Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 5 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 15 - Pétalos rojos de amapolas violetas (Parte I)





Capitulo 15


Pétalos rojos de amapolas violetas.

Mi pecho se llenaba de un sentimiento angustioso. Me sentía tentado a confesar todo a mi esposo, pero no quería que esa premonición me hiciera más daño. Quedé en silencio aquella mañana gris, poco después de la partida de Helena hacia la búsqueda de contacto de Eva y Marisol. Mis ojos estaban vidriosos, mi labio inferior temblaba y mis manos se aferraban a las sábanas de la cama. Temblaba como pocas veces lo hacía, tener aquellas pesadillas nuevamente tras tanta felicidad era una vuelta a mis traumas.

Anne entró en la habitación saltando sobre la cama. Kurou se movió aturdido y yo simplemente la tomé pegándola a mí. Mis labios se pegaron a su frente, cerrando con fuerza mis ojos, mientras mis manos se enredaban en sus cabellos dorados. No podía evitarlo, tenía miedo y ella me ofrecía consuelo. Su aroma de colonia infantil, y sus cálidas manos sobre mi rostro, eran el premio a mis lágrimas.

Pronto pude notar los brazos fuertes y firmes de Kurou. Me rodeó por la cadera pegándome a su torso, acariciando mis cabellos de igual forma que yo lo hacía con nuestra hija. Pude notar sus labios sobre mi coronilla, mi nuca y mis mejillas aún húmedas. Anne me tomaba del mentón y me miraba desolada, estaba triste porque yo también lo estaba y eso hacía que me volviera más vulnerable.

-No puedo viajar, no puedo dejar a la niña aquí sola.-comenté acariciando sus cabellos.-No puedo, no quiero alejarme de ella. Temo que le pueda pasar cualquier cosa.-murmuré tomando las manos de la pequeña para tocar sus dedos, llevándomelos a los labios para besarlos.-Kurou...

-Mis padres vendrán, como te he dicho.-argumentó.-Además, ella sabe quedarse sola con los cuidadores. No le ha pasado nada estos años, menos ahora.-suspiró pesado antes de tomar a la pequeña entre sus brazos, quitándomela.

-Kurou, dámela.-dije girándome para contemplarlos y tomarla de nuevo.-No quiero que me la quites, sólo quedan unas horas y quiero pasarlas con ella.

-Has tenido pesadillas.-murmuró clavando sus enormes ojos de almendra en mí.-Ya veo.

-¿Cuándo vienen tus padres?-pregunté acomodándola sobre mis rodillas, mientras escuchaba que ella cantaba bajo una de mis canciones.

-En unas horas, después tendremos que salir nosotros al encuentro de Helena.

“Mueves tus manos al bailar,
moviendo en el aire poemas
de países lejanos que no has visitado.
En el jardín salvaje, donde anidas,
se esconden ángeles que beben poesía
de ríos de lágrimas amargas no derramadas.
Mueves tus manos al bailar,
moviendo así sueños que lastiman.
En el jardín donde floreciste caminas,
con los pies descalzos buscando el amanecer.
Pequeña hada de dulce sonrisa.”

Cuando pude darme cuenta los labios de mi esposo rozaban los míos, su boca me atrapaba con un apetito voraz. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos cubiertos por su largo flequillo, y mis manos acariciando aún los cabellos de nuestra hija. Me sentía perdido en un mar de ilusiones reales que me ahogaban en sentimientos, en unos dulces sentimientos, que no quería perder. Una mezcla extraña me hacía sentir avergonzado y deseoso. Su lengua se paseaba sobre la mía, mientras sus labios apretaban los míos con una pasión poco común en él salvo cuando mata.

-¿Le estás riñendo?-preguntó Anne tirando de la parte superior de mi pijama.

Paró su beso justo antes de levantarse para irse a la ducha, dejándome sin saber qué decir. Se marchó apurado, quizás por las palabras de la pequeña. Yo sólo sonreía como un estúpido mientras la estrechaba. Había olvidado mis pesadillas, me sentía más deseoso que nunca de salir de viaje a pesar de abandonarla unos días.

-Papá te va a traer libros de cuentos y una hermosa muñeca.-dije apoyando mi frente en la suya.-¿De acuerdo? Como regalo de haberme tenido que ir.

-¿Luego me los leerás?-preguntó rodeándome con sus pequeños brazos.-Me gusta que me lean los cuentos como tú haces, eres capaz de hacer las voces de todos los personajes.

-Lo haré, pero antes habrá que ir a desayunar.

Salí de la cama vestido con aquel pijama con patas de gato, algo muy infantil quizás pero me agradaba. Ella llevaba un camisón cubiertos de estrellas sonrientes. Yo había elegido ese camisón y ella había pedido que me comprara aquel pijama, si lo usaba era en parte por ella. Me sentía lleno de vida cuando me hablaba, abrazaba o simplemente me rogaba que la contemplara bailar.

Desayunamos juntos en la cocina, dejando que el servicio riera con cada ocurrencia que salía de su endiablada mente. No quería separarse de mí, así como decía que tenía la piel más suave que Kurou. Realmente yo tenía menos barba, así como menos vello en el cuerpo, y tenía apariencia de tener una piel más delicada.

Aquella noche había soñado que me arrancaban a mi pequeña, la secuestraban frente a mis narices y que sólo podía recuperar los mechones dorados de su pelo, junto a un oso de peluche ensangrentado. No eran las pesadillas habituales, eran todavía más tétricas y crueles. Kurou me abandonaba, puesto que me culpaba de la muerte de nuestra hija. Me quedaba sin mi familia, solo y hundido. Anne era parte de esa luz que me provocaba caminar sobre las ascuas de los infiernos, esa luciérnaga de fantasía que me endulzaba la vida.

2 comentarios:

Athenea dijo...

Pobre Yoshiki. Como si no tuviera ya bastante con sus pesadillas habituales ahora encima sueña que secuestran y asesinan a su pequeña... Sólo espero que fuera sólo una pesadilla y no una premonición.

Anne me resulta adorablemente divertida, cuando le pregunta a Yosh si está regañando a Kurou... jajaja. Aiis, son tan monos... Cada vez me gusta más esta historia. ¡Un besito!

MuTrA dijo...

Me gusta esa última comparación de Anne como parte de la luz de su vida. Resulta dulce y refleja a la perfección cuán rápido podemos llegar a querer a los demás, aún siendo extraños, como si fueran amigos de toda la vida, hermanos, como si fueran parte y una extensión de nosotros mismos. ^^

Y esa pesadilla me inquieta... ¿Será realmente una visión del futuro próximo de nuestra adorada pareja? Espero que no, aunque estaría bien que así fuera para dar más intriga y dramatismo a la historia, pero como siempre, tú, mago de la pluma, nos sorprenderás optando por algo que no podríamos ni imaginar si quiera. : )

¡Un besote! :********

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt