Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 12 de diciembre de 2011

Tenshi - Capitulo 3 - Sombras chinescas - Parte I





Capitulo 3

Sombras chinescas.

Durante años tuve apartada de mi mente su mirada, como si hubiera sido tan sólo un fantasma que jugaba con mis recuerdos y paciencia. Si bien, aquellos ojos eran reales y pagaba la educación a su propietaria. Ayudaba al veneno de mis días a germinar con fuerza y elegancia. Ella pensaba que Frederick era un familiar cercano y yo sólo un producto de las fiebres de aquellas noches. Yo no era real, nada era real, y de ese modo apacible creció imaginando que los sueños podían cumplirse de alguna forma y que quizás aquel ángel la rescataría de su monotonía.

Cada noche mis ansias crecían, parecía que me había vuelto un depredador imparable. Frederick simplemente me contemplaba con sus ojos fríos, aceptando que le abrazara al regresar a mi guarida y bebiera de él unas gotas para calmarme. Aquella sangre aún joven, pese a los años, me electrocutaba y recordaba que formaba parte de la humanidad. Su cuerpo había cambiado, pero no su mirada de hielo ni sus movimientos exactos. Un animal de un paraíso desconocido y desconcertante que se paseaba frente a mí libre, mientras yo era preso de deseo sin límites.

Recuerdo la nieve de la primera noche sin ella, un milagro cubrió toda la ciudad con una capa espesa de nieve. El tráfico quedó cortado y retenido a escasos metros de mi mansión. El humo de la chimenea era el único recuerdo, para todos, que allí, alejado del mundo, existía una mansión antigua que decían estar encantada. El jardín había quedado relegado a un amasijo de hielo, nieve y matorrales agonizando por el frío.

Frederick miraba hacia el exterior sintiéndose el rey de aquel paraíso invernal, mientras yo cubría su cuerpo con el mío atraído por su fragancia única. El fuego de la chimenea nos hacía entrar en calor a ambos, pues las sensaciones térmicas las podía sentir a pesar de ser un inmortal. Mi piel era más sensible, así como todo mi cuerpo, y podía notar cada cambio de temperatura por mínimo que fuera. Esa misma piel, la cual él acariciaba tomándome de las manos, llevándolas a su cintura, mientras su mente estaba completamente revuelta. Mis dedos comenzaron a jugar con el borde de su camisa celeste, mientras su frente y las palmas de sus manos se pegaban al cristal.

El amor que sentía, aquel muchacho de aspecto frágil y gélido, era tan intenso que podía dar sentido a todas las palabras románticas sin pronunciarlas. Porque así es el amor real, el calor puro que te quema haciéndote sentir en las fraguas de los infiernos. Pero él guardaba todo en un rincón de su alma, ocultándolo bajo capas de dolor y frustración.

-¿Me odias?-preguntó en un bajo murmullo, como si fuera una pregunta que se hacía a sí mismo.

-No.-respondí.

Sus labios no se movieron, pero su mente empezó a zozobrar en una tormenta. Creía que haber alejado a mi última presa, una niña tan sólo, provocaría en mí un cambio radical en mi forma de actuar frente a él. Sus rasgos finos de ángel del apocalíptico se reflejaban en el cristal, mientras varias lágrimas silenciosas rozaban sus mejillas y labios. Durante varios minutos ambos fuimos estatuas, ni siquiera podía notarse si respirábamos o no.

Giré su cuerpo lentamente, apoyé su cabeza sobre mi torso y lo refugié entre mis brazos como si fueran esas inmensas alas que aquella pequeña había visto una vez. Era el ángel del consuelo, el piadoso guerrero que refugiaba a su escudero de si mismo. El mundo era un caos allí fuera, el claxon de los vehículos sonaba con fuerzas, y podía escuchar miles de conversaciones ajenas a la habitación pulcramente decorada en la cual nos hallábamos. Parecíamos hechizados, como si las horas se hubieran detenido y nosotros viviéramos cada segundo como una eternidad.

Durante quince años, largos y agónicos, el reloj marcó la hora de la sangre y de las disculpas inocuas. Sus ruegos no hacían efecto en mí, sólo su sangre y sus labios de aspecto frío, pero tan calientes, recorriendo mi torso como si besara la estampa de un santo. Sus manos cada vez eran más viejas, podía ver como se consumía, y la llegada a sus cuarenta años fue un golpe mortal que no sabía superar. Las últimas noches antes que ella llegara me quedé contemplando sus arrugas, una a una, mientras sus cabellos parecían intactos llenos del esplendor que siempre tuvieron. Se conservaba bien para sus años, pero cuando sonreía sus ojos se cubrían de raíces que se hundían en su carne. Sin embargo, la casa y yo mismo seguíamos intactos.

1 comentario:

MuTrA dijo...

Me dejas con la miel en los labios y la intriga de saber cómo reaccionará al ver a la ya no tan pequeña. :) Espero con ganas la siguiente parte. ^^

Y gracias por tu comentario sobre mi texto, no sabes cuánto me ha animado. Me alegra que te gustase y me alegra saber que no he perdido la práctica del todo. Aunque para serte sincera, era un simple sueño narrado como lo recordaba (más o menos).

Espero que pronto mejoren tus días. Hace poco yo pasé por unos similares, claro que lo unico que me hacia levantarme es mi pareja puesto que no tengo novelas que escribir o que interesen. Pero es el amor es algo lo bastante valioso como para levantarse día a día. Respecto a la Navidad... Hace algún tiempo que perdí la poca ilusión que me quedaba por ella, la verdad. Ya no es lo que era y me resulta imposible ilusionarme. Pero se hace lo que se puede por pasarlo bien con aquellos a los que quieres y que te quieren.

Besos. :************* Y gracias por desperdiciar un poco de tu valioso tiempo en leer y comentar. ^^

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt