Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 9 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 8 - Mariposas de sangre azul. (Parte IV)

Las ediciones son gracias a un programa que me han prestado. Ya lo usaba en otras ocasiones, pero no con servicio premium. Lo podré usar un mes, gracias a mi amiga Jenova (eso son amigas >w<) y me siento feliz como una lombriz en su charca. Amo editar imágenes, aunque reconozco que me cuesta concentrarme al ser Yoshiki... para mi él es perfecto... androgino perfecto y con una voz dulce increíble.



Os dejo un sub hecho por una chica de blogger... owo... amo esta canción, por ritmo y por letra. Atsushi cada vez mejora más su forma de crear el ambiente y los demás con su técnica aún más asombrosa. Imai el pobre queda como un mentiroso... pero es genial.




Llegado el momento me sentía un estúpido frente al espejo de aquel motel, donde la vista más hermosa era al luminoso de un puticlub. Era el hotel elegido para cambiarnos de ropa y salir por la escalera de incendios, así nadie vería que entrábamos y salíamos. Era un buen lugar para ese tipo de planes, pero jamás aceptaría dormir en unas sábanas que parecían no haberse lavado jamás.

-Estás precioso.-susurró Kurou terminando de colocarse el bigote falso.

-Parezco un putón.-respondí alzando mis cabellos.-Ya ni sé que hacerme en el pelo, no tengo ganas de salir así.-me mordí el labio inferior y suspiré percatándome que acababa de actuar como adolescente estúpida, la peor etapa en una chica.

Mi reflejo era el de una mujer de unos veinte años, casi treinta, con una cintura sutil y unos labios a juego con el vestido rojo pasión. Mi piel clara resultaba tentadora, aún más con el poco maquillaje el perfume de zorra. Parecía desenfadada, desinhibida por completo y que aceptara que cualquiera entrara entre mis piernas. Sin embargo, las apariencias engañan.

Terminé de maquillarme mientras mi esposo me vigilaba. Hice un gesto típico y femenino que le hizo sonreír, algo que provocó que le golpeara fuerte en el pecho. Al terminar las pestañas con el rimel abrí la boca como un pez muerto, fue por inercia pero debido a las circunstancias parecía una mujer descerebrada intentando ser atractiva gracias al maquillaje. Las mujeres ya son hermosas sin tanto cosmético, pero ellas creen que son diosas con kilos y kilos de algo que probablemente sólo estropeará sus rasgos.

Cuando me coloqué los tacones comencé a caminar para acostumbrarme a la nueva altura, primero me tambaleé y después comencé incluso a correr. Hice un leve giro y me mostré con el cabello algo rizado cayendo sobre mis hombros de forma natural, un bombón sensual que se preparaba para atacar. Di un par de golpes de cadera y quedé frente a mi esposo. Mis brazos fueron alrededor de su cuello y alcé mi pierna derecha sonriendo tontamente.

-Disculpa amor, estoy perdida en este mundo de luces y ruido.-pestañeé coqueto como si fuera un tic natural.-¿Podrías llevarme a casa y te invito a una taza de ardiente café?

Pude notar como se sonrojaba y sus manos nerviosas me rodeaban por la cintura. Esas manos que tan loco me volvían y tan necesarias eran en las noches. Su sonrisa se volvió tímida, pero con un toque canalla. Parecía un hombre deseando de entablar conversación con una furcia teatrera, como todas son las jovencitas descaradas que desean pescar marido. Las mujeres son listas, son capaces de hacer las mejores actuaciones sean para conquistar o para no preocupar a las personas que aman. Las admiro, si bien odio ser una de ellas.

-Disculpada.-susurró deslizando una de sus manos hasta mi trasero. Su rostro se iluminó aún más, sus ojos brillaron y su sonrisa se hizo más nerviosa.-¿Me darás buen café?

-El mejor, el más provocativo y con mejor cuerpo. De esos café que te despiertan y te hacen estar enérgico toda la noche. Cariño, mi café es mejor que cualquier viagra.-le guiñé el ojo y me separé riéndome.-Esto es lo único que me gusta de ir así, coquetear descaradamente y burlarme de todos. Aunque contigo sí que tendría un buen café, chocolate o polvo estelar. Llama al sexo como te de la gana, pero te juro que te iba a dejar agotado.

-Ya lo haces.-respondió intentando no sonrojarse más, pero ya incluso sus orejas estaban rojas.

-¡Eres un maldito encanto!-grité.-Aunque odio verte con perilla y bigotón. Tampoco me gusta esa nariz aguileña que te has puesto esta vez.

-Pues a mí me gustas siempre.

“Haces que sienta lo que es el amor,
eso que muchos dicen sentir y es mentira.
Me haces sonrojar cada día, me iluminas.
Eres ese deseo que jamás pedí y me concedieron.
Te amo, no te separes de mi cuerpo.
Quiero estremecerme por unos segundo, un momento.
Mi vida, somos dos terribles sentimientos,
somos los enemigos de la verdad y del tiempo.
Tú matarás esta noche conmigo,
matarás los segundos mientras los bebemos.
Te amo, te amo como el primer instante de invierno.
Dulce y fresca brisa tras un tórrido encuentro.
Eres mío, yo soy tuyo y a la vez no somos de nadie.”

Esos halagos me hacían sonrojarme, aunque intentaba que no se notara. Tomé mi bolso con aquel bolígrafo cargado con un potente anestésico que le clavaría a ese imbécil, lo drogaríamos hasta que llegáramos al local donde nos desharíamos de él. Me movía por la habitación intentando que el calor de esas palabras no me nublaran la mente, quería quedarme allí besándolo y sintiendo su cuerpo gigante pegado al mío.

-Debemos irnos, en una hora debemos estar allí y tenemos el tiempo justo.-dije acomodando en mi ligero mi pistola, una que me había comprado en el primer cumpleaños que pasamos juntos.-Anda amor, ve abriendo la ventana y ayúdame.

Bajamos por aquella destartalada escalera, lo hacíamos pasando por ventanas donde prostitutas y amantes de contrabando gemían o discutían. Todos lo hacían de forma airada y formaban una peculiar banda sonora. El tráfico se hacía presente también, como la música alta de varios automóviles. Las luces me cegaban un poco, no estaba acostumbrado a esas potentes luces de neón en forma de pechos femeninos en movimiento. Aquello era muy descarado y me gustaba, a pesar del ruido y las luces estridentes.

Nada más poner los pies en aquel sucio callejón suspiré. Me acomodé bien el pelo y los pechos falsos. Él se quedó mirándome, sobretodo cuando suspiré mirando en el espejo pequeño mi maquillaje. Al alzar la vista le miré calmado esperando una respuesta para su estúpida mirada y su sonrisa de baboso. Nunca le había visto de ese modo, aunque en realidad era la primera misión que cumplía con él de este modo siendo su pareja. Según él me amaba en secreto y guardaba las posturas, pero ahora parecía liberado. Llevábamos un año juntos, nos casamos a los pocos meses y prácticamente no sabía nada de él. Cinco años de amistad, porque aún me consideraba su amigo y aún hoy lo es, y aún no sabía nada porque prefería no saber. Dicen que ojos que no ven, corazón que no sienten.

-¿Qué?-pregunté.

-Eres el punto exacto entre lo femenino y lo masculino.-murmuró.-Puedes ser una hermosa mujer, pero no dejas de ser un hombre y eso me fascina.

-Sí, claro.-respondí antes de comenzar a caminar como lo haría una chica.-Pero recuerda bien lo que soy, por mucho que aparente esto se va en cuanto me lo cargue.

-Sí, lo sé.

Sinceramente jamás me había planteado como era Kurou con una mujer. Jamás le había visto pareja desde que nos conocimos. Siempre había estado a mi lado, como un perro guardián bastante fiel. Nunca me había interesado el imaginarlo con una chica del brazo. De mujer había estado frente a él en cuatro ocasiones, si contábamos la de aquella noche, y siempre se había portado como un caballero aunque de mirada distante. Esa noche se portaba distinto, fascinado y como esos pobres idiotas que venden su alma a un diablo con tacones.

-¿Dónde está aparcado? Sabes que soy pésimo para encontrar estos coches de alquiler barato.

-No es alquiler barato, Kamijo nos dio un buen vehículo.-me giré antes de colgarme de su brazo.-No te he dicho la verdad, no quería matar la sorpresa. Es un buen coche, nos lo dejó aparcado uno de los hombres de la ciudad en la próxima esquina. Es un Aston Martin Vanquish Ultimate.

Me quedé parado en seco y chillé como loca colgándome de su cuello. Estaba por besarlo dejándome llevar. Iba a estropear su maquillaje y el mío, pero dios santo me había dicho un Aston Martin. Uno de esos coches de lujo deportivos que tanto me excitaban. Pensé que nos daría uno de esos que casi se les cae los tapacubos y con unos horribles dados en el retrovisor.

-Te quiero a ti y amo a mi hermano.-respondí con los ojos iluminados.-Llévame, corre.

Tiré de él sin saber bien hacia donde íbamos, pero cerca de allí había luminosos publicitando que existía un parking privado y supuse que allí estaría aquella joya. No fallé en mi instinto y nada más verlo todo mi cuerpo tembló. Estuve por acariciarlo, besarlo y abrazarlo dando el espectáculo del siglo. Sin embargo, suspiré pesado y caminé como si no me interesara para nada aquella preciosidad.

-Vamos, me dijiste que me llevarías a divertirme.-dije cruzándome de brazos dejando que la cámara de seguridad me enfocara. Taconeé nervioso, como si tuviera prisa.-¿Vamos o qué?

-Ya voy.-respondió seco y rabioso abriendo la puerta.

Sabíamos actuar, mostrar emociones que no sentíamos y regalarles a todos un bonito espectáculo. Si bien nada más salir de allí comencé a chillar. Acaricié su tapicería, me coloqué el cinturón y comencé a tararear bajo. Busqué por las emisoras algo que me distrajera, mientras él mantenía la calma buscando la ruta más rápida y menos masificada.

De la nada comenzó a sonar Pink de Aerosmith y yo me contoneaba sin importarme que algunos conductores se quedaran mirándome. Yo sabía bien lo que significaba aquella canción, pura perversión en puras metáforas cargadas de ironía y descaro. Me movía lo más sensual posible cantando con un tono de voz muy femenino. Guiñé incluso a un coche cargado de descerebrados de no más de veinte años, ellos estaban parados frente a nosotros en un semáforo.

Sin embargo, cambié bastante cuando AC/DC hizo su aparición con Money Talks. Me pareció una canción muy acertada, increíblemente acertada en una ciudad como aquella. Cantaba dándolo todo con un tono adorable y provocador. Mi esposo seguía resoplando porque sabía que muchos me miraban y eso le ponía ligeramente nervioso. Yo sin embargo era tan feliz que me importaba bien poco lo que pensaran.

“La locura es tu fragancia, baby.
Has venido a volver locos a todos,
incluso a volverte loco con tu reflejo.
La locura es tu bebida favorita, baby.
Has hecho que brindemos todos,
incluso tú has sucumbido, puedo verlo.
Baila para mí descalzo entre los coches,
riéte de las luces de la ciudad que pretenden ser estrellas,
tú eres la estrella de este show de carretera.
Baila para todos brincando sin control,
como una llamarada roja provocativa.
La locura está en tu piel, baby.
La locura eres tú en su máximo esplendor, baby.”

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt