Capítulo tercero: Intentando comprender.
Más de una hora estuve esperando en una biblioteca que era ocho veces mi departamento. Allí se albergan libros de todos los géneros y algunos parecían demasiado valiosos. Me acomodé en la mesa que presidía la sala, allí había usas sillas de caoba talladas a mano y con un asiento bastante cómodo. Jugueteé con las vetas de la tabla hasta la saciedad, miré los tomos desde lejos y dejé que mi mirada se evaporara entre las decenas de peldaños de la escalera que daba a la habitación. Estaba en la planta baja y ese edificio tenía como cuatro plantas. Los dos gorilas que me habían metido a trompicones en el automóvil estaban guardando la única puerta de salida. El tercero en discordia había ido en busca de Vladimir y de Matius. Entonces, cuando ya pensaba que nada ni nadie vendría en mi búsqueda, entró aquel extraño hombre en la sala. Sus pasos lentos, como si se deleitara en cada movimiento, no emitían sonido alguno y en segundos lo contemplé sentado frente a frente, junto a mí.
-Buenas y eternas noches caballero. Espero que mis hijos no le hayan incomodado, suelen ser algo descorteses. Me llamo Vladimir amo y señor de esta pequeña villa, como sabrá soy un no-muerto del clan de La Rosa Negra.-Masculló posando sus finos dedos de mármol sobre la mesa.
-Sigo sin creer que esto sea real o que no sea una broma de muy mal gusto.-Comenté notando como en sus ojos se formaba una carcajada. Era como si riera con su mirada.
-No suelo hacer bromas, en mis más de dos mil quinientos años de antigüedad jamás hice una.-Aquella cifra me impactó. Era un hombre de unos treinta años, cabellos oscuros sueltos rozando sus ropas y sin la más mínima arruga.
-Es imposible, no debe tener más de treinta y dos años.-Respondí casi riéndome en su cara.
-Todo es posible en el jardín de las sombras, señor.-Dijo sonriendo levemente.
-Todo no, no creo en monstruos.-Comenté apoyando mi codo en el respaldo.
-Esta bien, traigan al ladrón.-Alzó algo más la voz y los guardianes abrieron las puertas, el joven rubio y otro de cabellos rojizos entraron con un muchacho. El chico se revolvía y en sus ojos se mostraba el pavor de lo que iba a suceder.
-¿Qué sucede?-Mascullé.
-Usted quiere hechos, no palabras.-Agarró entonces al joven por sus cabellos y ante mí bebió de su cuello, los alaridos fueron callados con la muerte. Eso según ellos era una demostración.
-¿Esta muerto?-Interrogué inquieto, sentía que mis ojos salían de sus órbitas.
-Sí, tranquilo era un ladrón de bancos algo joven.-Susurró apartándolo de él. Sus labios estaban ligeramente manchados de sangre y su piel parecía tener mejor color.
-Aún no doy crédito a lo que vieron mis ojos.-Logré decir tras un balbuceo leve.
-Este joven tan aguerrido de cabellos dorados es Dimitri, el acompañante es mi primogénito Matius.-Comentó regresando a la mesa y ambos jóvenes se sentaron cada cual a un lado. Dimitri parecía hijo de las tierras más frías, donde la nieve lo cubre todo y florecen cuentos de sirenas, mientras su hermano parecía sacado de un cuento de hadas. Sus ojos ámbar se fijaron en mí como si fuera el único lazo de vida que le quedara.
-Padre, no creo que un humano solucione nada. Entregadme, necesito que lo hagas antes de que todo mancille más nuestro prestigio.- Susurró con la voz quebrada.-Él puede salir dañado, no me gustaría que lo hicieran pues su alma es pura.-Masculló.
-Matius no seas irreverente.-Giró su mirada llena de cólera a su hijo y este agachó la mirada.-Perdónelo es idéntico a su madre, mientras que Dimitri es como mi padre.-Añadió.
-Bien, diga lo que diga creo que su hijo tiene razón.-Repuse.
-No sacrificaré a mi hijo, a ninguno de los dos. Cuesta demasiado esfuerzo tener hijos en las tinieblas, es un hecho que transcurre en luz de luna llena y bajo un ritual demasiado costoso. Además, mi mujer ya murió hace tiempo y no pienso desposarme con ninguna otra.-Respondió intentando ocultar la amargura que mostraban sus palabras.
-Acepto el caso, con la condición de que me dejen tomar declaración a todos los vampiros que desee, sea del clan que sea.-Dije humedeciendo mis labios.
-Sí, todos estamos de acuerdo en ello.-Comentó Vladimir.
-Tomaré la primera declaración a Dimitri, lo haré esta misma noche si no le importa.-Tenía decidido hacerlo uno por uno a todos los implicados, no sabía cuantos eran y poco me importaba.
-No.-Fue una respuesta escueta y ambos, Matius y su padre, se alzaron de los asientos y caminaron hacia la puerta.
-Déjennos a solas por completo.-Aquellas palabras iban dirigidas hacia los guardianes que me escrutaban desde la puerta.
-Soy todo suyo.-Comentó con una sonrisa carismática en los labios.
-Dígame que relación tenía con el fallecido.-Pregunté intentando tantear el terreno.
-Éramos prácticamente desconocidos, aunque mi hermano y él tenían una buena relación. Eran como hermanos, quizás por su parecido.-Me inquietaba esa extraña manía de mirarme a los ojos, no era solamente él sino todos.
-¿Parecido?-Interrogué.
-Sí, Matius es alguien propenso a ser callado y atormentado por el peso que recaerá si un día Padre desaparece.-Respondió con una sonrisa meditabunda.
-Entiendo, ¿qué hacía la noche del asesinato?-Fui directo al grano.
-Yo leía en la biblioteca, Matius y León habían estado jugando a las damas mientras yo me quejaba de que no era agradable escucharles murmurar. Decidieron irse de la estancia hacia la habitación que tenía León como huésped de nuestro hogar. Había una reunión de los tres clanes.-Comentó atusándose sus cabellos que caían grácilmente sobre su frente.
-¿Cree usted capaz de matar al llorica de su hermano?-Dije rememorando unas frases en el vehículo.
-¿Llorica?-Dijo pasmado ante mi comentario.
-Así lo denominó usted.-Respondí.
-Siempre anda triste, desolado, antes cuando León vivía no se sentía tan profundamente abatido. Creo que le destrozará que digan que asesinó a su mejor amigo.-Masculló.
-Duda que lo haya matado entonces o tiene claro de que es imposible que lo hiciera.-Comenté.
-Matius no es capaz de hacer una cosa como aquella, se precisa mucha sangre fría.-Dijo mordiéndose el labio.
-¿Eran más que amigos?-Pregunté.
-Sí, eran amantes y mi padre no lo hubiera visto bien.-Respondió.
-¿Alguien más que usted lo sabía?-Interrogué ansioso. Quería saber hasta que punto lo sabían, si el padre había podido hacer algo en contra de la unión o el padre del otro joven. Todo estaba en el aire y esa relación parecida a los Montescos y Capuletos me llenó de dudas. Por salvaguardar el linaje, el clan y todas las demás parafernalias podrían haber acometido una locura.
-Yo yo soy el confesor de mi hermano, nadie más sabe lo que piensa o siente.-Parecía mentir en algo, pero aún no lo tenía claro.
-Esta bien, por esta noche es suficiente.-Comenté levantándome de la silla.
-¿Esta cansado?-Interrogó con esa risa burlona en el aire.
-Sí.-Afirmé.
-Le llevarán a sus aposentos.-Respondió dando una palmada en el aire. Se abrieron las puertas y entraron aquellos sicarios, me conducieron por un largo pasillo y me dejaron en una habitación. Había una cama con dosel, una alfombra persa y un pequeño escritorio con un espejo. La ventana estaba cerrada y la puerta también, sentí como se giraba la llave.
Más de una hora estuve esperando en una biblioteca que era ocho veces mi departamento. Allí se albergan libros de todos los géneros y algunos parecían demasiado valiosos. Me acomodé en la mesa que presidía la sala, allí había usas sillas de caoba talladas a mano y con un asiento bastante cómodo. Jugueteé con las vetas de la tabla hasta la saciedad, miré los tomos desde lejos y dejé que mi mirada se evaporara entre las decenas de peldaños de la escalera que daba a la habitación. Estaba en la planta baja y ese edificio tenía como cuatro plantas. Los dos gorilas que me habían metido a trompicones en el automóvil estaban guardando la única puerta de salida. El tercero en discordia había ido en busca de Vladimir y de Matius. Entonces, cuando ya pensaba que nada ni nadie vendría en mi búsqueda, entró aquel extraño hombre en la sala. Sus pasos lentos, como si se deleitara en cada movimiento, no emitían sonido alguno y en segundos lo contemplé sentado frente a frente, junto a mí.
-Buenas y eternas noches caballero. Espero que mis hijos no le hayan incomodado, suelen ser algo descorteses. Me llamo Vladimir amo y señor de esta pequeña villa, como sabrá soy un no-muerto del clan de La Rosa Negra.-Masculló posando sus finos dedos de mármol sobre la mesa.
-Sigo sin creer que esto sea real o que no sea una broma de muy mal gusto.-Comenté notando como en sus ojos se formaba una carcajada. Era como si riera con su mirada.
-No suelo hacer bromas, en mis más de dos mil quinientos años de antigüedad jamás hice una.-Aquella cifra me impactó. Era un hombre de unos treinta años, cabellos oscuros sueltos rozando sus ropas y sin la más mínima arruga.
-Es imposible, no debe tener más de treinta y dos años.-Respondí casi riéndome en su cara.
-Todo es posible en el jardín de las sombras, señor.-Dijo sonriendo levemente.
-Todo no, no creo en monstruos.-Comenté apoyando mi codo en el respaldo.
-Esta bien, traigan al ladrón.-Alzó algo más la voz y los guardianes abrieron las puertas, el joven rubio y otro de cabellos rojizos entraron con un muchacho. El chico se revolvía y en sus ojos se mostraba el pavor de lo que iba a suceder.
-¿Qué sucede?-Mascullé.
-Usted quiere hechos, no palabras.-Agarró entonces al joven por sus cabellos y ante mí bebió de su cuello, los alaridos fueron callados con la muerte. Eso según ellos era una demostración.
-¿Esta muerto?-Interrogué inquieto, sentía que mis ojos salían de sus órbitas.
-Sí, tranquilo era un ladrón de bancos algo joven.-Susurró apartándolo de él. Sus labios estaban ligeramente manchados de sangre y su piel parecía tener mejor color.
-Aún no doy crédito a lo que vieron mis ojos.-Logré decir tras un balbuceo leve.
-Este joven tan aguerrido de cabellos dorados es Dimitri, el acompañante es mi primogénito Matius.-Comentó regresando a la mesa y ambos jóvenes se sentaron cada cual a un lado. Dimitri parecía hijo de las tierras más frías, donde la nieve lo cubre todo y florecen cuentos de sirenas, mientras su hermano parecía sacado de un cuento de hadas. Sus ojos ámbar se fijaron en mí como si fuera el único lazo de vida que le quedara.
-Padre, no creo que un humano solucione nada. Entregadme, necesito que lo hagas antes de que todo mancille más nuestro prestigio.- Susurró con la voz quebrada.-Él puede salir dañado, no me gustaría que lo hicieran pues su alma es pura.-Masculló.
-Matius no seas irreverente.-Giró su mirada llena de cólera a su hijo y este agachó la mirada.-Perdónelo es idéntico a su madre, mientras que Dimitri es como mi padre.-Añadió.
-Bien, diga lo que diga creo que su hijo tiene razón.-Repuse.
-No sacrificaré a mi hijo, a ninguno de los dos. Cuesta demasiado esfuerzo tener hijos en las tinieblas, es un hecho que transcurre en luz de luna llena y bajo un ritual demasiado costoso. Además, mi mujer ya murió hace tiempo y no pienso desposarme con ninguna otra.-Respondió intentando ocultar la amargura que mostraban sus palabras.
-Acepto el caso, con la condición de que me dejen tomar declaración a todos los vampiros que desee, sea del clan que sea.-Dije humedeciendo mis labios.
-Sí, todos estamos de acuerdo en ello.-Comentó Vladimir.
-Tomaré la primera declaración a Dimitri, lo haré esta misma noche si no le importa.-Tenía decidido hacerlo uno por uno a todos los implicados, no sabía cuantos eran y poco me importaba.
-No.-Fue una respuesta escueta y ambos, Matius y su padre, se alzaron de los asientos y caminaron hacia la puerta.
-Déjennos a solas por completo.-Aquellas palabras iban dirigidas hacia los guardianes que me escrutaban desde la puerta.
-Soy todo suyo.-Comentó con una sonrisa carismática en los labios.
-Dígame que relación tenía con el fallecido.-Pregunté intentando tantear el terreno.
-Éramos prácticamente desconocidos, aunque mi hermano y él tenían una buena relación. Eran como hermanos, quizás por su parecido.-Me inquietaba esa extraña manía de mirarme a los ojos, no era solamente él sino todos.
-¿Parecido?-Interrogué.
-Sí, Matius es alguien propenso a ser callado y atormentado por el peso que recaerá si un día Padre desaparece.-Respondió con una sonrisa meditabunda.
-Entiendo, ¿qué hacía la noche del asesinato?-Fui directo al grano.
-Yo leía en la biblioteca, Matius y León habían estado jugando a las damas mientras yo me quejaba de que no era agradable escucharles murmurar. Decidieron irse de la estancia hacia la habitación que tenía León como huésped de nuestro hogar. Había una reunión de los tres clanes.-Comentó atusándose sus cabellos que caían grácilmente sobre su frente.
-¿Cree usted capaz de matar al llorica de su hermano?-Dije rememorando unas frases en el vehículo.
-¿Llorica?-Dijo pasmado ante mi comentario.
-Así lo denominó usted.-Respondí.
-Siempre anda triste, desolado, antes cuando León vivía no se sentía tan profundamente abatido. Creo que le destrozará que digan que asesinó a su mejor amigo.-Masculló.
-Duda que lo haya matado entonces o tiene claro de que es imposible que lo hiciera.-Comenté.
-Matius no es capaz de hacer una cosa como aquella, se precisa mucha sangre fría.-Dijo mordiéndose el labio.
-¿Eran más que amigos?-Pregunté.
-Sí, eran amantes y mi padre no lo hubiera visto bien.-Respondió.
-¿Alguien más que usted lo sabía?-Interrogué ansioso. Quería saber hasta que punto lo sabían, si el padre había podido hacer algo en contra de la unión o el padre del otro joven. Todo estaba en el aire y esa relación parecida a los Montescos y Capuletos me llenó de dudas. Por salvaguardar el linaje, el clan y todas las demás parafernalias podrían haber acometido una locura.
-Yo yo soy el confesor de mi hermano, nadie más sabe lo que piensa o siente.-Parecía mentir en algo, pero aún no lo tenía claro.
-Esta bien, por esta noche es suficiente.-Comenté levantándome de la silla.
-¿Esta cansado?-Interrogó con esa risa burlona en el aire.
-Sí.-Afirmé.
-Le llevarán a sus aposentos.-Respondió dando una palmada en el aire. Se abrieron las puertas y entraron aquellos sicarios, me conducieron por un largo pasillo y me dejaron en una habitación. Había una cama con dosel, una alfombra persa y un pequeño escritorio con un espejo. La ventana estaba cerrada y la puerta también, sentí como se giraba la llave.
2 comentarios:
Joer k interesantee!! me toy poniendo nerviozooo xD
Yo kero ser como esos *¬* un vampiritooo a jugar con los humanosss y darles una muerte dulce juju >0<
Saluts :D
*____* Me gusta cada vez más
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