Fotografía de Daniela Sea en su papel de hombre transexual llamado "Max"
Capítulo segundo.
IV. Lágrimas sobre mi camisa.
Cuando desperté decidí que debía alejarme lentamente de Saulo, no podía continuar ese juego. Sabía que él sentía algo más que amistad o deseo sexual, era algo llamado amor y que yo no le podía regalar. Seguramente tantos años de soledad, de represión, le hicieron soñar con un príncipe azul que le embaucara con besos y caricias. Sé que quizás me tiene idealizado, que en esos momentos era su Dios intocable y no sé si lo sigo siendo. Dejé que la ducha me diera ideas, el agua debía refrescarme y motivarme en hacer algo que le hiciera ver que no era lo que pensaba. Mientras me secaba frente al espejo pensaba en su sonrisa, en como me apretó la mano y en la forma de dejarse hacer cualquier cosa por mero capricho mío. Se merecía a alguien especial, alguien que le amara y le protegiera. Yo no podía, tampoco hoy puedo hacerlo.
Nada más girar el pomo ahí estaba, sonriendo como cualquier estúpido enamorado y bien afeitado. Desde que llegué a la institución siempre se veían zonas mal afeitadas, como si no se rasurara bien, pero en ese instante era un afeitado apurado. Tenía su pequeña melena suelta y su ropa parecía de tintorería. Un leve rubor coloreaba sus mejillas mientras esperaba algún halago.
-Buenos días.-Dije hierático, quería hacerle vez lejanía.
-¿No me dices nada?-Metió sus manos en el bolsillo, solía hacerlo cuando estaba nervioso y eso lo capté las primeras horas.
-¿Qué tengo que decirte?-Contesté apartando mi vista de él.
-No, nada.-Sonrió manteniendo el tipo.-Hoy hace mucho sol, no estaría mal salir a pasear.-Sugirió.-Cuando acaben los test y las preguntas de conocimiento a los alumnos, podríamos ir a caminar.-Comencé a caminar por el pasillo y él me seguía a duras penas.
-Puedes salir tú, yo no quiero ir a ninguna parte.-Respondí seco.
-Podríamos ir donde ayer.-Dijo apoyando su mano izquierda sobre mi hombro derecho.
-No, fue un error lo de ayer y lo que ha estado pasando.-Comenté apartando su mano de mí.-No soy buena compañía, lo sé, y no quiero que te suceda algo.-Susurré intentando que nadie pudiera sacar conclusiones.
-No me levanté temprano, no me arreglé bien y mucho menos te esperé para el desayuno para esto.-Me recriminaba como si fuera su novio, y no lo era.
-Por favor, para.-Dije antes de entrar al comedor.-Hablaremos luego.-Susurré cansado.
-Sí, claro. Luego si quieres salimos a pasear y a hablar sobre nuestro futuro.-Sonrió ampliamente. Supe entonces que había conseguido tenerlo en mi poder, como Andrés me tuvo en el suyo.
Me senté apartado del resto, cogí un periódico y comencé a leer las noticias de la jornada. Sin embargo él se sentó junto a mí con aquella tímida sonrisa en sus labios, se apartó un poco los cabellos que caían sobre su rostro y sorbió un poco de café. Yo le miré largamente, apático y deseando que se marchara.
-Te noto distante.-Musitó.-¿Has dormido bien Amaru?-Preguntó con preocupación.
-Estoy bien, estoy normal.-Rechisté abriendo el periódico, no quería verlo.
-Has cambiado conmigo.-Su voz parecía desquebrajarse.-Ayer no eras así.-Iba a llorar en cualquier instante.-¿Cómo me haces esto?-Dijo en tono quedo, si bien pude notarlo a corta distancia. Tomé mi taza y me la lleve a los labios. No quería ser cruel, pero era lo justo. Yo no necesitaba, ni necesito, una pareja. Tan sólo era sexo, algo rico y vulgar a la vez. Dejé de escuchar sus lamentaciones y bajé las hojas del noticiario, allí ya no había nadie y su café se estaba enfriando.
Permanecí en mi asiento y entonces noté la mirada acusadora de Jasón, se levantó del asiento y vino hacia mí. Parecía enfadado, lleno de odio. Apoyó sus manos en la mesa sigilosamente y me miró como si fuera una presa.
-Me equivoqué contigo, eres un cerdo y no te pareces en nada a Saulo. Yo lo sé todo, él me cuenta todo y anoche mismo me llamó pidiéndome consejo. Me dijo que había encontrado alguien que le comprendía, que ya no tenía que preocuparme y le tratas como basura. Ojala te rompan la cara, porque yo soy todo un caballero y no me ensucio las manos con gusanos como tú.-Dijo susurrando, casi no se le podía oír con el ruido infernal de los vasos y platos. Quedé desconcertado y sin saber qué decir o qué hacer.
-Lo hago por su bien, por el bien de ambos y usted no sabe nada.-Recriminé tomando mi tostada con mermelada y dejando el periódico sobre la mesa. Me fui del comedor cruzando miradas con él.
Le busqué por los pasillos, en su habitación, en el jardín y luego en las pistas de deporte y no lo encontré. Fui a mi habitación, desesperado, para buscar unas pastillas para tranquilizarme. No quería que Jasón hiciera algo en mi contra, me ponía histérico, y luego me preocupé por la reacción de Saulo. Entonces lo encontré, estaba dormido en mi cama y había estado llorando. Mi armario estaba abierto y tenía en sus manos mi camisa, la que llevé el día anterior en nuestro furtivo encuentro. Cerré la puerta y me senté a su lado, le aparté los pocos cabellos que estropeaban su rostro. Realmente es algo aniñado, aparenta veintidós años como mucho y es un año mayor que yo. Me senté a su lado y le intenté quitar la camisa, pero estaba pegado a ella. Sequé entonces sus lágrimas y le llamé.
-Saulo tenemos que hablar, este comportamiento tuyo es de niño caprichoso.-Aunque dijera esto, le comprendía. No había tenido pareja en su vida, nadie le había dado el poder de tocar el orgasmo y agarrarlo con fuerza. Sin duda no era capricho, sino necesidad y seguramente amor.
-No quiero hablar, no somos nada.-Aún tenía la voz tomada por el sofoco.-Sólo quiero que me dejes quedarme esta prenda.-Murmuró o más bien balbuceó.
-Saulo no puedo ser tu pareja, es demasiado pronto para mí y te mereces algo mejor. Además estamos exponiéndonos a un riesgo que no sabemos ni siquiera calcular. Lo hago por ti, es lo mejor.-Comenté intentado hacerle entender.
-Mentira. Soy mayorcito para saber qué quiero, si algo me hace daño o no. Esta decisión no es por mi bien, sino por el tuyo. Eres un maldito egoísta.-Tenía razón, no podía negar, pero ante él debía mantenerme firme en la convicción de que no era bueno.
-No te puedo amar.-Dije acariciando su rostro, sin embargo él la apartó con brusquedad.
-Sólo me puedes penetrar hasta la saciedad como a una puta barata.-Susurró.-Pero soy poco para ti, lo comprendo. Soy un enclenque, poco agraciado y con nada que aportarte.-Dijo llorando nuevamente.
-Si lloras me partes el alma en dos.-Comenté.-¿Quieres ser mío? Si lo eres tendrás que aceptar condiciones.-Dije intentando solucionar todo.
-Claro que quiero serlo.-Respondió.
-La primera es que no tienes que hablar con nadie de nada, la segunda es que no somos pareja, la tercera es que eres absolutamente mío y harás lo que te pida, la cuarta es que dejes de menospreciarte y la quinta es que me devuelvas mi camisa favorita.-Volví a caer en aquel error, no debía y sin embargo lo hacía.
-Trato hecho.-Me devolvió la camisa y sonrió.-¿Me dejarás decirte lo mucho que te amo? Necesito expresarlo.-Susurró.
-Hazlo, pero no esperes que yo responda.-Contesté levantándome de la cama.-Ahora vayamos a nuestro trabajo, vamos con retraso.-Dije.
Tras esto trabajamos haciendo pequeñas pruebas, el de filosofía y yo del campo de los números. A medio día comimos con el resto y él se mostraba extremadamente feliz. Jasón me miraba de reojo, deseaba golpearme. El resto era ajeno a todo, o eso quiero pensar. Era viernes y todos deseaban salir en manada, nosotros nos apuntamos y tomamos la decisión de ir a una discoteca. Los chicos sabían todo y por lo tanto no le extrañó que Saulo me pidiera bailar una lenta en nuestro apartado. Me lo rogó y yo le complací temiendo a su fiel guardián. Más tarde fuimos junto a los servicios, me besó dulcemente y me pidió que parara el tiempo. Sin duda es un crío, se siente en su primer amor real. Le pedí que volviéramos a la institución, que no podía más del sueño y él aceptó. Al volver pagamos nuestras copas y nos fuimos. Por el camino canturreaba varias de las canciones, parecía feliz o al menos lo aparentaba muy bien.
-Te amo, amo sentirme tan vivo y creer que todo marcha bien.-Dijo dos calles antes de llegar al internado.
-Estas borracho.-Comenté.
-No, solo bebí una copa.-Sonrió y recordé que era verdad, solo tomó una.
-No me vuelvas a montar escenas.-Dije.
-Mientras tú me trates bien como esta noche no habrá problema.-Sonrió dulcemente tirándome de la corbata.-Yo creo en el amor a primera vista, también el amor eterno y sé que me amarás. Nos iremos de ese antro, viviremos en Madrid y podremos ser nosotros mismos.-Era un hermoso sueño, sin embargo yo no lo compartía y ni lo comparto.
-Deja de soñar, no es bueno.-Susurré y su rostro se volvió serio.
-Déjame disfrutar un poco, lo necesito.-Masculló corriendo hasta el final de la calle, fui tras él y picamos el timbre. El portero nos abrió soñoliento, pero era su deber.
Cada cual fue a su habitación y yo escribí el tercer acto. Guardé el archivo y apagué el ordenador. Luego en la cama medité, sin embargo como él dijo necesitaba soñar. Era un adolescente de veintisiete años prácticamente.
IV. Lágrimas sobre mi camisa.
Cuando desperté decidí que debía alejarme lentamente de Saulo, no podía continuar ese juego. Sabía que él sentía algo más que amistad o deseo sexual, era algo llamado amor y que yo no le podía regalar. Seguramente tantos años de soledad, de represión, le hicieron soñar con un príncipe azul que le embaucara con besos y caricias. Sé que quizás me tiene idealizado, que en esos momentos era su Dios intocable y no sé si lo sigo siendo. Dejé que la ducha me diera ideas, el agua debía refrescarme y motivarme en hacer algo que le hiciera ver que no era lo que pensaba. Mientras me secaba frente al espejo pensaba en su sonrisa, en como me apretó la mano y en la forma de dejarse hacer cualquier cosa por mero capricho mío. Se merecía a alguien especial, alguien que le amara y le protegiera. Yo no podía, tampoco hoy puedo hacerlo.
Nada más girar el pomo ahí estaba, sonriendo como cualquier estúpido enamorado y bien afeitado. Desde que llegué a la institución siempre se veían zonas mal afeitadas, como si no se rasurara bien, pero en ese instante era un afeitado apurado. Tenía su pequeña melena suelta y su ropa parecía de tintorería. Un leve rubor coloreaba sus mejillas mientras esperaba algún halago.
-Buenos días.-Dije hierático, quería hacerle vez lejanía.
-¿No me dices nada?-Metió sus manos en el bolsillo, solía hacerlo cuando estaba nervioso y eso lo capté las primeras horas.
-¿Qué tengo que decirte?-Contesté apartando mi vista de él.
-No, nada.-Sonrió manteniendo el tipo.-Hoy hace mucho sol, no estaría mal salir a pasear.-Sugirió.-Cuando acaben los test y las preguntas de conocimiento a los alumnos, podríamos ir a caminar.-Comencé a caminar por el pasillo y él me seguía a duras penas.
-Puedes salir tú, yo no quiero ir a ninguna parte.-Respondí seco.
-Podríamos ir donde ayer.-Dijo apoyando su mano izquierda sobre mi hombro derecho.
-No, fue un error lo de ayer y lo que ha estado pasando.-Comenté apartando su mano de mí.-No soy buena compañía, lo sé, y no quiero que te suceda algo.-Susurré intentando que nadie pudiera sacar conclusiones.
-No me levanté temprano, no me arreglé bien y mucho menos te esperé para el desayuno para esto.-Me recriminaba como si fuera su novio, y no lo era.
-Por favor, para.-Dije antes de entrar al comedor.-Hablaremos luego.-Susurré cansado.
-Sí, claro. Luego si quieres salimos a pasear y a hablar sobre nuestro futuro.-Sonrió ampliamente. Supe entonces que había conseguido tenerlo en mi poder, como Andrés me tuvo en el suyo.
Me senté apartado del resto, cogí un periódico y comencé a leer las noticias de la jornada. Sin embargo él se sentó junto a mí con aquella tímida sonrisa en sus labios, se apartó un poco los cabellos que caían sobre su rostro y sorbió un poco de café. Yo le miré largamente, apático y deseando que se marchara.
-Te noto distante.-Musitó.-¿Has dormido bien Amaru?-Preguntó con preocupación.
-Estoy bien, estoy normal.-Rechisté abriendo el periódico, no quería verlo.
-Has cambiado conmigo.-Su voz parecía desquebrajarse.-Ayer no eras así.-Iba a llorar en cualquier instante.-¿Cómo me haces esto?-Dijo en tono quedo, si bien pude notarlo a corta distancia. Tomé mi taza y me la lleve a los labios. No quería ser cruel, pero era lo justo. Yo no necesitaba, ni necesito, una pareja. Tan sólo era sexo, algo rico y vulgar a la vez. Dejé de escuchar sus lamentaciones y bajé las hojas del noticiario, allí ya no había nadie y su café se estaba enfriando.
Permanecí en mi asiento y entonces noté la mirada acusadora de Jasón, se levantó del asiento y vino hacia mí. Parecía enfadado, lleno de odio. Apoyó sus manos en la mesa sigilosamente y me miró como si fuera una presa.
-Me equivoqué contigo, eres un cerdo y no te pareces en nada a Saulo. Yo lo sé todo, él me cuenta todo y anoche mismo me llamó pidiéndome consejo. Me dijo que había encontrado alguien que le comprendía, que ya no tenía que preocuparme y le tratas como basura. Ojala te rompan la cara, porque yo soy todo un caballero y no me ensucio las manos con gusanos como tú.-Dijo susurrando, casi no se le podía oír con el ruido infernal de los vasos y platos. Quedé desconcertado y sin saber qué decir o qué hacer.
-Lo hago por su bien, por el bien de ambos y usted no sabe nada.-Recriminé tomando mi tostada con mermelada y dejando el periódico sobre la mesa. Me fui del comedor cruzando miradas con él.
Le busqué por los pasillos, en su habitación, en el jardín y luego en las pistas de deporte y no lo encontré. Fui a mi habitación, desesperado, para buscar unas pastillas para tranquilizarme. No quería que Jasón hiciera algo en mi contra, me ponía histérico, y luego me preocupé por la reacción de Saulo. Entonces lo encontré, estaba dormido en mi cama y había estado llorando. Mi armario estaba abierto y tenía en sus manos mi camisa, la que llevé el día anterior en nuestro furtivo encuentro. Cerré la puerta y me senté a su lado, le aparté los pocos cabellos que estropeaban su rostro. Realmente es algo aniñado, aparenta veintidós años como mucho y es un año mayor que yo. Me senté a su lado y le intenté quitar la camisa, pero estaba pegado a ella. Sequé entonces sus lágrimas y le llamé.
-Saulo tenemos que hablar, este comportamiento tuyo es de niño caprichoso.-Aunque dijera esto, le comprendía. No había tenido pareja en su vida, nadie le había dado el poder de tocar el orgasmo y agarrarlo con fuerza. Sin duda no era capricho, sino necesidad y seguramente amor.
-No quiero hablar, no somos nada.-Aún tenía la voz tomada por el sofoco.-Sólo quiero que me dejes quedarme esta prenda.-Murmuró o más bien balbuceó.
-Saulo no puedo ser tu pareja, es demasiado pronto para mí y te mereces algo mejor. Además estamos exponiéndonos a un riesgo que no sabemos ni siquiera calcular. Lo hago por ti, es lo mejor.-Comenté intentado hacerle entender.
-Mentira. Soy mayorcito para saber qué quiero, si algo me hace daño o no. Esta decisión no es por mi bien, sino por el tuyo. Eres un maldito egoísta.-Tenía razón, no podía negar, pero ante él debía mantenerme firme en la convicción de que no era bueno.
-No te puedo amar.-Dije acariciando su rostro, sin embargo él la apartó con brusquedad.
-Sólo me puedes penetrar hasta la saciedad como a una puta barata.-Susurró.-Pero soy poco para ti, lo comprendo. Soy un enclenque, poco agraciado y con nada que aportarte.-Dijo llorando nuevamente.
-Si lloras me partes el alma en dos.-Comenté.-¿Quieres ser mío? Si lo eres tendrás que aceptar condiciones.-Dije intentando solucionar todo.
-Claro que quiero serlo.-Respondió.
-La primera es que no tienes que hablar con nadie de nada, la segunda es que no somos pareja, la tercera es que eres absolutamente mío y harás lo que te pida, la cuarta es que dejes de menospreciarte y la quinta es que me devuelvas mi camisa favorita.-Volví a caer en aquel error, no debía y sin embargo lo hacía.
-Trato hecho.-Me devolvió la camisa y sonrió.-¿Me dejarás decirte lo mucho que te amo? Necesito expresarlo.-Susurró.
-Hazlo, pero no esperes que yo responda.-Contesté levantándome de la cama.-Ahora vayamos a nuestro trabajo, vamos con retraso.-Dije.
Tras esto trabajamos haciendo pequeñas pruebas, el de filosofía y yo del campo de los números. A medio día comimos con el resto y él se mostraba extremadamente feliz. Jasón me miraba de reojo, deseaba golpearme. El resto era ajeno a todo, o eso quiero pensar. Era viernes y todos deseaban salir en manada, nosotros nos apuntamos y tomamos la decisión de ir a una discoteca. Los chicos sabían todo y por lo tanto no le extrañó que Saulo me pidiera bailar una lenta en nuestro apartado. Me lo rogó y yo le complací temiendo a su fiel guardián. Más tarde fuimos junto a los servicios, me besó dulcemente y me pidió que parara el tiempo. Sin duda es un crío, se siente en su primer amor real. Le pedí que volviéramos a la institución, que no podía más del sueño y él aceptó. Al volver pagamos nuestras copas y nos fuimos. Por el camino canturreaba varias de las canciones, parecía feliz o al menos lo aparentaba muy bien.
-Te amo, amo sentirme tan vivo y creer que todo marcha bien.-Dijo dos calles antes de llegar al internado.
-Estas borracho.-Comenté.
-No, solo bebí una copa.-Sonrió y recordé que era verdad, solo tomó una.
-No me vuelvas a montar escenas.-Dije.
-Mientras tú me trates bien como esta noche no habrá problema.-Sonrió dulcemente tirándome de la corbata.-Yo creo en el amor a primera vista, también el amor eterno y sé que me amarás. Nos iremos de ese antro, viviremos en Madrid y podremos ser nosotros mismos.-Era un hermoso sueño, sin embargo yo no lo compartía y ni lo comparto.
-Deja de soñar, no es bueno.-Susurré y su rostro se volvió serio.
-Déjame disfrutar un poco, lo necesito.-Masculló corriendo hasta el final de la calle, fui tras él y picamos el timbre. El portero nos abrió soñoliento, pero era su deber.
Cada cual fue a su habitación y yo escribí el tercer acto. Guardé el archivo y apagué el ordenador. Luego en la cama medité, sin embargo como él dijo necesitaba soñar. Era un adolescente de veintisiete años prácticamente.
3 comentarios:
Hola!He caido aquí por casualidad,mentiria si dijera lo contrario,pero me alegro de haberlo hecho.También me gusta anne rice...desde que a los doce años leí mi primer libro de ella...ahora me declaro adicta a sus novelas y sus personajes...Mer
La misma de arriba,si,la que ocupo todo el espacio de un comentario,con sus divagaciónes...Te dejo mi dirección de correo electronico orion.7777@hotmail.com por si te apeteciese hablar o mandarme al...bueno en fin...Un saludo.
Hola^^
poz me preguntaba como dejar un comentario aki desde hace mucho tiempo ke bruta no?
jojojoj pero bueno aki toy dejando mi comentario me alegra poder hablar contigo cuando tienes un tiempito jajaja asi ke eso me encanta la dedicacion ke pones en tu blog es maravillosa^^
y tu blog esta hermoso ojala y algun dia pudiera tenerlo asi
eso taus
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