Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 8 de septiembre de 2007

Amor de Nuestro Señor.





Capítulo primero.



V. Lo prohibido.















Durante la noche previa al tercer día soñé que estaba en los brazos de Andrés. Sus manos se posaban sobre mi torso acariciándome con las yemas de sus dedos, sus húmedos labios me dejaban sin aliento y su entrepierna rozaba la mía. Las únicas palabras que nos regalamos fueron de amor, como si nada hubiera ocurrido. Yo me sentía extraño ante la situación, pero no dije nada para continuar disfrutándola. Cuando se sumergió en mi interior fue delicado y rápido a la vez. La felicidad vagaba por todos los poros de mi cuerpo y él me juraba que jamás me haría daño. En el momento justo en el cual nos derramábamos de placer me desperté, había manchado las sábanas y mi alma estaba más destrozada que antes. Maldije a Morfeo, a los sueños y a todo. No era real sin embargo no me hubiera importado.

Él se había portado mal conmigo, me había despreciado, aunque durante nuestro noviazgo siempre fue atento y el hombre que cualquiera quisiera a su lado. Jamás me hizo llorar, fui eternamente feliz y creí vivir un cuento de hadas. Si bien el cuento cambió a pesadilla cuando una maldita bruja apareció sin escoba, pero sí con un anillo de bodas. Creo que no tuvimos ninguna discusión únicamente la de nuestro último día como amantes. Solía decir que era demasiado bueno para mí, me lo decía a mi mismo una y otra vez. En la cama era un mago del placer, sabía todo lo que me gustaba y como hacer que me rindiera a él, y en el día a día sabía calmarme sin tener que molestarse por nada. Es de las pocas personas que aceptaron mis manías, todas ellas, sin poner pegas. Lo único que no me agradaba era que ocultara su sexualidad relegándonos al eterno armario. Me encantaba su forma de mirarme, de acariciarme el pelo y pedir que le dejara cepillármelo. Todos estos recuerdos me hacían llorar como un condenado a muerte ante la sentencia final. Miré al techo fijamente, me sequé las lágrimas y me volví a quedar dormido.

El despertador sonó y me levanté como un muerto de su tumba, me encaminé a la ducha quitándome la ropa como si me quemara. Intenté relajarme, porque hoy iba a ser la primera toma de contacto con algunos alumnos. Me puse la ropa obligatoria de la penitenciaría y fui al desayuno. Allí no estábamos solo Saulo y yo, sino unos veinte chicos tomando aquella especie de cereales pastosos.

-Buenos días.-Murmuré.

-Buenos días.-Respondió Saulo.

-Veo que los presos no tienen modales.-Comenté sentándome en la banca libre que había a su derecha.

-Déjalos, pobres. Si te das cuenta son todos los de la lista rosa o negra según se mire.-Dijo clavando su mirada en el café recién servido.

-Reconozco algunas caras, el del fondo es alumno mío. Tiene notas brillantes y es su primer año aquí, también será el último.-Dije moviendo impulsivamente el tazón de café.

-Yo he visto a varios de los míos, están aterrados. Además me han dicho que quieren meter también niños de la educación secundaria obligatoria, ampliar el colegio y demás.-Musitó.

-Bienvenidos al infierno.-Comenté sorbiendo un trago largo de café.

-Es peor que el infierno.-Susurró.

-Lo sé.-Dijo levantándose de la mesa.-No puedo estar aquí, me agobio.-Comentó.

-Voy contigo.-Respondí largándome detrás suya.

-Me recuerdan a mí.-Murmuró por los pasillos vacíos, entró en el servicio y yo le seguí. Cerré la puerta y miré que no había nadie más.-Son como yo, me veo en sus ojos.-Dijo temblando.-¿Cómo les pueden hacer esto?-Susurró.-Les golpean si es necesario para que se odien a si mismos.-Dijo sin aliento, como si algo le destrozara por dentro.-Aún recuerdo los electroshock que usaron cuando yo tenía su edad.-Lo entendí, en ese instante lo vi claro. Él era un antiguo alumno.

-Has estudiado aquí, ¿no es eso?-Murmuré.

-Sí.-Balbuceó.

-Soy homosexual, aún lo soy, pero soy incapaz de que alguien me ame. Con Jasón todo se desarrolló rápido, pude dejar mis miedos y lanzarme a quererlo. Sin embargo él no es como yo.-Dijo en tono quedo.

-Tranquilo.-Murmuré abrazándolo, dejé que se desahogara apoyando mi espalda contra la puerta de salida.

-No sé ni que es el sexo, no sé ni que son las caricias o desearlas. Perdí el instinto pero lo recuperé y ahora me odia. Me ha dicho que no quiere nada conmigo, me trata como un leproso. Que confundió sentimientos, que solo soy su hermano y que tan sólo me verá como tal.-Temblaba en mis brazos y no sabía que hacer. Entonces mis ojos buscaron a los suyos y mis labios se fundieron por completo con los suyos. Mis manos se bajaron a su entrepierna y él tan sólo se aferraba a mí con deseo. Lo aparté de mí mientras me bajaba la cremallera, le puse de rodillas frente a mí y la saqué. Él miró mi miembro, lo deseaba con su mirada perdida y lo atrapó en su boca. Mis dedos se fundieron con la selva de sus cabellos. El placer era inmenso, no pensaba en nada, y aunque a veces se notaba que era novato no me dañó con sus dientes. Sus ojos se clavaban en los míos y yo me contenía para no hacer ruido. Me vertí en su boca y él tomó mi esencia como don divino. Rápidamente la guardé tras limpiarla con un poco de papel higiénico que había sobre una de las tazas.

-Lo siento, no he debido hacerlo. La verdad es que no sé en que pensaba.-Había vuelto a la normalidad y vi que aquello no era bueno para ninguno de los dos.

-No lo sientas, me ha encantado.-Susurró abrazándome, noté el bulto de sus pantalones y el veneno de la lujuria volvió a mí. Me arrodillé ante él y bajé sus pantalones, besé su entrepierna y noté que temblaba.

-No hagas ruido, muérdete la lengua si es preciso.-Dicho esto la introduje en mi boca, jugué con ella, hasta que noté que estaba listo para la eyaculación, me aparté y dio diana en la puerta. Limpié todo y acto seguido le besé, apreté sus nalgas con mis manos y deseé hacerlo frenéticamente.-Has estado muy bien.-Murmuré.

-Gracias, creo.-Sonrió y salimos de los aseos.

Durante varias horas hablamos con los alumnos sobre sus metas, deseos y futuro. Conocí poco a poco a cada uno, anoté observaciones y sus apodos. Pensé que tratándolos con familiaridad les haría un favor, aún sigo pensando que es de lo poco que puedo hacer. Luego quedé con Saulo para hablar, dijimos que íbamos a ver un partido de fútbol a uno de los bares del pueblo. Durante el camino no habló, miraba al suelo y se ruborizaba cuando mencionaba lo ocurrido. Llegamos a un parque y bajo un árbol nos sentamos para hablar.

-¿Qué somos ahora?-Balbuceó nervioso.

-Amigos.-Respondí.

-¿No hay nada más?-No podía mirarme, parecía un colegial.

-No, por ahora no.-Dije apoyando mi brazo sobre sus hombros.

-Pero nosotros hicimos.-Susurró.

-Hicimos algo prohibido en aquel lugar, sí, pero es común en el mundo real. No somos pareja si deseas preguntar eso, acabo de salir de una mala relación y no deseo nada más. Podemos darnos placer y luego ya se verá con el paso del tiempo.-Comenté explicándole que no iba a ser posible, aunque le dejaba una puerta abierta porque me atraía. Sin embargo yo amaba a Andrés, deseaba a mi ex.

-Era la primera vez que lo hacía.-Respondió fijando su mirada a la mía, estaba sonrojado y nervioso.

-Lo sé, me arañaste en dos ocasiones con tus dientes.-Susurré.

-No era mi intención.-Dijo alarmado.

-¿Vamos a un hotel?-Como he dicho me gustaba y yo estaba acostumbrado a sexo diario, necesitaba hacerlo.

-Es que yo quiero hacerlo por entrega absoluta a alguien que me ame.-Me recordaba a mí cuando conocí a Andrés. Era un chico tímido, había tenido dos novios y no había ido más allá de masturbaciones mutuas. No me sentía preparado, pero él me obligó haciéndome creer que me amaba. Lentamente sí me amó, sin embargo me costó bastante.

-No me seas anticuado.-Dije besándolo dulcemente en la mejilla.

-De acuerdo.-Se mordió el labio.

Nos marchamos a un motel bien alejado de la institución, nosotros ya no llevábamos aquel uniforme sino ropa de calle. Pedimos una habitación supuestamente para descansar de un viaje en coche. Cuando entramos él temblaba, estaba demasiado nervioso.

Besé su cuello lentamente, como si fuera un vampiro, y le desnudé arrojándolo a la cama. Su cuerpo era espectacular. Aunque era de estructura débil tenía un encanto imposible de negar. Me di cuenta que estaba totalmente depilado y que su excitación era rápida. Lamí sus labios y besé sus manos llevándoselas luego su boca, quería verlo en aquella posé que me excitaba. Le di media vuelta dejándolo de espaldas, pasé la punta de mi lengua desde la nuca hasta sus nalgas y ahí la introduje devorando su entrada al placer. Él seguía lamiéndose la mano por orden mía, paró sólo cuando dije que se masturbara con ella. Introduje mis dedos, primero uno, hasta que estuvo bien dilatado para entrar. Arqueó su espalda, sus manos se aferraron a las sábanas y yo empujaba con deseo. Sus gemidos me llenaban de placer y me animaban a forzar la marca. Dejó que mi esencia llenara su interior y él se vino en su mano dos veces, era primerizo y normal en estos casos; se excitaba inclusive con un abrazo.

-Me gustas.-Susurró extasiado mientras se recostaba sobre mí.

-Lo sé, lo sé.-Dije pensando en mi última vez, había estado en su lugar y sentido a Andrés volverse loco. No entendí como me pudo dejar, abandonar así.-Debemos ducharnos y largarnos.-Comenté.

-Sí, es cierto.-Parecía confundido.- ¿Te gusto?-Susurró subiéndose sobre mí.

-Tienes un buen cuerpo, me gusta tu personalidad, así que se puede decir que sí.-Mascullé y él sonrió quedándose recostado sobre mi pecho.

-Eres al primero que le gusto, eso me hace sentir feliz. Sé que es una estupidez, pero jamás he sentido nada parecido a lo de hoy.-Murmuró.

Después de aquello nos duchamos y fuimos a un bar, queríamos saber los resultados del partido para comentárselo a Santos y que no pensara mal. Fuimos riéndonos, conversando sobre lo que pensarían si supieran lo nuestro. Volvimos y los chicos ya se habían acostado, nosotros nos metimos cada cual en su cuarto y al entrar vi un ordenador sobre mi mesa. Allí estaba mi pedido, me descontarían de mis mil doscientos euros parte para pagarlo. Era de última tecnología y esa misma noche reescribí la carta de presentación que había en la web. Tras guardar el documento, me acosté y me quedé dormido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lestat, con la mejor intención, no lo tomes a mal, es solo una cosa de la puntuación: más que
"-Era un día tranquilo.-Dijo."
lo correcto sería:
"-Era un día tranquilo -dijo."

Ye te digo, con la mejor intención, el texto está muy bien, la trama interesante y muy bien redactado. Un saludo respetuoso,

amor

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt