Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 17 de agosto de 2007

Línea entre el Honor y el Amor


Divinatory symbols by Deland de Deviantart




Capítulo segundo:







Hermosa Princesa Rota

































“¿Soy hermoso?” Eran las únicas palabras que solía preguntarme cuando acariciaba su rostro, me maravillaba tanta perfección en plenas tinieblas. Sus ojos tan grandes, tan impactantes y ciegos junto con aquellos carnosos labios me desquiciaba. Salí de la tienda después de un par de horas en su compañía, en silencio tan sólo contemplándolo como a una diosa. Me puse el kimono y busqué a Yuto por las tiendas, era quien me había traído a mi Naoko. Quería comentarle que no comentara nada sobre que era varón, quería quedármelo y no levantar rumores entre los demás hombres.

-Yuto.-Le interrumpía una oración quizás por algún amigo fallecido en el campo.

-¿Sí?-Dijo aún de rodillas y con las manos sobre sus piernas.

-No comentes que estoy con un hombre.-Susurré sentándome a su lado.

-Le soy fiel, sabe que lo soy y no diría nada sobre sus relaciones.-Giró su rostro hacia mí y clavó su mirada.

-Lo sé, tan sólo quiero que le compres ropas de mujer y algunos aceites para el baño además de algo de maquillaje.-Respondí. Él era quien conseguía la comida, las mujeres y los enseres necesarios para la supervivencia en el campamento.

-¿Para qué quiere eso? Hoy mismo se va, le llevaré a su casa de citas.-Comentó intrigado por mi pedido.

-No, quiero quedármelo.-Estaba firme en mi decisión, quería tener entre mis manos a aquella maravilla y poder destrozarla a la vez que cuidarla.

-¿Cómo?-Interrogó inquieto.

-Toma esta bolsa contiene suficiente para los enseres que te he pedido, para el esfuerzo de buscarlos y para comprar a Naoko.-Había una fortuna en joyas y monedas en aquel pequeño saco.

-¿Naoko?-Preguntó.

-Ahora se llamará así.-Respondí.

-Pretende dejarle aquí como una ramera.-Fue una pregunta retórica, sabía bien que la respuesta era sí.

-No, como mi prometida. Disfrutará de tienda propia y yo mismo le pondré custodio.-Comenté.

-Estas loco.-Realmente lo estaba, por él y por la forma tan sensual que se movía cuando me introducía entre sus nalgas.

-Esta ciego, no puedo dejarlo.-Intenté ocultar la verdad.

-¿Tan bien la chupa?-Nunca oí palabras más zafias.

-No seas descarado e insolente.-Respondí algo molesto.

-Haré lo que pidas.-Dijo reprimiéndose.

-Además, ni siquiera lo he tocado.-Mascullé mintiéndome a mi mismo antes que a Yuko.

-¿Lo haces por caridad?-Interrogó.

-Se puede decir que sí.-Por caridad hacia mi mismo.

-De acuerdo, dame un día y te traeré todo lo que pides.-Comentó apretando mi mano y tomando la bolsa.

Regresé a la tienda y allí estaba desnudo. Parecía que lo habían posado para que yo lo contemplara. Sus cabellos cubrían parte de su torso y acariciaban las sábanas. Estaba despierto en su propia noche mientras su pecho subía y bajaba por su respiración calmada.

-Naoko, mi bella Naoko, tengo buenas noticias para ambos.-Dije nada más cerrar la tienda.

-¿Cuáles?-Masculló.

-Ya eres totalmente mía.-Susurré desnudándome y caminado hacia él.

-¿Podrías tratarme como un hombre?-Interrogó mientras me recostaba sobre él.

-Es que eres tan hermosa, no puedo tacharte de varón.-Me excitaba tan sólo al contemplarlo, mi miembro palpitaba y mi corazón se aceleraba.

-No, no quiero.-Dijo cuando notó mi entrepierna endurecida.

-Se buena niña, una dulce niña.-Respondí mordiendo su cuello mientras apartaba los cabellos de su rostro.

-No quiero.-Susurró sollozando.

-No te resistas Naoko.-Besé sus labios y mi lengua se descontroló, alcé una de sus piernas y dejé que mi miembro rozara sus ingles.

-No.-Mis dientes entonces mordieron sus pezones.

-En realidad me deseas.-Susurré frotándome sobre su cuerpo.

Durante minutos estuvo rogando que le dejara, hasta que mi instinto animal se apoderó de mí. Tomé un poco de aceite y lo recosté boca abajo, después entré sin remordimientos. Para que nadie escuchara sus alaridos tapé su boca con el cinturón de mi kimono predilecto. Caminaba en su interior mientras él se tensaba aún más, una y otra vez le supliqué que se relajara. No entendía porqué lo hacía, era su obligación y debía aprender. Después de que mi esencia se vertiera en él por dos veces paré. le volteé y pude ver sus ojos vacíos sin vida cubiertos por un tupido velo de lágrimas. Quité de su boca la mordaza y le incorporé.

-No debes de decir no, ni de tensarte y mucho menos hacer que tu marido sienta que no eres obediente Naoko.-Dije aún jadeante.

-Me duele.-Masculló y entonces noté que había un hilillo de sangre entre sus nalgas.

-Lo siento mi hermosa princesa, te supliqué que te relajaras. Tienes que aprender que lo que hacemos no es vulgar placer, sino comunión de almas. Amo tu piel, es tan suave.-Susurré besando su rostro para deslizarme luego hacia su cuello.

-Soy un varón, no puedo ser tu princesa.-Dijo balbuceando quizás por el dolor.

-Eres pecaminosa, llena de curvas y lo único que detesto es que no seas capaz de obedecer.-Tras esto lo golpeé. Crucé su rostro con la mano abierta y vi como temblaba sobre el pequeño colchón de paja.

-Me duele.-Se quedó inconsciente y limpié la sangre de su herida. Luego tras un rato puse un poco de ungüento.

Esperé a que despertara, sin embargo no lo hizo, y pensé que quizás era la falta de alimento. Yo estoy acostumbrado a pasar días a la intemperie, sin comida ni bebida; él no lo estaba y yo le había extenuado con mis golpes y embestidas. Escuché mi nombre tras la tela gruesa de mi tienda, salí hacia fuera y encontré a Yuko.

-Aquí tienes todo, que lo disfrute la jovencita.-Dijo en tono sarcástico.

-Gracias.-Mascullé

-Es mi trabajo y me recompensas bien.-Respondió dándome la espalda, yo volví a la tienda.

Aunque antes pedí que calentaran algo de agua en barreños para la tina. Espolvoreé pétalos de rosas y un poco de jabón para luego verter el agua. El baño sería para él, lo necesitaba. Lo tomé entre mis brazos y lo sumergí aún inconsciente. Toqué su cuerpo con mis dedos haciéndole un masaje, luego enjaboné cada parte y besé dulcemente sus labios. Era mío, más bien en esos momentos mía, y no debía de sublevarse. Cuando creí que estaba suficientemente limpio puse una toalla sobre la cama y allí lo recosté. Sequé su piel y lamí su torso, luego vertí gotas de perfume y cepillé sus cabellos aún húmedos. Vestí su hermosa silueta con un kimono rojo como la sangre de mis enemigos y di algunos toques con el maquillaje a sus pómulos.

No sé cuanto tiempo estuve contemplando su belleza, la perfección de su cuerpo y rostro. Me quedé engatusado por sus labios tan inexpresivos cuando descansa. Lo tomé entre mis brazos para dejarlo en un lado sentado en una silla, tenía que cambiar las sábanas y luego dejarlo en ellas. Cuando despertó yo estaba en la bañera, intentando despejar mi mente. No se movió, quedó quieto fijo mirando al techo para luego incorporarse palpando la cama. Sin duda me di cuenta de todo lo que debía aprender, saber como cuidarle y no destrozarle como hice. Él era mi Naoko, él era y sería mi mujer.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt