Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 8 de septiembre de 2011

Tears for you - Capítulo 1 - Primer encuentro, primeras impresiones (Parte V)



Volví a dormirme aferrado a su camisa, las pocas fuerzas que tenía las envié a mis manos aferrándose en un puño. Sentía que se mecía leve y su voz era un murmullo, no entendía bien las palabras pero creo que entonaba una de mis canciones favoritas. Siempre me hacía sentir en casa, siempre sabía porqué le necesitaba.

Mis sueños fueron plácidos gracias al aroma de su colonia, pero desperté por una ráfaga de luz que golpeó de lleno en mis ojos. Me moví inquieto en la cama y escuché la suave risa de Kurou, era como la de un niño y por ello jamás lo hacía frente a desconocidos.

-Despierta my darling.-susurró dejando notar su peso en el colchón, girándome hacia él.-La fiebre parece que va remitiendo.-dijo palpando mi frente.-Debes darte un baño caliente con unas sales mentoladas que compré, dicen que despejan las vías respiratorias a la vez que son especiales para el cutis. Y claro, tú y tus sesiones de belleza...

-No te burles Kurou.-dije molesto estampando uno de los almohadones en su rostro.-¿Quieres mejor un esposo feo y arrugado?

-Quiero que mi esposo no se comporte como un niño de cinco años, brincando en cada charco de lluvia que se topa a su paso, y deseo que deje de hacer el idiota en plena tormenta. Porque yo prefiero que eso lo hagas a mi lado, y al menos así pueda disfrutar de tu sonrisa.-me rodeó por la cintura pegándome a él, sintiéndome un muñeco al estar tan débil.-Sacaré partido de tus pocas fuerzas.

-Kurou, no hagas que desee matarte a golpes.-respondí como reprimenda antes de girarme y perderme en sus ojos café.-Me gusta que sólo te comportes conmigo de esta forma, y a solas, no quiero que nadie pueda contemplar tu sonrisa o el brillo dulce de tus ojos.

Rápidamente pude contemplar como se ruborizaba, una sonrisa aún más tímida se formó en sus labios, y poco a poco se levantó de la cama apartándose de mí. Era encantador, a pesar de su tamaño y de la mala vida que había tenido. No era el único que había sufrido, Kurou también había vivido momentos crueles en esta caprichosa vida.

-Te prepararé ese baño.-dijo antes de marcharse hacia el aseo que comunicaba con nuestra habitación.

Rápidamente pude escuchar el agua correr junto a sus pasos buscando las sales, dejando todo preparado y disponible para mí. Me incorporé sobre el colchón acomodando los almohadones. Tenía hambre, pero sabía que cualquier alimento tendría un sabor extraño. Parpadeé un par de veces y me estiré como si fuera un gato. Estaba cansado, sudoroso y bajo de ánimos. Mi esposo era lo poco que me animaba.

-¡Kurou!-grité aunque me empezó a doler horriblemente la cabeza.

-¿Sí?-preguntó recargándose en el marco de la puerta, el cual se quedaba pequeño por su alta estatura.

-¿Te bañas conmigo?-pregunté intentando mirarle de forma seductora, pero creo que parecía más un drogado a las seis de la mañana.

-No, el baño es para ti Yosh.

Se aproximó a mí quitándome las sábanas, prácticamente arrancándome el pijama, y finalmente llevándome desnudo hacia la bañera. Primero fueron mis pies, después el resto de mis piernas y cuerpo. Sentí oleadas de agradables sensaciones. Cerré los ojos recostándome en el filo de aquella tina. Él se quedó allí acariciando mis cabellos, terminando de relajar mis sentidos.

Realmente necesitaba ese momento de calma. El agua caliente siempre me hacía entrar en un mundo de confort único, así como esas sales que me aliviaban en todos los sentidos. Kurou terminó remangándose para ayudarme a moverme y poder enjabonarme, aún estaba entumido. Detestaba verme tan débil y más frente a él. Sin embargo, parte de mí quería ser cuidado de esa forma y olvidarme de los malos momentos que había soportado.

-¿Por qué?-preguntó en un murmullo.

-¿Por qué? No comprendo tu pregunta.-dije con los ojos cerrados, notando sus dedos masajeando mi cabeza.

-Caminaste mucho rato bajo la lluvia, saliste sin decirme donde, y regresaste calado. Cometiste una imprudencia, como si fueras un niño y no un adulto.-respondió con tono preocupado.

-Cuando quiero calmar mi alma recurro a la lluvia, deberías saberlo.-susurré.-Pero ya todo está bien, sólo vinieron a mí viejos recuerdos.-dije con una leve sonrisa, girándome hacia él para mirarlo apoyado en el borde de la tina.-Mírame, tengo todo lo que siempre he soñado.

-¿Estás seguro?-interrogó disconforme.

-Seguro.

No tenía todo lo que deseaba, pero nadie poseía una máquina para borrar recuerdos amargos. Paulo Wilde quería que los recordara para que fuera su ejemplo, un ejemplo de entereza y no de cobardía. Él desconocía que los ocultaba en lo más profundo de mi alma por miedo, ya que era incapaz de afrontarlos y los vivía como si fueran puras pesadillas.

La esponja se pasaba sobre mis cansados y aún tensos músculos, mi rostro se quedaba sereno como el de una muñeca y él tarareaba bajo próximo a mí. Podía sentir sus labios rozar mi oreja derecha y eso me producía cosquillas agradables. Alcé mis manos para tomarlo del rostro apartando sus cabellos, contemplándome en sus hermosos ojos y sonreí como el día de nuestra boda. Era dulce, muy dulce, a pesar que para muchos fuera el hombre que aparecía en sus más terroríficas pesadillas.

-Nunca te alejes de mí, nunca. Tú eres mi ángel, eres el ángel que cambió mi vida y apartó la soledad de un plumazo.-susurré antes de besar su frente.-Te amo Kurou, te amo.-dejé que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas, pero no eran lágrimas de dolor sino de felicidad.-Tú eres lo más importante en mi vida.

-Tú lo eres para mí.-dijo con la voz tomada, podía ver como se enternecía aún más.-Yosh, I love you.

1 comentario:

Athenea dijo...

Jopelines, esta parte ha sido súper bonita. Kurou me está empezando a gustar mucho. Cuida a su esposo, se preocupa por él... Y es absolutamente dulce y adorable. Me está gustando bastante esta historia, pero me temo que ya es un poco tarde y debería irme a dormir. Mañana continuaré leyendo. ¡Un beso!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt