Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 16 de septiembre de 2007

Amor de Nuestro Señor





Capítulo tercero.



III. Decadencia.














Al día siguiente de aquella tormenta descubrimos que se había dañado el sistema eléctrico propio de la escuela, nos veíamos sin luz y sin modo alguno de reanudar la enseñanza. Era otro día más sin hacer nada. Don Santos estaba histérico, iba de aquí para allá hablando por teléfono móvil comentando que no podía aplazar más las clases. Don Antón iba por los pasillos predicando lo que no podía hacer por megafonía y yo intentaba sobrevivir. Mis alumnos iban con Jasón parte del día a jugar al fútbol o baloncesto, el resto a la capilla en un martirio que no cesaba.

Cuando miraba por los cristales de mi habitación veía a Jasón correr con los chicos, él lo tenía todo y yo nada. Me había dado cuenta demasiado tarde y él había jugado sus cartas. Saulo salió al fin de la habitación, su aspecto aún estaba desmejorado pero parecía animado. Paseaba de aquí allá hablando con Yago o con Eyén sobre literatura. Yo estaba excluido, al menos me sentía apartado de todo. Fermín ya se había marchado y me alegraba por ello. Patricia tan cruel como siempre reprendía los muchachos que se quedaban arrojados en sus camas o simplemente conversando en las escaleras. Aquel lugar tenía cuatro plantas, era una mole inmensa de ventanas y puertas chirriantes. La lluvia venía e iba, cuando se podía se hacía ejercicio como he dicho y cuando no pues se refugiaban en sus alcobas. Esos días parecía una prisión, aún más que habitualmente, y yo me sentía asfixiado.

Logré hacer entender al director que yo allí no pintaba nada, no podía dar clases y necesitaba desahogarme. Eran las cuatro de la tarde cuando logré pasar la cancela y tomar un autobús hasta la ciudad condal. Visité algunas librerías, tiendas de ropa, joyerías y de alimentación. Realmente no hacía compras, tan sólo miraba, porque estaba allí para desahogarme y deshabilitar mi mente. Me empapé con la lluvia y decidí que era hora de volver. Al regresar pensé en hablar con él, necesitaba hacerlo.

Cuando toqué a su habitación me abrió y noté en su mirada un brillo especial, el brillo del amor por así decirlo, junto con una sonrisa reluciente. Acababa de ducharse porque tenía los cabellos empapados pegados y arremolinados sobre su frente. Me invitó a entrar sentándose en la cama e indicándome que me sentara en la silla de madera. Cerré la puerta y tomé asiento. Lo miré detenidamente y me di cuenta de sus hoyuelos, hasta ese instante no los había visto. Estaba sin camisa, tan sólo con los pantalones, y los codos sobre sus piernas con las manos enlazadas. Sin duda parecía otro, alguien jovial y deseoso de comerse el mundo.

-¿Y bien?-Carraspeó.

-Te veo feliz.-Murmuré observándole pausadamente.

-Sí, él me hace sentirme así.-Comentó sonriendo.

-Hace unos días decías que me amabas.-Dije apartando mi vista de él, me producía una sensación extraña mirarle y verle de aquella forma triunfante.

-Me equivoqué. Necesitaba a alguien para sentirme querido, protegido y deseado. Tenía un sentimiento muy fuerte hacia él y él no me dejaba amarlo. Ya te lo comenté.-Dijo levantándose de la cama para dirigirse hasta la puerta.-Pensé que venías a preguntar por mi estado de salud o simplemente a hablar. No quiero discutir.-Giró el pomo y yo impedí que abriera la puerta. Me había levantado como un rayo y no deseaba irme.

-¿Estas seguro de lo que dices?, ¿completamente seguro?-Pregunté clavando mis ojos en los suyos.

-Sí y debería darte igual.-Musitó.

-¿Por qué?-Interrogué enfadado, sin embargo lo hice a media voz para no dar la alarma o levantar murmuraciones en el pasillo.

-Porque encuentras fácilmente a un pardillo para que sea tu esclavo.-Me recriminó mi actitud, pero era absolutamente normal que lo hiciera.

-Me he dado cuenta de que te amo.-Musité aproximándome a él, lentamente, buscando su boca.

-A ti no, no quiero nada contigo.-Susurró.

-No te mientas.-¿A quién quería engañar? Odiaba que fuera feliz con él, detestaba su felicidad porque no era conmigo y no lo aprecié mientras lo tuve. Lo agarré pegándolo a mí y le robé un beso. Nuestras bocas se fundían, su lengua no se movía e intentaba apartarse de mí. Paré el beso jadeando, él aún luchaba por escaparse de mí y mordí su cuello.-Me quieres a mí, tú me lo decías.-Susurré lentamente dejando que mi lengua jugara en su oreja.

-Como no me dejes tranquilo se lo diré a Jasón y te hará una cara nueva.-Murmuró casi sin aliento, lo tenía apresado con brutalidad y apenas podía respirar.

-¿Me vas a echar a tu chulo?-Pregunté divertido.

-Te lo juro haré que te joda.-Me despreciaba no tan sólo verbalmente, sino con sus ojos.

-¿Tan poco hombre eres?-Cuestioné burlándome de él, me excitaba verlo de aquel modo.

-Más que tú, no tengo que tener esclavos sexuales para llenar una vida vacía.-Dicho esto sentí un fuerte golpe en mi entrepierna.-No sé como tienes el valor de hacerme esto.-Murmuró abriendo enérgicamente la puerta para mostrarme la salida.

Me fui a mi habitación, di un portazo y me arrojé a la cama. Comencé a llorar dolido porque era cierto que no sentía nada, lo había visto y sólo quedaba desprecio en él. Mientras lo besaba me sentía lleno, no había nada que me preocupara y cuando se apartó de mí quise destrozarlo. Necesitaba hacerlo mío que sintiera quien le haría feliz realmente, que no había conocido lo que podía darle y demostrarle el amor que sentía por él. Me desnudé y decidí no bajar a comer.

Me quedé anclado a la cama los tres días siguientes que nos quedamos sin luz. No bajé a comer, ni a conversar y mucho menos a mostrarme ante Saulo. Había quedado como un completo idiota. Cuando volvió la luz, al fin, comenzó el horario habitual. Saulo ni me dirigía la mirada en el desayuno y mucho menos en la hora del almuerzo. El resto cuchicheaban a mis espaldas. Quería escapar de allí y gritar, gritar tan sólo para liberar la rabia. Odiaba ver a Jasón a su lado, la mirada que se regalaban y la complicidad en cada instante.

Era domingo cuando decidí dar una vuelta por el barrio y me topé con aquella mole. No me dio tiempo a nada y ya tenía su puño sobre mi boca, caí al suelo y escupí sangre. El sabor de mi orgullo sobre el asfalto. Su mirada eran dos bolas de fuego, furia.

-No vuelvas a tocarle.-Rugió.

-Descuida no soy tan idiota.-Murmuré levantándome de la acera.

Cuando regresé me di cuenta que había llegado el nuevo profesor de educación física y la nueva profesora de filosofía. Saulo ya no estaba y sobre mi portátil había una nota con su teléfono, según él quería tenerme como amigo cuando me calmara. En ese mismo momento redacté en mi ordenador mi carta de renuncia. Necesitaba alejarme de aquel lugar, de esa ciudad y marcharme a algún lugar donde nadie me conociera. Quería empezar de cero y olvidarme de todo.

Don Santos no se tomó bien mi retirada, se preguntaba que demonios nos pasaba a la juventud y me pidió que devolviera el ordenador. Yo amablemente le dije que se quedara con el salario del mes, que me llevaba el aparato y no quería más por mis servicios. Me miró extrañado y aceptó, aunque tan sólo di algunas clases por culpa del corte de electricidad. Volvería a casa de mis padres, como hice, y buscaría empleo por la zona de cualquier cosa. Al día siguiente me comentó que ya tenía sustituto para mí y que no tendría que esperar demasiado, me fui al cabo de los dos días.

Mi última noche fue imposible por las pesadillas. Rememoraba lo que había hecho, el daño que había causado y el desprecio que me llevaba en mi maleta. Lloré durante horas e intenté despejarme con varias duchas. El agua corriendo en el lavabo, mis manos humedeciendo mi rostro y mis ojos hundidos por la melancolía es lo último que recuerdo de allí. No tomé ni un desayuno ligero, fui a la estación de trenes y compré un pasaje para Ávila. Mis padres me esperaban conmocionados con la noticia que según yo debía de darles, les preparé poco a poco y temblé ante lo que pudiera deparar. Creo que tan sólo descansé a sentirme a salvo en el asiento del tren.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ahh y otra cosa.....

me encata esta pic...es de la serie de X verdad?.....o y anise....pero creo q sip...

el nombre del personaje no lo recuerdo.....pero si mire ese anime

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt