Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 2 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 7 - Un viernes más. (Parte lII)



Es una de mis favoritas de X-JAPAN




No puedo recordar cuánto tiempo estuve llorando, pero sí que la tormenta pasó y comenzó a salir el sol con cuidado entre las altas nubes. Mis manos estaban aferradas a la tela de mi bata. Creo que mis ojos se secaron, pues llegó el momento que sólo hipaba y no salía ni una lágrima más. Sin embargo, me quedé allí sentado aún temblando y sintiendo frío. Tenía frío, pero más que en mi cuerpo era en mi pecho.

Noté que la puerta se abría, así como unos pasos lentos llenos de preocupación y a la vez miedo. Pronto sentí su mano sobre mis mejillas, más bien sus dedos acariciarlas, y después sus brazos rodeándome. Se había arrodillado frente a mí, aquel enorme gigante lloraba y lo noté porque sus mejillas estaban tan empapadas como las mías.

-My sweet angel, my love.-murmuró acariciando mis cabellos con ternura.-Lo siento, soy un estúpido.-rozó sus labios con los míos y me miró a los ojos con preocupación.-My dear, please.

-Me has tratado como si pudiera hacer algo así.-dije sin apartar mis manos de mi bata, jalando de la tela.-Me has dejado llorar solo aquí, me has dejado solo llorando por tu culpa.

-Lo siento, lo siento.-murmuró tomándome de las manos para colocarla sobre su rostro.-Lo siento mi amor, lo siento mi vida. Mi ángel, créeme que lo siento. Los celos me envenenan, mis miedos me torturan y creo que cualquiera puede quedarse contigo. Temo el día que pienses que no soy lo suficiente, que mereces otro mundo distinto al que te puedo ofrecer y que ni siquiera ves encantador mi acento. Sabes que casi no hablo, que me cuesta expresarme y por ti lo estoy haciendo ahora. Mi amor, mi dulce Yosh... créeme.

Ignoro porque pero dejé que mis manos se quedaran sobre sus pómulos, acariciaba la comisura de su boca mientras me decía todo aquello y a la vez sentía un puñal en mi pecho. Yo también sentía celos, unos celos inmensos, pero era más frío o quizás más frágil para expresarlos. Besé su frente y dejé que su flequillo rozara mi nariz. El aroma de sus cabellos me transportó a momentos atrás, a días de sexo y vino caro.

-Yo también siento celos.-murmuré rozando mis labios contra su frente.-¿Cómo puedo saber que sólo te entrenas para ser mejor que yo? ¿Cómo puedo saberlo? ¿Y si estás con otras? Kurou, tú no sabes la rabia que siento a veces y que me quema. Sé como te miran las mujeres, sé como te desean y como quieren que les abras las piernas. Cariño, tú eres mío y temo que dejes de serlo.-alcé su cabeza para contemplar su rostro y que me mirara.-El señor Wilde está pasando malos momentos, es amigo de mi hermano y él me pidió que le contara parte de mi vida. Quiere saber cómo salir del atolladero donde está. Su mujer está reclusa en una institución para dementes y su hija es tan pequeña que ni siquiera sabe gatear.-estaba confesándole la verdad, porque no sabía qué decir a cambio.

-¿Por qué tu rubor? Sólo quiero que te ruborices para mí, a mí me cuesta mucho que lo hagas.-sus manos estaban sobre mis caderas, acariciándolas lentamente.-Yosh, yo no quiero que otro vea tu rubor.

-Cariño, eres tan parecido a mí.-dije bajando mis manos hasta su pecho, acariciándolo lentamente mientras le miraba con cierta sensualidad.-Tus sonrojos son míos, sólo míos.

Se quedó en silencio con las mejillas ardiendo, sus manos quedaron quietas y las mías comenzaron a jugar con los mechones de su larga cabellera. Tenía un pelo tan hermoso, tan delicioso al tacto, que era un imán para mis dedos.

-Yoshiki sólo te pertenezco a ti, desde aquella noche.-se abrazó rodeándome con sus fuertes brazos.

La paz volvió a mi alma, fue como si regresara a mi cuerpo después de un duro viaje. Me sentía estúpido al desconfiar de él, al igual que él lo era pensando que le abandonaría por otro. Habíamos perdido tanto durante nuestras vidas, pero tanto, que no podíamos confiar que algo tan hermoso durara para siempre. Mi amor por Kurou jamás se extinguirá. No dejaré que esa llama la apague nadie ni nada. Él es dulce y atento, a pesar de sus tontos arrebatos.

-Si fuera por ti no saldría, ni el sol me podría tocar y mucho menos la tela de estaba bata. Quieres ser el único que tenga mis atenciones, como niño caprichoso que eres. Eres un ángel que cree que el paraíso sólo puede conocerlo él, sin embargo para él hay un hermoso jardín central en forma de corazón donde únicamente puede entrar. El resto camina por ese paraíso, unos lo destrozan y otros arreglan sus hermosas flores. Tengo amigos que amo, pero es un amor que no trasciende más allá del puro afecto filial. Ellos son mi familia. Los conocidos que se adentran en este paraíso, del cual tú eres el guardián, jamás te arrebataran el puesto y tú únicamente debes estar atento si me dañan. Mi ángel, mi guardián, eres mi luz y mis sombras. Lo nuestro es un paraíso, es el cielo en sí mismo, y tú jamás vas a dejar de vivir en él. Aunque cometas pecados eres inocente a mis ojos, aunque tus manos estén manchadas de sangre. Tú eres puro para mí, puro amor y pura sinceridad leída en cada una de tus caricias y miradas.

Dejó caer su cuerpo sobre el mío, su pecho rozaba mis rodillas y sus manos acariciaban lentamente mi espalda. Mis largos cabellos rubios cayeron hacia delante, ya que me incliné a besar su cabeza sobre los suyos. No decía nada, sólo lloraba en silencio permitiéndome sentir la necesidad de mi perdón.

-Te perdono, te perdonaría incluso si un día me abandonarás.

-No.-respondió con la voz quebrada.-Si un día te abandono es porque he muerto, sólo permitiré morir por ti o por tus manos.

Cerré mis ojos echándome hacia atrás, dejando que las lágrimas regresaran unos segundos. Mis ojos se habían repuesto, pero esta vez lloraba de felicidad. Una leve sonrisa marcaba mi rostro mientras algunos tímidos rayos comenzaban a entrar en la sala. Noté aquella caricia cálida proveniente del sol y miré a Kurou arrodillado, prácticamente derrotado, por haber actuado de esa forma tan inconsciente y cruel.

-Tocaré para ti, será mi forma de aceptar tus disculpas.-dije colocando mis manos en sus hombros.-Mi amor, quiero que dejes de llorar.

-¿Cómo puedes perdonarme si sabes que volveré a tener estos celos? Sabes bien que ahora no descansaré hasta averiguar todo de ese hombre, lo sabes.-asentí cansado a cada palabra que dijo. Conocía bien su modus operandi.

-Ya te dije que yo también los siento a veces.-me levanté echándolo con cuidado a un lado.-Deja que toque para ti.

Fui hacia el piano quitándome el cinturón de la bata, hice que se deslizara por mi cuerpo de forma sensual y dejé que viera mi tatuaje. Sabía que aquel momento erótico le haría olvidar cualquier discusión. Ofrecía mi cuerpo como me habían enseñado, pero la persona a quién me entregaba con ese descaro sutil era a mi esposo.

Tomé asiento en el piano, completamente desnudo. Mis dedos jugaron con las teclas intentando imaginar el sonido que le ofrecería. Nunca tocaba la misma melodía, nunca. Para él en todas las ocasiones tenía una nueva partitura que no volvía a sonar jamás.

Él se quedó sentado en el suelo y levemente recostado sobre uno de los brazos del sillón. Sus ojos se fundían con mi piel, eso me provocaba sonrojarme. Me contemplaba con ternura y picardía, sus mejillas también estaban rojas como manzanas. Podía imaginar su cuerpo perfecto y marcado por miles de navajazos, además de disparos, junto a los arañazos que yo le regalaba.

Mi piel aún estaba cubierta por sus mordidas. Sus dientes eran visibles sobretodo en mis hombros y clavícula. Me había cubierto con sutileza, para que así fuera vestido de él y no de otro. Llevaba el aroma de su loción pegada a mis dedos, brazos y rostro. Él seguro que estaba bañado en aquella sutil fragancia de crema corporal, que usaba para estar suave y sentir así sus dedos emocionarse sobre mi cuerpo.

“No mataste al dragón,
sabías que era yo.
Me tomaste entre tus brazos,
dejaste que mis llamas quemaran tus alas.
El regalo de la vida es este lazo.
No me mataste, a pesar de tus armas...
Ahora yo te amo con este fuego,
el mismo que te quema y te da vida.
Oh, amor... oh ángel de guardián.
Me casaré con tus labios,
y te ofreceré como trato mi paraíso.”

1 comentario:

Athenea dijo...

La relación entre Kurou y Yosh es muy romántica, en el sentido de que ambos se aman y serían capaces de matar por el otro, pero sigo pensando que Kurou es muy posesivo. Yo no sé si podría estar con una persona así. En cualquier caso, muy buen capi, como siempre. ¡Un beso!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt