Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 22 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 12 - Viejas vivencias, viejos recuerdos y demasiadas golfas. (Parte II)



La canción de hoy está dedicada a Marisol. Espero que te guste Alice y esta canción que creo que define bien a los sentimientos que pudo tener Kurou frente a Isabela.


No dudé ni un instante en tomarlo por el brazo y tirar de él hacia los jardines. Si quería saber las respuestas a todas sus preguntas, todas las que quisiera hacerme, debíamos sentarnos cómodamente lejos de los oídos de Anne y los de mi esposo. No quería que ellos pudieran escuchar mi dolor, el dolor que había vivido, y tampoco quería que Anne supiera quién era su madre. Contaría todo de una vida, sin omitir detalles, y estaba seguro que iba a ser demasiado sombroso como para que me creyera.

-¿Hacia dónde me llevas?-pregunto mientras yo jugaba con la tela de su chaqueta, era algo áspera pero de buena calidad.

-Poseo unos jardines muy extensos.-dije caminando por el sendero que daba al hermoso merendero que había creado para mi esposo y para mí, sin embargo casi no lo usábamos.-¿Ve aquella estructura de madera con enredaderas? Allí nos sentaremos.

-Este jardín es inmenso.-murmuró.

-¿Puedo contarte un terrible secreto? Maté a una mujer.-susurré apoyando mi cabeza en su brazo.-Le ruego discreción.

Dejó de caminar quedándose con talante serio. Sus ojos eran como los de un muñeco. Parecía pasmado ante ese comentario. Yo simplemente acaricié mis cabellos rubios, la coleta que había hecho caía hacia un lado de mi cuello y mi aspecto creo que era frágil. Parecía un niño perdido y él era el único adulto que se había percatado de ello.

-¿Cómo?-interrogó palpándose la frente.-¿Cómo lo hizo? ¿Cómo pudo?-balbuceó.-Usted, sus manos dulces. Usted no es capaz de tales actos.

-Las apariencias engañan y lo hice por amor.-miré mis manos y después sonreí.-Despecho, amor, pasión, venganza, dolor y amargura.-susurré alzando mi vista para clavar mis ojos en los suyos.-Paulo, sabe a qué me dedico. Sabe bien que estoy tan podrido como Kamijo, no sé porqué se empeña en verme como un ángel.-balbuceé dejando que un par de lágrimas surcaran mi rostro, porque fueron inevitables.

-¿Qué amor es ese que termina con la vida de una mujer?-preguntó.

-Hay brujas que visten telas de princesa, usted mismo lo dijo antes.-di dos pasos hacia él temblando.-Por favor, no me mire así.

Me abrazó acariciando mis cabellos y mi espalda, consolándome. Sus ojos claros me habían derrumbado. Estaba comenzando a sentir verdadero cariño de él hacia mí, símbolo de una amistad lejos de mi círculo habitual y sin tener que mentir.

-Sé que perteneces a una organización criminal, sé que Kamijo también lo es y muchos de aquellos que le rodean. Sé que todo esto puede perjudicarme, pero a la vez cuando os veo no siento miedo ni inseguridad alguna. Veo a personas decentes, con vidas algo truculentas pero normales.-murmuró antes de apartarme y ofrecerme un pañuelo.-Por favor, no llores más.-besó mi frente, igual que lo haría un padre y como lo hacía el mío.

-La maté cruelmente, devolví toda la crueldad y daño que le había regalado a Kurou durante años.-susurré tomándolo por las manos, apretando mis dedos por pura necesidad de contacto.-Créame, no me arrepiento. Me siento orgulloso de ese crimen.-susurré.

-Vayamos a tomar asiento, me cuentas todo y juro que no le diré a nadie.-comentó con una leve sonrisa.-Somos amigos, los amigos guardan secretos.

Caminamos unos minutos hasta tomar asiento en aquel merendero de madera, tan hermoso y lleno de vida aún en otoño. Nos sentamos en silencio, como si fuera nuestro acompañante y nos estuviera hablando con sensaciones que callábamos.

-Contaré mi historia desde el principio, como se desarrollaron los acontecimientos y le ruego que las preguntas las haga cuando haya finalizado.-dije sereno.-Paulo, por favor escúcheme con atención.

Cuando dije aquello noté que su cuerpo se tensó, sin embargo terminó calmado observándome como si fuera una gema preciosa. Creo que deseaba hacerme mil preguntas sin escuchar ni una sola palabra, porque deseaba desesperadamente tener respuestas. Mis respuestas serían dadas en su momento, antes tenía que escuchar mi historia y ver las sensaciones que el recuerdo provocaba en mí.

-Recuerdo que era un día muy feliz para mí. Hacía tres días que Kurou había aceptado mi propuesta de matrimonio en el lago.-hice un inciso para sonreír, aún ese recuerdo me hacía feliz.-Él lo hizo por un ataque de celos, siempre actúa impulsivo cuando los celos le carcomen. Quiere ser el centro de atención, el centro de mi vida, y ver que podía conversar con alguna chica le ponía muy celoso. Aún hoy se pone celoso cuando hablo con ellas, es como si se activara algo en él.-reí antes de mirar fijamente a Paulo.-No sé como no te dijo cualquier barbaridad al presentarte, sólo se mostró serio y frío.

La brisa del lago prácticamente llegó a mí. Podía sentir la tierra mojada de la orilla, las flores recién abiertas en esa poderosa primavera, y ese leve calor que trasmitía el sol de medio día. Aún podía saborear la ensalada, degustar el vino y notar como se abría el bote de ramen mientras buscaba el termo con la mirada. Sí, aún podía sentir todo aquello como si fuera en ese mismo momento. Esas sensaciones agradables. Así como pude dejarme llevar por la amargura de aquella confesión.

-Estoy casado, dijo. Aún estoy casado.-murmuré.-No sé, porqué te lo he ocultado tanto tiempo. Tal vez porque no quiero que me dejes. Lo dijo entre dientes, algo furioso y con miedo-mis ojos se llenaron de ira.-Yo también soy celoso, fue demasiado escuchar eso.-Ella no me quiere firmar los papeles, me comentó. Ella no quiere que viva mi vida lejos de ella y sin embargo es una puta barata que sólo sabe despreciar a los hombres, lo sentenció con rabia.-tomé aliento y miré a Paulo.-Esa mujer era peor que el diablo, Kurou no era capaz de contarme su pasado por miedo a que lo rechazara. Temía que ella apareciera y me hiciera huir.

Saqué entonces mi cartera y entre viejos papeles se encontraba una fotografía de Isabela. Siempre la llevaba conmigo para recordarme que era un fantasma, que no volvería a mi vida. La dejé sobre la mesa del merendero mientras la planchaba con mis dedos. Estaba muy arrugada, pero aún se podía ver claramente su apariencia su mirada de víbora.

“Viejos versos para las fotografías de siempre.
Viejos recuerdos para hacer volar cometas en la niebla.
He venido del pasado para destrozarte,
no te arrepientas de aquel cuchillo que te clavé.
Que no te de pena, que no te de.”

Era una rubia estilizada de cabello largo y labios rojos. Estaba junto a Kurou y prácticamente le alcanzaba. Ella en otro tiempo fue modelo, pero la bebida y las drogas la hizo caer al infierno. No paraba de reclamar a Kurou por ello, porque él era un camello en aquellos días y por amor le ofrecía pequeñas cantidades. Aunque yo creo que era por miedo, miedo a que se esnifara toda la mercancía como venganza por no darle ni un poco.

Su aspecto de ángel se rompía si le veías la expresión de su rostro. Una sonrisa cruel, una mirada de mujer engreída y esa ropa escasa. Era como ver a un demonio intentando aparentar ser dulce sin lograrlo. Sobretodo por ese dorado excesivo en su piel, como su exceso de maquillaje y sus pulseras horribles. Carecía de estilo, alma y cualquier cosa que fuera atractiva.

Aquella falda corta, la cual parecía más bien un cinturón, mostraba sus piernas de prostituta de bajos fondos. Esos tacones excesivamente altos eran horribles, y se veían hundidos en el césped de aquel parque de árboles muertos. Su blusa atada bajo sus pechos, mostrando su ombligo, me hacían sangrar los ojos. Era horrible aquella ropa, como horrible era ella.

Kurou se veía con ojeras, muy delgado, con el cabello mal arreglado y aún muy joven y con una camisa que en otros tiempos fue blanca. Su familia le había dado la espalda al salir con esa modelo fracasada, aún más cuando se casaron, y nadie fue a su boda. Fue como si él hubiera muerto para sus padres. Así que se dedicó a ser matón y camello, como única solución. Mató sus sueños, todos.

Uno de los sueños de Kurou era ser fotógrafo profesional, había estudiado fotografía un par de años cuando la conoció. También amaba pintar, su madre le había enseñado a realizar obras maravillosas. Sin embargo, todo lo dejó por ella y no quiere regresar a sus sueños porque le daña el cómo abandonó todo por una furcia.

“¿Quién mató tus sueños?
¿A quién debo acusar de tal delito?
¿Quién inyectó tristeza en tu mirada?
¿Quién mató la fantasía de tus labios?
Recuerdo esos años de vino y rosas,
de rosas tóxicas con sabor a coca.
Esa ingenuidad que se fue desgastando,
que te hizo ser duro y frío, como una roca.
Mi ángel, el demonio de otros tiempos,
soñaste con ser libre y te encerraron.
Ahora es el momento de sobrevivir,
destrozaremos las mariposas de sueños olvidados.
¿Quién mató las ilusiones?
¿A quién debo encarcelar por tal crueldad?
¿Por qué hicieron trizas tus risas?
¿Quién apuñaló aquellas emociones?
Fue ella, y lo sabes.
Fue ella, y lo notas.
Fue ella y por ello la maté.
Ella no era musa, sino peligroso ser
con cuerpo caprichoso de mujer.”


-Al parecer le gustan con ese color de pelo.-dije sonriendo bajo, con cierta rabia.-Pero yo soy mucho más atractivo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt