Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 22 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 17 - Nuevo amanecer. (Parte III)



La canción es de un grupo que me encanta, pero está versionada por dos de las voces que más me agradan... (sin contar Toshi o Atsushi junto a Kamijo, que son las que más me apasionan).






Indudablemente estuve nervioso todo el día. Me preguntaba que podía tener para mí, un regalo de su parte se hacía muy extraño. No era hombre de comprar mi cariño con regalos excesivos, algún ramo para decorar la casa o chocolatinas para darme el capricho, pero no algo atípico como aquello. Me imaginé mil cosas, una más descabellada que la otra.

Las visitas se fueron pasadas unas horas, todo porque habían dejado a Bou encargado del desastre de Hiroshi y del inquieto Spider. No querían que al llegar estuviera la casa hecha un desastre, así que se marcharon esperando que no me importara esa visita rápida. Sin embargo, yo estaba rojo jugando con el cinturón de mi bata.

En la cena jugué con la comida mientras la pequeña comía en silencio, él me miraba fijamente clavando sus ojos hasta mi alma. Notaba como me inspeccionaba y eso me dejaba más nervioso, no dejaba de estar intranquilo a pesar de haber salido ya de su territorio. Sin embargo, él se veía de lo más normal.

-¿Qué tal todo?-pregunté antes de alzar el rostro.-¿Está bueno?

-¿Por qué no comes y nos dices?-dijo Kurou algo preocupado, ya que ni había probado bocado.

-Está rico.-respondió Anne antes de beber de su zumo.

-Perfecto entonces.-murmuré empezando a comer, pero tenía el estómago tan cerrado que en cuestión de minutos estaba lleno.

Cuando tuve que acostar a Anne rogué que se durmiera rápido, porque deseaba ver qué tenía Kurou para mí. Me sentía como un niño en la noche de Navidad. Estaba nervioso, todo yo temblaba y mis ojos se veían inquietos seguro. Creo que podía verme desquiciado, ya que Anne se quedó mirándome confusa y sin saber si preguntar o no. La pequeña se quedó dormida aferrada a mi brazo, mientras yo le contaba uno de los cuentos que había escrito Paulo Wilde. Como pude me zafé de ella y caminé hacia el despacho de mi esposo.

La puerta estaba encajada y pude ver un diván en el centro, la mesa la había corrido y había varias flores silvestres esparcidas por el suelo. En un lado de la habitación había un enorme caballete y pinturas. Inmediátamente sonreí como un idiota, hasta que terminé brincando al sentir sus manos rodeándome por la cintura.

-¿Vuelves a pintar?-pregunté intentando calmarme con sus caricias sobre mis caderas, así como sus besos cortos en mis mejillas.-Dime, gigante.-susurré antes de girarme para tomarlo del rostro.-¿Vas a pintarme como te pedí?

-Sí.-respondió algo sonrojado.-Hace meses que he vuelto a pintar, más bien desde que estamos juntos he vuelto a tocar y pintar. Creo que tú me inspiras, provocas que quiera seguir con mis escritos y mis pinturas. No puedo dejar de crear, aunque no sea nada del otro mundo.-estaba cada vez más rojo, avergonzado de haberme expuesto claramente sus sentimientos. Seguía siendo el mismo dulce gigante del cual me enamoré, un estúpido que cree errar mal cuando provoca tanta ternura.-Todo gracias a ti.

-Tú provocas mi felicidad, haces que sea un niño ilusionado con cualquier palabra que salga de ti.-sonreí notando como se coloreaba aún más.-Te ves tan lindo así, todo rojo.

Cortó mis palabras besándome, pegándome a él con caricias en mi espalda y mi rostro. Volví a sentir mis piernas temblar, así como todo mi cuerpo. Creo que me temblaban hasta las pestañas. Me sentía idiota al comportarme de ese modo, sobretodo cuando me ofrecía rápidamente. Una de mis piernas lo pegó hacia mí, mientras mis brazos lo rodeaba por el cuello y mis labios se deshacían contra los suyos.

Abrió mi bata acariciando mi cuerpo desnudo, completamente desnudo para él. Sus dedos se volvieron rápidos y certeros, cada caricia era un gemido que lograba arrancarme. Mis ojos se quedaron cerrados, disfrutando de las sensaciones tan agradables que me ofrecía.

-Te quiero.-susurró cerca de mis labios.-Te quiero como jamás he querido a nadie, aunque no lo suela decir.

Terminamos dentro del despacho, me hizo colocarme sobre aquel diván con mi bata mal atada y mi cabello revuelto. Deseaba que dejara esos malditos pinceles para más tarde, pero se dedicó a contemplarme fríamente. Me analizaba cada rasgo, como si jamás me hubiera visto, sin embargo en ocasiones se sonrojaba y sonreía leve mirando el lienzo. Estuvo toda la noche dibujándome, dejando que su pincel hiciera magia. Acabé dormido cuando despuntaba el alba, él no me despertó ni siquiera para llevar a la pequeña a clases. Cuando desperté no estaba y el cuadro estaba acabado.

Aquella habitación no existía, sino un enorme campo lleno de fantasía. Había hadas pequeñas iluminando mi figura, mientras que las flores se convertían poco a poco en nenúfares y estas en mariposas. Todo estaba lleno de color, de vida. Mi bata mal abrochada tenía escamas de dragón, las cuales se fundían con mi cuerpo, así como con cada una de mis curvas, y mi cabello eran hebras rubias y castañas dándole un tono exacto a mi tinte. Mis ojos estaban llenos de rabia y también desesperación, creo que por eso me calentó y luego me arrojó al diván.

-¿Te gusta?-ni escuché sus pesados pasos, me había quedado ensimismado.

-Sí, me fascina.-murmuré antes de brincar sobre él.-¿Qué hora es? ¿Has estado toda la noche pintando para mí?

-Son casi las seis de la tarde.-comentó bajándome, para después acomodar mi bata.-Te puse la calefacción para que no te constiparas y llevé a la niña a clases, después a ballet y he hecho parte de mi trabajo. Ayer estuve adelantándolo para poder garantizar el poder regalarte lo que tanto querías.

Siempre me había parecido increíble su forma de amarme, una forma entregada a mis caprichos. Me preguntaba porque tanto amor, tanta ilusión por darme todo, y sin pedir mucho a cambio. Sin embargo, aquello fue la mayor muestra de amor de su parte hacia mí desde que aceptó una bala que llevaba mi nombre. Se había esforzado duramente por un mero capricho, como si fuera importante y no una tontería pasajera.

-Kurou.-dije quedándome pegado a él.-pase lo que pase, suceda lo que suceda en un futuro, sé que no habrá nadie que me ame como tú.-murmuré antes de fundirme en sus labios, tirando de su chaqueta para no caerme.

Pronto sentí sus brazos rodeándome con cuidado, pero de esa forma asfixiante que me encantaba. Me sentía seguro en sus brazos, sabía que nada malo me pasaría junto a él. Por eso podía regalarme el placer de perderme en su boca, de sentirme completamente perdido. Cuando me aparté me percaté que no estábamos solos, Anne estaba de pie mirando fascinada el trabajo de su padre, luego miró su dibujo y suspiró pesado tirándolo al suelo.

Había dibujado para mí, pero a pesar de hacerlo mucho mejor que muchos niños de su edad, pensaba que no era lo suficientemente bueno. Se había frustrado al ver el talento de Kurou. Me miró con los ojos aguados y yo simplemente la abracé alzándola.

-Yo quería hacerte algo bonito.-hipó haciéndome llorar a mí también.

-Para mí todo lo que hagas será bonito, además tu padre lleva años pintando.-murmuré sentándome en el diván con ella.-Y tú eres toda una artista.

Me costó que creyera mis palabras, sin embargo lo aceptó después de un buen rato. Kurou simplemente terminaba de dar las últimas pinceladas, lo hizo tras quitarse la chaqueta y colocarse una bata, una que estaba llena de pintura de toda la noche anterior. Ni siquiera me había fijado en ella, sólo había estado frustrado porque no me besaba un poco más.

2 comentarios:

Athenea dijo...

¡Dios! Kurou es demasiado bueno para ser real. I love him, you know that? :) El hecho de que se haya pasado la noche pintando a Yosh, sólo porque él lo animó a que retomara la pintura... Pobreta Anne, ella quiere pintar tan bien como su padre. Estoy segura de que lo hará. De que conseguirá ser una gran bailarina de ballet y pintora. Muy buen capi, ¡un besito!

MuTrA dijo...

Cuánta dulzura y ternura... Me encanta este trío. Son la familia ideal. ^^

Besotes. :********

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt