Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 28 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 20 - En tus sueños anidaré.



Capitulo 20


En tus sueños anidaré.

Dicen que cuando te rompen el corazón sufres más que con un tiro directo a este, porque los sentimientos son esa cicatriz que permanece por muy feliz que termines siendo. Un tiro significa el fin del sufrimiento, más aún si es tan certero. La vida es poco valorada, como los sueños y cualquier deseo que pueda parecer imposible. Porque la vida es un imposible lleno de momentos reales, tan palpable como nuestro propio cuerpo.

Amar para siempre es imposible, salvo que vivas pocos años y ese amor sea el primero, así como el último, que puedas haber experimentado. Sin embargo, nuestros abuelos lograban amar para siempre. A veces, cuando veo a los ancianos caminar de la mano siento que quiero ser así. Deseo tener a Kurou a mi lado caminando hacia el fin de nuestros días. Sé que este amor será el más importante en nuestras vidas, ese que jamás se borrará por muchos pecados que cometamos.

Todos tenemos momentos en los cuales deseamos volver atrás, queremos pedir disculpas y no sabemos, mientras dejamos que las culpas caigan sobre nuestros hombros y las arrastremos hasta nuestro propio Monte Calvario. Allí mismo somos ajusticiados por clavos de palabras no dichas, mientras el aliento se entrecorta en cada sollozo. Pero esos momentos no son eternos, siempre se logra acabar con ellos. Hay que saber aceptar los errores, así como aceptamos a la ligera las victorias sin preguntarnos qué hicimos bien.

El amor es algo importante, imprescindible. Un niño sin amor no crece sano, así como un hombre que no ha conocido el amor no puede ser bueno. Siempre podemos encontrar amor, aunque sea de parte de una bola de pelos que corretea por la casa maullándote o ladrándote, pidiendo atenciones como cualquier mascota. No sólo está el amor romántico, está el de los amigos que son una familia que elegimos. Pero, el amor más conocido y narrado es el amor entre amantes.

Mi amor hacia Kurou es tan intenso que siempre temo hablar de él, porque puede que piensen que estoy obsesionado y que sólo veo virtudes. Sé que es posesivo debido a una infancia trágica donde no tuvo amigos, ni apoyo alguno, salvo en algunos momentos en los cuales sus padres se percataron del dolor de su hijo. Es un hombre duro que se traga sus sentimientos porque no sabe expresarlos, a no ser que tome un trozo de papel y diga todo lo que siente en hermosos versos.

Tal vez parezca ñoño o sentimental, pero creo firmemente en el amor que él me brinda a pesar de sus silencios. Hay que saber mirar a los ojos, conocer las palabras no dichas. Conozco la mirada de mi pareja, sé sus expresiones y cada frase que no desea admitir. Aprendí con el tiempo, ya que mi habilidad se debe a los años de práctica.

Recuerdo la primera vez que pude leer un te amo sincero de sus ojos, aquel día me estremecí entre sus brazos y dejé que la nieve nos cubriera. No éramos nada, tan sólo compañeros y aún no habíamos admitido la verdad. Pero yo sentí su amor, lo pude notar mientras rogaba que me besara. Sus labios rozaron mi frente, un beso tierno y suave, que me dio la entereza para provocar la encerrona y poder averiguar si era cierto todo aquello que creía. Poco después admitió que me amaba, y ese día fue el más feliz de mi vida.

Durante meses tuve tiempo de pensar en todo esto, y en mucho más, estar en coma no es tan terrible. Muchos estamos como apartados de la realidad, cómodos y confortables, mientras el resto se desvive en lamentos y en culpabilidad.

En ocasiones podía escuchar ruidos, ecos que parecían provenir de otros mundos muy lejanos. Eran como los latidos de un bebé en el vientre materno, cuando se escuchan por primera vez en un monitor y te dicen que es su corazón. Sin embargo, yo era ese bebé que me sentía calmado en mi lugar mientras a mi alrededor el ajetreo era inmenso, donde me esperaban. Podía escuchar pasos, lamentos y las oraciones que muchos murmuraban a pocos metros. Si bien, de todo aquello recuerdo claramente un poema recitado por los labios de mi dulce gigante.


“Como la princesa durmiente
descansa hermosamente en su templo.
El dragón de escamas de pez dorado ha caído,
pero no habrá recompensa.

Como una pluma mecida al aire
dibujando sueños que no son ni tuyos ni míos,
lamentablemente no son de nadie.
Palabras que espero que pronuncies.

Despierta, abre los ojos y mírame.
Necesito tus lágrimas y sonrisas,
así como cada bofetada y caricia,
que únicamente tú sabes ofrecerme.”


Repetía aquellas palabras cada día, como si se tratara de un hechizo. También sentía sus manos, notaba cada una de sus caricias sobre mis cabellos y mi rostro. Así como podía escuchar claramente su llanto. Parecía volverse loco. Me rogaba con ahínco que despertaba mientras juraba cosas imposibles. Sus labios rozaban la comisura de los míos, así como sus brazos rodeándome con cuidado.

Yo, en ocasiones, deseaba despertar, pero donde me encontraba no sufría daño alguno y podía notar el cariño de Kurou. No importaba si despertaba o no, lo único que quería era su presencia a mi lado. Si despertaba podía irse, volver a enfadarnos y marcharse. Yo quería que cada día me recitara, acariciara mis cabellos y durmiera a mi lado aunque estuviera prohibido.

Pero tras unas semanas escuché la voz de Anne, así como un llanto agudo de Kurou. Él ya no podía más, ella preguntaba con inocencia si podía soñar. Yo intenté en ese mismo instante volver con ellos, regresar de una buena vez a casa y seguir con nuestras vidas. Sin embargo, no podía ni siquiera abrir los ojos o mover un solo dedo.

Deseaba con todas mis fueras estrechar a mi pequeña, besar sus mejillas y sentir al fin su colonia infantil pegada a mi ropa. Necesitaba saber que estaba bien, si había tenido pesadillas y qué cosas había hecho en clases. Ya no era sólo por volver a los brazos de mi esposo, sino por ella. Ella era el motivo fundamental por el cual vivía. Ambos eran mi vida.

-Yosh.-escuché en esos momentos con un tono cálido y desesperado, se podía notar la tristeza. Era la voz de Kurou, pero su tono era indescriptible.-Mi ángel, llevas así casi un año.-murmuró haciéndome agitándome con un miedo intenso, porque pensaba que eran sólo unas semanas y no un año.-Pronto será Navidad, hace poco cumpliste años pero no los celebramos como siempre. Me haces jugar que no habrá fiesta, ni siquiera un pequeño pastel. Odias cumplir años porque te sientes viejo ¿quizás?-preguntó antes de besar mi mejilla.-Yosh, hace un año que no puedo besarte ni abrazarte como se debe, siento que estoy olvidando qué se sentía.

Recordé sus besos tímidos y los míos asfixiantes, sus manos aferradas a mis caderas o sus dedos enredados en mis cabellos. Esa pasión que se desataba por mi culpa, porque yo era el encendedor que lograba que entrara en calor. Sus manos recorriéndome de arriba hacia abajo, así como las mías. Quería tanto como él fundirme en un beso ahogado, morir en sus labios sonaba tentador. Sin embargo, seguía sin poder hacerlo. Me frustraba el hecho de los recuerdos que él generaba con su loción, el eco de su voz y esos labios que recorrían mis mejillas, así como mi cuello, hasta la comisura de mis labios.

Cuando pude percatarme la boca de mi esposo atrapaba la mía, me besaba con lujuria controlada. Parecía deshacerse en mis labios, igual que los míos en los suyos sin moverlos siquiera. Un beso para despertar a la princesa, eso reza en el cuento. Sin embargo, la princesa no despertó esta vez ni las siguientes. Ambos estábamos frustrados.

2 comentarios:

Chrome Dokuro dijo...

Estoy llorando a mares por tu culpa. No tanto por lo triste (que también)sino por lo bonito. NO. ¡¡¡NO JODER NO!!! ¿Por qué le haces esto a todos? D: La próxima vez quiero verlo en los brazos de Kurou y con Anne (pero vivo, que eres capaz de matarlo ._. ) por favor T^T

MuTrA dijo...

Noto un extraño sabor y no se si es tragedia o final agridulce... Esperaré impaciente. La verdad es que se me ha hecho corta la lectura de este libro tuyo, pero eso significa que la he disfrutado.

Besotes. :*******

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt