Quería llorar por tu alma,
pero mejor me dispuse a llorar por la
mía.
No encontré ni el cielo ni el
infierno,
pues en ninguno de los mundos nos
quieren.
Quedé aquí como marioneta rota e
inservible,
así que ten valor y mírame otra vez.
¿Recuerdas las notas convertidas en
vino?
¿Has olvidado el fuego que latía en
tu pecho?
Yo no he olvidado la nieve sobre
nosotros...
allá en París, allá donde nadie nos
conocía.
Quería tu luz pero encontré sombras,
ya que tú me arrinconaste quitándome
la vida.
No encontré nada de valor en las
llamas,
así que resurgí de mis cenizas con
lágrimas
y lleno del mismo rencor que años
atrás.
Ven, deja que te abrace mientras ardes
conmigo.
¿Recuerdas el lugar de las brujas?
¿Las risas dispersas entre la hierba
alta y la quemada?
Yo no he olvidado nada de sobre nuestra
infancia...
allá en Auvernia, allá donde nadie
nos señalaba.
Si te castigo es porque tú me
alejaste...
Intentaste comprarme con riquezas y
hermosas prendas...
Me castigaste sin tus brazos y sin tus
besos de amante...
Tú y las putas de París debisteis
haber ardido.
Ellas y tú, al son de mi violín... y
no yo.
¡Por eso te torturaré!
¡Por eso no te dejaré ser feliz!
¡Si yo no lo fui tú tampoco lo serás!
¡Por eso no me marcharé!
¡Por eso te haré sentir maldito!
¡Si yo no tuve oportunidad tú
tampoco!
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