Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 4 de agosto de 2008

Mil y una noches





esperté en medio de una habitación encalada de blanco, los arcos de media punta daban al mar y las olas resonaban rompiendo contra las rocas de un acantilado cercano. Me encontraba sobre una alfombra bien ornamentada y de colores tan vivos como las plumas de un pavo real, varios almohadones se acomodaban bajo mi nuca y cabeza. Un aroma a mar, esencias relajantes y velas. La luz cegadora del sol se reflejaba en cada punto de la habitación y el viento entraba refrescando todo, haciendo que los velos sutiles de las ventanas se movieran como eróticas bailarinas.

Me levanté con dolor de cabeza. No recordaba como había llegado allí. Noté que mis ropas eran distintas, como de otra época y de un lugar tan lejano que no se vería ni en los mapas. Era una chilaba blanca, eso es lo que me cubría la figura, y con un borde plateado en el cuello. Mis cabellos oscuros caían sobre mis hombros y mi piel era tirrena. Comencé a escuchar música cuando me dirigí a un espejo, era de uno de esos de cuerpo entero. Allí atravesé la mirada con unos ojos de gatos, eran los míos. Un verdor oliva y fiero. Mi rostro estaba cubierto por bello, en una barba corta y mis rasgos eran distintos a los de un chico oriental.

La música comenzó a sonar y varias chicas se presentaron ante mí. Llevaban telas vaporosas y de colores propios de la naturaleza, de un jardín cubierto de flores silvestres. Danzaban a mí alrededor mientras reían acariciando mi torso y mi rostro. Besaron mis labios una a una, yo estaba cubierto de incredulidad y halagos.

-Príncipe.-susurraron al unísono y tal como vinieron se esfumaron.

Un joven apareció en la sala. Se puede decir que era la reencarnación de Adán. Llevaba una manzana en la mano, la cual mordió y dejó que el jugo manchara sus labios. Se situó lentamente frente a mí y sonrió. Cuando iba a preguntar qué sucedía se convirtió en lechuza y desperté.

Estaba en mi cama, la noche era calurosa y junto a mí estaba ese hombre. Sus rasgos eran árabes, sus labios jugosos y el incienso bañaba el cuarto. Ahora lo comprendía. Recordé la discoteca, el alcohol y tropezar con aquel chico en los servicios. Una charla animada, un beso inesperado y terminamos en mi cama revolviendo las sábanas. El placer del pecado nocturno. Había vivido las mil y una noches con un Aladino sin genio de la lámpara.



Ya sabes que te lo dedico a ti preciosa.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt