Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 20 de septiembre de 2011

Tears for you - Capítulo 4 - Un día cualquiera (Parte V)

Otro que regresa. Tiene su propia novela, pero no le basta al parecer. Sé que voy retrasado con ella, lo sé... pero tengo tanto que editar (aunque está acabada en mi word) que me agobio y nunca termino. Tal vez para Diciembre vuelva con las pilas nuevas para terminarla y darle un punto final, abierto por supuesto, a su historia.

Él se ha colado aquí, como otros tantos harán, mostrando un punto distinto de vista a su mundo... el cual comenzó en Dark City (así se conoce en este mundo virtual) y que siguió en Dark City by Hizaki.

El nombre tiene su aquel, ya muchos saben que fue una apuesta y un viejo compromiso de Atsushi, su padre, pero otros no y les resultará extraño.

Me imaginé a un chico con una hermosa sonrisa, aunque con cierto aura oscuro que lo contamina... cierto misterio que se puede saborear con sólo imaginarlo. Así que fui buscando modelos, me veía perdido y pensé que jamás daría con uno y cierta noche recordé... Lee Jun Ki.

Lee Jun Ki es modelo, actor, también deportista de élite, bailarín y cantante. Es todo en uno, uno de esos chicos que logran llegar con una mirada o un gesto. Coreano, por si hay dudas sobre su nacionalidad. Y hoy nos acompañará una de sus canciones...





Cuando me vi libre de aquel drama, de amantes indiscretos y poeta hundido en su propia novela, sentí me envolvía de nuevo el mío. Sonreí recordando las palabras que me repetía una y otra vez. Siempre me decía a mí mismo que únicamente los fuertes sobreviven, que yo había decidido que me levantaría una y otra vez por mucho que sintiera miedo o agobio. Sin embargo, aún estaba en mi mente aquella mujer y la rabia me ahogaba. Si bien, no era la única que me agarraba el alma haciéndola jirones, mis pasos por el infierno habían hecho que las cadenas fueran más pesadas y que prácticamente sólo me sintiera calmado rodeado por Kurou.

Me adentré por los callejones aledaños, cerca había un jardín que prácticamente no recordaba. Hacía meses que no me dedicaba a patear aquella parte de la ciudad. Solía ir por barrios más sórdidos, por aquellos donde se respiraba arte y viejas batallas históricas librando batallas por ser la más importante.

Los viejos edificios con sus enormes balcones, sus hermosas molduras y sus llamadores extraños parecían de otro mundo. Podía imaginar corretear junto a mí seres de todos los mundos posibles, así como de todas las épocas. Un hermoso ángel de piedra se situaba incrustado en la fachada de una de las casas. Su mirada dulce contrastaba con la dureza de sus facciones.

-Incluso tú tienes mejor vida que yo.-dije antes de palpar su rostro y sonreír consciente que seguro que me mirarían como a un loco al hacer aquello, pero me gustaba sentir el tacto rugoso de la piedra bajo mis dedos.-Pero no me quejo porque tengo algo que tú no tienes, un gigante.-murmuré antes de apartarme y seguir caminando.

Al llegar al parque me senté en uno de los bancos. Miraba a todos aquellos ilusos ir y venir, muchos eran hombres de negocios que salían a tomar brunch con importantes clientes o socios necesarios para su existencia. Había algún que otro adolescente que se había saltado las primeras clases, se veían seguros de si mismo y con una pose de rebelde sin tener motivos para ello. Un grupo de mujeres jóvenes pasó frente a mí con sus hermosos hijos berreando, mientras ellas reían hablando de tratamientos de belleza. Algún que otro anciano daba de comer a las palomas o jugaban a la petanca a lo lejos, cerca de los arbustos que en primavera estaban cargados de rosas.

-Soy el único que no encaja.-susurré antes de escuchar el ladrido de un can enorme.

Giré mi rostro y vi un hermoso ladrador negro, corría y brincaba alrededor de su atlético dueño. Uno de esos deportistas que salían solos a correr, pero solían sentirse mal y terminaban comprando perros que su diminuto apartamento no soportaba. Y entonces, tras ese idiota y su chucho, lo vi vestido de forma impecable con un cigarrillo sin encender en sus labios.

Hizaki Sakurai, un joven que no llegaba ni a veinticinco y que tenía una vida de cuarentón. Involucrado en cualquier evento artístico en la ciudad, ya fuera en forma de mecenas o porque él mismo era el arte en persona. Su prometido era un diseñador de alta costura, algo largirucho y de mirada perdida en la melancolía. Era una pareja dispar, un francés y un chico de orígenes japoneses.

Conocí a Hizaki porque Kamijo me lo presentó un día, hace más de un año, tenía problemas con un viejo amante y quería que lo quitáramos de la circulación. El amante no era suyo, sino de su prometido. Aquel tipejo era hijo de un alto mandatario, uno de esos peces gordos que tan maravillosamente me caen, y cuyo placer más destacado era el de golpear a su antigua pareja.

Poco a poco ese chico terminó siendo parte de nuestra sociedad secreta, como si fuéramos masones y domináramos el mundo desde las alcantarillas. Sonreí al verlo y él me sonrió como si fuéramos viejos amigos, pero en realidad poco o nada sabíamos el uno del otro. Sólo conocíamos lo mínimo y superficial.

-¡Cuánto tiempo!-dijo quitándose el cigarro de la boca.-Justo me preguntaba qué tal estaba Kamijo y sus hermanos.-comentó mirándome a los ojos con cierto descaro, era fresco y desenfadado a pesar de su aspecto serio cuando estaba en silencio.

-Bien, yo estoy bien y el resto también.-respondí con calma.-¿Y los tuyos?

-Perfectos, pero estoy algo estresado y hace unos días Kamijo me pidió algo que me estresa aún más.-sonrió afable como quien cuenta una vieja anécdota.-Quiere unos informes y me dirigía para pedirle un par de días más, estoy casi a punto de completarlo. Podría entregárselo ya, pero hay ciertos detalles que quiero añadir y que no sé si son fiables o no.

-¿Un nuevo negocio?-pregunté y él sólo asintió.-Ahora mismo se encuentra reunido con un importante cliente, por así decirlo.

-Pues entonces tendré que comunicarme con él por teléfono, con lo frío y aburrido que es eso.-se rascó la nuca riendo de forma animada.-¿Qué tal tu gigante? ¿Sigue gruñendo a las visitas?

-Sí, ese idiota no cambia.-reí yo también recordando cuando nos vimos la primera vez, el bufido de Kurou y la forma posesiva de abrazarme marcando así su territorio.-¿Cómo está tu hijo?

-Pues ya anda y ya pasó la peor etapa, la de los dientes. Dentro de nada estará haciendo frases completas, pero es demasiado vago y prefiere ir señalando lo que le gusta.-su rostro tenía color, matices que no solía ver en gente que se involucraba en nuestros negocios.-¿Te apetece tomar un café? No nos conocemos mucho, pero yo he pedido dos horas libres y ahora no se´como gastarlas.

-Me parece perfecto, aunque yo si no te importa tomaré té de rosas.-sonreí al decir aquello, como si fuera un colegial y no un maldito asesino.

-Pues un té de rosas entonces, en la tetería donde suelo ir lo preparan.

Y sin más, como si fuera por inercia, comenzamos a caminar hacia la dirección contraria. Mientras lo hacíamos hablábamos de exposiciones artísticas, de cine, de los nuevos músicos de la ciudad y de su último libro. Era culto, atento, con una fragancia algo fuerte pero para nada ostentosa. Se veía educado hasta el más mínimo detalle, incluso sus pasos se veían corregido si cambiaba el ritmo. Un encanto, uno de esos encantos de niño bien sin dejar que su cabeza explote por vacía.

Nos dio tiempo a repasar la agenda cultural de la ciudad, estaba lejos aquel local. Si bien, me maravillé nada más ver la fachada. Era un hermoso mural lleno de belleza. Habían pintado los mundos de Alicia, por dentro todo era muy pulcro y cuidado. Las mesas eran bajas y en vez de sillas había cojines. No sólo vendían té, también café de varias nacionalidades e intensidades. Aquello era un templo que no conocía, tal vez porque era más de hacerlo yo y no que me lo sirvieran.

-Esto es hermoso.-dije en un murmullo observándolo todo con atención, igual que un niño.

-Mi amigo Bou dijo palabras similares, luego admitió que no sólo era precioso todo el local sino que el trato y la calidad de los productos eran muy buenos.-y otra vez esa sonrisa que parecía que no se borrara, por muchos problemas que tuviera. Yo quería sonreír así, me daba envidia.

1 comentario:

Athenea dijo...

Kurou siempre marcando el territorio, jajaja (que según mi profesor de literatura es importante, aunque eso es otra historia). El modelo que has elegido para este personaje es bastante polifacético XDD. En cuanto a Yosh, tengo ya ganas de saber más cosas de su vida, que como Kamijo los ha interrumpido a él y a Wilde, al final no has desvelado nada, ¡jo!

Espero pronto la próxima parte. ¡Un saludo!

Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt