Capítulo catorceavo: La desgracia.
Mi madre entró en el cuarto a eso de la siete de la mañana, parecía preocupada porque no me levantaba y yo dije que era porque me encontraba mal. Parece que se tragaron mi mal estar y me quedé recostado sobre el colchón aún vestido de la noche anterior. Me desnudé al rato y tomé una ducha bien caliente, volví a la cama y esta vez me fundí en las sábanas. Mi hermana entró a despedirse deseándome un feliz cumpleaños, aunque jamás lo he celebrado y nunca he tenido regalos. Había decidido pasar el día durmiendo sin embargo a eso de las diez de la mañana sonó el timbre, me levanté adormilado y tomé la bata. Al abrir era él, Héctor, empapado por la lluvia con la mirada perdida.
-Te dije que no quería volver a verte.-Le reproché intentando cerrar.
-Yo creí que no me querías.-Respondió empujando y colándose en mi hogar.
-No me encuentro bien para hablar.-Dije cruzándome de brazos.
-He salido de clases al ver que no venías, me he empapado viniendo hacia aquí, y no quiero irme sin decirte lo que tengo que contarte.-Comentó tomándome de la cintura.
-Apártate de mí, no quiero saber nada. Además en cuanto me de la vuelta te liarás con una tia.- Respondí quitando sus manos de mí.
-No estas en condiciones de decir nada al respecto, no he sido yo quien se ha liado con Iván. Además hoy tampoco fue a clases y pensé que estaría aquí. Me puse enfermo y colérico, así que por eso me he colado en tu casa.-También tenía sus reproches y parte de razón, solo parte, porque yo había abierto mi corazón y no había ido allí por un mero desahogo.
-¿En serio piensas eso de mí?-Mi voz se quebró y tartamudeé.
-No es eso, sino que tenía miedo a perderte de nuevo.-Me abrazó empapado y pude notar sus cabellos en mi rostro, sus labios sobre mi piel y sus manos desatando mi bata.
-Vamos a mi cuarto.-Susurré notando sus ropas empapadas sobre mi cuerpo.
Y fuimos a mi habitación, allí me sentí único de nuevo mientras mordisqueaba mis pezones. Se deshizo de su sudadera, camiseta y pantalones vaqueros para quedarse desnudo sobre mí. Me excitaba de sobremanera su mirada y su firmeza en cada caricia. Pedí que buscara en los cajones de mi mesilla y allí encontró tanto el preservativo como una pomada. Entró en mí como un guerrero en la batalla, frenético y escurridizo, sentí que el mundo se evaporaba quedando solo él y yo. Sus jadeos se intensificaron, con mis gemidos, hasta caer rendidos dejando que nuestras esencias se vertieran manchando nuestros cuerpos. Besé sus labios con intensidad y mordí una de sus orejas. Me sentía satisfecho al fin, pletórico. Luego nos duchamos y le presté una camiseta para dormir a mi lado. Fue una buena mañana de tormenta, el frío azotaba fuera y dentro me encontraba cálido junto a él.
Más tarde decidimos levantarnos y recoger su ropa metiéndola en la secadora, yo encendí mi móvil mientras para ver si alguien había llamado. Había un mensaje de Iván a eso de las cuatro de la mañana, decía algo de no poder vivir sin mí y que había sido un cerdo durante demasiado tiempo. Yo había decidido dejar de ser algo para él, algo más allá de una amistad, sin embargo no rehusaba a ser aliados. Entonces encendí la televisión en la cadena local y dieron una noticia de un suicidio, un joven de diecisiete años se había arrojado desde el bloque de edificios donde vivía. Era Iván el de la fotografía, volvía a cernirse una desgracia el día de mi cumpleaños y de nuevo me sentí más culpable que nunca. Comencé a llorar y Héctor vino a mi encuentro, tenía un ataque de nervios y acabé en el suelo por un desmayo.
Por lo que sé me llevaron a urgencias porque tuve una subida de tensión, vino incluso una ambulancia. Me pasé un día entero inconsciente y mis padres conocieron todo lo que había pasado estos días; porque sin duda Héctor se vio obligado a explicarlo por la nota de suicidio. Hoy he ido a hablar con Paula y hemos conversado más de cinco horas intentando reestablecerme, creo que lo ha conseguido y según ella esto ya no es necesario. El libro quedará en una estantería por si vuelvo a encerrarme en mi mismo. Todo ha sido más sencillo porque él esta ahí, como siempre, sin embargo no deja de ser duro. Con estas últimas líneas me despido de mi pequeño diario, anotaciones o simplemente cuaderno de vida. Lo más probable es que le de a leer estas anotaciones a mi pareja, aunque ahora no porque esta demasiado fresco todo.
Hasta siempre Alexis.
Mi madre entró en el cuarto a eso de la siete de la mañana, parecía preocupada porque no me levantaba y yo dije que era porque me encontraba mal. Parece que se tragaron mi mal estar y me quedé recostado sobre el colchón aún vestido de la noche anterior. Me desnudé al rato y tomé una ducha bien caliente, volví a la cama y esta vez me fundí en las sábanas. Mi hermana entró a despedirse deseándome un feliz cumpleaños, aunque jamás lo he celebrado y nunca he tenido regalos. Había decidido pasar el día durmiendo sin embargo a eso de las diez de la mañana sonó el timbre, me levanté adormilado y tomé la bata. Al abrir era él, Héctor, empapado por la lluvia con la mirada perdida.
-Te dije que no quería volver a verte.-Le reproché intentando cerrar.
-Yo creí que no me querías.-Respondió empujando y colándose en mi hogar.
-No me encuentro bien para hablar.-Dije cruzándome de brazos.
-He salido de clases al ver que no venías, me he empapado viniendo hacia aquí, y no quiero irme sin decirte lo que tengo que contarte.-Comentó tomándome de la cintura.
-Apártate de mí, no quiero saber nada. Además en cuanto me de la vuelta te liarás con una tia.- Respondí quitando sus manos de mí.
-No estas en condiciones de decir nada al respecto, no he sido yo quien se ha liado con Iván. Además hoy tampoco fue a clases y pensé que estaría aquí. Me puse enfermo y colérico, así que por eso me he colado en tu casa.-También tenía sus reproches y parte de razón, solo parte, porque yo había abierto mi corazón y no había ido allí por un mero desahogo.
-¿En serio piensas eso de mí?-Mi voz se quebró y tartamudeé.
-No es eso, sino que tenía miedo a perderte de nuevo.-Me abrazó empapado y pude notar sus cabellos en mi rostro, sus labios sobre mi piel y sus manos desatando mi bata.
-Vamos a mi cuarto.-Susurré notando sus ropas empapadas sobre mi cuerpo.
Y fuimos a mi habitación, allí me sentí único de nuevo mientras mordisqueaba mis pezones. Se deshizo de su sudadera, camiseta y pantalones vaqueros para quedarse desnudo sobre mí. Me excitaba de sobremanera su mirada y su firmeza en cada caricia. Pedí que buscara en los cajones de mi mesilla y allí encontró tanto el preservativo como una pomada. Entró en mí como un guerrero en la batalla, frenético y escurridizo, sentí que el mundo se evaporaba quedando solo él y yo. Sus jadeos se intensificaron, con mis gemidos, hasta caer rendidos dejando que nuestras esencias se vertieran manchando nuestros cuerpos. Besé sus labios con intensidad y mordí una de sus orejas. Me sentía satisfecho al fin, pletórico. Luego nos duchamos y le presté una camiseta para dormir a mi lado. Fue una buena mañana de tormenta, el frío azotaba fuera y dentro me encontraba cálido junto a él.
Más tarde decidimos levantarnos y recoger su ropa metiéndola en la secadora, yo encendí mi móvil mientras para ver si alguien había llamado. Había un mensaje de Iván a eso de las cuatro de la mañana, decía algo de no poder vivir sin mí y que había sido un cerdo durante demasiado tiempo. Yo había decidido dejar de ser algo para él, algo más allá de una amistad, sin embargo no rehusaba a ser aliados. Entonces encendí la televisión en la cadena local y dieron una noticia de un suicidio, un joven de diecisiete años se había arrojado desde el bloque de edificios donde vivía. Era Iván el de la fotografía, volvía a cernirse una desgracia el día de mi cumpleaños y de nuevo me sentí más culpable que nunca. Comencé a llorar y Héctor vino a mi encuentro, tenía un ataque de nervios y acabé en el suelo por un desmayo.
Por lo que sé me llevaron a urgencias porque tuve una subida de tensión, vino incluso una ambulancia. Me pasé un día entero inconsciente y mis padres conocieron todo lo que había pasado estos días; porque sin duda Héctor se vio obligado a explicarlo por la nota de suicidio. Hoy he ido a hablar con Paula y hemos conversado más de cinco horas intentando reestablecerme, creo que lo ha conseguido y según ella esto ya no es necesario. El libro quedará en una estantería por si vuelvo a encerrarme en mi mismo. Todo ha sido más sencillo porque él esta ahí, como siempre, sin embargo no deja de ser duro. Con estas últimas líneas me despido de mi pequeño diario, anotaciones o simplemente cuaderno de vida. Lo más probable es que le de a leer estas anotaciones a mi pareja, aunque ahora no porque esta demasiado fresco todo.
Hasta siempre Alexis.
Fin
1 comentario:
Laralaralaraaaaaa xD
Me ha encantado esta novelaaa, jooo voy a echar de menos a Alexis...mira que cargarte al Iván...eso pa ti es final 100% feliz? ya te vale xD
Lailolaaaaa, extrañamente estoy feliz hoy, pero sigo salidoooooo...ya te pillaré mi caballito novelista ujujuju xD
(soy patético xD)
Te amooo
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