Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 18 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 16 - Mentes diáfanas. (Parte VIII)



Me encanta esta canción, desde que la escuché en el 2004 (creo recordar) y pude ver su video. Es una banda que me dio cierta compañía cuando era un adolescente, casi un niño, y la voz de Valo se volvió un mito. Me encanta su voz, profunda y sensual a la vez, la cual provoca sensaciones extrañas.

Sé que mi ex anda diciendo por ahí que perdí mucho cuando la dejé, pero creo que yo gané demasiado y no perdí nada. Bandas como esta no la sabía apreciar, pero sí otras que francamente no tienen nada salvo merchandaising. Es cierto que H.I.M ahora también lo tiene, pero en su momento fue una revolución lenta que terminó explotando... no un grupo que plagia a otros y para colmo dice luego que son "homenajes" y hablo de Coldplay. A quién le guste, felicidades, pero yo no tengo porque alabarlos. No son malos músicos, pero no veo originalidad en ellos. En H.I.M si la vi y eso hizo que los admirara.

Este video se lo dedico a Nerissa, Louise y a todo aquel que tuvo cierta familiaridad con ellos en nuestra juventud.







Después supe que se marchó al apartamento de Hiroshi. Ambos eran un maldito desastre. Allí estuvo jugando a las cartas hasta que Brandon dio con él, su amigo desde niño y fiel aliado, para terminar de nuevo en otro bar bebiendo hasta sentir que el hígado pide clemencia. No tenían remedio. Parecía que no querían crecer, quedarse con la mentalidad de un chico de veinte años y vivir así de forma perpetua.

Kurou no salió del despacho en todo el día, cuando lo hizo ya había acostado a la pequeña. Parecía completamente agotado, ni siquiera me dirigió la palabra cuando cenábamos. Me preocupé al ver sus ojos, había estado llorando a escondidas una vez más. No dudé en levantarme en plena cena, sentarme en sus piernas y abrazarlo. Él no dijo nada, sólo aceptó el abrazo como si fuera el medio que salvara su alma.

No comimos demasiado, creo que aún teníamos el estómago revuelto. Terminamos por cenar rápido y subimos a la habitación, pero antes pasamos por la habitación de la pequeña. Había vuelto a hacerlo, se había escapado de su cuarto. Desde que vivíamos con ella no habíamos pasado noche alguna los dos a solas, ella siempre terminaba trepando con nosotros.

Cuando llegamos al nuestro estaba en nuestra cama aferrada a mi almohada con toda las sábanas revueltas. Sus cabellos dorados se esparcían como diente de león por las blancas ropas de cama, su aspecto angelical era demasiado perfecto y parecía un sueño. Sus pequeños dedos se aferraban con fuerza a mi almohada, como si fuera mi cuerpo, y sus pobladas pestañas estaban cerradas dejando que sus ojos vieran mundos más fantásticos.

-Jamás pensé amar tanto a alguien.-susurró Kurou.-Y ahora hay dos personas por las cuales daría mi vida.-añadió caminando hacia el centro de la habitación.-Mi vida no valdría nada, estaría vacía, si vosotros os marcharais de ella.

-Ser padre es bonito, pero tú te negabas.-dije abrazándolo por detrás, dejando un breve beso en la cruz de su espalda.

-¿Cómo puede vivir Mario o Yuki sin sus hijos?-preguntó antes de girarse para tomar mi rostro.-¿Cómo pueden sobrevivir a los largos segundos sin ellos?

-Mario lo lleva muy mal.-dije tomando sus manos para entrelazarlas a las mías.-Bebe demasiado, para colmo se está aferrando a un amor imposible y temo que termine cayendo el abismo de las drogas. Ya consumió en otras ocasiones cocaina y terminó perdiendo el control sobre sí mismo.-murmuré colocando sus enormes manos en mis caderas.-Yuki se aferra a la idea de volver a tener a su hijo.

-¿No saben aún donde se halla su ex?-preguntó y yo negué con la cabeza.-Es una malcriada, jamás sabrá cuidar a ese niño.

-Kurou, no me digas algo que sé.-respondí.

Acabamos abrazados, moviéndonos como si una leve música sonara. Sus caricias me sosegaban, como si sus dedos lograran acariciar mi alma. Mis labios rozaron los suyos, mientras mis dedos jugaban con los cortos cabellos de su nuca, él aceptaba ese juego con cierta necesidad. Con disimulo bajé una de mis manos hasta su entrepierna, acariciándola suavemente y provocando que temblara como la última hoja en una solitaria rama.

-Permite que te relaje.-susurré contra sus labios.-Vamos a tu despacho.-murmuré tomándolo de la mano, para tirar de él y hacerle ir hacia la habitación donde solía encerrarse horas, incluso un día entero.

Aquella habitación prácticamente era su santuario, desde que encontré las notas no me había permitido el paso. Creo que sentía que lo había profanado de alguna forma, pero aquella noche lo hice de otra bien distinta. Hice que abriera la puerta con su llave, mientras estrujaba sus nalgas con una de mis manos.

Al estar allí dentro, otra vez, vinieron a mí sus palabras escritas hacía tanto y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Terminó llevándome hacia su escritorio, esta vez fue él quien tiró de mí. Yo tenía las mejillas rojas y me sentía como un colegial. Quería escuchar todo de sus labios, no sólo imaginarlo escribiendo. Se sentó en su despacho mientras yo seguía con esa pose débil, pues sus notas me hacían sentir pequeño y amado.

-Te ves hermoso con tus mejillas sonrojadas.-susurró tomándome de las caderas.-¿Ahora te viene el pudor?

-No es por pudor.-dije acariciando sus cabellos, contemplándolo desde mi posición privilegiada.

Se veía todo un magnate de los negocios, un niño bien con la mejor educación. Había tenido los mejores colegios, los mejores cuidados en casa y todo un infierno gracias a sus compañeros. Sin embargo, todo eso le habían hecho ser fuerte y prácticamente insensible. Un hombre de hielo, puro hielo, que se derretía al pensar en mí y eso me excitaba.

Mis dedos jugueteaban con las hebras negras de su pelo, como si fueran hilos gruesos del pelo de una muñeca. Su aroma masculino, su tacto algo áspero que comenzó a sentirse por mis piernas, gracias a que sus manos no se estaban quietas. Era tímido en la cama, pero cuando deseaba acariciar o abrazarme en privado no se cortaba.

-¿Y por qué?-preguntó tocando mis labios con dos dedos de su mayo derecha, como si quisiera robarme las palabras antes de su nacimiento.

-Recuerdo tus palabras y me derrito.-murmuré temblando.-Tus cartas me sofocan, me hacen sentir especial y amado. Sé que siempre lo seré para ti, pero conocer que ya lo era hace años me enloquece. Todo eso es un gran disparo que rompe mis pensamientos racionales, los mata y los que no mueren quedan heridos.-dije sentándome a horcajadas sobre él.-¿Realmente soy más bonito que una mujer? Eso llegaste a decir en uno de esos textos.-¿Realmente lo soy?

-Eres mi ángel, los ángeles son más hermosos que las mujeres y que cualquier hombre.-llegó a decir provocando que sonriera.-¿Por qué me amas tanto? No he hecho méritos para que me ames así. Nunca te lo he preguntado, pero quisiera saber qué hice para que me amaras.

-A ti se te ama al instante, provocas que te amen.-murmuró.-Tus cabellos mal peinados, salvajes, contrastan con tus ojos llenos de ternura y lágrimas que derramaste. Eres fiero y frágil. Eres como la poesía, hermoso y difícil de comprender hasta que te das cuenta que sólo tienes que amar para averiguar. Tu sonrisa es dulce y pícara, otras veces dura y furiosa. Tus labios son perfectos para ser besados, tus manos las mejores para sentir sobre el cuerpo frío que poseo, tus mejillas en ocasiones, como en esta, tienen flores rojas para ser regaladas a mis ojos y a los de cualquiera. Te ves deseable, sexy, fuerte y misterioso. Ese misterio que germina en ti y que por muchos años que pasen jamás comprenderé. Loco, atrevido y cruel cuando debes serlo.-decía todo aquello mientras mis piernas temblaban y sus manos desnudaban mi cuerpo.

Por primera vez yo era el frágil de los dos, el que temblaba, y pude notar que era porque me había llevado a su terreo. Aunque yo había provocado el entrar en su gruta, en el lugar donde era puramente él. Me veía como esas chicas que a veces caían a sus pies, cuando sólo éramos amigos, y que se abrían deseando sentirlo. Provocaban en mí rabia y frustración, por eso me buscaba cualquier acompañante para hacer mi show frente a él.

-¿Soy todo eso?-dije tapando su boca.-Me cuesta creer que soy todo eso.

Tomó mis manos dejándolas en los brazos de su enorme sillón, tenía uno de esos de alto ejecutivo para que su espalda no se resintiera. Me miró fijamente con una sonrisa canalla y abrió mi bata. Sus manos se pasaron por mi torso y mis muslos, en silencio, tan sólo hablaban nuestros sentidos.

-Eres mucho más.-murmuró.-Amo como te comportas, igual que un gato. Detestas levantarte temprano, prácticamente ronroneas si te acaricio como ahora, te entretienes con cualquier cosa aunque sea una mota de polvo y eres libre. Al menos, aparentas muy bien serlo. Sin embargo, después dependes de mí y de todos los que amas. Elegante en tu forma de hablar, también en tus pasos. ¿Te has visto alguna vez? Y digo visto de verdad, no a mirarte al espejo hasta desgastarte como haces a veces.-susurró justo antes de morder uno de mis pezones.

-¿Dónde está mi esposo y qué has hecho con él?-murmuré temblando aún más.-Kurou, dime ¿por qué te muestras así para mí?-cerré los ojos avergonzado por los suyos.-¿Dónde está tu timidez?-dije apartando su rostro de mi pecho, no quería más mordidas de aquellas porque me hacían sentir esclavo de su boca.

-Este es mi territorio, mío y no tuyo.-dijo tomándome del rostro.-Donde más cómodo me encuentro, el lugar donde soy yo y puedo mostrarme como siempre he sido. Allá fuera todo me vuelve vulnerable, porque todos te admiran a ti y sé que conoces cada rincón como si fuera tu propio mundo. Pero aquí, en este pequeño agujero de cuatro altas paredes, soy yo el rey y yo impongo las normas.

-¿Así eres cuando no te veo?-pregunté notando sus manos bajar hacia mi cintura.-Eres más tentador que el demonio, eso me da escalofríos.

-¿Eso es bueno?-susurró cerca de mi oído, pegando su boca a mi cuello. Yo sólo supe gemir como respuesta, como única respuesta.

Tras su espalda estaba el jardín, podía ver aquella enorme extensión llena de vida. Las estrellas brillaban, no como en el centro, aquí a las afueras aún se podían ver. El despacho estaba en penumbra, sólo había encendida una de las luces de la habitación. Él se veía poderoso, mucho más que yo, eso me hizo quedar duro con sólo caricias y besos. Me había dejado desnudo sin percatarme, lo estaba sobre él que aún no tenía quitada ni la corbata.

“Dulce locura, sé que me escuchas,
estoy aquí para rogarte compasión.
Dulce trámite hacia la luna,
donde cubriré tu cuerpo con pasión.
He estado en otros mundos,
pero ninguno como este donde nos hallamos.
Estoy gritando a pesar de esta mudo,
tu belleza me enloquece demasiado.
Dulce locura, sé que me escuchas,
te pido un poco de lujuria.
Dulce amor, son los besos
tatuados en tu cuerpo de poesía.”

1 comentario:

Athenea dijo...

1. A mí también me encanta HIM. Conocí el grupo hace unos años, y todas las canciones que he oído me parecen genuinas, llenas de sentimiento y de un delicioso contraste entre el amor y la muerte, la luz y la oscuridad.
2. J'adore el personaje de Mario. Me da igual que tenga 45 tacos. Es rockero, es italiano, es enamoradizo, está loco... En resumen: ¡es adorable! Espero que le vayan bien las cosas con la violinista menuda.
3. Jamás me imaginé que Kurou pudiera mostrarse tan... desinhibido y dominante, jajaja. Tendrán que ir más a su terreno, para variar.

Perdona que no me haya pasado antes por el blog, pero la lectura de "Drácula" me ha tenido totalmente absorbida. Voy a por la siguiente parte. ¡Un besito!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt