Axel (Marius) y Roxas (Armand) son dos personas que se han hecho hueco en mi vida. Para mi son dos mujeres increíbles y grandes tanto dentro del rol como fuera. Me gusta reír y compartir opiniones, con estas dos amigas he podido hacerlo. Las conocí este año y con ellas empiezo los días de regalo en mi blog.
Este Lestat les ofrece: La ira de dos Titanes.
Los personajes son de Anne Rice, los mismos que ellas representan.
Se hallaba en mitad de su recámara con
la espalda encorvada al estar echado hacia delante, sus cabellos
rubios paja caían a ambos lados de su rostro rozando los nudillos de
su mano derecha, la mano que tenía apoyada en su rostro. Sus codos
estaban sobre los brazos de su sofá, el brazo derecho levantado y el
izquierdo caía hacia dentro del asiento. La palma izquierda de sus
manos estaba sobre el muslo de ese mismo lado. El ceño estaba
fruncido y sus ojos de hielo estaban más vivos que nunca.
-Calma, la ira conduce a tomar malas
decisiones.-se dijo en un ronco murmullo.-Demonios, siempre termino
cayendo en una red estúpida.-alzó su cuerpo de gigante para otras
épocas, aún un cuerpo esbelto e imponente aunque de tamaño
relativamente alto en la nuestra. Sus pies se movían ágiles pero
muy elegantes y sabios.
De improvisto la puerta se abrió
provocando que se girara cuando se hallaba a pocos pasos de su
ventana, deseaba contemplar la nieve que caía fuera y a los humanos
decorando sus casas con luces brillantes de distintos colores
llamativos. Su pupilo más amado, su Amadeo, estaba frente a él con
los cabellos de fuego alborotados como si fuera una llama y sus ojos
profundos de avellana cubiertos de molestia. Sus labios estaban
fruncidos y parecían mascullar una exhalación de molestia.
-¡Un día haré lo que tuve que hacer
en su momento!-rugió con su voz entre infantil y masculina.-¡Le
odio! ¡Odio a Lestat de Lioncourt!-Marius no se sorprendió ante tal
comentario, sus pupilos siempre llevarían una guerra abierta que a
veces ocultaban en momentos de cierto cariño mutuo.-¡Lo haré! ¡Lo
haré! ¡Terminaré matándolo!
-¿Qué ha ocurrido esta vez?-preguntó
en un lánguido esfuerzo por conocer la travesura de su rubio y
estúpido pupilo, sin embargo su humor no estaba para bromas en ese
momento.
-Estábamos caminando por la calle y
pasamos por unos contenedores de basura.-comentó intentando
relajarse.-¡Vio una compresa manchada de menstruación e hizo una
metáfora sobre la regla y mi color de cabello! ¡Dijo que era como
si mi madre hubiese menstruado en mi cabeza al nacer! ¡Marius no le
soporto!
Marius abrió sus ojos en una expresión
de sorpresa y aunque deseó carcajearse por la extraña ocurrencia no
lo hizo, por respeto al vampiro que tanto amaba. Se aproximó a él
tomándolo del mentón para que lo viera a los ojos, sus miradas se
quedaron fijas unos segundos en silencios y después quedarían
pegados sus labios. Un cálido beso que calmó a ambos dejando en
ellos un dulce a pasión y sangre, pues Marius no sólo ofreció sus
labios sino también unas gotas de su poderosas venas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario