Capítulo cuarto.
III. Mi propiedad
Sonó el despertador, lo apagué deseando quedarme un rato más pero me era imposible. Tomé un poco de cacao con un bollo, me lavé los dientes, me metí en la ducha y me vestí para la entrevista. Antes de irme deseaba ver a mi amante. Saulo aún dormía, estaba aferrado a la almohada y su cuerpo tan sólo lo cubría un fino nórdico de plumas. Me aproximé a él suavemente para sentarme en el borde de la cama y posar mis labios sobre los suyos. Entonces abrió los párpados y su lengua se introdujo en mi boca, sus brazos rodearon mi cuello y una de mis manos se sumergió entre las ropas. Le acaricié lentamente disfrutando de aquel miembro sensible a cualquier roce, nuestra unión se hacía más apasionada y tras mi pantalón estaba empezando a asomar una erección. Lo aparté de mí y contemplé su cautivadora mirada llena de lujuria.
-Me marcho a una entrevista de trabajo, cuando vuelva vamos ir a dar una vuelta.-Susurré besando su frente. Mi mano seguía masturbándolo y un gemido ahogó su aliento.-Sé un niño bueno.-Murmuré apartando mis garras de él.-No te toques, descansa para mi vuelta.-Dije levantándome de la cama y dirigiéndome hasta la puerta.-Vendré en unas horas.-Comenté cerrando mientras giraba el pomo.
Cuando llegué a la entrevista me sentía seguro de mi mismo, ya había trabajado una vez en una de esas academias. El entrevistador pidió que comentara porqué quería trabajar allí, porqué tomé la carrera de matemáticas, además de que deseaba que le explicara el porque de mi renuncia a mi anterior empleo. Comenté que lo necesitaba para poder salir del atolladero económico en el que me encontraba, que mi trabajo era parte de un sueño infantil y mi renuncia fue porque no estaba satisfecho con las normas homofobicas y machistas que se compartían allí. Tras esto me dijo que pasara el lunes próximo para firmar mi contrato. Había conseguido el contrato, me sentía satisfecho aunque simplemente eran mil euros y en el internado cobraba casi el doble.
Regresé mirando el reloj cada cinco minutos, quería llegar pronto y llevarlo a alguna zona apartada para poder tenerlo entre mis brazos. Cuando llegué estaba levantado y vestido de manera informal. Mi madre estaba sentada en la mesa intentando hacer un crucigrama y mi padre ya se había marchado. Sonreí levemente y dije la buena nueva. Ambos se alegraron y Saulo me recordó que teníamos algo pendiente.
-¿Vamos a ir a pasear?-Murmuró levantándose del sofá.
-Claro, hay que celebrarlo.-Dije ampliando mi sonrisa. Mi madre me miró de reojo y prosiguió su crucigrama.
-Yo te invito a comer si a tu madre no le importa.-Comentó mirando a mi madre.
-Sí, podéis ir, no me importa.-Murmuró concentrada en su entretenimiento matutino.
Nada más entrar en el ascensor le agarré apretando sus nalgas, él buscó mi boca y percibí su deseo. Antes de que se abrieran las puertas volvimos a la compostura.
-Debe haber un sitio tranquilo por aquí para divertirnos.-Susurré acariciando sus nalgas mientras salíamos hacia las escalerillas de la entrada.
-Vayamos a un hotel.-Murmuró.-Yo lo pago.-Dijo intentando liberarse de mis garras.
-No seas mal esclavo, te puedo tocar donde quiera.-Comenté agarrando fuertemente sus nalgas.-Vayamos a los servicios del hipermercado, esta cerca.-Susurré besando su cuello.
-¿Y si nos oyen?-Murmuró tragando saliva.
-Nos echaran como mucho. Ser homosexual no es delito, delito es tenerte cerca y no desearte.-Dije bajando las escaleras hasta el portón, lo abrí y esperé a que pasara ante mí.
Nos dimos prisa en bajar un par de calles y entrar en el centro comercial, buscamos los baños masculinos y entramos en una de las pequeñas cabinas. Bajé mis pantalones y él se arrodilló. Comenzó a besarlo, acariciar y luego a lamerlos para introducirlo con necesidad entre sus labios. Acaricié sus cabellos enredándolos entre mis dedos, me aferré a su nuca y comencé a mover mis caderas. Sus ojos se clavaban en los míos y yo enloquecía. Sus manos se aferraron a mis piernas dejando que yo hiciera todo. Me gustaba llevar el ritmo, a él no le importaba y yo me excitaba cada vez más. Se endurecía en su boca, el calor y la humedad me desquiciaban.
-Ya basta, date la vuelta quiero algo más.-Dije apartándolo de mí y levantándolo del suelo.
-¿Algo más?-Murmuró mientras bajaba sus pantalones, él me miraba asombrado de mi descaro y de que no me importara nada si nos encontraban.
-Vamos, no te hagas el inocente.-Susurré mordiendo dulcemente su cuello.
Le quité por completo los vaqueros y los doblé dejándolos sobre la cisterna. Sus ojos me incitaban, esa mirada llena de temor y deseo. Ardía tanto como yo y sin embargo tenía reparo de hacerlo ahí. Tiré de sus brazos y le hice sentarse sobre mí, sus labios se fundieron en los míos y mi boca se volvió unas fauces que devoraba su lengua. Cuando estaba más calmado introduje mi miembro en él, se quedó sin aliento intentando no gritar mientras me rodeaba con sus brazos. Desabotoné el traje y eché hacia atrás la corbata, luego desabroché la camisa y posé las yemas de sus dedos sobre mi torso. Quería que jugara mientras yo sostenía su trasero en mis garras. No pudo más y rompió en gemidos profundos aferrándose más a mí.
-No te contengas, quiero verte enloquecer.-Murmuré entre jadeos.
-Voy a venirme.-Dijo entrecortado por el placer.
-No, todavía no.-Susurré ayudándole a que se moviera con mayor rapidez y entonces mi esencia llenó todo su ser.-No lo hagas.-Apreté fuertemente su miembro, una mueca de dolor se apoderó de su rostro y yo sonreí.-Ponte de pie y pega su rostro a la pared abriendo bien las piernas.-Dicho y hecho, luego me puse de rodillas a lamer su entrada.-Ahora.-Dije levantándome del suelo aferrándome a su cintura, tomé su miembro entre mis dedos y jugueteé.-Deja que salga.-Entonces vertió su esencia manchando el lateral izquierdo del cubículo.
-Seguro que nos han escuchado, que vergüenza.-Murmuró.
-Sí, seguro que se han excitado y todo.-Susurré dejando que mi aliento acariciara su piel.-No te vistas, vamos a jugar.-Dije introduciendo el dedo corazón en su trasero, jugué unos segundos provocándole de nuevo. Lentamente fui introduciendo dedo a dedo de mi mano derecha, entraron tan sólo tres y noté que mi entrepierna estaba de nuevo como una piedra. Lo liberé de mis dedos y sumergí mi miembro. Lo tomé de nuevo, lo domaba en cada embestida.
Estuvimos así durante más de dos horas, luego nos vestimos y nos marchamos como si no hubiera pasado nada en los lavabos de caballeros. Él apenas podía andar, parecía dolorido o cansado por tanto sexo. Nos sentamos en un parque cercano a las tiendas, comencé a besarlo suavemente.
-Aquí no.-Dijo esquivándome.
-¿Por qué no?-Comenté.
-Porque nos miraran mal por ello, no me agradan las malas miradas.-Respondió.
-¿Malas miradas?-Interrogué.
-Sí, no quiero que me miren mal por besarme con mi pareja. Sé que no es pecado ser homosexual, tampoco enfermedad, pero no me agrada que me miren como si fuera un bicho raro.-Murmuró.
-¿Somos pareja?-Dije burlándome de él, aunque realmente deseara que fuese solamente mío.
-Lo siento a veces lo olvido.-Su rostro se tornó serio.
-Vayamos a comer algo y luego a casa.-Murmuré levantándome.
Después de ir a un antro de comida rápida, tomar unas pizzas y unos refrescos, volvimos a casa y nos tumbamos ambos en nuestras respectivas camas. Por la noche tuvimos una cena que se puede llamar familiar y conversamos sobre mi nuevo trabajo. Me encontraba más animado para comenzar con los siguientes capítulos. El sueño vino a mí como un dulce murmullo, pero a media noche me desperté y él estaba ahí. Me abrazaba ferozmente y yo no dije nada, le permití dormir conmigo.
III. Mi propiedad
Sonó el despertador, lo apagué deseando quedarme un rato más pero me era imposible. Tomé un poco de cacao con un bollo, me lavé los dientes, me metí en la ducha y me vestí para la entrevista. Antes de irme deseaba ver a mi amante. Saulo aún dormía, estaba aferrado a la almohada y su cuerpo tan sólo lo cubría un fino nórdico de plumas. Me aproximé a él suavemente para sentarme en el borde de la cama y posar mis labios sobre los suyos. Entonces abrió los párpados y su lengua se introdujo en mi boca, sus brazos rodearon mi cuello y una de mis manos se sumergió entre las ropas. Le acaricié lentamente disfrutando de aquel miembro sensible a cualquier roce, nuestra unión se hacía más apasionada y tras mi pantalón estaba empezando a asomar una erección. Lo aparté de mí y contemplé su cautivadora mirada llena de lujuria.
-Me marcho a una entrevista de trabajo, cuando vuelva vamos ir a dar una vuelta.-Susurré besando su frente. Mi mano seguía masturbándolo y un gemido ahogó su aliento.-Sé un niño bueno.-Murmuré apartando mis garras de él.-No te toques, descansa para mi vuelta.-Dije levantándome de la cama y dirigiéndome hasta la puerta.-Vendré en unas horas.-Comenté cerrando mientras giraba el pomo.
Cuando llegué a la entrevista me sentía seguro de mi mismo, ya había trabajado una vez en una de esas academias. El entrevistador pidió que comentara porqué quería trabajar allí, porqué tomé la carrera de matemáticas, además de que deseaba que le explicara el porque de mi renuncia a mi anterior empleo. Comenté que lo necesitaba para poder salir del atolladero económico en el que me encontraba, que mi trabajo era parte de un sueño infantil y mi renuncia fue porque no estaba satisfecho con las normas homofobicas y machistas que se compartían allí. Tras esto me dijo que pasara el lunes próximo para firmar mi contrato. Había conseguido el contrato, me sentía satisfecho aunque simplemente eran mil euros y en el internado cobraba casi el doble.
Regresé mirando el reloj cada cinco minutos, quería llegar pronto y llevarlo a alguna zona apartada para poder tenerlo entre mis brazos. Cuando llegué estaba levantado y vestido de manera informal. Mi madre estaba sentada en la mesa intentando hacer un crucigrama y mi padre ya se había marchado. Sonreí levemente y dije la buena nueva. Ambos se alegraron y Saulo me recordó que teníamos algo pendiente.
-¿Vamos a ir a pasear?-Murmuró levantándose del sofá.
-Claro, hay que celebrarlo.-Dije ampliando mi sonrisa. Mi madre me miró de reojo y prosiguió su crucigrama.
-Yo te invito a comer si a tu madre no le importa.-Comentó mirando a mi madre.
-Sí, podéis ir, no me importa.-Murmuró concentrada en su entretenimiento matutino.
Nada más entrar en el ascensor le agarré apretando sus nalgas, él buscó mi boca y percibí su deseo. Antes de que se abrieran las puertas volvimos a la compostura.
-Debe haber un sitio tranquilo por aquí para divertirnos.-Susurré acariciando sus nalgas mientras salíamos hacia las escalerillas de la entrada.
-Vayamos a un hotel.-Murmuró.-Yo lo pago.-Dijo intentando liberarse de mis garras.
-No seas mal esclavo, te puedo tocar donde quiera.-Comenté agarrando fuertemente sus nalgas.-Vayamos a los servicios del hipermercado, esta cerca.-Susurré besando su cuello.
-¿Y si nos oyen?-Murmuró tragando saliva.
-Nos echaran como mucho. Ser homosexual no es delito, delito es tenerte cerca y no desearte.-Dije bajando las escaleras hasta el portón, lo abrí y esperé a que pasara ante mí.
Nos dimos prisa en bajar un par de calles y entrar en el centro comercial, buscamos los baños masculinos y entramos en una de las pequeñas cabinas. Bajé mis pantalones y él se arrodilló. Comenzó a besarlo, acariciar y luego a lamerlos para introducirlo con necesidad entre sus labios. Acaricié sus cabellos enredándolos entre mis dedos, me aferré a su nuca y comencé a mover mis caderas. Sus ojos se clavaban en los míos y yo enloquecía. Sus manos se aferraron a mis piernas dejando que yo hiciera todo. Me gustaba llevar el ritmo, a él no le importaba y yo me excitaba cada vez más. Se endurecía en su boca, el calor y la humedad me desquiciaban.
-Ya basta, date la vuelta quiero algo más.-Dije apartándolo de mí y levantándolo del suelo.
-¿Algo más?-Murmuró mientras bajaba sus pantalones, él me miraba asombrado de mi descaro y de que no me importara nada si nos encontraban.
-Vamos, no te hagas el inocente.-Susurré mordiendo dulcemente su cuello.
Le quité por completo los vaqueros y los doblé dejándolos sobre la cisterna. Sus ojos me incitaban, esa mirada llena de temor y deseo. Ardía tanto como yo y sin embargo tenía reparo de hacerlo ahí. Tiré de sus brazos y le hice sentarse sobre mí, sus labios se fundieron en los míos y mi boca se volvió unas fauces que devoraba su lengua. Cuando estaba más calmado introduje mi miembro en él, se quedó sin aliento intentando no gritar mientras me rodeaba con sus brazos. Desabotoné el traje y eché hacia atrás la corbata, luego desabroché la camisa y posé las yemas de sus dedos sobre mi torso. Quería que jugara mientras yo sostenía su trasero en mis garras. No pudo más y rompió en gemidos profundos aferrándose más a mí.
-No te contengas, quiero verte enloquecer.-Murmuré entre jadeos.
-Voy a venirme.-Dijo entrecortado por el placer.
-No, todavía no.-Susurré ayudándole a que se moviera con mayor rapidez y entonces mi esencia llenó todo su ser.-No lo hagas.-Apreté fuertemente su miembro, una mueca de dolor se apoderó de su rostro y yo sonreí.-Ponte de pie y pega su rostro a la pared abriendo bien las piernas.-Dicho y hecho, luego me puse de rodillas a lamer su entrada.-Ahora.-Dije levantándome del suelo aferrándome a su cintura, tomé su miembro entre mis dedos y jugueteé.-Deja que salga.-Entonces vertió su esencia manchando el lateral izquierdo del cubículo.
-Seguro que nos han escuchado, que vergüenza.-Murmuró.
-Sí, seguro que se han excitado y todo.-Susurré dejando que mi aliento acariciara su piel.-No te vistas, vamos a jugar.-Dije introduciendo el dedo corazón en su trasero, jugué unos segundos provocándole de nuevo. Lentamente fui introduciendo dedo a dedo de mi mano derecha, entraron tan sólo tres y noté que mi entrepierna estaba de nuevo como una piedra. Lo liberé de mis dedos y sumergí mi miembro. Lo tomé de nuevo, lo domaba en cada embestida.
Estuvimos así durante más de dos horas, luego nos vestimos y nos marchamos como si no hubiera pasado nada en los lavabos de caballeros. Él apenas podía andar, parecía dolorido o cansado por tanto sexo. Nos sentamos en un parque cercano a las tiendas, comencé a besarlo suavemente.
-Aquí no.-Dijo esquivándome.
-¿Por qué no?-Comenté.
-Porque nos miraran mal por ello, no me agradan las malas miradas.-Respondió.
-¿Malas miradas?-Interrogué.
-Sí, no quiero que me miren mal por besarme con mi pareja. Sé que no es pecado ser homosexual, tampoco enfermedad, pero no me agrada que me miren como si fuera un bicho raro.-Murmuró.
-¿Somos pareja?-Dije burlándome de él, aunque realmente deseara que fuese solamente mío.
-Lo siento a veces lo olvido.-Su rostro se tornó serio.
-Vayamos a comer algo y luego a casa.-Murmuré levantándome.
Después de ir a un antro de comida rápida, tomar unas pizzas y unos refrescos, volvimos a casa y nos tumbamos ambos en nuestras respectivas camas. Por la noche tuvimos una cena que se puede llamar familiar y conversamos sobre mi nuevo trabajo. Me encontraba más animado para comenzar con los siguientes capítulos. El sueño vino a mí como un dulce murmullo, pero a media noche me desperté y él estaba ahí. Me abrazaba ferozmente y yo no dije nada, le permití dormir conmigo.
1 comentario:
AHHH.....SWEET....
Pero al fin y al cabo el deseo y la lujuria ganaron ^_^...claro se disfruto mas porqe tambien realizaron el amor.
Aunqe creo q si sige con qerer domarlo, con el tiempo creo q se fastidiara ¬_¬ no crees
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