D, vampire hunter D
Capítulo segundo: Al automóvil.
Desperté bañado en sudor y caí del pequeño sofá, cuando me incorporé miré desde lejos la cama en la diminuta habitación. Me tambaleé y caí sobre las sábanas revueltas del día anterior. Miré el reloj, aún algo mareado, y comprobé que ya era otro día. Estaba empapado en mis propios miedos y no recordaba que había sucedido en mis pesadillas. Decidí tomar una ducha para despojarme de todo aquello y adentrarme a una jornada más. Frente al espejo mi mirada se perdía mientras desabotonaba mi camisa, mis pupilas estaban algo dilatadas y mis labios resecos. Cada día estaba más flaco, poca comida y demasiado trabajo, ese fue mi único pensamiento antes de meterme bajo la ducha. El agua primeramente helada, luego algo tibia y finalmente bien caliente me despejaba. Me afeité, tomé un yogurt y me vestí algo apurado.
Sabía que era sábados y nadie en su sano juicio iría a trabajar, pero yo normalmente no paraba en mis investigaciones puesto que luego no podría dormir. Necesitaba centrarme en los casos que desarrollaba hasta verlos al fin resueltos. La policía tenía en mí a una fuente, a un hombre que no descansaba, y que podía ser su mano derecha en más de una ocasión. Había concluido con éxito más de cien investigaciones, alguna tan sólo hurtos leves y mujeres que deseaban saber si sus maridos les eran infieles; aunque sí, tenía casos de homicidio y grandes desfalcos en empresas. Me gustaba merodear el peligro de vez en cuando. Sin embargo aquel caso, mejor dicho alucinación o lo que yo creía que era tal, no había venido a mí hasta bien entrada la tarde.
Durante toda la jornada había rellenado informes, llamado a pobres esposas y aconsejado a varios empresarios que dejaran a un lado al contable por desfalco además de denunciarlo. Como no, había contactado con la policía pues estaba bajo una pista fiable de un desaparecido y otra algo dudosa de un crimen. Almorcé en el italiano que estaba a escasos metros de mi despacho, el cual era más grande que mi departamento. Luego decidí ir a la cafetería y pedir un café para llevar, solía hacerlo, además de comprar el periódico de la jornada. Me dedicaba a escrutar toda noticia, todo me era importante y cuestionable. Bebía mi café con tranquilidad cuando llegó el recuerdo del vampiro o demonio, sin embargo estaba claro que un calificativo no quitaba el otro. Posé mis labios sobre el recipiente bastante caliente aún. Las noticias de la jornada versaban sobre curiosas muertes de indigentes, todos habían muerto por el frío de este invierno tan desagradable. Entonces tres extraños entraron sin avisar en mi oficina.
Eran chicos jóvenes, al menos en apariencia, iban a la moda con esos pantalones caídos y agujereados junto con chupas de cuero bastante caras. Sus rasgos me eran familiares, rostros pálidos y miradas penetrantes. Se aproximaron a mi mesa y no me dio tiempo a nada, ni a si quiera preguntar quien eran o que deseaban de mí. Eran las ocho de la tarde, la oscuridad del invierno hacía que pareciera noche plena. Me tomaron de los hombros para conducirme luego hacia el pasillo y luego hasta un vehículo estacionado en la acera.
-¿Qué demonios ocurre?-Logre decir al escuchar el chirrío de las ruedas.
-Vladimir ya os lo dijo, Lucius.-Susurró el único de cabellos dorados, estaba sentado junto a la ventanilla a mi lado izquierdo.
-No dije que aceptara el caso.-Respondí algo alterado.
-¿Tienes que hacerlo?- Dijo sarcástico el joven que llevaba el volante.
-¡Sí!-Alcé la voz con ira.
-En las sombras las cosas no son así, relájate y disfruta.-Comentó el tercero en la penumbra mientras una farola dibujaba sus facciones.
-¿Qué? ¿Quiénes sois?-Interrogué inquieto.
-Unos nos llaman chupa sangre, otros vampiros, yo prefiero Señores de la Noche.-Respondió el conductor.
-Amos de la oscuridad queda más romántico.-Sugirió el rubio mientras me abarraba del cuello pegándome hacia él. Sentí verdadero pavor y a la vez supuse que estaba de nuevo en una de mis pesadillas.
-¿Qué tal Príncipes de las Tinieblas?-Interrogó el tercero junto con una risotada.
-Os estáis quedando conmigo ¿cierto? Esto es solo un sueño o una cámara indiscreta.-Comenté tartamudeando sintiendo bajo mi rostro la chupa de cuerpo de uno de mis acompañantes. El muchacho rubio tenía un aire de irónico rufián de esos que les encantan fanfarronear tan sólo por pasar un buen rato. Sus ojos eran de un azul intenso y por sus rasgos era del norte de Europa. Los otros dos eran de rasgos más toscos, quizás Españoles o Portugueses.
-Yo jamás bromeo, padre tampoco.-Dijo soltándome al fin.
-Papá tiene que estar esperándonos con el idiota de Matius.-Comentó el conductor haciendo un giro brusco.
-Dirás llorica.-Rió el que se hallaba a mi derecha.
-Es una nenaza, no sé porque dicen que él mató a Josué.-Dijo el joven de aspecto Noruego o Finlandés.
-Pero ya sabes como es Arthur.-Susurró el de la esquina trasera del automóvil, ya más calmado de su risa sátira.
-¿De qué hablan? ¿Son hijos del hombre que vino anoche a buscarme?-Pregunté azotándome los cabellos.
-El es hijo directo del gran líder de La Rosa Negra, nosotros somos procreados.-Dijo el hombre del volante mirándome fijamente desde el espejo retrovisor.
-Creí que lo había soñado.-Sacudí mi cabeza, mi vista se estaba nublando y todo era demasiado desconcertante.
-¿No crees en vampiros?-Comentó uno de ellos, creo que fue el que nos dirigía por la ciudad.
-No, ni en ellos ni en fantasmas.-Respondí apoyando mi cabeza en el
-Pues estas ante un trío de jóvenes vampiros.-El joven rubio hizo una reverencia y un pequeño guiño, parecía encantado ante mi aturdimiento.
-Esto es una broma venida por parte de mi ex, esa maldita zorra tan sólo hace cosas para molestarme.-Dije algo indignado e intentando creer algo más normal que vampiros.
-Tranquilo, no venimos de su parte.-Susurró en mi oído dejándome su aliento impregnado en mi cuello.
-Solo nos envía nuestro líder, El Gran Padre Edmond.-Rechistó el chico de mi derecha.-No sé porqué meter a un estúpido y patético humano.-Carraspeó tras aquella indirecta.
-Porque él no esta contaminado por ninguno de los intereses que cada familia representa. Él podrá ser espiado por todos, pero no atacado ya que ha sido pedido tanto por parte de mi padre como por parte del líder de las Sombras. ¿Sabes cuál fue el pacto? Si mi hermano era culpable moriría desangrado por las fauces de Arthur, pero si no lo es la guerra terminaría y habría paz a la fuerza.-Susurró llevándose la mano al mentón mientras apoyaba el codo en la ventanilla bajada. Ese joven era todo un misterio, bastante maduro aunque lleno de la insensatez juvenil. Quizás por su edad o por su propia raza le daba un poder casi místico que se posaba en cada palabra. Él era entonces hijo legítimo de las sombras, los otros dos eran secuaces convertidos en leales familiares.
-¿Y qué gano yo?-Intervine.
-Jamás te atacaremos.-Respondió clavando sus ojos en los míos.
-Vaya, será como unos ajos en mi cuello.-Intenté ironizar, en momentos como aquellos me hacía bien.
-No crees en nosotros y sí en el mito de los ajos, lo que hay que oír-Dijo con risotadas el otro pasajero que iba junto a mí.
-Calla, es nuestro invitado y según mi padre merece que sea tratado como un igual.-Susurró el hijo de Edmond, así era el nombre de su padre líder de La Rosa Negra por lo que había logrado procesar.
-Ya hemos llegado chico, empieza tu tour por la noche.-
Ante nosotros se abrían unas verjas impresionantes en una de las mansiones más lujosas de la ciudad. Estaba algo apartada y tenía incluso un pequeño lago artificial junto con árboles frondosos. Varias fuentes, esculturas, hermosos bancos y una majestuosa mansión era la guinda a unos terrenos que parecían salir del mismo Edén. Según ellos allí me esperaban para darme explicaciones, aleccionarme sobre la historia del suceso e intentar que todo se esclareciera con un juez imparcial. Todos los vampiros de cualquier rincón del mundo estaban de un bando o del otro, todos sin excepción, y yo era la clave. Normalmente no me sentía tan perdido, abrumado o quizás destrozado ante un caso. Aún creía que todo era por una broma o simplemente causa de mis fantasías por descansar tan sumamente poco.
Capítulo segundo: Al automóvil.
Desperté bañado en sudor y caí del pequeño sofá, cuando me incorporé miré desde lejos la cama en la diminuta habitación. Me tambaleé y caí sobre las sábanas revueltas del día anterior. Miré el reloj, aún algo mareado, y comprobé que ya era otro día. Estaba empapado en mis propios miedos y no recordaba que había sucedido en mis pesadillas. Decidí tomar una ducha para despojarme de todo aquello y adentrarme a una jornada más. Frente al espejo mi mirada se perdía mientras desabotonaba mi camisa, mis pupilas estaban algo dilatadas y mis labios resecos. Cada día estaba más flaco, poca comida y demasiado trabajo, ese fue mi único pensamiento antes de meterme bajo la ducha. El agua primeramente helada, luego algo tibia y finalmente bien caliente me despejaba. Me afeité, tomé un yogurt y me vestí algo apurado.
Sabía que era sábados y nadie en su sano juicio iría a trabajar, pero yo normalmente no paraba en mis investigaciones puesto que luego no podría dormir. Necesitaba centrarme en los casos que desarrollaba hasta verlos al fin resueltos. La policía tenía en mí a una fuente, a un hombre que no descansaba, y que podía ser su mano derecha en más de una ocasión. Había concluido con éxito más de cien investigaciones, alguna tan sólo hurtos leves y mujeres que deseaban saber si sus maridos les eran infieles; aunque sí, tenía casos de homicidio y grandes desfalcos en empresas. Me gustaba merodear el peligro de vez en cuando. Sin embargo aquel caso, mejor dicho alucinación o lo que yo creía que era tal, no había venido a mí hasta bien entrada la tarde.
Durante toda la jornada había rellenado informes, llamado a pobres esposas y aconsejado a varios empresarios que dejaran a un lado al contable por desfalco además de denunciarlo. Como no, había contactado con la policía pues estaba bajo una pista fiable de un desaparecido y otra algo dudosa de un crimen. Almorcé en el italiano que estaba a escasos metros de mi despacho, el cual era más grande que mi departamento. Luego decidí ir a la cafetería y pedir un café para llevar, solía hacerlo, además de comprar el periódico de la jornada. Me dedicaba a escrutar toda noticia, todo me era importante y cuestionable. Bebía mi café con tranquilidad cuando llegó el recuerdo del vampiro o demonio, sin embargo estaba claro que un calificativo no quitaba el otro. Posé mis labios sobre el recipiente bastante caliente aún. Las noticias de la jornada versaban sobre curiosas muertes de indigentes, todos habían muerto por el frío de este invierno tan desagradable. Entonces tres extraños entraron sin avisar en mi oficina.
Eran chicos jóvenes, al menos en apariencia, iban a la moda con esos pantalones caídos y agujereados junto con chupas de cuero bastante caras. Sus rasgos me eran familiares, rostros pálidos y miradas penetrantes. Se aproximaron a mi mesa y no me dio tiempo a nada, ni a si quiera preguntar quien eran o que deseaban de mí. Eran las ocho de la tarde, la oscuridad del invierno hacía que pareciera noche plena. Me tomaron de los hombros para conducirme luego hacia el pasillo y luego hasta un vehículo estacionado en la acera.
-¿Qué demonios ocurre?-Logre decir al escuchar el chirrío de las ruedas.
-Vladimir ya os lo dijo, Lucius.-Susurró el único de cabellos dorados, estaba sentado junto a la ventanilla a mi lado izquierdo.
-No dije que aceptara el caso.-Respondí algo alterado.
-¿Tienes que hacerlo?- Dijo sarcástico el joven que llevaba el volante.
-¡Sí!-Alcé la voz con ira.
-En las sombras las cosas no son así, relájate y disfruta.-Comentó el tercero en la penumbra mientras una farola dibujaba sus facciones.
-¿Qué? ¿Quiénes sois?-Interrogué inquieto.
-Unos nos llaman chupa sangre, otros vampiros, yo prefiero Señores de la Noche.-Respondió el conductor.
-Amos de la oscuridad queda más romántico.-Sugirió el rubio mientras me abarraba del cuello pegándome hacia él. Sentí verdadero pavor y a la vez supuse que estaba de nuevo en una de mis pesadillas.
-¿Qué tal Príncipes de las Tinieblas?-Interrogó el tercero junto con una risotada.
-Os estáis quedando conmigo ¿cierto? Esto es solo un sueño o una cámara indiscreta.-Comenté tartamudeando sintiendo bajo mi rostro la chupa de cuerpo de uno de mis acompañantes. El muchacho rubio tenía un aire de irónico rufián de esos que les encantan fanfarronear tan sólo por pasar un buen rato. Sus ojos eran de un azul intenso y por sus rasgos era del norte de Europa. Los otros dos eran de rasgos más toscos, quizás Españoles o Portugueses.
-Yo jamás bromeo, padre tampoco.-Dijo soltándome al fin.
-Papá tiene que estar esperándonos con el idiota de Matius.-Comentó el conductor haciendo un giro brusco.
-Dirás llorica.-Rió el que se hallaba a mi derecha.
-Es una nenaza, no sé porque dicen que él mató a Josué.-Dijo el joven de aspecto Noruego o Finlandés.
-Pero ya sabes como es Arthur.-Susurró el de la esquina trasera del automóvil, ya más calmado de su risa sátira.
-¿De qué hablan? ¿Son hijos del hombre que vino anoche a buscarme?-Pregunté azotándome los cabellos.
-El es hijo directo del gran líder de La Rosa Negra, nosotros somos procreados.-Dijo el hombre del volante mirándome fijamente desde el espejo retrovisor.
-Creí que lo había soñado.-Sacudí mi cabeza, mi vista se estaba nublando y todo era demasiado desconcertante.
-¿No crees en vampiros?-Comentó uno de ellos, creo que fue el que nos dirigía por la ciudad.
-No, ni en ellos ni en fantasmas.-Respondí apoyando mi cabeza en el
-Pues estas ante un trío de jóvenes vampiros.-El joven rubio hizo una reverencia y un pequeño guiño, parecía encantado ante mi aturdimiento.
-Esto es una broma venida por parte de mi ex, esa maldita zorra tan sólo hace cosas para molestarme.-Dije algo indignado e intentando creer algo más normal que vampiros.
-Tranquilo, no venimos de su parte.-Susurró en mi oído dejándome su aliento impregnado en mi cuello.
-Solo nos envía nuestro líder, El Gran Padre Edmond.-Rechistó el chico de mi derecha.-No sé porqué meter a un estúpido y patético humano.-Carraspeó tras aquella indirecta.
-Porque él no esta contaminado por ninguno de los intereses que cada familia representa. Él podrá ser espiado por todos, pero no atacado ya que ha sido pedido tanto por parte de mi padre como por parte del líder de las Sombras. ¿Sabes cuál fue el pacto? Si mi hermano era culpable moriría desangrado por las fauces de Arthur, pero si no lo es la guerra terminaría y habría paz a la fuerza.-Susurró llevándose la mano al mentón mientras apoyaba el codo en la ventanilla bajada. Ese joven era todo un misterio, bastante maduro aunque lleno de la insensatez juvenil. Quizás por su edad o por su propia raza le daba un poder casi místico que se posaba en cada palabra. Él era entonces hijo legítimo de las sombras, los otros dos eran secuaces convertidos en leales familiares.
-¿Y qué gano yo?-Intervine.
-Jamás te atacaremos.-Respondió clavando sus ojos en los míos.
-Vaya, será como unos ajos en mi cuello.-Intenté ironizar, en momentos como aquellos me hacía bien.
-No crees en nosotros y sí en el mito de los ajos, lo que hay que oír-Dijo con risotadas el otro pasajero que iba junto a mí.
-Calla, es nuestro invitado y según mi padre merece que sea tratado como un igual.-Susurró el hijo de Edmond, así era el nombre de su padre líder de La Rosa Negra por lo que había logrado procesar.
-Ya hemos llegado chico, empieza tu tour por la noche.-
Ante nosotros se abrían unas verjas impresionantes en una de las mansiones más lujosas de la ciudad. Estaba algo apartada y tenía incluso un pequeño lago artificial junto con árboles frondosos. Varias fuentes, esculturas, hermosos bancos y una majestuosa mansión era la guinda a unos terrenos que parecían salir del mismo Edén. Según ellos allí me esperaban para darme explicaciones, aleccionarme sobre la historia del suceso e intentar que todo se esclareciera con un juez imparcial. Todos los vampiros de cualquier rincón del mundo estaban de un bando o del otro, todos sin excepción, y yo era la clave. Normalmente no me sentía tan perdido, abrumado o quizás destrozado ante un caso. Aún creía que todo era por una broma o simplemente causa de mis fantasías por descansar tan sumamente poco.
3 comentarios:
Me gusta, me gusta laralaralara. Aunque toda esa mezcla de nombres me mareó un poco xD quizá sea por la hora, ya tengo un poco de sueño.
Gracias por avisarme ;)
saludos
¡Mola! Sigue así ^^
Buenooo que interesanteee!!! estoy de acuerdo con la mami, lo de los nombres.. me marea xD (será la hora kizas o no se yo o.o verdad mami??)
A ver a ver que maz ahahaha *0*
(K)bezicozzz
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