Lasher fue un nombre que conocí, pero no vi su cuerpo. Comprendí más o menos su historia, pues aprendí muchas cosas de esta familia.
Lestat de Lioncourt
Para ellos soy un
monstruo, pero sé que fui la esperanza de una mujer torturada y
atada a una vida insípida. Ella, Deirdre, yacía sentada en un
porche mirando la nada esperando ser rescatada. Aunque yo no pude
hacer nada más que ofrecerle una mentira, un jardín florido,
palabras hermosas, caricias delicadas sobre sus mejillas gracias a
mis besos y aliento, por lo menos hice algo más que drogarla y
vejarla como mujer. La amaba. Amaba a esa criatura desde su
concepción. Odié a Cortland Mayfair por dejar allí abandonada a
quien fue su amante, por no hacer frente a la verdad, y permitir que
le arrebataran el fruto prohibido que llevaba en su frente. Admito
que disfruté arrojándolo por las escaleras.
Mi nombre es
Lasher, no obstante puedes llamarme Impulsor, El Hombre... Diablo.
Soy el guardián de una verdad de raíz amarga y fruto venenoso. Me
alzo en mitad de la nada con una sonrisa y unos ojos peligrosos. Vine
a este mundo entre las sombras y el viento. Estoy aquí para salvar
el recuerdo. Soy la oveja negra que bala y pasta cerca del paraíso
triste de una muñeca rota.
Escucha mi verdad.
Ella estaba enferma de dolor y tristeza, pero no estaba loca. Jamás
mereció estar absolutamente envenenada con Thorazine. Esta medicina
trabaja cambiando las acciones de químicos del cerebro, y se usa
para los psicóticos. ¡Ella no estaba loca! ¡Ella sabía con quien
hablaba! ¡Y Carlotta también lo sabía! Pero la trataron como una
esquizofrénica. Jamás lo perdonaré. Nunca aceptaré que
permitieran esa dosis casi letal que la mantenían convertida en un
guiñapo. ¿Y yo soy el culpable del dolor de esta familia?
¡Injusticia!
Recuerdo nuestras
conversaciones en esa fábula que creé para ella. La envolvía con
amor, abrazándola como si mis brazos pudieran sanar todas sus
heridas, entretanto recitaba poemas llenos de belleza. Mi hermosa
bruja, eso era. Una hermosa bruja que parecía bailar entorno a la
vida, pero en realidad sólo se pudría demasiado pronto. Murió
joven y yo lloré por ella. La tormenta cruzó Nueva Orleans hasta
San Francisco en busca de su hija, la cual desconocía el rostro de
su madre.
Soy tempestad. Soy
el viento meciéndose en las ramas. Soy la luz de la luna penetrando
en tu ventana. Soy el hombre que camina con elegante traje de fiesta
por tu jardín. Soy la mirada llena de amor. Soy muerte y vida. Mi
nombre es Lasher, recuérdalo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario