Capítulo cuarto.
VI. La esclavitud del amor
Durante una semana disfrutamos del sexo esporádico. Él parecía hipnotizado con el placer, la forma de seducirlo y mi fortaleza. Mejoró como amante, cada vez su instinto se desarrollaba más y llegué a experimentar los mejores instantes de sexo de toda mi vida. Sabía lo que yo deseaba, lo que me gustaba y lo que no, para regalármelo como si fuera un trofeo tan sólo por tenerlo al lado. También surgieron problemas por su inconformidad en nuestra relación, quería algo serio y yo temía a atarme. Le solía decir que tal como estábamos era lo ideal, amantes completos sin ataduras y a la vez con total lealtad. Le hice jurar que no habría otro y él juró lo mismo. Llegó a darme todo, incluso se depiló por completo y comenzó a vestirse con la ropa que yo le decía. Sin duda alguna era el novio perfecto, sumiso a mis mandatos y a la vez libre. Todo lo que hacía era por su libre elección para agradarme a mí.
El viernes mí madre comentó que se iban de fin de semana con su hermana, que la casa la dejaban a nuestro cuidado y algo en mí se iluminó. Cuando llegó el sábado nada más desperté corrí a su habitación completamente desnudo, entré en su cama y comencé a palpar su cuerpo. Despertó cuando mordí su cuello y mi erección acarició sus nalgas. Me agarró de los brazos y apoyó su espalda sobre mi torso. Olí sus cabellos y posé mis manos sobre sus caderas, me agarré fuertemente, para luego pasar una de ellas a su miembro. Sentí entonces que se endurecía mientras besaba la cruz de su espalda. Le susurré entonces que se diera la vuelta, que deseaba ver su rostro, y lo hizo mostrándome la lujuria en su mirada. Nos besamos alocadamente mientras sentía su corazón acelerado pegado al mío. En ese instante deseé poseerlo, pero deseaba enloquecerlo un poco más que lo habitual. Ya estaba tan adaptado a mí que apenas necesitaba preparación, sin embargo yo necesitaba juguetear con él. Me posé entonces sobre él, lo miré con fogosidad y le arrebaté el aliento. Su lengua era una prolongación de la mía, se fundieron en un mismo ser. Sus dedos se apoyaban sobre mis hombros y una de sus piernas se alzó para aferrarse a mi costado derecho. Mojé mi mano izquierda en sus labios y hundí entre sus nalgas dos de mis dedos, un dulce gemido emergió de su boca mientras masajeaba con los demás la próstata. Cuando comenzó a gritar que me deseaba, que necesitaba sentirme entré enérgicamente. Sabía que a él le gustaba mi rudeza en el acto, adoraba sentirse presa o marioneta por mis anhelos. Sus alaridos se entrecortaba por gemidos graves mientras yo jadeaba fundiendo mis pupilas con las suyas. Se aferró con más fuerza a mí, subió su otra pierna y yo apoyé mejor las palmas de mis manos sobre el colchón. Su rostro era una composición perfecta de matices y todos ellos eran de una lujuria que le quemaba. Llegó el momento de impregnarlo con mi bálsamo sexual y él gritó que me amaba. Caí sobre él y su esencia se vertió entre nuestros cuerpos, manchándonos. Aquel te amo le sorprendió tanto a él como a mí por la circunstancia en la que lo escuchamos.
-Lo siento he roto el encanto.-Balbuceó apartando su mirada de mí.
-Eres fabuloso, me gusta que seas tan esclavo de mi poder.-Murmuré sonriendo triunfante.
-Olvida lo que dije.-Comentó acurrucándose bajo mi cuerpo.
-No puedo, me ha encantado escucharlo.-Susurré lamiendo su lóbulo izquierdo, mordisqueándolo más bien.
-No somos pareja, sólo amigos que se permiten el lujo de intimar.-Dijo en un leve susurro.
-Es cierto pero me gusta saber que eres mi esclavo en todos los aspectos.-Busqué sus labios y los mordí para luego fundirme junto a él en un beso largo.
-¿No te importa que lo diga?-Preguntó titubeando, temblaba y podía notarlo.
-No, quiero que lo hagas cuando desees menos frente a mis padres.-Respondí.
-¿Algún día me consideraras como pareja?-Dijo acariciándome la cabeza mientras sonreía como un gato.
-Ni lo sé ni me importa, así estamos bien.-Mascullé besándole bajo la barbilla.
-Yo quiero estabilidad, salir de este departamento y buscar uno junto a ti. Necesito un trabajo nuevo, aunque sea de camarero, y formar un lugar para nosotros, únicamente para nosotros.-Recordé entonces esas palabras dichas por mí hacía mucho tiempo, cuando aún no había acabado la carrera y Andrés me trataba como un amigo ante el resto, como jamás dejó de hacerlo. Para contentarme alquiló el piso donde vivimos durante cuatro años y donde fui feliz. No quería tenerlo como pareja porque no quería cometer errores, no quería dañarlo y de ese modo estábamos bien.
-Cállate pareces una mujer.-Dije burlándome y apartándome, salí del cuarto y cerré dando un portazo. Acto seguido el corrió detrás intentando arreglar lo que él creía haber dicho mal.
-Amaru yo te amo, te adoro y no quiero que te enfades conmigo.-Su rostro se llenó de lágrimas pero yo ni me inmuté, estábamos en medio del pasillo y hacía bastante frío.-No podemos depender del asilo de tus padres, tendremos que irnos y empezar a madurar.-Dijo tiritando por el frío o quizás por el temor a que me enfureciera.-Ya somos mayorcitos para tener nuestro propio hogar.-Comentó aproximándose a mí, se abrazó anclándose a mi torso.
-No, por ahora no. Apenas tenemos dinero, no somos nada excepto amigos y lo sabes.-Dije rompiéndole todas sus esperanzas.
-Es por ese chico que te manda mensajes al móvil, lo sé. Perdóname por haberlos leído y en ocasiones borrado, pero estaba celoso. No quiero que nadie te aparte de mí.-Murmuró llorando, sin embargo lo aparté de mí y lo abofeteé.
-¿Quién demonios te crees que eres? No te permito que toques mis cosas.-Los mensajes no me importaban, mucho menos si eran de mi última pareja, pero sí que los borrara e hiciera lo que le diera la gana con mi teléfono. Lo empujé y se tambaleó hasta que se sentó en el frío suelo.
-Por un momento pensé que era tu pareja, alguien al que querías aunque no lo demostraras. Me ponía celoso si alguien deseaba algo mío, algo que me hacía y hace feliz tan sólo si me mira. No me importa si me rebajas, si me castigas o si ante todos sólo soy un buen amigo.-Paró un momento, me miró a los ojos y estalló en un llanto que apenas le dejaba hablar.-Te amo y lo hice instintivamente.-Balbuceó y se encogió en aquel rincón. Me acerqué a él, lo cogí del brazo y lo llevé a la cama a rastras. Lo hice mío una y otra vez sin importarme nada, no le dirigí ni una mirada y mucho menos una palabra. Él se estremecía como de costumbre si bien esta vez entre sus gemidos suplicaba que le perdonara. Al dormirse por agotamiento le arropé y besé la frente, por un segundo me odié a mi mismo por torturarlo de ese modo.
-Yo también te amo.-Susurré acariciándole el rostro.
Después de descansar un buen rato escribí hasta la página ochenta y seis, luego me duché y preparé algo de comer. Cuando lo tuve todo preparado, mesa y viandas, lo llamé. Al no venir fui a su cuarto y allí estaba él. Según me dijo no podía moverse, estaba agotado y le dolía su entrada. Le llevé la comida a la cama y más tarde le dejé descansar sobre mis rodillas. Me excité al sentir su respiración tan cercana a mi miembro y lo saqué para aproximárselo a sus labios.
-La boca la puedes usar.-Comenté apartándole el pelo de la cara. Tenía una media melena, como ya dije en su descripción y eso le aniñaba algo el rostro. Lo tomó entre sus manos y comenzó a succionar, yo dejé caer hacia tras mi cabeza mientras sentía el placer del calor y humedad de su boca.-No te vayas nunca de mi alcance, eres genial.-Murmuré en un leve gemido. Le agarré de sus cabellos y llevé el ritmo, era lento y acompasado.-He estado pensando en lo que dijiste, pero si lo hago tendrás que ser aún más sumiso. Si eres mío eres mío.-Dije aumentando el ritmo.-Quiero que seas una especie de esclavo y no me lleves la contraria en nada, no deseo discutir contigo y tampoco que hagas algo que me moleste. Si haces lo que te digo seremos amantes, parejas o simplemente idiotas que en vez de follar tan sólo se atan o anclan a un día a día.-Comenté parándome para verterme en su boca.-Trágalo todo.-Di mi orden y él lo hizo.-Pero por ahora deja que trabaje y guarde parte de los ahorros, quizás en unos meses podamos.-Susurré dejándole libre y guardando mi miembro.
-¿Somos pareja?-Interrogó.
-Sí, se lo diremos a mis padres a su debido tiempo y más tarde nos iremos de aquí.-Su rostro se iluminó y con sus pocas fuerzas me abrazó. Sabía que podía hacer con él lo que quisiera por miedo a la soledad, por miedo a si mismo y por un amor que creía nacer en él. Yo sí lo amaba y aún lo amo, lo que sucede es que por golpes que da la vida disimulas lo que sientes.
-¿Puedo dormir contigo esta noche?-Dijo sintiendo sus labios pegándose a mi garganta, cerca de la nuez.
-Sí, ahora son las cuatro de la tarde.-Susurré.-¿Vemos alguna película?-Pregunté.
-Esto muy cansado, sólo quiero dormir.-Murmuró.
Lo eché sobre el colchón y yo me recosté a su lado, cuando me desperté era casi las doce de la noche. Él seguía dormido con sus labios contorneados por una sonrisa. No me estaba portando como debía, sin embargo no deseaba hacerlo. Volví a quedarme dormido aferrado a él después de besarlo, acariciar y contemplarlo como algo perfecto.
VI. La esclavitud del amor
Durante una semana disfrutamos del sexo esporádico. Él parecía hipnotizado con el placer, la forma de seducirlo y mi fortaleza. Mejoró como amante, cada vez su instinto se desarrollaba más y llegué a experimentar los mejores instantes de sexo de toda mi vida. Sabía lo que yo deseaba, lo que me gustaba y lo que no, para regalármelo como si fuera un trofeo tan sólo por tenerlo al lado. También surgieron problemas por su inconformidad en nuestra relación, quería algo serio y yo temía a atarme. Le solía decir que tal como estábamos era lo ideal, amantes completos sin ataduras y a la vez con total lealtad. Le hice jurar que no habría otro y él juró lo mismo. Llegó a darme todo, incluso se depiló por completo y comenzó a vestirse con la ropa que yo le decía. Sin duda alguna era el novio perfecto, sumiso a mis mandatos y a la vez libre. Todo lo que hacía era por su libre elección para agradarme a mí.
El viernes mí madre comentó que se iban de fin de semana con su hermana, que la casa la dejaban a nuestro cuidado y algo en mí se iluminó. Cuando llegó el sábado nada más desperté corrí a su habitación completamente desnudo, entré en su cama y comencé a palpar su cuerpo. Despertó cuando mordí su cuello y mi erección acarició sus nalgas. Me agarró de los brazos y apoyó su espalda sobre mi torso. Olí sus cabellos y posé mis manos sobre sus caderas, me agarré fuertemente, para luego pasar una de ellas a su miembro. Sentí entonces que se endurecía mientras besaba la cruz de su espalda. Le susurré entonces que se diera la vuelta, que deseaba ver su rostro, y lo hizo mostrándome la lujuria en su mirada. Nos besamos alocadamente mientras sentía su corazón acelerado pegado al mío. En ese instante deseé poseerlo, pero deseaba enloquecerlo un poco más que lo habitual. Ya estaba tan adaptado a mí que apenas necesitaba preparación, sin embargo yo necesitaba juguetear con él. Me posé entonces sobre él, lo miré con fogosidad y le arrebaté el aliento. Su lengua era una prolongación de la mía, se fundieron en un mismo ser. Sus dedos se apoyaban sobre mis hombros y una de sus piernas se alzó para aferrarse a mi costado derecho. Mojé mi mano izquierda en sus labios y hundí entre sus nalgas dos de mis dedos, un dulce gemido emergió de su boca mientras masajeaba con los demás la próstata. Cuando comenzó a gritar que me deseaba, que necesitaba sentirme entré enérgicamente. Sabía que a él le gustaba mi rudeza en el acto, adoraba sentirse presa o marioneta por mis anhelos. Sus alaridos se entrecortaba por gemidos graves mientras yo jadeaba fundiendo mis pupilas con las suyas. Se aferró con más fuerza a mí, subió su otra pierna y yo apoyé mejor las palmas de mis manos sobre el colchón. Su rostro era una composición perfecta de matices y todos ellos eran de una lujuria que le quemaba. Llegó el momento de impregnarlo con mi bálsamo sexual y él gritó que me amaba. Caí sobre él y su esencia se vertió entre nuestros cuerpos, manchándonos. Aquel te amo le sorprendió tanto a él como a mí por la circunstancia en la que lo escuchamos.
-Lo siento he roto el encanto.-Balbuceó apartando su mirada de mí.
-Eres fabuloso, me gusta que seas tan esclavo de mi poder.-Murmuré sonriendo triunfante.
-Olvida lo que dije.-Comentó acurrucándose bajo mi cuerpo.
-No puedo, me ha encantado escucharlo.-Susurré lamiendo su lóbulo izquierdo, mordisqueándolo más bien.
-No somos pareja, sólo amigos que se permiten el lujo de intimar.-Dijo en un leve susurro.
-Es cierto pero me gusta saber que eres mi esclavo en todos los aspectos.-Busqué sus labios y los mordí para luego fundirme junto a él en un beso largo.
-¿No te importa que lo diga?-Preguntó titubeando, temblaba y podía notarlo.
-No, quiero que lo hagas cuando desees menos frente a mis padres.-Respondí.
-¿Algún día me consideraras como pareja?-Dijo acariciándome la cabeza mientras sonreía como un gato.
-Ni lo sé ni me importa, así estamos bien.-Mascullé besándole bajo la barbilla.
-Yo quiero estabilidad, salir de este departamento y buscar uno junto a ti. Necesito un trabajo nuevo, aunque sea de camarero, y formar un lugar para nosotros, únicamente para nosotros.-Recordé entonces esas palabras dichas por mí hacía mucho tiempo, cuando aún no había acabado la carrera y Andrés me trataba como un amigo ante el resto, como jamás dejó de hacerlo. Para contentarme alquiló el piso donde vivimos durante cuatro años y donde fui feliz. No quería tenerlo como pareja porque no quería cometer errores, no quería dañarlo y de ese modo estábamos bien.
-Cállate pareces una mujer.-Dije burlándome y apartándome, salí del cuarto y cerré dando un portazo. Acto seguido el corrió detrás intentando arreglar lo que él creía haber dicho mal.
-Amaru yo te amo, te adoro y no quiero que te enfades conmigo.-Su rostro se llenó de lágrimas pero yo ni me inmuté, estábamos en medio del pasillo y hacía bastante frío.-No podemos depender del asilo de tus padres, tendremos que irnos y empezar a madurar.-Dijo tiritando por el frío o quizás por el temor a que me enfureciera.-Ya somos mayorcitos para tener nuestro propio hogar.-Comentó aproximándose a mí, se abrazó anclándose a mi torso.
-No, por ahora no. Apenas tenemos dinero, no somos nada excepto amigos y lo sabes.-Dije rompiéndole todas sus esperanzas.
-Es por ese chico que te manda mensajes al móvil, lo sé. Perdóname por haberlos leído y en ocasiones borrado, pero estaba celoso. No quiero que nadie te aparte de mí.-Murmuró llorando, sin embargo lo aparté de mí y lo abofeteé.
-¿Quién demonios te crees que eres? No te permito que toques mis cosas.-Los mensajes no me importaban, mucho menos si eran de mi última pareja, pero sí que los borrara e hiciera lo que le diera la gana con mi teléfono. Lo empujé y se tambaleó hasta que se sentó en el frío suelo.
-Por un momento pensé que era tu pareja, alguien al que querías aunque no lo demostraras. Me ponía celoso si alguien deseaba algo mío, algo que me hacía y hace feliz tan sólo si me mira. No me importa si me rebajas, si me castigas o si ante todos sólo soy un buen amigo.-Paró un momento, me miró a los ojos y estalló en un llanto que apenas le dejaba hablar.-Te amo y lo hice instintivamente.-Balbuceó y se encogió en aquel rincón. Me acerqué a él, lo cogí del brazo y lo llevé a la cama a rastras. Lo hice mío una y otra vez sin importarme nada, no le dirigí ni una mirada y mucho menos una palabra. Él se estremecía como de costumbre si bien esta vez entre sus gemidos suplicaba que le perdonara. Al dormirse por agotamiento le arropé y besé la frente, por un segundo me odié a mi mismo por torturarlo de ese modo.
-Yo también te amo.-Susurré acariciándole el rostro.
Después de descansar un buen rato escribí hasta la página ochenta y seis, luego me duché y preparé algo de comer. Cuando lo tuve todo preparado, mesa y viandas, lo llamé. Al no venir fui a su cuarto y allí estaba él. Según me dijo no podía moverse, estaba agotado y le dolía su entrada. Le llevé la comida a la cama y más tarde le dejé descansar sobre mis rodillas. Me excité al sentir su respiración tan cercana a mi miembro y lo saqué para aproximárselo a sus labios.
-La boca la puedes usar.-Comenté apartándole el pelo de la cara. Tenía una media melena, como ya dije en su descripción y eso le aniñaba algo el rostro. Lo tomó entre sus manos y comenzó a succionar, yo dejé caer hacia tras mi cabeza mientras sentía el placer del calor y humedad de su boca.-No te vayas nunca de mi alcance, eres genial.-Murmuré en un leve gemido. Le agarré de sus cabellos y llevé el ritmo, era lento y acompasado.-He estado pensando en lo que dijiste, pero si lo hago tendrás que ser aún más sumiso. Si eres mío eres mío.-Dije aumentando el ritmo.-Quiero que seas una especie de esclavo y no me lleves la contraria en nada, no deseo discutir contigo y tampoco que hagas algo que me moleste. Si haces lo que te digo seremos amantes, parejas o simplemente idiotas que en vez de follar tan sólo se atan o anclan a un día a día.-Comenté parándome para verterme en su boca.-Trágalo todo.-Di mi orden y él lo hizo.-Pero por ahora deja que trabaje y guarde parte de los ahorros, quizás en unos meses podamos.-Susurré dejándole libre y guardando mi miembro.
-¿Somos pareja?-Interrogó.
-Sí, se lo diremos a mis padres a su debido tiempo y más tarde nos iremos de aquí.-Su rostro se iluminó y con sus pocas fuerzas me abrazó. Sabía que podía hacer con él lo que quisiera por miedo a la soledad, por miedo a si mismo y por un amor que creía nacer en él. Yo sí lo amaba y aún lo amo, lo que sucede es que por golpes que da la vida disimulas lo que sientes.
-¿Puedo dormir contigo esta noche?-Dijo sintiendo sus labios pegándose a mi garganta, cerca de la nuez.
-Sí, ahora son las cuatro de la tarde.-Susurré.-¿Vemos alguna película?-Pregunté.
-Esto muy cansado, sólo quiero dormir.-Murmuró.
Lo eché sobre el colchón y yo me recosté a su lado, cuando me desperté era casi las doce de la noche. Él seguía dormido con sus labios contorneados por una sonrisa. No me estaba portando como debía, sin embargo no deseaba hacerlo. Volví a quedarme dormido aferrado a él después de besarlo, acariciar y contemplarlo como algo perfecto.
1 comentario:
Vamos, ahora quéjate de que no leo xD
Bien, hay veces que no entiendo a Amaru. Es un tanto complicado. No comprendo su sementalidad xD quizás es porque yo no la tengo. No esperaba una continuación así, pero bue, eso hace aún más interesante la novela.
Nos veremos en próximas actualizaciones xD
saludos
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