprando unas rojas con nubes blancas y paraguas de colores. Deseaba colocárselas ya, y todo aquel que es padre sabe lo insistente que son los niños. Yo cedí mientras Kurou suspiraba pesado, él pensaba que si cedía en eso cedería en todo.

-Son bonitas, ahora podré saltar sin mojarme los pies.-dijo mientras se las colocaba.-Mira papá Kurou.-le tomó de la mano, tirando de él, provocando que se girara.-¿No son bonitas?

-No tanto como tú.-susurró antes de quedar en cuclillas frente a ella, al igual que yo.-Las hadas tienen que bailar también bajo la lluvia y sé que estas son las botas perfectas.

-Habría que comprarle también un chubasquero.-dije justo antes de tomarla en brazos y levantarme, él lo hizo al mismo tiempo.-Pero antes vamos a mirar una tienda de ropa que me pidió Sho que vigilara, trae ropa japonesa y quiere saber qué marcas.

Fuimos a la tienda, como dije, y nada más salir permití que ella jugara en el parque había para niños. Un lugar donde muchas madres dejaban a sus hijos mientras descansaban tomando té, café o simplemente un respiro. Ella corría de un lugar a otro, se presentaba a todos los niños sin pudor alguno. Se veía una niña feliz y yo me sentía orgulloso.

Me abracé a Kurou besando su mejilla, para luego sentir como él me rodeaba. Estar mirando tiendas también era cansado, más con una niña que iba de una estantería a otra mirándolo todo con curiosidad. Anne estaba llena de vida, como si su batería nunca se agotara. Mi esposo fue un niño como ella, pero no podía imaginarlo de esa forma.

-No eras revoltoso, pero ella sí.-susurré.-Admítelo, en realidad es únicamente hija mía.-dije antes de reír bajo.

Sin embargo, mi sonrisa se borró cuando me giré y no la vi. No estaba con los demás niños, no estaba en aquel parque. Mis piernas temblaron y comencé a mirar por los bancos cercanos, los cuales rodeaban aquel lugar de juegos en pleno centro comercial. Kurou se movió rápido mirando por las tiendas, sin levantar la voz para no asustarla por si estaba simplemente jugando. Yo no podía mantener la calma, estaba muy preocupado y mis pesadillas se hacían realidad. Comencé a llorar entrando en el parque, revisando los toboganes una y otra vez. Después corrí hacia las tiendas que habíamos visto, pero ella no estaba allí. No la encontraba, no la veía.

“Un segundo sin ti, sin tus besos, es demasiado,
es como perder la vida por momentos.
Mis pies no pisan firme y me abandona el aliento.
Abrázame fuerte, quiero sentir tu cariño.
Por favor, no te vuelvas a ir de mi lado.
Las hadas deben permanecer con los ángeles,
allá en el mundo de los dragones de hielo.”

-¡Anne!-grité al fin con la voz quebrada, mientras un miembro de la seguridad del centro se acercaba a mí.

-¿Le ocurre algo?-preguntó.-¿Qué sucede?

-No encuentro a mi hija, no encuentro a mi pequeña.-dije temblando.-Es una niña alta para su edad, aparenta unos seis o siete años. Tiene el cabello rubio, los ojos rasgados y negros.-balbuceé aferrándome a él porque incluso tenía mareo, sentía como si mi alma se fuera del cuerpo.-Tiene la piel como de porcelana, muy clara. Lleva unas botas de lluvia que le acabo de comprar, son rojas con dibujos de nubes, y del mismo color es su abrigo. Su abrigo es igual que el mío.

-Tranquilícese.-dijo tomando su radio para dar parte de la pequeña.-Se ha perdido niña de seis años, cabellos rubios, blanca, ojos negros y viste prendas rojas tanto en botas de lluvia como abrigo.-me miró un segundo.-¿El nombre era Anne?-yo sólo asentí.-Se llama Anne, repito se llama Anne.

Kurou se acercó a mí rodeándome, permitiéndome llorar aferrado a sus brazos. Él también lloraba, pero en silencio. Nunca fue tan expresivo, ni siquiera cuando era feliz. No podía reprimir el dolor y el miedo que nos empapó a los dos calándonos hasta los huesos. Miraba a su alrededor por si veía algo, pero no era capaz de divisar nada. Era como estar ciego, como no poder ver lo que tanto deseas. Nos costaba a ambos incluso respirar, porque no éramos personas comunes y por lo tanto teníamos demasiados enemigos. Ella podía ser el objeto de cualquier venganza.

Yo sentía que el suelo se movía bajo mis pies, justo en el momento que un agente se acercaba con ella. Llevaba un globo rojo con un nombre inscrito, el cual me hizo entrar en pánico. El nombre era Dorian, Dorian era el nombre de Lambert y eso significaba que había estado con él. Se la arrebaté al agente pegándola contra mí, ella no lloraba hasta que la estreché y soltando el globo comenzó a llorar. No me importaba si nos miraba el resto del mundo, me habían devuelto la vida.

Aquel día de compras se terminó en ese mismo momento, regresamos a casa en silencio. Ella dormía en mis brazos, aferrada a mí con fuerzas, y en mi mente no podía dejar de pensar en ese maldito tuerto. Quería matarlo, destrozarlo y hacerle sentir mientras el mismo dolor que me había regalado. Kurou no decía nada, tan sólo conducía con el rostro serio de aspecto de muñeco de cera o mármol.

A partir de aquel día extremamos la seguridad sobre Anne, cosa que siempre me ha echado en cara y lo sigue haciendo. Pero, yo no podía soportar que se llevaran a mi hija y me dejaran la vida vacía. Había hecho que mi mundo se volviera perfecto, sin ella era un infierno al cual no sobreviviría. Mi dulce gigante también se volvió paranoico con el tema, pero sobretodo con encontrarse cara a cara con Dorian Lambert.

2 comentarios:

MuTrA dijo...

¡Tensión! ¡Qué tensa me has hecho ponerme! *Respira agitada pero recuperando la calma.* Ainss... ¡Qué susto! Ya me imaginaba lo peor. Menos mal que la pequeña ha aparecido sana y salva.

¡Besotes! :*********

Athenea dijo...

Lo cierto es que me imaginaba que algo así pudiera suceder. Después de todo, Yosh y Kurou tienen muchos enemigos, pero aún así eso no ha evitado que me haya llevado un buen susto cuando ha desaparecido T.T. Por lo menos está sana y salva. Espero que Yosh y Kurou le den su merecido a Dorinan. ¡Un beso!

Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt