Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 1 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 14 - Carmín rojo satén (Parte II)


¿He dicho que amo a las mujeres como Helena? Ese es el tipo de mujeres que me gustan. No me agradan las que van de conquistadoras, sino las que con silencios conquistan más que con cualquier palabra. Esas que son expresivas, sinceras y locas... a la vez que dulces y entregadas en cada abrazo. Me gusta la dulzura envuelta en pasión.

No me gustan las mujeres poco femeninas. Para mí una mujer femenina es Helena... y no tiene porque llevar falda, traje y tacones... puede serlo con ropa amplia. Una mujer debe saber moverse, sonreír y sobretodo expresar sus ideas con la sabiduría de mil dioses y poseer la imaginación de un niño.

Así que señorita... olvídese de mí, por mí se puede usted ir a freir espárragos... No encaja en mis gustos...


La persona para que va el mensaje se dará por aludida sola, no tengo que decir su nombre.


-¡¿A quién preñaste?! ¿Vientre de alquiler? ¿Una de esas ex te plantó el regalo en la puerta? ¡¿Por qué demonios no me lo dijiste en el último e-mail que me enviaste?! ¡Yoshiki!

Su expresividad, su pasión y sobretodo esos ojos preocupados, en vez de mostrar su máscara de seducción, me provocaban una ternura incomprensible. Ella era la única mujer que había podido llegar a querer, aunque no a amar, y se veía tan hermosa cuando me regalaba esos arranques maternales que quedaba absorto.

-No preñé a nadie.-dije intentando calmarla con mi tono de voz.-Es hija si hablamos de genes, única y exclusivamente, de Kurou.-se quedó pálida y apretó sus manos, para luego dejar sus brazos a ambos lados de sus caderas.-La tuvo con su ex-mujer.-añadí.

-¡Pero si esa mujer lleva muerta años!-gritó.

-Casi dos años, mes arriba o mes abajo.-murmuré antes de sonreír.-Fue un placer hacerlo, sin duda.

-Pero entonces.-antes de gruñir.-¡Ese idiota te ha estado ocultando esa niña! ¿O has sido tú el que ocultaba todo?-preguntó antes de tomarme del rostro.-Yosh, mi Yosh.-murmuró antes de agarrarme de las manos.-¿Todo bien?

-Sí, todo va muy bien.-aparté sus manos de las mías, para abrazarla sintiendo su cuerpo tiritar.-No tiembles, no hay nada malo.

-No quiero verte triste, sólo es eso.-murmuró con un tono dulce, como de niña pequeña.

-Nunca estaré tan triste como cuando me conociste, ahora todo va para mejor.-respondí antes de besar su frente.-Anda, siéntate en el sofá y deja que toque para ti.

Aceptó mi invitación marchándose hacia los sofás de la sala, a sus espaldas estaba el jardín que se mostraba inmenso e inquietante. A lo lejos se podía ver las estatuas dispersas, los arbustos podados de formas extrañas y el dorado del otoño cubriendo el suelo mientras algunos árboles se veían desnudos. Hojarasca frente a verdes monumentos que seguían en pie, como si fueran fantasmas de otro tiempo esperando volver de un sueño profundo. Poseía un enorme jardín, un inmenso territorio sin explorar por completo. Siempre encontraba algo hermoso, algo verdaderamente hermoso. Había plantado tréboles para alfombrar un pequeño trozo del terreno, lo había hecho junto a pequeñas flores violetas. Se veía tan hermoso el contraste en primavera que me hacía soñar con otros mundos.

Contemplé su cuerpo recostado en aquel sofá, negro como la noche, mientras su vestido rojo formaba un contraste aún mayor por el verde y dorado del jardín. Parecía un animal salvaje deseando encontrar una presa, pero no para asesinarla sino para evitar la soledad que parecía surgir de su sufrida alma. Me acordé entonces de la tristeza de Paulo Wilde. Dos seres como ellos solos, sin nadie que les suplicara que no se marcharan.

Helena era una amante de la literatura, gracias a ella se inspiraba en sus cuadros. Decía no tener mucho talento, pero sus cuadros llenos de belleza fantástica me hacían delirar. Eran increíbles. A ella le había pedido un cuadro que estaba en mi habitación. Era yo con alas de dragón y aspecto de ángel, en medio de un paraíso verde en distintos tonos. Realmente era asombroso.

Paulo era de esos hombres que te hacían delirar por culpa de sus palabras, sentías pequeños deseos de sentir a tu amante recorriéndote con la mirada. Conseguía que nadie quedara como bloque de mármol, sino como una marioneta trémula en busca de ser humana. Sus mundos fantásticos llenos de pasión sexual y de historias llenas de momentos de caballería, nobleza y un toque de estilo inglés, atraían a cientos de personas. Era el rey de las moscas, puesto que todos caíamos como ellas frente a su electrizantes palabras.

-Querida, aguarda un momento.-dije levantándome apurado.

Había tenido una idea, una idea fabulosa. Me froté las manos como si fuera el villano de un cuento y reí como niño subiendo por las escaleras. Di con mi móvil aún en la mesilla de noche, busqué su número y lo llamé rogándole que viniera. Estaba en su despacho terminando de organizar algunos presupuestos. Sin embargo, me dijo que estaba algo agotado y que aceptaba mi invitación. Sin darme cuenta, acordé una cita a ciegas para ellos dos.

-Si esto funciona quiero que me llamen Eros, me den flechas y una toga bonita.-comenté antes de girar sobre mí mismo.-All You need is love.-susurré comenzando a cantarla.

-¿Qué tramas?-preguntó ella, saliendo de la nada, haciéndome sentir como un niño pequeño atrapado por su madre en medio de un desastre.-Dime, Yosh

-Mamá, te juro que el jarrón no lo he roto yo.-respondí riendo como loco.

-¡Yoshiki! No me vengas con tus frases locas ¿qué tramas?-interrogó antes de pellizcarme de las mejillas, estirándolas como chicle.-¡Yosh!

-Nada.-balbuceé como pude.-Nada de nada.

Escuché entonces por la escalera los pasos de pesados de Kurou, como resoplaba por culpa de todo aquel trabajo atrasado. Solía decir que el trabajo debía llevarse siempre al día, que no debía dejarse nada para el último momento.

-¡Yosh!-exclamó quizás buscándome por los despachos.-¡Yosh!-dijo de nuevo.-¡Espero que no estés durmiendo!

-¡Estamos aquí soseras!-respondió ella antes de estrujarme.-¡Tu lindo maridito me muestra vuestro nido de amor!-me estampó mi cara en su escote, casi me ahoga con sus pechos.-¡Si es que es tan mono!

-¡Aparta!-dijo molesto al entrar y verme así.

-Todo tuyo.-respondió empujándome hacia él.-Dios, sois tal para cual. Aunque deberías sonreír un poco más.-comentó quedando frente a los dos.-Si sonrieras más seguro que Yoshiki te vería más atractivo, mucho más sexy.-se puso de puntillas y besó su mejilla.-Deja de verme como una enemiga, haces que me sienta una bruja.

-Deberíamos ir todos abajo, he invitado a Paulo para almorzar. Después, podemos hablar sobre la información que nos trae Helena sobre Juka.-comenté antes de abrazar a Kurou sonriendo como un adolescente, sé que era de ese modo porque él acarició mis cabellos de forma tierna.

Nos movimos hacia el salón, donde comencé a tocar el piano mientras ellos se miraban de reojo. Quería romper la tensión de alguna forma. Siempre era igual. Kurou tenía miedo, porque sabía que ella era importante en mi pasado y en mi presente, ella estaba también aterrada porque algo fuera mal con él. Así que los dos iban en busca de protegerme, asfixiándome de camino, y se miraban como sí estuvieran jugando el poker.

“Juguemos a ser coristas de una orquesta de poca monta,
seres nocturnos con carisma y deseos de brillar como luciérnagas.
Sintámonos como ángeles en un coro de demonios,
ebrios de canciones que no hablan de amor.
Movamos nuestras caderas como gatos en pleno éxtasis,
seres envenenados con la magia de las notas.
Vamos a camuflarnos entre seres ordinarios para esta gala,
celebrándolo como niño, mientras peleamos como matrimonio.
Por favor toquémonos con abrazos que nos hielen con su calor,
serpientes camufladas en lo indecente de un arcoiris.
Dragones principescos, gigantes dulces y ninfas gato.”

Tardó algo más de media hora, pero fue como una década, cuando Paulo Wilde apareció en el salón acompañado de Sebastian. Se sintió sorprendido por la presencia de mi esposo, pero sus ojos fueron hacia ella. Noté como sus ojos, azules en tonos grisáceos, se acomodaban sobre los de ella y sus labios seductores. Sonrió de forma galante, caminó con elegancia y ella se aproximó a él haciendo sonar sus tacones de Diosa de otro mundo.

-Mi nombre es Helena Molero.-comentó extendiendo su mano para que él la besara.-¿Y usted?

-Mi nombre es Paulo Wilde, pero ahora mismo soy su esclavo por unas horas si así lo desea. Jamás vi musa más elegante, hermosa y felina.-hizo que ella se sonrojara y yo reí bajo.

Noté la mirada de Kurou hacia mí, mientras yo sólo hacía el símbolo de la victoria. Dos personas solas tan perfectas para ser amadas se habían conocido. Yo sólo había logrado dar el empujón. Al menos se atraían, era algo que me hacía feliz, y aunque no terminara de cuajar me sentía satisfecho.

-Es usted un descarado.-murmuró tocándose el rostro con una de sus manos.

-No, soy poeta.-comentó.-Y por lo tanto amo la belleza.-añadió rozando sus labios con la mano que tenía sujeta entre las suyas.-Su belleza es tentadora, amiga mía.

-¿Esto es lo que tramabas?-preguntó ella intentando mirarme, aunque Paulo le robaba toda la atención.

Empezamos a conversar, como si fuera una cita en parejas. Paulo estaba tan pendiente de Helena que me producía ternura e impaciencia. Kurou no cesaba de acariciar mis manos, jugaba con nuestro anillo de casados. Estuvimos charlando sobre infinidad de temas, hasta que llegó la hora de ir a por la pequeña.

-Tenemos que ir por Anne, vosotros quedaos aquí. No tardamos mucho, el colegio queda a quince minutos a pie.-comenté con una sonrisa.-Pero me gusta ir en coche, porque viene agotada.

Aceptaron mis palabras, mientras Kurou me seguía calmado. Parecía que había comprendido que para mí el pasado quedó atrás, que ellos eran amigos míos y que sólo quería verlos felices. Una vez en el coche se quedó mirándome mientras me acomodaba el cabello.

-¿Qué?-pregunté.-Hoy ni me peiné.-murmuré resoplando.-Ni me fijé que no lo hice.

-Así estás más hermoso que tan peinado.-dijo acariciando mi mejilla izquierda, únicamente con la punta de sus dedos.-Tenía aún celos de Helena, pero me he dado cuenta que realmente habéis pasado página los dos.

-Helena es como tú, no quiere que me pase nada y no se fia de nadie.-me giré hacia él y le miré.-Me asfixiáis, me hacéis sentir un niño pequeño que no sabe ni cambiarse el pañal. Tanta protección hará que termine explotando y mandando a todos a la mierda.-lo agarré del rostro para que me mirara, así no podría huir a mi regaño.-Los dos os ponéis muy idiotas.

Tras mis palabras sonrió, como si ese regaño le hiciera feliz. Hace poco descubrí que amaba verme molesto, el motivo era por las pequeñas arrugas que se hacen en mi frente mostrándome fiero. No sé si reír o llorar por tal confesión, o si sería bueno golpearlo la próxima vez que me molestara sólo para verme en ese estado.

El regreso fue muy dulce. Anne no paraba de hablar de los dibujos que hacía en sus horas de plática, así de todas las cosas que ya sabía y que a la maestra le asombraba. Yo simplemente sentía orgullo, igual que Kurou, nuestra pequeña era una niña dotada de inteligencia, belleza y dulzura. A veces, recuerdo esos momentos de su infancia como algo muy especial.

2 comentarios:

MuTrA dijo...

Ainss... Cuanta ternura por todas partes... Eso o estoy yo especialmente ñoña, una de dos, jejejejeje...

Me ha hecho gracia imaginarme a Yosh hablando con sigo mismo como un niño travieso y dando vueltas imaginándose ya como Eros. Resulta la mar de dulce. A ver si la cosa funciona entre Helena y Paulo. :)

¡Besotes chèr! :*****

Athenea dijo...

1. Me encanta Helena y sí, yo también creo que ella y Paulo harían muy buena pareja.
2. Kuruo es un cabritillo adorable, jajaja.
3. Me encanta Yoshiki haciendo el cabra mientras escucha a Motley Crue. Ha sido un momentazo.
4. Seguro que cuando vuelvan del colegio están Paulo y Helena haciendo travesuras... muajajaja.

Me ha encantado, como siempre. ¡Un beso!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt