Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 27 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 19 - Lágrimas de nieve (Parte I)

En ocasiones me siento como un bastardo, porque sé que ocurrirá luego y ustedes no. Si bien, no puedo adelantar acontecimientos.



También tengo que contar que he vuelto a ser el Lestat de hace años. Nadie me aplastará, ni siquiera idiotas ni damiselas de poco, o nulo, encanto. Disfruten de mi crueldad a la hora de crear sufrimiento, porque quizás les entrego finalmente la belleza de la fantasía.

No todo lo que leen es cierto, ni es cierto lo que no se puede leer. Esta historia puede tener mil cambios argumentales en el final... el cual está al caer y espero que os guste.

Después me dedicaré a unos relatos breves, para luego hacer venir a un viejo amigo a mis notas y crear una nueva novela con ese personaje... aunque sólo será en rasgos de personalidad.




Capitulo 19


Lágrimas de nieve.

Habían pasado un par de noches después de aquel trato. Cada día se hacía más absurdo y duro. Él se ilusionaba con cualquier comentario frente a la pequeña, se pegaba a mí cuando no estaba tomándome por la cintura y susurrándome poemas que se inventaba en segundos. Parecía estar quemando su último cerilla, era la carta que le quedaba en la manga y quería usarla para conquistarme. Sin embargo, para mí no significaba nada. Todo aquello sólo me entristecía más y me llegaba a sentir agobiado.

En las noches era todo mucho peor, sus manos buscaban mi cintura y su boca se deslizaba por mi cuello. Dormíamos juntos para no despertar alarma a nuestra hija, ya que a veces venía con pesadillas para que la calmáramos. Los dos a solas en esa cama que se veía pequeña, la misma que semanas atrás me parecía enorme, me asfixiaba. No dejaba de preguntarme sobre las próximas vacaciones de primavera, de hacer planes y yo de mirarle sin comprender porque seguía insistiendo en no querer recordar que todo estaba resuelto, que no ganaría nada de esa forma.

-Y podemos ir a Italia, hace tiempo que no vamos.-comentó acariciando mis cabellos.-Anne quiere unas vacaciones en el campo, podemos ir a la Toscana.-susurró mordisqueando mi cuello.

-Richard, no vamos a ir allí.-dije serio.-¿No ves que no vamos a seguir juntos? ¿Por qué demonios lo obvias y te haces el sordo? Te he dicho que no quiero estar contigo, que esto se acabó y se hará real cuando tramite el divorcio nada más llegue el diez de Enero.-sus ojos se apagaron, noté como tomaba aire intentando sosegarse sin lograrlo.

-Será porque quiero ser como ella.-murmuró con la voz entrecortada, esa voz gruesa y masculina que aún me provocaba escalofríos muy a mi pesar.-Quiero creer que todo esto es real, que no es una mentira, y que cambiarás de idea.-dijo acariciando mi rostro con sus enormes y ásperas manos.-No pido mucho.

-Pides demasiado.-comenté.-No me voy de la cama por ella, porque no quiero que venga y no me vea, pero estar tumbado a tu lado me produce náuseas.

Me giré hacia mi lado mientras escuchaba como lloraba, intentaba hacerlo en silencio pero su respiración lo decía a gritos. Yo también lloraba, me dolía escucharme tan decepcionado y sin poder cambiar ni un ápice mis sentimientos. Todo sería más fácil si no estuviera tan roto. Seguía lleno de pesadillas por aquellos años y contemplarlo como a mis verdugos me hundió.

La noche siguiente a esa era la fiesta. Me preparé con uno de los trajes que había comprado en la tienda de Hidehiko, ni siquiera lo había estrenado. Esperaba una ocasión especial con mi esposo, una a solas, para que él me ayudara a quitármelo mientras me halagara por como me quedaba como si eso fuera necesario. Intentaba mostrarme lo más jovial y emocionado posible, colocándome una camisa roja como complemento a un traje negro de líneas algo sobrias, pero sobre todo elegantes.

Para Anne había comprado un traje rojo con moñas negras en el filo de la falda, la cual estaba algo fruncida hacia un lado y era amplia, además de pomposa, dándole un aspecto de princesa. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes de hilo negro. Estaba preciosa, deslumbrante. Ambos bajamos sonriendo, esperando no pasar frío con los abrigos que habíamos comprado también para estrenar.

-Estás radiante.-murmuró Kurou vistiendo un traje nuevo, al parecer quería atraerme con su ropa y su buena colonia. Pero sólo me resultó patético, como todos sus intentos. No iba a lograr nada de esa forma, sólo asfixiarme un poco más.-Te queda muy bien ese traje.

No supe que responder. Quería decirle que dejara los halagos, porque no los quería. Sin embargo, bajé a la niña y lo besé con esas ganas de idiota enamorado que ya no tenía. Me rodeó con necesidad, como si fuera a huir nada más apartarme. Sus mejillas estaban rojas y sus labios temblaban mostrándose emocionado.

-Después te daré más.-dije notando como cerraba los ojos acariciando mis caderas.-Te daré lo que desees, será tu regalo de navidad.-murmuré cerca de sus labios.

-¿Y yo estoy bonita?-preguntó Anne bastante roja, a juego con su vestido.

-Sí, preciosa.-susurró sin apartar la vista de mí.-¿Podemos hablar a solas?-preguntó haciéndome sentir incómodo, seguía buscando doble sentido a todo lo que decía. Sólo comentaba todo aquello para aparentar normalidad.

-No, vamos tarde.-susurré jugueteando con su corbata.-Luego en la fiesta hablamos, cuando todos estén de acaramelados y los niños prácticamente dormidos por el cansancio.

-¿Lo prometes?-se pegó un poco más haciéndome sentir pequeño, todo su cuerpo quedó echado sobre el mío y me miraba intensamente.-Prometelo.

-Prometido.

Ella estaba tan ilusionada, sin embargo yo quería morirme. Iba a representar una gran farsa, mientras él se dejaba guiar por esta como si nada de lo hablado fuera real. Aquello parecía una pesadilla. Quería desaparecer y que ni el dolor ni la rabia me encontraran.

Nos pusimos en marcha tras colocarnos los abrigos y tomar los últimos regalos, llevaba pequeños paquetes para todos. Eran tarjetas hechas a mano de Anne, algunas golosinas en una pequeña bolsa de tela hecha por mí, y colgantes de madera con las iniciales de cada uno. Tan sólo era un pequeño regalo, para agradecer el estar con ellos esa noche. Los regalos navideños los tendrían que recoger en mi propia casa, Sebastian mientras los guardaba celosamente y en secreto en varios armarios.

Nada más llegar los vi tan felices que sentí envidia. Sho estaba con aquel chico regalándose carantoñas, los niños jugaban con Spider vestido de duendecillo, Kamijo estaba con una sonrisa increíble y aferrando por la cadera del joven Arthur. El resto también estaba en pareja, inclusive Atsushi parecía irradiar felicidad junto a un chico que desconocía. Todos y cada uno eran ajenos a mi dolor. Yo debía sonreír, beber brindando por un buen año que terminaba y besar a Kurou bajo el muérdago. Daba igual si sólo quería huir.

-Mira tito.-dijo Spider completamente emocionado, tenía el rostro rojo por ir corriendo de un lugar a otro.-He conseguido muchos dulces, muchos.

-¡Spider deja de comer tantos dulces o te hará mal!-escuché a lo lejos a Sho, no dejaba respirar a su hermano a pesar de estar aferrado a su pareja.

-Haz caso a tu hermano, amor.-dije acomodando sus cabellos.

Mi esposo estaba tras mi espalda, tomándome por la cintura y con la vista fija en mí. Me sentía incómodo, pues sabía que esperaba esa charla y me insistía de esa forma. Podía notar sus manos deslizándose bajo mi chaqueta, palpando mi vientre y produciéndome escalofríos. Eché hacia atrás la cabeza, apoyándome en él como si nada ocurriera, mientras bebía una copa tras otra. Poco a poco me iba mareando con tanto alcohol, ni siquiera habíamos cenado y aún quedaba una hora para que llegara la comida. Kamijo había pedido a un restaurante un menú especial, eligiendo él cada uno de los platos.

-¿Podemos hablar?-preguntó besando mi cuello.-Lejos de todos, de los niños y de sus charlas.-murmuró mordisqueando el lóbulo de mi oreja izquierda.-Podemos ir a la biblioteca de tu hermano, tal vez a su despacho o quizás a uno de los balcones.-murmuró haciéndome notar su cuerpo junto al mío, prácticamente podía sentirlo sin necesidad de quitarle la ropa.

-Sí.-balbuceé con un tono achispado.-Y me dices qué demonios quieres.

Realmente no recuerdo mucho más, sólo el subir las escaleras y terminar sobre sus piernas, encaramado y encorvado hacia él, llorando aferrado a su chaqueta. Mi frente contra su pecho, sus manos sobre mi espalda acariciándome como si fuera un gato. Me sentía hundido en la miseria y en una tristeza que me volvía débil, odiaba sentirme así fuera por enfermedad o por mis sentimientos.

-Regresemos, seamos esa familia que tanto deseas.-murmuró como oferta.-Te juro que no te pediré sexo, que sólo será algo platónico. Pero no me niegues tus besos, ni tus abrazos y mucho menos quiero que me niegues tu forma dulce de llamarme.-dijo haciéndome un hueco cálido entre sus brazos.-No quiero divorciarme, tengo pánico a ese documento.-susurró antes de buscar mis labios.

Me sentía un muñeco en sus manos, como si pudiera convencerme de cualquier cosa y hacer lo que quisiera conmigo. Sus manos desabrocharon mi camisa, tenía la chaqueta quitada y también los zapatos. Sus manos las sentí ásperas, pero cálidas, cuando acarició mi cuello deleitándose luego con mis clavículas.

-Te quiero de regalo, eso quiero.-sus ojos eran impactantes, llenos de miedo y ternura.-Al menos di que te quedarás conmigo, aunque sea mentira. Haz que crea en la magia de estas fechas, luego si quieres arroja sobre mí toda tu ira y hunde mi alma en depresiones constantes. Voy a morirme cuando firme ese documento, pero mientras quiero ser feliz y pensar que estaré a tu lado.-murmuró rozando mis labios.-Quiero pensar que no lo he hecho mal como esposo, no esta vez.

Tenía mi mente embotada en alcohol, sentía mi cuerpo liviano y todo parecía darme vueltas. Necesitaba aferrarme a algo y fue a él. Le miré sonriendo como un idiota, ya que el alcohol me mermaba. Había olvidado todo, incluso donde estábamos. Más de dos botellas de champaña, una de ginebra, dos de vodka y algún trago de vermú, habían logrado hacerme caer. Yo aguantaba bien el alcohol, pero no tanto y sin comida de por medio.

-Hazme el amor.-recuerdo que susurré.-Es nuestra noche de bodas.-no tenía coherencia aquello, pero aceptó el beso que le ofrecí.

Me recostó sobre una alfombra, aunque no sé cual de todas las de Kamijo ni en qué habitación estábamos realmente. Comenzó a quitarme la ropa mientras yo le miraba ebrio, sofocado y entregado a cualquier cosa que me hiciera. Abrí mis piernas, al menos eso recuerdo, y rogué ser suyo una vez más.

-No, no puedo.-dijo acariciando mi rostro.-Ni recuerdas porque estás ebrio, estoy seguro que ni sabes qué ocurre.-creo recordar que dijo mientras me cubría con su cuerpo y yo gemía, me rozaba contra él como si estuviera en celo.-No lo hagas más difícil.

-¿No te pongo?-murmuré.-Que mala esposa soy si no pongo a mi hombre.-dije a modo divertido, antes de caer desplomado.

Desperté a la mañana siguiente, con un fuerte dolor de cabeza, y tumbado en una de las habitaciones de huéspedes de Kamijo. Kurou estaba allí sentado en el borde de la cama, mientras la niña dormía a mi lado aferrada a mi brazo. No se había percatado que ya estaba despierto, porque seguía llorando como si no hubiera mañana.

-Richard.-dije con mi tono de voz gélido, el cual estaba siendo habitual, a pesar de verlo en ese estado.-¿Qué hora es?

-Medio día.-dijo ocultando su rostro entre sus largos cabellos.

Procuraba siempre ocultar sus lágrimas, y cualquier sentimiento, gracias a su melena espesa y sedosa. Se veía tan encantador esa parte suya, tan dulce y preocupada, que me enternecía incluso cuando estaba molesto. Como pude aparté a la niña, para incorporarme y colocar sus cabellos tras su oreja.

-¿Por qué lloras?-pregunté.-Puede verte Anne.-susurré antes de acariciar sus lágrimas.-Que lo nuestro no funcione no significa que no seas un excelente padre, así que dibuja una sonrisa en ese rostro e intenta calmarte.

-Sabes que no sé sonreír.-dijo serio.-El cuento acabó.-murmuró con un tono muy triste, jamás le había escuchado de esa forma.-El gigante egoísta se quedó solo porque no supo compartir su jardín.

-Sí, lo siento.-susurré antes de salir de la cama, para vestirme.

-Kamijo ya lo sabe, se lo dije anoche.-comentó.-Cuando te desplomaste le expliqué la situación.-murmuró.-Me ha hecho comprender porque te has tomado todo esto así, por eso lloro.

-Ah.-fue lo único que pude responder, porque me cortó el aliento cuando explicó el motivo de sus lágrimas.

Me quedé de pie, con la camisa puesta sin abrochar y en las piernas sólo mis boxer. Mis cabellos alborotados, mis ojos llenos de preocupación y decepción, así como mis puños cerrados aferrándose a mis pantalones, lo decían todo. No había tenido la mejor de las noches, ni el mejor mes, pero en parte había merecido la pena el dolor que sentía si alguien al fin lo comprendía, alguien más que Kamijo. Ese era uno de los motivos por el cual me molesté con Kurou, si bien no podía aceptarlo de nuevo en mi vida así como así. Necesitaba tiempo, alejarme de él y huir de mis fantasmas.

-Vístete, debemos ir a casa y descansar para la noche. Tenemos una cita, la última, en el concierto de Navidad del Teatro.-susurró.-Es el regalo que nos tenía preparado a todos ayer, Kamijo. Una función donde se tocará música clásica mientras se representa de forma muda un cuento de Navidad, el de los fantasmas.

-Está bien, tengo que ver qué ropa ponerle a la pequeña.-murmuré.

-No, quiero que sea a solas tú y yo. Es lo único que te voy a pedir como regalo.-susurró levantándose para venir hacia mí, tomándome del rostro mientras me contemplaba lleno de amargura.-Seamos sinceros, no vas a volver a volver a quererme ni verme igual.

Me vestí apartándome de él, en silencio, mientras deseaba desaparecer de nuevo. Las imágenes de la noche anterior me hicieron girarme, para verlo como si lo juzgara por todos sus pecados. Me había desnudado y acariciado, así como besado desesperado por hacerme suyo, pero al final no pudo porque ebrio era una presa fácil y él no quería eso. Me hizo pensar, preguntarme si estaba sacando todo de quicio por culpa de mis temores y simplemente me quedé allí parado deseando que me abrazara. Sin embargo, no se obró el milagro. Parecía rendido y yo no me comprendía siquiera, no sabía si me dolía más aquella noche o el verlo derrotado abandonando la batalla.

1 comentario:

Athenea dijo...

Me he leído las cuatro partes que llevaba atrasadas de un tirón y wowoowow, estoy flipando en colorines. A ver por dónde empiezo...

1. (Referente a una de las candiones que pusiste en entradas anteriores) Freddie Mercury es uno de mis cantantes favoritos, si bien creo que "Don't Stop me Now" no es de sus mejores canciones.

2. Me da mucha pena ver a Paulo tan hundido en la miseria, aunque Claudia sea una frívola presuntuosa, él la ama y el estado en el que se encuentra ahora está haciendo que se derrumbe.

3. Kurou se comportó la noche de su despacho como un hijo de puta, y luego lo de que se tiró a otra días después de empezar a salir con Yosh... En fin, me ha decepcionado bastante ese personaje. No obstante, no puedo odiarlo, porque sé que a pesar de todo quiere a Yosh y Yosh lo quiere a él.

4. No creo que vayan a dejarlo, por la reflexión que hace Yosh al final de la última parte de que quizá estaba sacando las cosas de quicio y también, cuando en una de las partes Yoshiki dice algo así como que a pesar de que ama a Kurou, necesitaba tener sus secretos, igual que Kurou tenía y (aquí viene la frase que me da la pista) aún hoy tiene y me oculta. Ahí habla en presente, con lo cual están juntos, ¿no? muajajajajaja.

5. Tal vez toda esta situación sirva para que Yosh supere, al menos en parte, todos los abusos que sufrió en el pasado, aunque es algo bastante difícil, por no decir imposible.

6. (En referencia a otra canción que pusiste) "I Remember You" es de las canciones de Skid Row que más me gustan. Estoy completamente de acuerdo con vuestra merced, Sebastian Bach rules :) (Creo que ya te lo había dicho en alguna otra ocasión, pero te lo digo ahora otra vez porque no me canso de alabar a este pedazo de hombre y cantante. A ver si para Navidad mi mami me regala su nuevo CD).

7. Gracias por pasarte a leer mi relato :) Vladimir es un nombre que a mí me chifla. Bueno, todo lo relacionado con la cultura e idioma del Este de Europa me chifla, en realidad.

8. Sí, "Crepúsculo" sucks. Escribí el relato (entre otras cosas) para darles una patada en el culo a algunas pedorras de internet que dicen que debería callarme la boca y no hablar mal de "Mierdúsculo" (como muy bien lo calificas tú) ni de Stephenie Meyer que (según palabras textuales suyas):¡Es la mejor escritora del mundo! (Y encima ponen el comentario con faltas de ortografía, hay que joderse).

9. Lo de Rajoy... Ufff, yo quiero huir a England, así de paso improve my English. Si quieres, te llevo en la maleta, jajajaja.

10. Creo que también te lo he dicho en otras ocasiones pero me encanta cómo escribes. Creo, además, aunque conozco tu blog desde hace poco, que tienes unos gustos musicales y literarios impecables y tu forma de pensar delata que eres una persona madura y con la cabeza bien puesta.

No me enrollo más, que se me hace tarde y mañana me quedaré durmiendo en latín. ¡Un beso y buenas noches!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt