[En el nombre de la verdad y la justicia, en el nombre del único sentimiento que se puede describir como puro. Dedicado al amor en todas sus formas.]
Me dijiste que me querías, que te quedarías a mi lado y al final te has ido. Era todo demasiado perfecto. Sabía que se iba a acabar un día u otro. Me fundí con la felicidad, quedé ciego y jugué en las sombras a buscarte. Pero un día no te encontré, te habías perdido y esta vez para siempre. Mi corazón aún palpita por ti, lo sabes.
Esas palabras se difuminaron en el aire. Fue como el aroma a tabaco, es fuerte y permanece a lo largo del tiempo en tus prendas, aunque esta vez es en los tejidos más profundos de nuestra piel. Y ahí quedaron. Lanzados a la nada, olvidados y a la vez resucitado en cada calada de vida.
Te amo. Esas fueron las palabras que creí de ti. Dos, únicamente, dos.
Palabras que todo el mundo ha lanzado alguna vez, palabras que se cruzan con nosotros como miradas en la multitud, pero que te llaman la atención y te atrapan en su laberinto. Un bombeo, un extraño palpitar y sudor. La boca se seca, tiemblas, un calor extraño recorre cada célula de tu cuerpo y caes al vacío. Sí, un vacío luminoso, un vacío sordo y a la vez tan ruidoso que te hace gritar. Y ahí estas, petrificado. No puedes mover ni un músculo, traspiras y eres un flan a la vez. El aliento se escapa, un suspiro y una sonrisa…sientes entonces que tu corazón enjaulado durante semanas, expectante, se libera y te llena las venas con sangre nueva.
Y dijiste que no mentías. Que eras un vampiro, una leyenda, y todos se rieron de mí. Sin embargo, eso es el amor, creer todo a pesar que nada sea cierto.
Sus ojos eran los de un animal herido. La furia le embriagaba y parecía borracho con ese sentimiento. Odiaba y a la vez amaba, era extraño. Un cuerpo débil, una piel clara, ojos cenicientos y unos cabellos negros alborotados ocultando parte de la mirada febril de un adolescente.
¡Mentiroso!
Ese grito resonó tanto que terminó asustando a los grajos, y que salieran despedidos de las ramas de un árbol cercano.
¿Por qué me dijiste que vivirías eternamente? ¿Por qué te has marcado esa frase? ¿Por qué se la recordarás a todos? “Yo soy inmortal” ¡Por qué!
Grita a una lápida. Un trozo de mármol gris y con esas notas en dorado. Sólo hay una rosa, la que antes ha colocado. Sus ojos se llenan de lágrimas, vacía su dolor ante ella. La fotografía de un muchacho castaño, de ojos miel y rostro anguloso asoma por un recuadro. Hace justamente un año de su defunción. Entonces en el viento, parece resonar como de la nada: “Seguiré vivo en tus recuerdos, en el recuerdo de ese amor que en ti sigue existiendo”
For You
1 comentario:
Debo decir que es una pena que a la mayoría de personas les de pereza dejar un comentario luego de leer un texto tan exquisito como este, captaste fantásticamente el fuerte sentimiento de amor transcendiendo la muerte y te felicito
Con cariño: Una fan en Colombia
Publicar un comentario