Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 7 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 8 - Mariposas de sangre azul. (Parte II)



Un clásico de Elvis visto de forma diferente. VIVA LAS VEGAS



Creo que fue la efusiva recibida que le dimos a Las Vegas al vernos llegar. La ciudad nos recibió con sus luces, su tráfico endiablado, sus ciudadanos que parecían no dormir, con excelentes casinos y mucha locura en sus calles. Nosotros lo hicimos a nuestra forma, con estilo de recién casados llenos de ganas de hacer furor entre tantos locos.

Cuando llegamos al hotel bajé con una sonrisa eufórica, sin embargo Kurou estaba molesto. El chófer se despidió de nosotros entregándonos uno de esos folletos de alquiler de coches, era de su empresa y decía que se podían tener a buen precio y con seguro de accidentes.

Mi esposo no me perdonaría fácilmente todo lo que hicimos en aquel vehículo. Sin embargo, yo no podía disimular mi sonrisa de orgasmo y mis cabellos revueltos bajo el sombrero. Me giré hacia él notando sus ojos opacos y sus labios fruncidos. Tenía la corbata mal puesta, la camisa coja y la chaqueta hecha una batalla de arrugas. Sin duda no era su mejor aspecto, pero era uno de esos look que me gustaba porque le explicaban a todos lo que acabábamos de hacer.

-Kurou.-dije acercándome a él.-Mi amor.-susurré colocando bien su corbata.-Deberías sentirte orgulloso de todo lo que acabas de hacer.

-Me has obligado de nuevo y en un lugar público, nos habrán visto sabe dios cuántas personas.-respondió entre gruñidos roncos.-¿Tienes idea de cómo puede verse afectada tu reputación o la mía? Somos hombres de negocios, mi padre es...

-Es un noble inglés forrado de millones al cual le caigo muy bien, es alguien poco estirado y estricto. Recuerdo lo primero que me dijo al verme, lo recuerdo muy bien.-suspiró derrotado cerrando los ojos.-Dijo, con palabras textuales, que si estuviera soltero también me echaría un polvo.

-¡Santo Dios!-gritó alzando sus brazos para hundirse el sombrero casi hasta al altura de sus ojos.

-¿No lo sabías? Pensé que te lo había contado tu madre, ella se empezó a reír y luego me dio un beso en la mejilla. Tienen mucho sentido del humor, son encantadores. Creo que deberías saber qué es eso de vez en cuando.

Aquel encuentro fue algo increíble. Nunca pensé que podía toparme con alguien con tanto sentido del humor, clase y sobretodo personalidad. Los dos tenían un carisma increíble, tenían magia. Eran una pareja encantadora. Su padre era inglés, su madre japonesa. Eran una mezcla preciosa de rasgos. Sin embargo, la estatura y gran parte del físico de Kurou era gracias a su padre.

David Clawson tenía los cabellos canos pero largos, se había dejado de teñir el pelo y pensaba que su melena plateada le daba un toque distinguido. Tenía una loción agradable, olía a campo y era muy refrescante. Su forma de vestir era increíble e interesante, sabía marcar tendencia con algo clásico y un estilo algo más moderno. Solía gustarle las corbatas que dieran algo de color a sus trajes oscuros, pero todas eran de seda y con buen gusto.

“Mi elegancia es de gato,
soy inteligente y sofisticado.
Bailo claqué en el paraíso,
y en los infiernos un jazz endiablado.
Mírame, tengo una sonrisa encantadora...
la uso con jovencitas y señoras.
Soy la elegancia, la clase, el estilo.
Soy perfecto y casi divino.”

Uta Clawson, antes la señorita Abukara, era dulce y elegante. Solía llevar el cabello recogido en moños altos, así lucía bien su cuello largo de cisne. Sus ojos profundos y rasgados me dejaban atónito. Sin duda alguna era increíble. Cuando la veía caminar me quedaba sin habla. Una mujer de su edad, que había dado a luz a dos hijos, aunque uno muriera en el parto, y que había luchado por ser la señora que era me entusiasmada. Mujeres así pocas veces se encuentran y estaba encantado, o mejor dicho maravillado, al tenerla como suegra. Además, siempre me ha apoyado y me ha hecho muy feliz con sus consejos.

“Una sonrisa vale por dos lágrimas.
Lo dejaré escrito en el cristal con carmín,
así te acordarás de ti y de mí.
Cariño, sonríe aunque quieras llorar...
porque esas lágrimas no lo van a lograr.
Verás, debes de ver la vida diferente,
ser inteligente, ser cortés y fuerte.
Lo escribiré en tu frente, ya verás.
Quiero que las sonrisas jueguen en tus labios.
Te amo, aunque no te lo diga...”

Me trataban como si fuera su hijo, me hicieron muy feliz al decirme que era lo que él necesitaba. Solían halagarme y ayudarme con ideas para regalos. Era perfecto sentir que podía tener una familia en ellos, aunque a veces me preguntaba si mis padres hubieran estado como ellos a su edad. Echaba de menos Japón y a la vez lo despreciaba por haberme hecho sufrir tanto. Ellos me daban recuerdos buenos y recataban malos sueños. Era una mezcla extraña, pero los adoraba por como eran conmigo y con su hijo.

-¿El avergonzarme? Lo lográis los tres todos los días, sobretodo en las cenas que tenemos con ellos.

Me gusta gastar bromas, a ellos también, pero Kurou es tan serio que a veces me pregunto de qué planeta ha venido. Es como un alien con hermoso cuerpo y una tímida sonrisa que odiaba lucir. Siempre tan enfrascado en su rol de mafioso que olvidaba el rol de persona, el rol de ser él.

-No amor, no. Yo hablo de algo más impresionante, y es el sentido del humor. Cariño, con lo bonita que es tu risa y casi no ríes.-dije parado frente a él tirando leve de su corbata.-Anda, deja de gruñir y dame un beso.

-No te voy a dar un beso, estoy molesto.-respondió apartándome.-Vamos, preguntemos cual es la habitación y que nos den la tarjeta. Quiero una ducha, una cena rápida y acostarme pronto para poner en marcha el plan.

-A veces me dan ganas de matarte.-dije antes de seguirlo.

Entramos en la recepción y me quedé parado junto a él, esperando que diera nuestros datos. Tenía que parecer feliz, pero no lo estaba. Me abracé a su cintura y apoyé mi cabeza en su torso. No sé a qué vino ese bajón estúpido pero deseaba llorar. Me abrazó esperando que le dieran las llaves y un regalo de la casa, por ser nuestra Luna de Miel.

-Anímate, no estoy molesto por lo que ha pasado.-susurró besando mi frente.-A veces te digo cosas de las que me arrepiento.-dijo justo antes de tomar la tarjeta.

-Estoy sensible porque estoy cansado, no vayas a creer que es porque estás molesto conmigo.-respondí apartándome para caminar hacia el ascensor.

Aquel lugar respiraba romanticismo y parecía que todos eran dulces con su pareja. Kurou era tan frío en público y me costaba que hiciera alguna locura, cuando las hacíamos se ponía peor que el ogro de cualquier cuento. Suspiré pesado y cerré los ojos apoyando mi frente en una de las columnas. Me frustraba, sobretodo porque estaba cansado y cuando eso pasaba quería que él me cuidara.

-Ven aquí.-escuché su voz mientras pegaba sus labios a mi cuello.-Ven, vamos.

-No, idiota.-murmuré antes de sentir sus brazos rodeándome por la cintura.-He dicho que no voy.

-Si no vienes no podré abrazarte y llevarte al ascensor, deja que te lleve en mis brazos ¿no quieres? Dices que estás cansado.

Me tomó en brazos besando mi frente, eso me hizo sonrojarme. Oculté mi rostro en su cuello para no demostrar que me sentía estúpido. Escuché como reía bajo, justo lo que le había pedido minutos atrás y me había negado. Al mirarlo lo vi observándome con aquella dulce sonrisa parecida a la de su padre y que provocó besarlo con ganas. Y entonces, en ese preciso momento, se cambiaron las tornas porque el sonrojado era él.

-Anda, llévame a la habitación y prepárame un buen baño.

-Sí, claro.

Había varias personas esperando entrar con nosotros, él no paraba de mirar hacia abajo con el rostro rojo y el cabello aún revuelto. Apestábamos a sexo, era como si tuviéramos un letrero colgado. Me reí bajo por el comentario de una señora a su esposo, porque realmente fue algo que no esperaba oír.

-Jack, ¿desde cuando no me llevas así? ¿eh? Has perdido todo el romanticismo.

-No tengo la culpa que cada vez estés más gorda.

Justo cuando salimos del ascensor solté unas buenas carcajadas. Kurou reía bajo también olvidando por completo su enfado, aunque dijera que no estaba ya molesto. De una posible discusión no quedó nada, sólo posibles cosas absurdas que pudimos haber dicho sin sentirlas.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt