Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 9 de agosto de 2007

Cuando los ángeles pierden el vuelo.

la peli de death note


Cuando los ángeles pierden el vuelo.


























Capítulo primero














Desaparecido
















“Interrumpimos el informativo local para dar una información de última hora”

Ese fue el inicio de todo un calvario. La presentadora de cabellos rubios, mirada felina y voz serena daba una puñalada en el corazón de todo un barrio. Sus dedos sostenían una nota informativa, su mirada al frente deslizándola levemente hasta las letras, daba un aspecto serio y profesional a un informativo bastante pobre.

“Se ha producido la desaparición de un joven de dieciséis años, que responde al nombre de Samuel Ejido Gómez, en las inmediaciones de la calle Castilla esquina de la Gran Vía Méritos. Llevaba chaquetón negro de tres piezas, vaqueros desgastados y camisa oscura junto con una bufanda del mismo color. Es un muchacho de un metro sesenta y cinco centímetros aproximadamente y cabellos castaños. Su familia esta preocupada porque no suele tener estos comportamientos, es un chico que no suele dar problemas en casa. Si alguien sabe algo o puede aportar pistas por favor contacten con la policía.”

Yo me encontraba sentado en la barra de un tugurio tomando una cerveza bien fría, acababa de salir del trabajo y sentía que mi cuerpo pesaba el doble. El camarero de detrás de la barra se distraía rellenando una sopa de letras, yo era su único cliente. El barrio no era muy acogedor sin embargo estaba cerca de la comisaría, mi mundo. Según mi mujer pasaba demasiado tiempo encerrado allí junto con mis compañeros o patrullando la ciudad tomando cafés constantemente. El cigarrillo se consumía en el cenicero, no sabía cuantas veces le había jurado a mi hija que lo dejaría, y aquella noticia en la pantalla no era nueva. Hacía un día que teníamos constancias de la desaparición, por ahora voluntaria, de ese imberbe quinceañero. Pagué mi consumición y me largué en busca de una caminata de media hora. Estaba harto de conducir toda la jornada, solo quería estirar las piernas. Al llegar a casa la comida para calentar, mi mujer durmiendo y mi hija sentada ante el ordenador.

-Un día tu cara será idéntica a la pantalla.-Comenté apoyándome en el marco de la puerta.

-No digas tonterías.-Me reprochó.

-Apaga o lo apago.-Dije con mirada severa desabotonándome el primer botón de mi camisa.

-Ya voy.-Suspiró sin remedio desconectando el aparato.

Fui a la ducha dejando la ropa en el cesto y sintiendo un alivio enorme al notar el agua deslizándose por mi cuerpo. Un hombre cuarenta años bien cumplidos machacado por el gimnasio y su trabajo junto con la desidia de una familia que poco le importaba; ese era yo. Cuando salí me miré al espejo mientras pasaba la toalla por los brazos, me di cuenta de cómo pasan los años y que el tiempo se lleva lo mejor de cada uno. Mi cuerpo seguía casi intacto por culpa de mi disciplina, pero ya asomaba entradas y las arrugas en mi rostro. Me pregunté dónde se habría metido aquel mequetrefe y si estaría bien, después me puse una camiseta y un boxer para caer rendido en el colchón.

Antes no era así, ella me esperaba y comíamos juntos, sin embargo el amor se convierte en monotonía y acaba desapareciendo. Por las mañanas poco nos comunicamos, creo que seguimos juntos por su manía de salvaguardar las apariencias. Cuando desperté me fui a la cocina, tomé un vaso de leche fría y seguí buscando una explicación para que un chico se marchara así de casa. Había mil posibilidades y una era un mal ambiente familiar, cosa que había sido desechada, otra era problemas en la escuela, parecía no tener ninguno, y el resto era una laguna. Tomé una magdalena, luego me anudé bien la corbata y me puse la gorra. Mi hija aún no se había levantado para el instituto y mi Samanta, mi mujer, hacía la cama.

En la comisaría no estaban satisfecho que se filtrara su búsqueda en los medios pues quedábamos como inútiles, cosa que no éramos. Me senté en mi mesa y ordené el papeleo, las denuncias del día anterior y trámites necesarios para multitud de funciones. Estaba agotado, prefería montarme en el coche y espiar tras los cristales la ciudad. A media mañana nos pidieron que intensificáramos los esfuerzos porque ya era retransmitido todo a nivel nacional. El chico no era un muchacho normal, era de una familia influyente y podría haber rescate o posibles colisiones. Barajábamos múltiples hipótesis y la un posible enemigo de la familia cobró fuerza, un rescate o un trabajador descontento de la fabrica paterna.

Por la información que disponíamos los padres tenían una posición holgada y se podían permitir lujos, aunque desde hacía un tiempo aminoraron gastos por cuestiones de bajada de beneficios empresariales. La fábrica de caramelos no estaba dando sus frutos con sus nuevos productos, demasiada gama en el mercado y una mayor preocupación por la línea. Para emprender nuevos productos bajos en azúcar y calorías tuvieron que hacer una inversión terrible. Su padre como mayor único propietario intentó plantar en bolsa acciones de su compañía, no fue fructífero y tuvo que hacerse cargo a pérdidas. Dado a esto recortó presupuestos y tuvo que echar a la calle a unos veinte empleados. Habían salido de un bache tremendo y estaban levantando la cabeza. Sus caramelos sin calorías y ricos en vitaminas estaban arrasando el mercado así que estaba dispuesto a volver a contratar a sus antiguos trabajadores. Su madre era socia de una compañía de seguros y no iba nada mal el negocio. Su hermano mayor, contable novato, trabajaba en la empresa familiar tras el término de sus estudios. Lo que se entreveía una familia normal, con aspiraciones de futuro y sin ningún enemigo serio salvo la competencia de sus negocios. Sin embargo pensamos en que podría haber un cauce de investigación dentro de sus casi doscientos cincuenta trabajadores, tanto los que trabajaban en el transporte y distribución como los que manipulaban el producto.

El segundo cauce o posibilidad era problemas en casa, alguna discusión que no habían comentado o ciertas tiranteces. Quizás la relación de hermanos no era tan sólida o cualquier otro motivo que no parecía relevante. Así que decidimos incautar su ordenador, con ello toda su vida en red y poder entrar en sus cuentas de correo ya que llevaba la clave anotada en su agenda. Esas pruebas aún no habían sido analizadas y no teníamos constancia de si eran fiables o no.

El tercer punto era mucho más abierto, problemas fuera de casa. Los chicos de su edad tenían líos en el instituto porque no saben respetarse. Antes se tenía mayor respeto a los profesores y no había tanto clasismo. Es cierto que siempre ha habido problemas entre compañeros por ser el obeso, el de las gafas o simplemente el listillo de turno sin embargo no ha estos límites. No sabíamos si tenía alguna dificultad por su sexualidad, gustos personales o de cualquier campo. Según lo que sabíamos de él era un chico serio aunque con algún que otro amigo íntimo. Tendríamos que mirar el ordenador para este caso, como en el punto número dos, e interrogar a su entorno.

Hicimos un mapa de la ciudad con los recorridos normales, los lugares más frecuentados y los marcamos con distintos colores e insignias. Sin duda pusimos banderas en edificios donde vivían amigos, conocidos y compañeros de clases. Además pateamos la ciudad haciendo preguntas discretas sobre el tema, pero nadie vio nada ni nadie sabe nada. Este lugar cosmopolita, donde millones de personas caminan por las calles y vías, se hace un panal inmenso de abejas haciendo que el ruido sea ensordecedor. Era imposible hacer un campo de trabajo reducido, el chico podría estar en cualquier escondrijo o haber salido desde el primer momento incluso de la provincia. El país entero tuvo noticias en cada comisaría, sabían bien del chico y su foto colgaba del corcho de desaparecidos.

Se puede decir que estábamos en el punto cero y en todas las cadenas había información sobre el caso. Me repateaba que una estúpida comentarista sin título periodístico pusiera en duda nuestra profesionalidad, mi profesionalidad. Era tan sólo medio día y quería largarme a descansar, sin embargo se decretó jornada intensiva porque las primeras horas eran indispensables. Todo tenía repercusión porque el muchacho podía haber sido secuestrado y sus padres eran influyentes. Llamé a Samanta para confirmarle que me quedaría lidiando con el teléfono y después con el coche patrulla, que no hiciera mi comida y su contestación fue tan fría como su comportamiento alejado de lo que una vez fue. Me sentía cansado, como si una repentina fatiga me azotara, así que pedí ir a una pequeña zona de descanso que tenemos en la comisaría. Es un lugar donde guardamos la ropa de calle y solemos usarla para parar unos minutos tomando un café o meditando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uhmmm ke interesante jojojo

A ver a ver como sigue :D

saludosss ;D

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt