Love Neko de Kazuhiko Mishima
¿Un mal día?
Hoy ha sido una autentica tortura. Para comenzar ayer estuve pensando como una patética niñita que me pondría, tenía que aparentar seriedad y a la vez disimular que caminaba entre aquellas babosas llenas de hormonas revueltas. No pude dormir lo suficiente en la noche y a las seis de la mañana empecé a prepararme. Los nervios podían conmigo y la sonrisa de idiota no se borraba de mi rostro. Estar enamorado no va con mi forma de ser, mucho menos tener cerca a alguien que no sabe ni quien demonios soy o como pienso. Decidí darme un baño relajante y luego maquillarme para aparentar ser más pálido, planché mi melena revuelta y tomé prendas no demasiado abrigadas pues aún no hacía frío. Una camisa negra simple sin adornos, unos pantalones anchos llenos de cadenas y pinchos junto con una correa con una hermosa calavera, mis deportivas nuevas y una chaqueta fina con algunas cadenas. Realmente no era lo más discreto del mundo, aunque sí en mi armario. Me pinté las uñas con esmero pues eran solo las siete de la mañana, luego me puse mis guantes de redecilla y desayuné. A las ocho menos cuarto salí de casa, había tomado tan sólo una libreta y un bolígrafo.
Caminé a paso lento recapacitando e intentando no hundirme en la miseria. Cuando lo viera sentado a mi lado desearía besarlo, tocarlo, hablar con él o simplemente contemplarlo como un estúpido pero eso no iba a poder ser. Tenía que concentrarme en el encerado, el profesor y los datos suficientes para comenzar el curso con buen pie. Los primeros días siempre son iguales para que entendamos como va a marchar todo, no es algo especial o necesario. Al llegar a las verjas del centro todos me miraron, el último año ya no tuve golpes sino un vacío y miradas crueles. Entré por el largo pasillo lleno de malos recuerdos. Subí las escaleras centrales hasta la tercera y última planta, allí estaba uno de mis profesores esperando a sus alumnos. Tan sólo estaba Héctor en la primera fila esperándome.
-Buenos días.-Dije pasando el marco de la puerta.
-Buenos días Alexis.-Susurró el profesor poyado en el borde del encerado.-Sois los primeros, se nota que deseabais comenzar el curso.-Dijo sonriendo.
-Buenos días tio.-Comentó Héctor llamándome la atención.-Hoy estaremos mezclados con los cráneos vacíos.-Su odio hacia Iván y los demás iba en aumento, cada año les detestaba más llegando a desear incluso la muerte de alguno de ellos.
-Alexis siéntate en la segunda fila, te tocó con Iván y necesito que este atento a mis explicaciones. Si ves que no atiende, que juega con el ordenador o no toma anotaciones dímelo pues necesito saber exactamente en que falla este chico.-Masculló don Alfonso, el profesor, nos daría matemáticas como el anterior curso. La verdad es que me caía bastante bien, era alguien con el que se podía conversar y pedir consejo en la materia.
-De acuerdo.-Respondí adentrándome por el aulario hasta estar tras la nuca de mi mejor amigo.
-Te ha tocado con el bastardo, lo lamento chico.-Luego me dio unas palmaditas en el hombro mientras me daba la mano, era como una señal de duelo. Yo no lo veía tan mal estar al lado de Iván, más bien estaba encantado y esperaba que esto nos uniera.
Media hora más tarde estaban todos en sus bancas, mi amor platónico también, mientras yo estaba tan nervioso que no dejaba de jugar con el bolígrafo.
-Estaré encantado de ayudarte.-Susurré alzando la vista para clavar mis ojos en los suyos.
-No necesito ayuda de nadie.-Respondió frío.
-Estamos obligados todos a llevarnos bien este curso, a compartir ideas y hacer trabajos en conjunto.-Comenté titubeando, creía que mi corazón iba a salir de mi pecho.
-No quiero.-Su cara era de asco mezclada con aires de gran dios.
-Estoy obligado a ello, esto no lo hago por tu bien sino por el mío también; puto cerdo egoísta de los cojones.-No podía creer que hubiera dicho esas palabras y menos a él; pero es que me enfermaba que fuera de superior, cuando apenas tenía derecho a haber pasado de curso.
-¿Qué me has dicho?-Se había quedado estupefacto por mi reacción, sin embargo era fruto de la desesperación.
-Lo que eres, así que más te vale atender y aprender de mis técnicas de estudio si no quieres seguir siendo un asno bueno para nada.-En ese instante escuché una risotada de Héctor.
Durante tres horas nos estuvieron explicando cuales serían las metas a alcanzar, los ejercicios y trabajos junto con la metodología para los exámenes. Todos nuestros profesores aparecieron para hablar del horario, de los libros a usar, de cómo deseaban que tomáramos los apuntes, del control de ejercicios y sobretodo de cómo nos poníamos de acuerdo con la nueva técnica del tutor-alumno. En mi libreta había dos hojas sobre comentarios de aquellas horas, en la de él un dibujo de manga bastante bien elaborado. Era impresionante su maestría y seguramente no lo sabían sus amigos. Allí todo aquel que conociera el manga, anime o cultura japonesa era un bicho raro y por lo tanto debía ser aplastado. Me descubrió mirando la hoja y la tapó con sus manos para luego doblarla al salir de clase. Antes de que se marchara tuvimos una pequeña conversación, le dije que ya que no había tomado anotaciones yo le pasaría una copia mañana en la mañana.
De regreso a casa pensé que debería ir al gimnasio, me daba tiempo y eso me relajaría. Cuando llegué a casa me di una ducha rápida y me puse el chándal para una pequeña carrera hasta las instalaciones deportivas. Estuve dando golpes a un saco de boxeo durante media hora y después intenté modelar aún más mi torso. Durante un año y medio he ido a ese lugar, la verdad es que me encanta disfrutar de la adrenalina que expulso cuando hago deporte. Nadie conoce mi afición ni mi mejor amigo, no quiero que piensen que deseo ser como ellos. Tengo buen físico pero nadie lo ha recorrido con sus dedos, nunca he podido usarlo en una noche de placer y creo que jamás lo haré. Sigo enamorado de Iván aunque sea un estúpido. Volví a casa tras darme una ducha en las instalaciones y ponerme otra equipación.
Después de la comida y de pasar a limpio el horario a ordenador decidí hacerle otra copia a él. Su ejemplar tendría mi número de teléfono móvil junto al fijo, mi dirección y el horario en el que me encuentro en casa sin hacer nada o estudiando. Mientras ponía mi ilusión en ese pequeño papel me pregunté si tendría novia, si aún seguía enfadado con su ex o habían vuelto. Eran las cinco de la tarde cuando decidí cambiarme de ropa, ponerme la que tuve por la mañana tras una nueva ducha. Tenía una cita importante, imprescindible en mi vida, y Paula siempre termina por echarme la bronca si llego tarde; sí, Paula, temo tu mirada de hielo tras las gafas de señorita Rotenmeyer y peinado de alocada jovencita. Allí ella me esperaba, tras su despacho recostada en su sillón giratorio. Sabía y sé, que esto únicamente lo leerá ella, y quedará a buen recaudo en el libro, pero tengo la esperanza de que algún día Iván pueda saber todo lo que escribo junto a mí. Es una idea estúpida porque no siente nada hacia los hombres sin embargo es gratis soñar.
Como decía me esperabas ansiosa de saber qué había descubierto profundizando en mi interior, o qué había logrado trasmitir en mis palabras. Tu rostro fue de asombro por varios secretos que habían sido desvelados, mi sonrisa amarga y mi mirada expectante esperaban tu dictamen.
-Eres homosexual, no lo habías dicho y creo que es algo que te aprisiona. También lo del chico este, el tal Iván, es un peso que te hace tambalearte. Eres bueno escribiendo, no es un halago y sabes transmitir lo que sientes, pero deberías dejar a un lado tanta tristeza y sonreír cara al futuro. El pasado lo tenemos que arreglar, tenemos que hacer que dejes de culparte o sentirte inferior a tu hermano, eso lo sé, pero sería bueno que esa carga no excediera.- Se quitó las gafas, o más bien te la quitaste, para pasar sus dedos sobre sus ojos a modo de cansancio.
-No lo dije porque no lo veía importante.-Respondí.
-Es algo que te oprime, es importante.-Dijo volviendo a dejar sus gafas sobre su pizpireta nariz.
Tras esto tuvimos una charla bastante animada sobre la homofobia que existía en las aulas de mi instituto, me sentía un bicho raro y ella comprendió mejor que nunca lo que sentía. Sé que es algo que debí decir, lo lamento, pero era decir la palabra y sentir pavor si alguien más podía escucharla. Declararme homosexual era una muestra más de ser distinto, más rechazo y más dolor.
Ahora acabo de llegar de la citación, me encuentro más relajado aunque he estado llorando todo el camino de vuelta. Mi hermano me ha hecho un dibujo del vampiro D de la serie y película Vampire Hunter D, es uno de mis personajes favoritos y siendo sincero le ha quedado bastante bien, seguramente lo hizo para alegrarme. Soy consciente de que tiene un talento envidiable, que se preocupa por mí y que solo sabe hacer esto como consuelo; sin embargo no me vale, no me llena lo suficiente y me siento aún más perdido.
Desearía que Iván fuese mío, que me abrazara en estos momentos y tomara mis labios como su refugio más preciado. No sé que estará haciendo, probablemente se este riendo de mí o manoseando los senos de cualquier chica. He llegado a querer ser mujer, no porque me sienta como tal, por poder tener posibilidades. Lo más probable es que ahora tomé algo, quizás un bocadillo, y me ponga unas horas en el ordenador para jugar en algún foro a ser quien no soy ni seré. Luego leeré algo y me acostaré a soñar con que soy feliz. Normalmente despierto con el rostro lleno de lágrimas recordando cada segundo de la noche como si lo viviera realmente. Siento que no pertenezco a este mundo, sino al de Morfeo y que allí probablemente sería un hombre colmado de placer y satisfacción. ¿He dicho que odio mi putrida realidad? ¿Qué ojala me muera antes de ser más patético? ¿Qué deseo ser amado? ¿Qué la soledad me asfixia? ¿Qué el amor me duele y me quema pero que es lo único que me hace seguir vivo? ¡Demonios! Todo era mejor hace tres años cuando él me pegaba, me llenaba de moratones y yo planeaba matarlo lentamente. Sin embargo desde aquel día que me tiró al suelo y se subió encima mía clavando su mirada siento que muero si no me toca.
Hoy ha sido una autentica tortura. Para comenzar ayer estuve pensando como una patética niñita que me pondría, tenía que aparentar seriedad y a la vez disimular que caminaba entre aquellas babosas llenas de hormonas revueltas. No pude dormir lo suficiente en la noche y a las seis de la mañana empecé a prepararme. Los nervios podían conmigo y la sonrisa de idiota no se borraba de mi rostro. Estar enamorado no va con mi forma de ser, mucho menos tener cerca a alguien que no sabe ni quien demonios soy o como pienso. Decidí darme un baño relajante y luego maquillarme para aparentar ser más pálido, planché mi melena revuelta y tomé prendas no demasiado abrigadas pues aún no hacía frío. Una camisa negra simple sin adornos, unos pantalones anchos llenos de cadenas y pinchos junto con una correa con una hermosa calavera, mis deportivas nuevas y una chaqueta fina con algunas cadenas. Realmente no era lo más discreto del mundo, aunque sí en mi armario. Me pinté las uñas con esmero pues eran solo las siete de la mañana, luego me puse mis guantes de redecilla y desayuné. A las ocho menos cuarto salí de casa, había tomado tan sólo una libreta y un bolígrafo.
Caminé a paso lento recapacitando e intentando no hundirme en la miseria. Cuando lo viera sentado a mi lado desearía besarlo, tocarlo, hablar con él o simplemente contemplarlo como un estúpido pero eso no iba a poder ser. Tenía que concentrarme en el encerado, el profesor y los datos suficientes para comenzar el curso con buen pie. Los primeros días siempre son iguales para que entendamos como va a marchar todo, no es algo especial o necesario. Al llegar a las verjas del centro todos me miraron, el último año ya no tuve golpes sino un vacío y miradas crueles. Entré por el largo pasillo lleno de malos recuerdos. Subí las escaleras centrales hasta la tercera y última planta, allí estaba uno de mis profesores esperando a sus alumnos. Tan sólo estaba Héctor en la primera fila esperándome.
-Buenos días.-Dije pasando el marco de la puerta.
-Buenos días Alexis.-Susurró el profesor poyado en el borde del encerado.-Sois los primeros, se nota que deseabais comenzar el curso.-Dijo sonriendo.
-Buenos días tio.-Comentó Héctor llamándome la atención.-Hoy estaremos mezclados con los cráneos vacíos.-Su odio hacia Iván y los demás iba en aumento, cada año les detestaba más llegando a desear incluso la muerte de alguno de ellos.
-Alexis siéntate en la segunda fila, te tocó con Iván y necesito que este atento a mis explicaciones. Si ves que no atiende, que juega con el ordenador o no toma anotaciones dímelo pues necesito saber exactamente en que falla este chico.-Masculló don Alfonso, el profesor, nos daría matemáticas como el anterior curso. La verdad es que me caía bastante bien, era alguien con el que se podía conversar y pedir consejo en la materia.
-De acuerdo.-Respondí adentrándome por el aulario hasta estar tras la nuca de mi mejor amigo.
-Te ha tocado con el bastardo, lo lamento chico.-Luego me dio unas palmaditas en el hombro mientras me daba la mano, era como una señal de duelo. Yo no lo veía tan mal estar al lado de Iván, más bien estaba encantado y esperaba que esto nos uniera.
Media hora más tarde estaban todos en sus bancas, mi amor platónico también, mientras yo estaba tan nervioso que no dejaba de jugar con el bolígrafo.
-Estaré encantado de ayudarte.-Susurré alzando la vista para clavar mis ojos en los suyos.
-No necesito ayuda de nadie.-Respondió frío.
-Estamos obligados todos a llevarnos bien este curso, a compartir ideas y hacer trabajos en conjunto.-Comenté titubeando, creía que mi corazón iba a salir de mi pecho.
-No quiero.-Su cara era de asco mezclada con aires de gran dios.
-Estoy obligado a ello, esto no lo hago por tu bien sino por el mío también; puto cerdo egoísta de los cojones.-No podía creer que hubiera dicho esas palabras y menos a él; pero es que me enfermaba que fuera de superior, cuando apenas tenía derecho a haber pasado de curso.
-¿Qué me has dicho?-Se había quedado estupefacto por mi reacción, sin embargo era fruto de la desesperación.
-Lo que eres, así que más te vale atender y aprender de mis técnicas de estudio si no quieres seguir siendo un asno bueno para nada.-En ese instante escuché una risotada de Héctor.
Durante tres horas nos estuvieron explicando cuales serían las metas a alcanzar, los ejercicios y trabajos junto con la metodología para los exámenes. Todos nuestros profesores aparecieron para hablar del horario, de los libros a usar, de cómo deseaban que tomáramos los apuntes, del control de ejercicios y sobretodo de cómo nos poníamos de acuerdo con la nueva técnica del tutor-alumno. En mi libreta había dos hojas sobre comentarios de aquellas horas, en la de él un dibujo de manga bastante bien elaborado. Era impresionante su maestría y seguramente no lo sabían sus amigos. Allí todo aquel que conociera el manga, anime o cultura japonesa era un bicho raro y por lo tanto debía ser aplastado. Me descubrió mirando la hoja y la tapó con sus manos para luego doblarla al salir de clase. Antes de que se marchara tuvimos una pequeña conversación, le dije que ya que no había tomado anotaciones yo le pasaría una copia mañana en la mañana.
De regreso a casa pensé que debería ir al gimnasio, me daba tiempo y eso me relajaría. Cuando llegué a casa me di una ducha rápida y me puse el chándal para una pequeña carrera hasta las instalaciones deportivas. Estuve dando golpes a un saco de boxeo durante media hora y después intenté modelar aún más mi torso. Durante un año y medio he ido a ese lugar, la verdad es que me encanta disfrutar de la adrenalina que expulso cuando hago deporte. Nadie conoce mi afición ni mi mejor amigo, no quiero que piensen que deseo ser como ellos. Tengo buen físico pero nadie lo ha recorrido con sus dedos, nunca he podido usarlo en una noche de placer y creo que jamás lo haré. Sigo enamorado de Iván aunque sea un estúpido. Volví a casa tras darme una ducha en las instalaciones y ponerme otra equipación.
Después de la comida y de pasar a limpio el horario a ordenador decidí hacerle otra copia a él. Su ejemplar tendría mi número de teléfono móvil junto al fijo, mi dirección y el horario en el que me encuentro en casa sin hacer nada o estudiando. Mientras ponía mi ilusión en ese pequeño papel me pregunté si tendría novia, si aún seguía enfadado con su ex o habían vuelto. Eran las cinco de la tarde cuando decidí cambiarme de ropa, ponerme la que tuve por la mañana tras una nueva ducha. Tenía una cita importante, imprescindible en mi vida, y Paula siempre termina por echarme la bronca si llego tarde; sí, Paula, temo tu mirada de hielo tras las gafas de señorita Rotenmeyer y peinado de alocada jovencita. Allí ella me esperaba, tras su despacho recostada en su sillón giratorio. Sabía y sé, que esto únicamente lo leerá ella, y quedará a buen recaudo en el libro, pero tengo la esperanza de que algún día Iván pueda saber todo lo que escribo junto a mí. Es una idea estúpida porque no siente nada hacia los hombres sin embargo es gratis soñar.
Como decía me esperabas ansiosa de saber qué había descubierto profundizando en mi interior, o qué había logrado trasmitir en mis palabras. Tu rostro fue de asombro por varios secretos que habían sido desvelados, mi sonrisa amarga y mi mirada expectante esperaban tu dictamen.
-Eres homosexual, no lo habías dicho y creo que es algo que te aprisiona. También lo del chico este, el tal Iván, es un peso que te hace tambalearte. Eres bueno escribiendo, no es un halago y sabes transmitir lo que sientes, pero deberías dejar a un lado tanta tristeza y sonreír cara al futuro. El pasado lo tenemos que arreglar, tenemos que hacer que dejes de culparte o sentirte inferior a tu hermano, eso lo sé, pero sería bueno que esa carga no excediera.- Se quitó las gafas, o más bien te la quitaste, para pasar sus dedos sobre sus ojos a modo de cansancio.
-No lo dije porque no lo veía importante.-Respondí.
-Es algo que te oprime, es importante.-Dijo volviendo a dejar sus gafas sobre su pizpireta nariz.
Tras esto tuvimos una charla bastante animada sobre la homofobia que existía en las aulas de mi instituto, me sentía un bicho raro y ella comprendió mejor que nunca lo que sentía. Sé que es algo que debí decir, lo lamento, pero era decir la palabra y sentir pavor si alguien más podía escucharla. Declararme homosexual era una muestra más de ser distinto, más rechazo y más dolor.
Ahora acabo de llegar de la citación, me encuentro más relajado aunque he estado llorando todo el camino de vuelta. Mi hermano me ha hecho un dibujo del vampiro D de la serie y película Vampire Hunter D, es uno de mis personajes favoritos y siendo sincero le ha quedado bastante bien, seguramente lo hizo para alegrarme. Soy consciente de que tiene un talento envidiable, que se preocupa por mí y que solo sabe hacer esto como consuelo; sin embargo no me vale, no me llena lo suficiente y me siento aún más perdido.
Desearía que Iván fuese mío, que me abrazara en estos momentos y tomara mis labios como su refugio más preciado. No sé que estará haciendo, probablemente se este riendo de mí o manoseando los senos de cualquier chica. He llegado a querer ser mujer, no porque me sienta como tal, por poder tener posibilidades. Lo más probable es que ahora tomé algo, quizás un bocadillo, y me ponga unas horas en el ordenador para jugar en algún foro a ser quien no soy ni seré. Luego leeré algo y me acostaré a soñar con que soy feliz. Normalmente despierto con el rostro lleno de lágrimas recordando cada segundo de la noche como si lo viviera realmente. Siento que no pertenezco a este mundo, sino al de Morfeo y que allí probablemente sería un hombre colmado de placer y satisfacción. ¿He dicho que odio mi putrida realidad? ¿Qué ojala me muera antes de ser más patético? ¿Qué deseo ser amado? ¿Qué la soledad me asfixia? ¿Qué el amor me duele y me quema pero que es lo único que me hace seguir vivo? ¡Demonios! Todo era mejor hace tres años cuando él me pegaba, me llenaba de moratones y yo planeaba matarlo lentamente. Sin embargo desde aquel día que me tiró al suelo y se subió encima mía clavando su mirada siento que muero si no me toca.
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