Imagen de un doll modelo de maquillaje. Personalmente estos rasgos mucho más maduros me agradan en estos "pequeños" humanos sin alma aparente.
Mis labios se fundieron con los suyos, fue algo que jamás olvidaré. Lo hice mío más de una vez en esa noche. Mis manos caminaban por su piel, se deslizaba por su pecho hasta el borde de su vientre para descender a los infiernos. Su boca me incitaba dejando escapar gemidos. Nunca creí que los ángeles tuvieran ese aspecto tan vulnerable. Le arranqué la ropa haciéndola jirones. Nuestras miradas se cruzaban llenas de lascivia.
Sí, fui yo quien cometí el pecado original
Yo quien arrancó a un ángel de los brazos de dios
Para hacer que brillara en su faz
Un resplandor convertido en un caliente ardor
Yo quien arrancó a un ángel de los brazos de dios
Para hacer que brillara en su faz
Un resplandor convertido en un caliente ardor
Abrí sus piernas y hallé un confortable lugar para deleitarme. El sabor de su piel, de su sexo, era demasiado extasiante y me hizo caer en un pesado sueño del que no quería evadirme. Invadí su territorio, alcé mi bandera en aquella acogedora gruta y me moví mientras la cama gemía con nosotros de forma escandalosa. Los muelles parecían no soportar el peso, el colchón se hundía, el cabezal tiritaba tanto como él y yo me empapaba en sudor mientras con la mirada de un loco sucumbía a su arrebatador amor.
Sí, fui yo quien destrozó su alma
Quien robó sus esperanzas más preciadas
Yo quien le hizo perder la calma
Para dejar su piel por siempre marcada
Quien robó sus esperanzas más preciadas
Yo quien le hizo perder la calma
Para dejar su piel por siempre marcada
Sus costillas se notaban en exceso por culpa de su intranquila respiración, parecía ahogarse. Suplicaba, imploraba y deseaba el pecado en sus entrañas. Mi sexo cada vez más hondo de él rompiendo las reglas del juego. Mis manos se aferraban a las ropas de la cama, me apoyaba en el colchón, sus piernas a ambos lados de mis costados, su trasero firme bien pegado a mi y su hombría exuberante me mostraba cuando se deleitaba con mi compañía.
Dejó de ser puro por seguirme en la noche
Le ataqué con galantería y un ego excesivo
Quería notar que era la opulencia y el derroche
Por ello dejo a Dios y siguió mi camino
Le ataqué con galantería y un ego excesivo
Quería notar que era la opulencia y el derroche
Por ello dejo a Dios y siguió mi camino
Derramó su simiente sobre su ombligo que dirigió con sus manos que no dejaron de acariciarnos. La mía fue entre sus firmes nalgas tras un fuerte espasmo por toda mi columna vertebral. Sus labios estaban rojos por tantos besos, por tantos bocados y tantos jadeos. Mis manos se volvieron locas palpando su rostro mientras volvía a apoderarme de su boca. Su lengua, cálida y húmeda, se fundía con la mía en una lucha épica.
¿Cómo un ángel va en busca de un ser como yo?
¿Cómo puede amarme y no ser un castigo?
¿Cómo?
¿Cómo puede amarme y no ser un castigo?
¿Cómo?
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