Una muñeca más, una mentira nueva.
Beso tu frente, tus labios y mejillas
de niña.
Eres la primavera eterna en espera del
verano,
y el fruto no nato en una noche
trémula.
Mi dulce pequeña duerme en su regazo,
la muerte de ojos verdes contempla su
sonrisa.
¡Guarda su sueños para siempre lejos
de mí!
Y pensar que aún te amo, te amo tanto.
Éramos padre e hija en un mundo
distinto,
un ángel acompañando a un demonio.
Tus pequeños deditos se alzaban para
abrazarme...
¡Ah! ¡Y yo tan estúpido te di todo
mi corazón!
¿Cuántas noches he llorado abrazo a
tu vestido?
Aún conserva el aroma de tu celestial
perfume.
Yo sólo quería amor, una familia, una
vida... a ti.
Eras el vínculo perfecto entre ambos,
nuestro mundo.
¡Míralos ahí van esos jóvenes
apuestos!
¡Oh! ¡Qué niña tan encantadora va
en sus brazos!
¿A caso has olvidado los días dorados
como tus rizos?
La verdadera muerte es tan cruel...
agria y envenena corazones.
Dedicado a Claudia, personaje de Anne Rice
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