Ascendiendo hacia la implacable
soledad,
la que cubre el cielo repleto de
luminosas luciérnagas,
las palabras de amor que murieron en su
sonrisa...
Un demonio de cabellos dorados suplica
en silencio.
Sus manos cruzadas sobre su pecho
guardan un amor impuro y pecador,
sus ojos ciegos del color de las
violetas
tienen carmín bordeando sus pobladas
pestañas.
¡Ruega a la locura que lo cure!
¡Ruega a la locura besos de amor!
Ruega porque que es un maldito pecador.
Y aún así la locura le concede su
perdón.
Coqueteando entre los salones de baile,
y entre las fiestas de té de hadas
informales,
allí podrás encontrar al demonio de
sangre
narrando su nueva y oportuna aventura.
Él sólo quiere ser amado sin importar
nada,
de forma egoísta y cruel, como lo
haría un niño malcriado.
Por eso esta noche, como las otras
cargadas de belleza,
cae de rodillas en el jardín de la
fantasía y ruega.
¡Ruega a la locura que lo bese!
¡Ruega a la locura que lo abrace
tiernamente!
Ruega porque es un proscrito
sinvergüenza.
Y a pesar de su descaro la locura le
concede su amor.
La victoria lanza claveles a su paso
y los restantes demonios quedan
seducidos
por la arrogancia y la descerebrada
pasión que expulsa.
Su osadía no tiene límites, no hay
reglas para él.
Entre humanos de sonrisas gentiles lo
hallarás,
su belleza es única y su mentira es
poderosa.
Lo reconocerás por sus colmillos y
corazón de león...
¡Ah! ¡Y él sólo quiere que lo amen
todos!
Ruega a la locura por unos ojos
de jade...
Ruega por su dulce y excitante aroma en
su ataúd...
Y la locura besa su frente rogándole
que le siga.
Porque él es el príncipe y él el
trébol de su ojal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario