Late en mi corazón
Siento ser así, no puedo callarlo más y en mi corazón late un nombre con fuerza. Estoy enamorado de su luz, de su esparza, de su originalidad y de su sabor. Amo a mi tierra, Andalucía. Tengo todo el derecho del mundo de negar a España, pues no la conozco, y sí los lunares de los montes de Jaén salpicados de olivo. Este lugar donde el verde por los cultivos y el blanco por la espuma del mar, el pequeño reino de Al-Andalus es aún poderoso y se alza entre las cumbres de Sierra Nevada. El esplendor culturar de siglos pasados sigue aun vigente, no pasa ni un solo año que nuestra tierra no es conmemorada con un nuevo artista. Aún suenan los pasos de Federico por las calles viejas de su Granada, corretea como un chiquillo buscando inspiración en el flamenco y en el sonido del riachuelo cercano a los vestigios musulmanes.
Blas Infante dio todo por este trozo de paraíso, como tantos otros, y aún se nos llena el pecho de orgullo por nuestros pasos en la historia. Ningún Francés cruzó la frontera de despeñaperros. Pocos son los que conocen la historia de Cervantes y el Quijote, muy unidos a la luz de este lugar. Esa misma luz que Pablo Picasso tendría por siempre en su corazón, que dibujaría con sus dedos en cada uno de sus cuadros. Los más internacionales músicos, poetas exiliados en confines de otras tierras, actores de renombre e incluso Emperadores Romanos…han salido de esta ilustre patria. ¿Cómo amar a España? ¿Cómo? Ella no me representa, me representa el sonido de una guitarra en uno de nuestros patios. Somos luchadores, pasionales, entregados, rufianes descarados y elegantes como nuestros caballos.
Andalucía, tierra de mil culturas y de mil orígenes. Ha sido el enclave de tantos mitos, de tantas verdades y de tantas razas que ni ella misma sabe ya que nombre le darán en un futuro. Hercules vino a hacer aquí sus trabajos, al confín del mundo, y dejó en el Peñón de Gibraltar, frente a nuestras costas, una columna. Él está representado en nuestra bandera junto a sus dos leones, pues también tuvo esa aventura en sus diez trabajos.
Pregunten a cualquier persona en el mundo, sobretodo si es árabe, ¿qué hay en córdoba? Una mezquita impresionante llena de arcos, de lujo, de belleza que hace que el visitante caiga rendido a sus pies. Pregúntenle cual es el pasado de
Lo lamento, pero mi corazón late al ritmo del trote de uno de nuestros caballos y sonríe ante las argucias de tantos que besan la bandera roja y dorada. Lo lamento no beso la sangre derramada por siglos, ni vuestro imperialismo, ni el oro que deseáis y codiciáis desde los tiempos de Colón y más atrás. Lo siento, lo siento enormemente porque me siento más vivo cuando corro por las sierras de mi tierra envuelto en su bandera.
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