Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 6 de julio de 2009

Dark City - Fuera de control - Capítulo 7 (parte V)


No fui directo a casa, me quedé mejor dando un paseo por el centro. Observaba las tiendas y me preguntaba en qué preciso instante Phoenix comenzó a molestarme. No fue con la llegada de Uta, sino con el inicio del compromiso. Lo relacioné con facilidad, esa frivolidad me echó hacia atrás aunque no lo notaba. Cuando me senté en un banco a la sombra sonó mi móvil. Era mi amante, decía que mi hijo me necesitaba en el Hotel Duque. No dijo nada más, fue un mensaje rápido, además de decirme que le corría prisa.

Suspiré de forma profunda, observé el cielo azul profundo y noté como el calor apretaba. Tenía que llegar al hotel y saber qué tripa se le había roto a mi hijo. Fui hacia el coche que lo tenía aparcado en el parking subterráneo. Al montar noté una sensación rara, una premonición o quizás una corazonada. Recordé las palabras de Phoenix, lo de ser abuelo, y apreté el volante antes de arrancar.

-Espero que ese maldito no haya preñado a ninguna chica, simplemente espero y deseo que sea un problema leve. Además de que Phoenix puede ir rezando como sepa algo, porque si es así estás muerto.-dije en tono bajo encendiendo la radio, quería dejar de pensar en todo, poner la mente en blanco y salir pronto del asunto.

Manejé hasta el hotel como alma que llevaba el demonio. Conducía esperando que los semáforos estuvieran libres para el tráfico, pero más de uno lo salté. No me importaba pagar las multas, que me las pusieran. Mi hijo me necesitaba y por la voz de Uta al decirme aquello me preocupó más. No sabía si me preocupaba en que pudiera terminar golpeándolo si me hacía lo que presentía o porque me diera un paro cardiaco.

Nada más llegar vi a mi hijo fumando en las escaleras. Su posición era algo relajada, pero su cara era un mapa que me indicaba que algo ocurría. Aparqué y dejé el coche a uno de los botones encargados del parking. Fui hasta él y me quedé con los brazos cruzados frente a él.

-Papá.-dijo levantándose con ojos de cordero degollado.-Miho y yo tenemos que decirte algo.-eché hacia atrás mis cabellos, caían sobre mi rostro, y él hizo lo mismo con los suyos.

-¿Qué?-respondí impaciente.

-Todavía no ¿por qué no vamos a la habitación que he pedido? Debemos hablar todos con calma, sentados y relajados.-sabía que intentaba todo eso para que no me alterara. Si él me llevaba a la tumba yo regresaría, lo haría para llevármelo conmigo.

-Mira, como me salgas con algo que me arruine la vida, o te la arruine a ti, te juro que haré con tu pellejo unos zapatos nuevos.-mi tono de voz era tétrico y se incrementaba con cada palabra que salía de mi boca.-¿Me entiendes?-dije agarrándolo del cabello.-¿Qué has hecho?

-Luego.-respondió zafándose de mí.-Cuando tío Uta esté presente y también Miho.-su voz era suave pero se notaba su nerviosismo, no le salían a penas las palabras.-Necesito un trago, de lo que sea, vamos arriba.-rogaba con la mirada, jamás lo vi tan preocupado y también con ese brillo de melancolía que denotaba que había llorado.

-De acuerdo.-murmuré y empecé a pensar en algo distinto.

Días atrás en el estudio se había presentado con un chico. Era un joven de unos veintitantos años y de aspecto frágil. No eché demasiada cuenta, pero mi hijo se lo comía con los ojos. Sin embargo, no baboseaba sobre él ni lo agarraba de forma posesiva. Era como si simplemente lo contemplara con esa cara de idiota que se nos forma a todos cuando nos enamoramos. Luego supe quién era y me crispó los nervios. Era amigo de mi mujer, ella misma lo había traído de Francia para que diseñara para ella, y sus amigas, además de que se instalara en la ciudad. Mi hijo estaba enamorándose de alguien que por lo que supe había tenido mala vida. No porque consumiera, algo habitual en la moda, sino porque prácticamente no comía y su antigua pareja le había molido el cuerpo a golpes. No lo quería para él, ni loco lo deseaba ver enamorado de ese chico. Supuse que quizás era sobre algo que le había sucedido y me pedía ayuda, le tendería una mano como la época que pasó Amaury en el hospital… pero nada más.

Subimos las escaleras y pasamos por el Hall, para luego subir hacia la habitación. Sentados en el sofá, en silencio, noté esquivo a mi hijo. Seguramente estaba preocupado porque todo saliera mal. No entendía porqué tenía que estar por medio su hermana, Miho jamás se metería en problemas de ese tipo. Conocía bien a mi hija gracias a Megumi y a Uta. Las únicas veces que se metió en problemas fue defendiendo el honor de su madre, en el colegio, tras una buena paliza escolar. Las chicas quedaron bien magulladas, una de ellas terminó sin aparato dental, pero desde entonces intentaba controlar el genio que le venía de mis genes.

-Pide un refresco para cada uno, necesito algo que calme la sed que traigo.-dije levantándome para ir al aseo. Necesitaba echarme agua a la cara, templar los nervios.

-De acuerdo.-es lo que oí de sus labios tras cerrar la puerta del baño.

Salí varios minutos después y tuve una agradable sorpresa. Cuando creí que no vendría mi hija, tan sólo para no ver en vergüenza a su hermano, apareció Megumi deslumbrante con uno de esos nuevos modelos que últimamente usaba. Sonrió leve y le seguía Miho, acompañada de U-ta. Todo me olía mal, demasiado mal. No entendía nada de lo que sucedía allí.

-Pasad.-dijo dirigiéndoles hacia el fondo de la habitación.-Aún falta una invitada ¿queréis algo de tomar?-preguntó bastante caballeroso, yo lo escuchaba desde la sala y sonreí. En momentos como esos me sentía orgulloso de él, de su educación.-Oye piernas largas, si sobrevives tú... dile a Oly que quiero un hermoso ataúd decorado por él.-ese nombre me crispó los nervios por completo.

-Venga, que no será tan malo. Os golpeará, seguro, y no será el único. Pero es una buena noticia.-era la voz de Uta, tan jovial como siempre, y parecía intentar quitar hierro al asunto.

-Si serás idiota, pero de acuerdo, si esa es tu última voluntad se la haré saber por cierto...-hizo un leve inciso.-Quisiera que me dejaras de herencia la moto de día que te conocí-dijo sentándose en una de las sillas para quitarse la chaqueta, de tela, que llevaba.-Y sí, es buena noticia…-murmuró y miró a Hizaki.-De que el viejo se infarta, ¡se infarta!

-Buenas tardes Megumi, un gusto conocerla. Más bien un placer.-lo estaba haciendo bien, muy bien. Parecía todo un caballero y fui hacia ellos sonriendo hasta que tuve que detenerme al oír lo que le seguía. Codeó a mi hija e hizo un movimiento rápido de cejas.-¿ves? tengo modales no como tú marimacho.

Me escondí en el pasillo que daba al baño, los espiaría un rato antes de salir. Aún no llegaba mi refresco y tampoco el suyo. Fuera hacía casi cuarenta grados, era un calor sofocante para ser principios de junio.

-Un gusto Hizaki-respondió Megumi un tanto sorprendida por el beso de su mano, después quedó algo pensativa observándolo.

-Deja de llamarme marimacho, mocoso.-respondió Miho con el puño en alto, aunque no le golpeó.

-Veo que te llevas bien con tu hermano.-comentó con una leve sonrisa mientras Uta se sentaba a su lado en el sofá.

-Algo bueno debe de tener este inútil para que me caiga en gracia.-mi hija se levantó para servirle un vaso de agua de la pequeña cocina que tenía el departamento. Si bien eran lugares que se podían alquilar durante meses. La habitación que habían pedido no era de las caras, sino de las medianas. Se veía bastante entretenido todo desde mi punto de vista, permanecí oculto observándolos y también lo hacía con la decoración.

-Hizaki, deberías decirle al servicio que ya tardan con mi refresco.-comenté como si saliera del baño. Me había empapado el cabello porque no podía más con el calor, se había averiado incluso el sistema de aire acondicionado del hotel. Aquello era imposible de soportar con la ropa puesta, quería llegar a casa y quitarme todo metiéndome en la piscina. Mi hijo también tenía los cabellos algo húmedos, supongo que antes de llegar él había hecho lo mismo.

-Dijeron que traerían. Se agotaron, pero que traerían. Comprarían donde fueran, ya que tú eres uno de sus mejores clientes.-no le escuchaba, tan sólo observaba a Megumi y me preguntaba qué sucedía realmente.

-¿Qué hace ella aquí? ¿Qué encerrona es esta?-pregunté desconcertado, no me agradaban las sorpresas.

-Miho y yo tenemos algo que decir, algo importante, pero aún falta alguien más.-le agarré entonces de la camiseta y le miré directamente a los ojos.

-Dime que no es ese maldito bastardo, dímelo.-agachó la cabeza y neguó.-Bien, porque hoy he tenido un buen día y si veo a ese maldito musculitos lo usaré de saco de boxeo.-no quería ver a Lexter, si era él lo fusilaría allí mismo. Cuando me quedé tranquilo ante su negativa fui hacia Megumi con una sonrisa en los labios.-Te queda muy bien esa blusa, si me lo permites.-besé su mejilla sentándome a su lado.

-¡Hola Atsushi!-dijo con esa sonrisa casi perenne en ella. No quería volver a ver que lloraba, que se torturaba, o que sentía pánico. Todo debía de ir bien para ella, ya todo había pasado o eso deseaba creer.-Gracias por lo de la blusa, me gusta mucho y la compré hace unos días. Es perfecta para el calor, no llevo mangas y veo que tú te estás ahogando.-rió bajo observando a Uta y al resto.

-Sí, yo también se lo dije al verla.-dijo rascándose la cabeza Uta, observándome con ciertos celos y comiéndome con los ojos.

-¿Tardará mucho esa persona?-dijo mi hija a Hizaki.-¿Si le dijiste que era hoy verdad?-era un ruego, un leve ruego de aquellos labios tan parecidos a los de su madre. Si bien era lo único que había sacado a ella.

-¿Alguien más va a venir?.-preguntó a los dos, viéndolos directamente o al menos el intento. Miho no se quitaba las gafas, permanecían puestas ocultando parte de su cara.-Miho, quítate las gafas.-dijo con ese tono que sólo una madre tiene.-Estamos en una habitación cerrada, no deberías de usarlas.

-Me gusta así, pero luego me las quito.-resopló.

-¿Quién vendrá? ¿Ese novio nuevo tuyo?-es lo único que dije, es más me interesaba saber si eran pareja o no.

-Yo lo conozco, hablé con él antes de saber que era el chico de Hizaki. Lo vi aquí hace algún tiempo, tomándose algo en la cafetería.-comentó Uta.

-¡Queréis dejar de hablar de mi zanahoria!-no se dio cuenta de que había dicho su apelativo, un apelativo bastante estúpido. Empecé a reír a carcajadas apoyado en Uta. Él intentaba por todos los medios no reírse, pero es el nombre tenía su punto humorístico y también connotaciones sexuales profundas.

-He escuchado motes tontos de parte de tu padre, pero ninguno como ese.-dijo uta riendo casi doblado, no pudo aguantar más. Ambos casi nos abrazábamos para no caer al suelo riéndonos.

-Iros a cagar los dos.-bufó sentándose frente a todos nosotros.

Pero no éramos los únicos, Miho y Megumi también reían explotando en carcajadas. Hizaki estaba molesto, pero se le pasaría. Es más sabía que entendería que nos reíamos por un apelativo de afecto tan característico y original. Sí, se podía decir que era original.

-Yo también lo conozco.-interrumpió mi hija las carcajadas, intentando controlarse.-Es todo mono, pero sobretodo hace diseños muy buenos.-comentó con una sonrisa observando los destellos de ilusión de su madre.-Un día de estos, si a Hizaki no le molesta, te llevaré.-Megumi siempre fue una amante de las modas, una apasionada de las tendencias, y parecía que seguía siéndolo.

-Sí, claro.-sonreí al igual que mi hija. Ambas parecían congeniar de nuevo, eso me agradaba.

Noté como miraba a Uta que se había aferrado a mi brazo, notaba como su aroma se pegaba a mi ropa y me daban ganas de abrazarlo para hacérselo en la cama del cuarto a vista de todos. Yo había dejado de carcajearme meditando y haciendo un puzzle mental. Por momentos pensé que era otro chico, que no era el mismo que me dijeron mis informadores.

-¿Diseñador de moda?-me encaminé a él con mis ojos de rayos x.

-Sí.-dijo intentando no parecer amedrentado.-Pero no es mi chico, es un amigo.

-Dime que no es el amiguito de tu madre, ese diseñador al que fuisteis a ver el otro día... ¡Santo Dios Hizaki!-grité agarrándolo bien del cuello de su camiseta, él puso el pie en mi estómago e intentaba zafarse.

-¡Es amigo de mamá, pero te juro que no se parece a ella!-aquella imagen sería extraña para otros, pero éramos los Sakurai y sin duda teníamos ese fuerte carácter.

-Ya van a empezar con sus juegos de críos.-escuché a mi hija mientras me separaba de él.-Tu viejo, compórtate como lo que eres y tú.-dijo mirando a su hermano tras aquellas enormes gafas de sol.-Tú si que no tienes remedio.-le dio un leve golpe en el hombro cuando pasó a su lado, luego se inclinó levemente con una sonrisa. No sé que le dijo, pero inmediatamente tuvo réplica de Megumi.

-Miho, no se secretea cuando hay más personas en la habitación.-ella se incorporó suspirando ante las palabras de su madre.

-Sí, mamá.-sacó entonces unos papeles de su bandolera, se abanicaba de forma rápida buscando aire.

-Pondré el ventilador, aunque pronto vendrá la reina de hielo y todo se congelará un poco.-Uta habló de mi ex describiendo tal cual era.

-Clarissa.-balbuceé con un tic ojo.-¡Para qué demonios viene Clarissa!-grité.

-Sabe lo de Miho, creo que pasa olímpicamente del tema.-en ese momento tan sólo quise matarlo, hacerlo trozos diminutos y venderlos como sushi. Lo agarré del cuello levantándolo prácticamente en peso.

-¡Te mato! ¡Jodido cabrón! ¡¿Cómo te atreves?!

-Mi...Mi...Miho.-estiraba su brazo intentando alcanzar a su hermana, quizás un vago intento de que le ayudara alguien. Logró agarrarla y clavar prácticamente sus manos mientras Uta tiraba de mí.

-¡Atsushi!-gritaba y Megumi no sabía que hacer.

-¡Bestia! ¡Me lastimas!-ese grito de mi hija me hizo bajar la fuerza que se incrementaba en el inútil de mi hijo. Parecía adolorida porque Hizaki rogó que le ayudara.-Inutil.-dijo ella y la verdad es que parecían salir esa palabra de mis labios, más que de los suyos.-¿Qué no le dijiste que venia tu madre?.-preguntó y entonces ambos miramos de reojo a su madre. Se había puesto tensa, muy tensa. Bajé a mi hijo y este suspiró tomando aire entre jadeos.

-¿Clarissa?.-interrogó y Miho corrió hacia ella para tomarla del rostro.

-Sí, ella también viene.-entonces la agarró de las manos y la miró con cierta preocupación por la expresión de su madre.-No tienes que preocuparte de nada, no te hará nada.-decía en susurros arrodillándose frente a frente.-Lo hace y la mato.

-Dime que pasa, anda, dime de una buena vez.-dijo tomando el rostro de su hija entre sus manos, soltándose del agarre de ella.

-Nada, no pasa nada.-eso decía mi amante, pero no le creía ni media. Algo tramaban los tres y eso no era bueno en absoluto.-Sólo pensaron que era bueno ajustar cuentas.-Uta nos había apartado.-Ven, yo te voy a relajar por el hotel y cuando llegue tu madre Hizaki...márcame al busca.-tiró de mí mirándome con una complicidad patente.

-Bestia... casi me aplasta las vértebras.-murmuró mi hijo tumbándose en un sillón de mala manera. Sus modales a veces se veían afectados cuando estaba nervioso.

Nada más salir y girar, hacia intersección del pasillo más cercano, me besó. Sus labios tibios me desconcertaron, pero tan sólo seguí ese beso de colegial para intensificarlo. Si bien, lo aparté y lo tomé de la cintura para llevarlo a una habitación colocando el no molesten. Allí lo miré fijamente esperando que me dijera qué se traían entre manos.

-Nada.-repitió.-Ya lo sabrás.-besó mi mejilla y acarició mi rostro.-No te preocupes, no es nada tan terrible.

-Eso espero.-dije tranquilizándome teniéndolo entre mis brazos. Esa colonia dulce, un aroma agradable.-Amo esta colonia que usas.-susurré mordisqueando su cuello.

-Es de bebé.-abrió la puerta para tomarme de la mano y guiarme hasta la habitación.-¿Te imaginas? Tú con un bebé más en brazos que no sea Jun.

-No quiero.-respondí.

-Bueno pues imagíname a mí cubierto de chocolate.-murmuró con una sonrisa seductora y a la vez llena de lujuria.

-No pienses en eso idiota, aquí no.-dije y él echó a reír agarrándose de mi brazo.

-No pienso nada, tan sólo te digo que eres un pervertido y te lo has imaginado.-reía Uta a carcajadas y yo también. Realmente sabía como hacerme reír, como encajar conmigo. Tenía un humor similar al mío, no sólo él, todos en la banda teníamos ese toque sarcástico y cínico además de una perversión insuperable. Sin embargo, me quedé en silencio observando a mi ex que había hecho acto de presencia.

-Bien tomad asiento, ambos tenemos que dar una noticia a nuestro padre y bueno.-carraspeó.-No quiero morir solo, ni ella tampoco, así que como el asunto es parecido en ambos...nos... Uta, tio Uta.-miraba a mi amante con un ruego de niño pequeño.

-Serás... igual que tu padre cuando intentaba explicarle algo a Miho.-cuando se refirió a mi madre recordé cuantas veces pensé que me mataría, más de veinte, y seguramente era algo gordo para que Uta hiciera esas similitudes.-No los matéis, yo estoy con ellos en este asunto y es más estoy aquí por mero apoyo. Lo que van a decir no es tan duro... sólo quedaréis un rato en shock.-dijo acomodándose junto a Megumi, la cual tenía las uñas prácticamente sumergidas en la tela del sofá. Mi ex se había acomodado junto a ella, pero a cierta distancia y entre ellas yo y él.

-Atsushi sostén a mi madre, que si me zafo de ella seguro que cae al suelo.-me pidió aquello y asentí, aunque a quien tendrían que ayudar sería a mí si me daba un infarto por su culpa.

-Gracias, así solo nos van a matar.-murmuró mi hijo dirigiéndose a Uta, tomando lugar al lado de Miho. Ambos estaban de pie frente a nosotros a unos pasos.

-Pues sí, tenemos que decirles algo.-dijo tomando las manos de mi amante.-Pero que primero empiece Hizaki.-dijo quitándose las gafas.

-No, querida no. Soy todo un caballero y creo que tú primero.-se comportaba como un cobarde, algo no cuadraba. A él no le importaba usualmente que la reprimenda le cayera.-Primero las damas Miho.-dijo cerrando los puños, para luego juguetear con el pendiente. Lo hacía en ocasiones de alta tensión, de tensión como aquella y yo lo notaba bastante bien. Su madre estaba observando cada movimiento con su frialdad habitual.

-Idiota, si fue idea tuya.-respondió mi hija fulminándolo con la mirada.

-Hizaki o lo dices o te juro que mueres ahora mismo.-dije acomodando mejor a Megumi y Uta también. Ambos queríamos saber que tramaban, pero a la vez preferíamos no saberlo. Clarissa se comportaba como si no ocurriera nada, como si todo aquello fuera un trance fácil. No sabíamos qué, pero ese qué era un buen golpe en toda la cara o eso veía venir.

-Ahí va...-suspiró envalentonándose.-He dejado en estado a una chica y Miho también lo está de su novio.-cerró los ojos esperando mi reacción.

-Pues sí, yo estoy embarazada de Eduart y ese inútil dejo preñada a una chica.-dijo señalándolo y prácticamente huyendo hacia atrás.

Imaginen por un momento como me sentía. Veía que mi mundo se desvanecía. Me sentí viejo en un par de segundos, en el pestañeo de cualquier jovencita, y lo peor de todo era que para colmo esos dos idiotas no eran capaces de tener hijos aún. No los veía preparados para nada. Mi pulso se aceleró, me agarré a Megumi y ella a Uta. Tomé aire mientras la madre de Miho se desvanecía.

-Hiza.-balbuceó mi ex, esa voz de espanto tan sólo la puso cuando nos conocimos y le dije el porqué de mi huida de Japón.-Hizaki.-susurró de nuevo bien su nombre intentando controlar las emociones.-¿De cuánto tiempo estamos hablando?-preguntó aún confusa, como si no fuera real.

-Será niño, está de seis meses pero tranquila que no me pienso casar con ella.-mi cara debería ser un poema, mi mano en el pecho intentando relajarme pero me era imposible.

-¡Yo os mato! ¡Hijos de la grandísima puta! ¡Yo os mato! ¡a ti y a Eduart! ¡Os mato a los dos! ¿¡Como se atreve ese idiota de casi cuarenta años dejar preñada a mi princesa?! ¡Joder! ¡Ese tio es un soberano gilipollas!-no había tenido ese lenguaje frente a Clarissa desde hacía veinte años aproximadamente.-¡Me cago en su putísima madre! ¡Me lo cargo! ¡Y tú! ¡¿qué estás diciendo?! ¡Te casaras con la chica y punto!-en ese termino me vi como mi padre, pero no concebía que pudiera criarlo él solo y la chica podía cansarse de él. Además por lo que sabía salía o tenía una relación especial con el maldito diseñador.

-¡Se casará con otro! ¡Pienso quedarme con el niño yo!-gritaba prácticamente llorando por la que se le avecinaba. Sabía que los nervios hacían mella en él de esa forma, la presión la desahogaba golpeando algo o desfogándose como una nenaza.-¡No se hablará más!-Uta me agarraba para que no le golpeara, además lloraba desesperado al verme con la mano en el pecho.

-Mi Acchan.-murmuraba abrazándome con fuerza-Acchan, tu corazón. Por favor, por favor... Toma aire, por favor.

-¡No me grites! ¡Tampoco hables así de mi Eduart! ¡No me trates como a una niña! ¡Ya no lo soy! ¡Te guste o no! ¡Ya no lo soy!-ambos gritaban como locos intentándose defender.-Y alégrate, mejor lo sabes tu y no él.-murmuró cuando todo quedó en silencio.

Mi ex me miraba preocupada, parecía otra mujer distinta. Al menos más centrada que la última vez que nos habíamos visto. Los insultos, los malos modos y las miradas de furia habían terminado incluso con la amistad que pensé que podríamos tener. Me dolía haberme separado de ese modo, en parte me amargaba la existencia. Quería llevarme bien con ella, pero era imposible. Ella y yo no congeniaríamos en nada, al menos así lo veía. En nuestro matrimonio funcionó la química de los lados opuestos, pero nada más.

-Atsushi.-susurró mi nombre clavando sus ojos en los míos.-No.-balbuceó sin saber cómo decirlo de alguna forma que ambos comprendiéramos.-No actúes así.-susurró tomando un poco más de confianza, elevando el tono hasta uno más habitual en ella.-Un hijo jamás es una desgracia y ten en cuenta que tu hijo no es tan pequeño.-eso no podía decírmelo ella cuando aún los veía como sus polluelos, a pesar de que a veces no los creía y pensaba o presuponía que eran fuertes, sabía bien que veía igual que yo a Hizaki como un crío.-Si tuvo la madurez para meterse con alguien, la tendrá para criar a un hijo.



Os dejo con este video, es una película que están subiendo a fragmentos en youtube. Es coreana y está basada en un manga-anime del mismo nombre. Espero que os guste.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tampoco lo no se, pienso que no va a hacerlo T___T

Si, conozco a ella. Pues, ella? Que seais felices!
Es Mrs Sakurai y Miho la misma persona?

No he encontrado Master Rock Studio, mi hermana no me dejo >___< Solo dijo- que vas a hacer aqui, una foto? Para que?
Dios, por favor! Estaba tan cerca... pff. Quizas, el ano siguiente... >___<

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt