Florbe91 se ha convertido en una de mis artistas favoritas. Ésta imagen tiene algo que ver con el texto, pero no del todo. Simplemente me agradó...
Cambio de cuerpo.
No recuerdo bien qué demonios pasó,
tampoco sé si fue cosa del demonio que rondaba nuestras vidas desde
hacía años. Tan sólo sé que la noche llegó y la se de sangre
desgarraba mi garganta. Sentía como la llamada de la noche parecía
más intensa y desproporcionada. La seda de mi cama me regalaba
caricias sutiles mientras mi pecho oscilaba como si estuviese en
plena pesadilla. Mis ojos se fijaron en el dosel de la cama, el cual
caía lánguidamente sin atadura alguna. Podía sentir como la
madrugada había llegado con pesada calma y me llamaba.
No estaba solo en aquel enorme lecho de
sábanas revueltas, aroma a sexo y sangre. Louis estaba conmigo y por
supuesto Mojo. Se encontraba tumbado a los pies de la cama con una
mirada curiosa mientras olfateaba todo. Louis aún no se había
movido ni un ápice mientras yo me estiraba.
-Bonsoir Mojo – mi voz sonaba
distinta, sonaba como la aterciopelada de Louis. Mi voz era más
poderosa y varonil, perfecta sin duda para mi época de estrella del
rock, si bien la suya era perfecta para recitar y rogar-. Louis –
llegué a decir alzando la voz mientras iba girándome hacia él
completamente sorprendido y aturdido.
En ese momento vi una mata de cabello
rubio, igual que el oro más puro, revuelto contra la almohada. La
piel de mi acompañante era más tostada que la mía y mis manos eran
pura nieve. Cuando se giró debido a mis palabras pude ver bien su
rostro. ¡Ese rostro era el mío! ¡Era mi rostro!
Debo admitir que aunque me fascinó
comprobar que era extremadamente hermoso, con unos rasgos perfectos y
envidiable por cualquier mortal e inmortal, sentí pánico. Un enorme
pánico me hizo temblar mientras notaba un nudo en mi garganta. No
podía estar pasando otra vez, no podía estar ocurriendo.
Las orbes violetas se abrieron
sorprendidas por la visión de mi persona y un enorme grito surgió
de mi garganta. Es decir, él gritó y me miró con el rostro
congestionado por la confusión. Empezó a manotear y a empujarme de
la cama, al mismo tiempo que mi cuerpo caía de esta.
-¿Por qué tienes mi cuerpo?-preguntó
alzando su voz, que en realidad es mi voz-. ¡Lestat! ¡Lestat! ¡Hay
un individuo aquí! ¡Cielos! ¡Oh! ¡Cielos! ¡Lestat!
-¡Ya cállate Louis!-grité frustrado
comprobando que nadie extraño a mí ocupaba mi cuerpo-. Soy yo.
A pesar que era mi cuerpo él inclinó
la cabeza cual perro bien amaestrado, frunció las cejas y apretó
sus labios. Intentaba comprender el mensaje pero estaba tan alterado
y confuso que tan sólo se escuchaba a sí mismo.
-No sé que ha ocurrido y te aseguro
que no es culpa mía – expresé con vehemencia pues era la verdad.
Mojo se recostó en mis piernas tocando
mis muslos con sus patas y hocico. Él quería consolarme a su modo,
un modo muy noble pero inútil sin duda. Me llevé las manos a la
cabeza tirándome del pelo mientras veía a Louis llorar
desesperadamente. Había que pensar una solución y él lloraba.
-Deja de llorar, has salido ganando-
dije.
Él movía la cabeza de un lado a otro
mientras yo simplemente salía de la cama. Me incorporé buscando un
espejo de cuerpo entero que poseíamos. Era sin duda una belleza
aquel espejo. Tenía un marco de madera tallado con cientos de flores
silvestres y poseía un tono caoba oscuro casi negro. Mis pies se
movían por el suelo de madera mientras me adaptaba a una figura más
bajita y con cierta sed que aún me martilleaba.
Pronto vi mi reflejo ante mí. Sus ojos
verdes esmeralda ahora eran míos, sus hombros algo más estrechos
que los míos y su vientre plano con aquel ombligo pequeño. Moví
los dedos de mis pies mirándolos una y otra vez, para luego alzar el
rostro y fijarme nuevamente en mis rasgos. Aquellos labios carnosos
no eran los míos y tampoco su nariz.
Por extraño que parezca me excité y
no dudé en empezar a dejar caricias sobre mi sexo. Había olvidado
lo extraño que podía ser, el miedo que podía tener, porque ahí
estaba Louis desnudo al cual podía hacerle todo lo que quisiese y
más.
-¡Deja de tocarte!-espetó
levantándose para venir hasta donde estaba.
Sentí sus manos sobre mis hombros
mientras yo jadeba, mis piernas temblaban y mi cabeza se echaba hacia
atrás. Louis era tan sensible como pensaba y eso era delicioso.
-No puedo ni quiero – fue mi veloz
respuesta mientras notaba como él me miraba asombrado con mis ojos
violetas clavados en mi figura.
En un instante desperté aturdido en
medio de la noche. Él dormía a mi lado en su cuerpo y yo tenía el
mío. Mojo estaba en los pies junto a Byron, el cachorro que había
conseguido para Louis. Todo había sido un sueño, o quizás una
pesadilla, pero lo único que sabía a ciencia cierta que si eso
hubiese sido así yo me habría comportado de ese modo. ¡Y quién
no! Cualquiera lo hubiese hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario